Musica Para el Alma

martes, 7 de mayo de 2019

COMPLETA ORACIÓN ANTES DE IR A LA CAMA

Completas - MIÉRCOLES III SEMANA DE PASCUA 2019

El siguiente es el formulario que corresponde a completas de la liturgia de las horas para el día de mañana, miércoles, 8 de mayo de 2019.

Invitatorio

Completas

Notas

  • Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas.
  • Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
  • Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Examen

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.
  • Formula 1
  • Formula 2
  • Formula 3
Yo confieso ante Dios Todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno

    Salmodia

    Antífona 1: Aleluya, aleluya, aleluya.
    Salmo 30, 2-6
    Súplica confiada de un afligido
    Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. (Lc 23,46)
    A ti, Señor, me acojo:
    no quede yo nunca defraudado;
    tú, que eres justo, ponme a salvo,
    inclina tu oído hacia mí;

    ven a prisa a librarme,
    sé la roca de mi refugio,
    un baluarte donde me salve,
    tú que eres mi roca y mi baluarte;

    por tu nombre dirígeme y guíame:
    sácame de la red que me han tendido,
    porque tú eres mi amparo.

    A tus manos encomiendo mi espíritu:
    tú, el Dios leal me librarás.
    Antífona 2: Aleluya, aleluya, aleluya.
    Salmo 129
    Desde lo hondo a ti grito, Señor
    Él salvará a su pueblo de los pecados. (Mt 1,21)
    Desde los hondo a ti grito, Señor;
    + Señor, escucha mi voz;
    estén tus oídos atentos
    a la voz de mi súplica.

    Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
    ¿quién podrá resistir?
    Pero de ti procede el perdón,
    y así infundes respeto.

    Mi alma espera en el Señor,
    espera en su palabra;
    mi alma aguarda al Señor,
    más que el centinela a la aurora.

    Aguarde Israel al Señor,
    como el centinela a la aurora;
    porque del Señor viene la misericordia,
    la redención copiosa;
    y él redimirá a Israel
    de todos sus delitos.

    Lectura Breve

    Ef 4,26-27
    No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis resquicio al diablo.

    Responsorio Breve

    R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. * Aleluya, aleluya. A tus manos.
    V. Tú, el Dios leal, nos librarás. * Aleluya. aleluya. Gloria al Padre. A tus manos.

    Canto Evangélico

    Antifona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T.P. Aleluya)
    Nunc dimittis Lc 2, 29-32
    Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
    Ahora, Señor, según tu promesa,
    puedes dejar a tu siervo irse en paz.

    Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
    a quien has presentado ante todos los pueblos:

    luz para alumbrar a las naciones
    y gloria de tu pueblo Israel.

    Gloria al Padre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Oración

    Oremos:
    Señor Jesucristo, que eres manso y humilde de corazón y ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera, dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado; que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.

    Bendición

    V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
    R. Amén.

    Antífonas finales de la Santísima Virgen María

    • Antifona 1
    • Antifona 2
    • Antifona 3
    • Antifona 4
    • Antifona 5
    Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
    vida, dulzura y esperanza nuestra;
    Dios te salve.

    A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
    a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
    en este valle de lágrimas.

    Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
    vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
    y, después de este destierro,
    muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

    ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

    VÍSPERAS ORACIÓN AL FINAL DE LA TARDE

    Vísperas

    Invocación

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

    Himno

    • Himno 1
    • Himno 2
    • Himno 3
    • Himno 4
    Nuestra Pascua inmolada, aleluya,
    es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.
    Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,
    el mundo renovado
    canta un himno a su Señor.
    Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!
    La muerte, derrotada,
    ha perdido su aguijón.
    Pascua sagrada,

    ¡oh noche bautismal!
    Del seno de las aguas
    renacemos al Señor.
    Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
    Dejad al hombre viejo,
    revestíos del Señor.
    Pascua sagrada. La sala del festín
    se llena de invitados
    que celebran al Señor.
    Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
    Vivamos la alegría
    dada a luz en el dolor.

    Salmodia

    Antífona 1: Vuestra tristeza se convertirá en alegría. Aleluya.
    Salmo 125
    Dios, alegría y esperanza nuestra
    Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo. (2Co 1,7)
    Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
    nos parecía soñar:
    la boca se nos llenaba de risas,
    la lengua de cantares.

    Hasta los gentiles decían:
    «El Señor ha estado grande con ellos.»
    El Señor ha estado grande con nosotros,
    y estamos alegres.

