TIEMPO DE CUARESMA
MIÉRCOLES SANTO
Del Propio del Tiempo. Salterio II
17 de abril
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y
por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: EN TUS MANOS, SEÑOR, PONGO MI VIDA.
En tus manos, Señor, pongo mi vida
con todas sus angustias y dolores;
que en ti florezcan frescos mis amores
y que halle apoyo en ti mi fe caída.
Quiero ser como cera derretida
que modelen tus dedos creadores;
y morar para siempre sin temores
de tu costado en la sangrienta herida.
Vivir tu muerte y tus dolores grandes,
disfrutar tus delicias verdaderas
y seguir el camino por donde andes.
Dame, Señor, huir de mis quimeras,
dame, Señor, que quiera lo que mandes
para poder querer lo que tú quieras. Amén.
SALMODIA
Ant 1. En mi angustia te busco, Señor, y extiendo las
manos sin descanso.
Salmo 76 - RECUERDO DEL PASADO GLORIOSO DE ISRAEL.
Alzo mi voz a Dios gritando,
Alzo mi voz a Dios para que me oiga.
En mi angustia te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.
Sujetas los párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto:
¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?
Y me digo: ¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas.
Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
Te vio el mar, ¡oh Dios!,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.
Las nubes descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.
Rodaba el fragor de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra retembló estremecida.
Tú te abriste camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas:
mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En mi angustia te
busco, Señor, y extiendo las manos sin descanso.
Ant 2. Si hemos muerto
con Cristo, tenemos fe en que viviremos también con él.
Cántico: ALEGRIA DE LOS HUMILDES EN DIOS 1S 2,1-10
Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
No hay santo como el Señor,
no hay roca como nuestro Dios.
No multipliquéis discursos altivos,
no echéis por la boca arrogancias,
porque el Señor es un Dios que sabe;
él es quién pesa las acciones.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos se marchita.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afianzó el orbe.
Él guarda los pasos de sus amigos,
mientras los malvados perecen en las tinieblas,
porque el hombre no triunfa por su fuerza.
El Señor desbarata a sus contrarios,
el Altísimo truena desde el cielo,
el Señor juzga hasta el confín de la tierra.
él da fuerza a su Rey,
exalta el poder de su Ungido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si hemos muerto
con Cristo, tenemos fe en que viviremos también con él.
Ant 3. Cristo Jesús ha
sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación y
redención.
Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS
DIOSES.
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
Delante de él avanza fuego
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.
Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;
porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo Jesús ha
sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación y
redención.
LECTURA BREVE Is 50, 5-7
El Señor me abrió el oído; yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda
a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el
rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso endurecí el
rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
V. De entre toda
raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos has comprado,
Señor, por tu sangre.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Jeremías 11, 18-12, 13
DESAHOGO DEL ALMA DEL PROFETA EN LA TRIBULACIÓN
En aquellos días, dijo Jeremías:
«El Señor me instruyó y comprendí, me explicó lo que hacían mis perseguidores:
"También tus hermanos, la casa de tu padre, también ellos te son
desleales, también ellos te critican por la espalda con descaro. No te fíes de
ellos, aunque te digan buenas palabras."
Yo como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que
contra mí planeaban: "Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la
tierra de los vivos, que su nombre no se pronuncie más."
Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, escudriñas las entrañas y
el corazón; veré tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
Por eso, así sentencia el Señor contra los hombres de Anatot: "A los que
intentan matarte diciéndote: 'No profetices en nombre del Señor, si no, morirás
a nuestras manos', yo les tomaré cuentas: sus jóvenes morirán a espada, sus
hijos e hijas morirán de hambre; y no quedará ni un resto de ellos, cuando yo
les envíe la desgracia a los hombres de Anatot, el día de la cuenta."
Tú llevas la razón, Señor, cuando pleiteo contigo, pero quiero proponerte un
caso de justicia: ¿Por qué prospera el camino de los impíos, por qué tienen paz
los hombres pérfidos? Los plantas y echan raíces, crecen y dan fruto; tú estás
cerca de sus labios, pero lejos de su corazón. Mas tú, Señor, me conoces, me
examinas, y has probado mi actitud frente a ti. Apártalos como a ovejas para el
matadero, resérvalos para el día de la matanza. ¿Hasta cuándo gemirá la tierra
y se secará la hierba del campo? Por la maldad de sus habitantes, desaparecen
el ganado y los pájaros, porque dicen: "No ve Dios nuestros
caminos."»
«Si corres con los de a pie y te cansan, ¿cómo competirás con los de a caballo?
Si en la paz de la tierra te sientes inseguro, ¿qué harás en la espesura del
Jordán? He abandonado mi casa, he desechado mi heredad, he entregado el amor de
mi alma en manos de sus enemigos. Mi herencia se ha vuelto un león de la selva que
ruge contra mí: por eso la detesté. Mi herencia se ha vuelto un pájaro pinto,
los buitres vuelan en torno a él: Venid, reuníos, fieras del campo, venid a
comer.
Muchos pastores destruyeron mi viña, han pisoteado mi parcela, hicieron de mi
parcela preciosa un desierto desolado; la hicieron un yermo siniestro y
desolado ante mi: el país está desolado y nadie se preocupa por ello. Por todas
las dunas de la estepa, vinieron saqueadores: porque la espada del Señor devora
la tierra de un extremo a otro, y nadie tiene paz. Sembraron trigo y cosecharon
espinas, trabajaron en balde y se avergüenzan de su cosecha: por la ira
ardiente del Señor.»