    Que el Señor cambie nuestra suerte,
    como los torrentes del Negueb.
    Los que sembraban con lágrimas
    cosechan entre cantares.

    Al ir, iba llorando,
    llevando la semilla;
    al volver, vuelve cantando,
    trayendo sus gavillas.
    Antífona 2: En la vida y en la muerte somos del Señor. Aleluya.
    Salmo 126
    El esfuerzo humano es inútil sin Dios
    Sois edificio de Dios. (1Co 3,9)
    Si el Señor no construye la casa,
    en vano se cansan los albañiles;
    si el Señor no guarda la ciudad,
    en vano vigilan los centinelas.

    Es inútil que madruguéis,
    que veléis hasta muy tarde,
    que comáis el pan de vuestros sudores:
    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

    La herencia que da el Señor son los hijos;
    su salario, el fruto del vientre:
    son saetas en mano de un guerrero
    los hijos de la juventud.

    Dichoso el hombre que llena
    con ellas su aljaba:
    no quedará derrotado cuando litigue
    con su adversario en la plaza.
    Antífona 3: Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Aleluya.
    Col 1,12-20
    Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos
    Damos gracias a Dios Padre,
    que nos ha hecho capaces de compartir
    la herencia del pueblo santo en la luz.

    Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
    y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
    por cuya sangre hemos recibido la redención,
    el perdón de los pecados.

    Él es imagen de Dios invisible,
    primogénito de toda criatura;
    porque por medio de él
    fueron creadas todas las cosas:
    celestes y terrestres, visibles e invisibles,
    Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
    todo fue creado por él y para él.

    Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
    Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
    Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
    y así es el primero en todo.

    Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
    Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
    los del cielo y los de la tierra,
    haciendo la paz por la sangre de su cruz.

    Lectura Breve

    Hb 7, 24-27
    Jesús, como permanece para siempre, tiene un sacerdocio eterno. De aquí que tiene
    poder para llevar a la salvación definitiva a cuantos por él se vayan acercando a Dios,
    porque vive para siempre para interceder por ellos. Y tal era precisamente el sumo
    sacerdote que nos convenía: santo, sin maldad, sin mancha, excluido del número de los
    pecadores y exaltado más alto que los cielos. No tiene necesidad, como los sumos
    sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día, primero por sus propios pecados y luego por los
    del pueblo. Esto lo hizo una vez por todas, ofreciéndose a sí mismo.

    Responsorio Breve

    V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
    R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
    V. Al ver al Señor.
    R. Aleluya, aleluya.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

    Canto Evangélico

    Antifona: Todos los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y a los que vengan a mí yo no los
    echaré fuera. Aleluya.
    Magnificat Lc 1, 46-55
    Alegría del alma en el Señor
    Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
    porque ha mirado la humillación de su esclava.

    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
    porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
    su nombre es santo,
    y su misericordia llega a sus fieles
    de generación en generación.

    Él hace proezas con su brazo:
    dispersa a los soberbios de corazón,
    derriba del trono a los poderosos
    y enaltece a los humildes,
    a los hambrientos los colma de bienes
    y a los ricos los despide vacíos.

    Auxilia a Israel, su siervo,
    acordándose de la misericordia
    —como lo había prometido a nuestros padres—
    en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Preces

    Oremos a Cristo, que resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre,
    y digámosle:
    Cristo, que vives por siempre para interceder por los hombres, escucha nuestra oración.
    Acuérdate, Señor, de los que se han consagrado a tu servicio,
    — que sean para tu pueblo ejemplo de santidad.
    Concede, Señor, el espíritu de justicia a los que gobiernan las naciones,
    — y haz que trabajen en bien de la paz, para que todos podamos vivir según tu ley.
    Concede la paz a nuestros días,
    — y multiplica los bienes de la tierra, para que los pobres puedan gozar de las riquezas de
    tu bondad.
    Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
    Cristo salvador, que con tu triunfo has iluminado el mundo entero y con tu resurrección
    has dado a los hombres una prenda de su inmortalidad,
    — concede la luz eterna a nuestros hermanos difuntos.

    Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor: Padre nuestro.

    Padre Nuestro

    Padre nuestro, que estás en el cielo,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino,
    hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día,
    perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en tentación,
    y líbranos del mal.

    Oración

    Ven, Señor, en ayuda de tu familia, y a cuantos hemos recibido el don de la fe concédenostener parte en la herencia eterna de tu Hijo resucitado. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.

    Conclusión

    Si preside el obispo, es conveniente que éste bendiga al pueblo con la bendición solemne:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:
    V. Podéis ir en paz.
    R. Demos gracias a Dios.
    En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.

    NONA ORACIÓN DE MEDIA TARDE

    Nona - MIÉRCOLES III SEMANA DE PASCUA 2019

    El siguiente es el formulario que corresponde a nona de la liturgia de las horas para el día, miércoles, 8 de mayo de 2019.

    NonNA

    Invocación

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, Y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (T. P. Aleluya).

    Himno

    • Himno 1
    • Himno 2
    • Himno 3
    Fundamento de todo lo que existe,
    de tu pueblo elegido eterna roca,
    de los tiempos Señor, que prometiste
    dar tu vigor al que con fe te invoca.

    Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
    tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
    para amarte y servirte en esta vida
    y gozarte después de santa muerte.

    Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
    en este atardecer que se avecina,
    serena claridad y dulce brisa
    será tu amor que todo lo domina. Amén.

    Salmodia

    Antífona 1: Dios no juzgará por apariencias, sino con justicia y rectitud.
    Salmo 125
    Dios, alegría y esperanza nuestra
    Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo. (2Co 1,7)

    Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
    nos parecía soñar:
    la boca se nos llenaba de risas,
    la lengua de cantares.

    Hasta los gentiles decían:
    «El Señor ha estado grande con ellos.»
    El Señor ha estado grande con nosotros,
    y estamos alegres.

    Que el Señor cambie nuestra suerte,
    como los torrentes del Negueb.
    Los que sembraban con lágrimas
    cosechan entre cantares.

    Al ir, iba llorando,
    llevando la semilla;
    al volver, vuelve cantando,
    trayendo sus gavillas.

    Antífona 2: Dios no juzgará por apariencias, sino con justicia y rectitud.

    Salmo 126
    El esfuerzo humano es inútil sin Dios
    Sois edificio de Dios. (1Co 3,9)
    Si el Señor no construye la casa,
    en vano se cansan los albañiles;
    si el Señor no guarda la ciudad,
    en vano vigilan los centinelas.

    Es inútil que madruguéis,
    que veléis hasta muy tarde,
    que comáis el pan de vuestros sudores:
    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

    La herencia que da el Señor son los hijos;
    su salario, el fruto del vientre:
    son saetas en mano de un guerrero
    los hijos de la juventud.

    Dichoso el hombre que llena
    con ellas su aljaba:
    no quedará derrotado cuando litigue
    con su adversario en la plaza.

    Antífona 3: Dios no juzgará por apariencias, sino con justicia y rectitud.

    Salmo 127
    Paz doméstica en el hogar del justo
    «Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia. (Arnobio)
    Dichoso el que teme al Señor
    + y sigue sus caminos.

    Comerás del fruto de tu trabajo,
    serás dichoso, te irá bien;
    tu mujer, como parra fecunda,
    en medio de tu casa;

    tus hijos, como renuevos de olivo,
    alrededor de tu mesa:
    ésta es la bendición del hombre
    que teme al Señor.

    Que el Señor te bendiga desde Sión,
    que veas la prosperidad de Jerusalén
    todos los días de tu vida;
    que veas a los hijos de tus hijos.
    ¡Paz a Israel!

    Lectura Breve

    Cf. Ef 4, 23-24
    Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana, creada a
    imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.

    V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
    R. Porque ya es tarde. Aleluya.

    Responsorio Breve

    V. Los sufridos poseen la tierra.
    R. Y disfrutan de paz abundante.

    Oración

    Oremos:
    Ven, Señor, en ayuda de tu familia, y a cuantos hemos recibido el don de la fe concédenostener parte en la herencia eterna de tu Hijo resucitado. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.

    REINA DEL CIELO


    Regina Coeli o Reina del Cielo

    Benedicto XIV estableció, en 1742, que durante el tiempo Pascual (desde la Resurrección del Señor hasta el día de Pentecostés) se sustituyera el rezo del Ángelus por la antífona "Regina Coeli".