RESPONSORIO Jn 16, 20; cf. Mt 9, 15
R. Lloraréis y gemiréis vosotros mientras el mundo se alegrará;
vosotros estaréis tristes, * pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.
V. Vendrán días en que se os quitará el esposo y entonces sí
ayunaréis.
R. Pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san
Juan
(Tratado 84, 1-2: CCL 36, 536-538)
La PLENITUD DEL AMOR
El Señor, hermanos muy amados, quiso dejar bien claro en qué consiste aquella
plenitud del amor con que debemos amarnos mutuamente, cuando dijo: Nadie tiene
más amor que el que da la vida por sus amigos. Consecuencia de ello es lo que
nos dice el mismo evangelista Juan en su carta: Cristo dio su vida por
nosotros, también nosotros debemos dar la vida por los hermanos, amándonos
mutuamente como él nos amó, que dio su vida por nosotros.
Es la misma idea que encontramos en el libro de los Proverbios: Si te sientas a
comer en la mesa de un señor, mira con atención lo que te ponen delante, y pon
la mano en ello pensando que luego tendrás que preparar tú algo semejante. Esta
mesa de tal señor no es otra que aquella de la cual tomamos el cuerpo y la
sangre de aquel que dio su vida por nosotros. Sentarse a ella significa
acercarse a la misma con humildad. Mirar con atención lo que nos ponen delante
equivale a tomar conciencia de la grandeza de este don. Y poner la mano en
ello, pensando que luego tendremos que preparar algo semejante, significa lo
que ya he dicho antes: que así como Cristo dio su vida por nosotros, también
nosotros debemos dar la vida por los hermanos. Como dice el apóstol Pedro: Cristo
padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Esto
significa preparar algo semejante. Esto es lo que hicieron los mártires,
llevados por un amor ardiente; si no queremos celebrar en vano su recuerdo, y
si nos acercamos a la mesa del Señor para participar del banquete en que ellos
se saciaron, es necesario que, tal como ellos hicieron, preparemos luego
nosotros algo semejante.
Por esto, al reunirnos junto a la mesa del Señor, no los recordamos del mismo
modo que a los demás que descansan en paz, para rogar por ellos, sino más bien
para que ellos rueguen por nosotros, a fin de que sigamos su ejemplo, ya que
ellos pusieron en práctica aquel amor del que dice el Señor que no hay otro más
grande. Ellos mostraron a sus hermanos la manera como hay que preparar algo
semejante a lo que también ellos habían tomado de la mesa del Señor.
Lo que hemos dicho no hay que entenderlo como si nosotros pudiéramos igualarnos
al Señor, aun en el caso de que lleguemos por él hasta el testimonio de nuestra
sangre. Él era libre para dar su vida y libre para volverla a tomar, nosotros
no vivimos todo el tiempo que queremos y morimos aunque no queramos; él, en el
momento de morir, mató en sí mismo a la muerte, nosotros somos librados de la
muerte por su muerte; su carne no experimentó la corrupción, la nuestra ha de
pasar por la corrupción, hasta que al final de este mundo seamos revestidos por
él de la incorruptibilidad; él no necesitó de nosotros para salvarnos, nosotros
sin él nada podemos hacer; él, a nosotros, sus sarmientos, se nos dio como vid,
nosotros, separados de él, no podemos tener vida.
Finalmente, aunque los hermanos mueran por sus hermanos, ningún mártir derrama
su sangre para el perdón de los pecados de sus hermanos, como hizo él por nosotros,
ya que en esto no nos dio un ejemplo que imitar, sino un motivo para
congratularnos. Los mártires, al derramar su sangre por sus hermanos, no
hicieron sino mostrar lo que habían tomado de la mesa del Señor. Amémonos,
pues, los unos a los otros, como Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por
nosotros.
RESPONSORIO Jn 4, 9. 11. 10b
R. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió
al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. * Si Dios nos amó de
esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
V. Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros
pecados.
R. Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos
unos a otros.
Lecturas del Miércoles Santo
Miércoles,
17 de abril de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio segun san Mateo (26,14-25):
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos
sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando
ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le
preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó: «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro
dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis
discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al
atardecer se puso a la mesa con los Doce.
Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso,
Señor?»
Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a
entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que
va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió: «Tú lo has dicho.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. La sangre de Cristo, que por medio del Espíritu
eterno se ofreció inmaculado a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras
muertas, para dar culto al Dios vivo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1,
68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La sangre de
Cristo, que por medio del Espíritu eterno se ofreció inmaculado a Dios,
purificará nuestra conciencia de las obras muertas, para dar culto al Dios
vivo.
PRECES
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos
redimió con su muerte y resurrección, y digámosle:
Señor, ten piedad de nosotros.
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,
conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,
sana nuestras heridas.
Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de
este árbol.
Tú que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,
perdónanos también a nosotros, pecadores.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que la fuerza para no caer en la tentación nos viene de Dios, repitamos
juntos la oración que Cristo nos enseñó y pidamos al Padre que nos libre
siempre del mal:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que, para librarnos del poder del
enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia
de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.