    G: Reina del cielo, alégrate, aleluya.
    T: Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.
    G: Ha resucitado según su palabra, aleluya.
    T: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
    G: Goza y alégrate Virgen María, aleluya.
    T: Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya. 
    Oremos:
    Oh Dios, que por la resurrección de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.
    Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen. (Tres veces)

    EL ROSARIO
    .Misterios Gloriosos (MIERCOLES Y DOMINGOS)
    .
    Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
    .1º La Resurrección del Señor (MATEO  28,1-10)
    .2º La Ascensión de Nuestro Señor a los cielos (HECHOS 1,3-11)
    .3º La Venida del Espíritu Santo (HECHOS  2,1-13)
    4º La Asunción de Nuestra Señora (De la Constitución Apostólica Deus del papa Pío XXII )
    .5º La Coronación de Nuestra Señora, como Reina de cielo y tierra. (Constitución Dogmática Sobre la Iglesia. Lumen Gentium 59)
    .
    Oremos:
    Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

    Misterios Gozosos (LUNES Y SABADOS)

    .Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
    .1º La Encarnación del Hijo de Dios. (Lc 1, 26-38)
     2º La Visitación de María a su prima Isabel. (Lc 1, 39-56)
     3º El Nacimiento del niño Dios.  (Lc 2, 1-20)
     4º Presentación del Niño en el Templo. (Lc 2,21-35)
     5º El niño perdido y hallado en el templo. (Lc 2,41-52)

    .Oremos:  
    Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


    .Misterios Dolorosos (MARTES Y VIERNES)

    .Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
    .1º La oración del huerto. (LUCAS  22,39-46)
    .2º La Flagelación de nuestro Señor. (Jn 18,33-19,1)
    .3º La Coronación de espinas. (MARCOS 15,16-20)
    .4º Jesús con la Cruz a cuestas. (LUCAS  23,26-32)
    .5º La Crucifixión y muerte. (MARCOS 15,22-39)

    Oremos:
    Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

    .Misterios Luminosos (JUEVES)
    .
    Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
    .1º El Bautismo del Señor (MATEO  3, 13-17)  
    .2º La Boda de Caná (JUAN  2,1-11)
    .3º La Proclamación del Reino de Dios (MARCOS  1, 14-15)
    .4º La Transfiguración (MATEO  17,1-5)
    .5º La Institución de la Eucaristía (MATEO  26, 26-28)
    .
    Oremos:  
    Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor de tu luz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

    La Coronilla de la Divina Misericordia

    Se utiliza un rosario común de cinco decenas.
    1 Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.

    2 Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:
    "Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
    la Sangre, el Alma y la Divinidad
    de Tu Amadísimo Hijo,
    Nuestro Señor Jesucristo,
    para el perdón de nuestros
    pecados y los del mundo entero."
    .
    3. En las cuentas pequeñas del Ave María:
    "Por Su dolorosa Pasión,
    ten misericordia de nosotros
    y del mundo entero."

    Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres
    veces
    :
    "Santo Dios, Santo Fuerte,
    Santo Inmortal, ten piedad de
    nosotros y del mundo entero."

    *El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO*

    GOTAS DE MISERICORDIA


    JUAN 6,35-40 CICLO C. LO QUE ME DICE EL EVANGELIO


    Miércoles, 8 de mayo de 2019
    Lo que me dice el Evangelio de Juan 6,35-40. Ciclo C («Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera.»). *Hoy me siento muy alegre, porque siento que soy un regalo del Padre para su Hijo, y me siento acogido todavía más por estas palabras llena de amor que dijo el Señor: “Y al que venga a mí no lo echaré afuera” Que bueno que puedo escuchar estas palabras porque puedo ver que el Señor a mí no me rechaza, es todo lo contrario me invita a acercarme a él, porque él ha bajado del cielo y conociendo lo que soy, un infeliz mortal pecador, no siente asco de mí, y me trae una gran esperanza, que él no vino hacer su voluntad, sino la voluntad del que lo ha enviado. Me siento doblemente alagado, porque soy un regalo para el hijo con la finalidad de ser bendecido para llegar a la presencia del Padre*. 

    *El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO*

    EVANGELIO


    Miércoles, 8 de mayo de 2019
    Evangelio
    Lectura del santo evangelio según san Juan (6,35-40):

    EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
    «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
    Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
    Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
    Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».

    Palabra del Señor

    LAUDES MIÉRCOLES 8 ORACIÓN PARA INICIAR EL DIA


    Laudes - MIÉRCOLES III SEMANA DE PASCUA 2019

    El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para el día, miércoles, 8 de mayo de 2019.


    Notas
    • Si el Oficio ha de ser rezado a solas, puede decirse la siguiente oración:

      Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

    V. Señor, ábreme los labios.
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

    Antifona: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

    Salmo 94
    Invitación a la alabanza divina
    Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
    Venid, aclamemos al Señor,
    demos vítores a la Roca que nos salva;
    entremos a su presencia dándole gracias,
    aclamándolo con cantos.

    (Se repite la antífona)

    Porque el Señor es un Dios grande,
    soberano de todos los dioses:
    tiene en su mano las simas de la tierra,
    son suyas las cumbres de los montes;
    suyo es el mar, porque él lo hizo,
    la tierra firme que modelaron sus manos.

    (Se repite la antífona)

    Entrad, postrémonos por tierra,
    bendiciendo al Señor, creador nuestro.
    Porque él es nuestro Dios,
    y nosotros su pueblo,
    el rebaño que él guía.

    (Se repite la antífona)

    Ojalá escuchéis hoy su voz:
    «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
    como el día de Masá en el desierto;
    cuando vuestros padres me pusieron a prueba
    y me tentaron, aunque habían visto mis obras.


    (Se repite la antífona)

    Durante cuarenta años
    aquella generación me asqueó, y dije:
    “Es un pueblo de corazón extraviado,
    que no reconoce mi camino;
    por eso he jurado en mi cólera
    que no entrarán en mi descanso.”»


    (Se repite la antífona)

    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya

    Laudes

    Himno
    Ofrezcan los cristianos
    ofrendas de alabanza
    a gloria de la Víctima
    propicia de la Pascua.
    Cordero sin pecado
    que a las ovejas salva,
    a Dios y a los culpables
    unió con nueva alianza.
    Lucharon vida y muerte
    en singular batalla
    y, muerto el que es la Vida,
    triunfante se levanta.
    ¿Qué has visto de camino,
    María, en la mañana?
    A mi Señor glorioso,

    la tumba abandonada,
    los ángeles testigos,
    sudarios y mortaja.
    ¡Resucitó de veras
    mi amor y mi esperanza!
    Venid a Galilea,
    allí el Señor aguarda;
    allí veréis los suyos
    la gloria de la Pascua.
    Primicia de los muertos,
    sabemos por tu gracia
    que estás resucitado;
    la muerte en ti no manda.
    Rey vencedor, apiádate
    de la miseria humana
    y da a tus fieles parte
    en tu victoria santa. Amén. Aleluya

    Salmodia

    Antífona 1: Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor. Aleluya.

    Salmo 85
    Oración de un pobre ante las adversidades
    Bendito sea Dios que nos alienta en nuestras luchas. (2Co 1,3.4)
    Inclina tu oído, Señor, escúchame,
    que soy un pobre desamparado;
    protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
    salva a tu siervo, que confía en ti.

    Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
    que a ti te estoy llamando todo el día;
    alegra el alma de tu siervo,
    pues levanto mi alma hacia ti;

    porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
    rico en misericordia con los que te invocan.
    Señor, escucha mi oración,
    atiende a la voz de mi súplica.

    En el día del peligro te llamo,
    y tú me escuchas.
    No tienes igual entre los dioses, Señor,
    ni hay obras como las tuyas.

    Todos los pueblos vendrán
    a postrarse en tu presencia, Señor,
    bendecirán tu nombre:
    «Grande eres tú, y haces maravillas;
    tú eres el único Dios.»

    Enséñame, Señor, tu camino,
    para que siga tu verdad;
    mantén mi corazón entero
    en el temor de tu nombre.

    Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
    daré gloria a tu nombre por siempre,
    por tu gran piedad para conmigo,
    porque me salvaste del abismo profundo.

    Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
    una banda de insolentes atenta contra mi vida,
    sin tenerte en cuenta a ti.

    Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
    lento a la cólera, rico en piedad y leal,
    mírame, ten compasión de mí.

    Da fuerza a tu siervo,
    salva al hijo de tu esclava;
    dame una señal propicia,
    que la vean mis adversarios y se avergüencen,
    porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

    Antífona 1: Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor. Aleluya.


    Antífona 2: Contemplarán nuestros ojos al Rey en su esplendor. Aleluya.
    Is 33,13-16
    Dios juzgará con justicia
    La promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que están lejos. (Hch 2,39)
    Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
    los cercanos, reconoced mi fuerza.

    Temen en Sión los pecadores,
    y un temblor agarra a los perversos;
    «¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
    quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?»

    El que procede con justicia y habla con rectitud
    y rehúsa el lucro de la opresión,
    el que sacude la mano rechazando el soborno
    y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
    el que cierra los ojos para no ver la maldad:
    ése habitará en lo alto,
    tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
    con abasto de pan y provisión de agua.

    Antífona 2: Contemplarán nuestros ojos al Rey en su esplendor. Aleluya

    Antífona 3: Todos verán la salvación de Dios. Aleluya.
    Salmo 97
    El Señor, juez vencedor
    Este salmo canta la primera venida del Señor y la conversión de las naciones. (S. Atanasio)
    Cantad al Señor un cántico nuevo,
    porque ha hecho maravillas:
    su diestra le ha dado la victoria,
    su santo brazo.

    El Señor da a conocer su victoria,
    revela a las naciones su justicia:
    se acordó de su misericordia y su fidelidad
    en favor de la casa de Israel.

    Los confines de la tierra han contemplado
    la victoria de nuestro Dios.
    Aclama al Señor, tierra entera;
    gritad, vitoread, tocad:

    tañed la cítara para el Señor,
    suenen los instrumentos:
    con clarines y al son de trompetas,
    aclamad al Rey y Señor.

    Retumbe el mar y cuanto contiene,
    la tierra y cuantos la habitan;
    aplaudan los ríos, aclamen los montes
    al Señor, que llega para regir la tierra.

    Regirá el orbe con justicia
    y los pueblos con rectitud.
    Antífona 3: Todos verán la salvación de Dios. Aleluya

    Lectura Breve

    Rm 6, 8-11

    Si verdaderamente hemos muerto con Cristo, tenemos fe de que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no tiene ya poder sobre él. Su muerte fue un morir al pecado de una vez para siempre, mas su vida es un vivir para Dios. Así también, considerad vosotros que estáis muertos al pecado, pero que vivís para Dios en unión con Cristo Jesús.

    Responsorio Breve

    V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
    R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
    V. El que por nosotros colgó del madero.
    R. Aleluya, aleluya.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

    Primera Lectura

    Del libro del Apocalipsis 9, 1-12

    LA PLAGA DE LANGOSTAS

    Yo, Juan, vi que el quinto ángel tocaba la trompeta; y vi una estrella caída del cielo sobre la tierra, a la que entregaron la llave del pozo del abismo. Abrió el pozo del abismo, y subió del pozo una humareda como la humareda de un inmenso horno, oscureciéndose
    el sol y el aire a causa de la humareda del pozo. Del humo salieron langostas sobre la tierra, y les fue dado poder como el que tienen los escorpiones terrestres. Y se les mandó que no hiciesen estragos en la hierba de la tierra ni en ninguna verdura ni en ningún árbol, sino en los hombres que no ostentan el sello de Dios sobre sus frentes. Se les dio poder no para que los matasen, sino para que los atormentasen durante cinco meses. Y el tormento que producían era como el del escorpión cuando muerde al hombre. En aquellos
    días los hombres buscarán la muerte y no la hallarán; y ansiarán morir y la muerte huirá de ellos.
    Por su forma, las langostas parecían caballos equipados para la guerra; en sus cabezas ostentaban como coronas que parecían de oro; y sus rostros semejaban rostros de hombres. Tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de leones.
    Llevaban corazas corno corazas de hierro; y el estrépito de sus alas era como el estrépito de carros de muchos caballos que se precipitan a la batalla. Tenían colas y aguijones semejantes a escorpiones; y en sus colas residía el poder de herir a los hombres por cinco meses. Tienen sobre sí mismas por rey al ángel del abismo, cuyo nombre es en hebreo Abaddón y en griego Apolíon, y significa «el Destructor».
    El primer ¡ay! ya pasó. Pero vienen todavía dos ¡ayes! después de éste.

    Responsorio Jl 2, 30. 32; Mc 13, 33

    R. Haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego, columna de humo. * Y todo el
    que invoque el nombre del Señor se salvará. Aleluya.
    V. Vigilad y estad alerta, pues no sabéis cuándo será el momento.
    R. Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Aleluya.

    Segunda Lectura

    De la primera Apología de san Justino, mártir, en defensa de los cristianos
    (Cap. 61: PG 6, 419-422)

    EL BAUTISMO DEL NUEVO NACIMIENTO
    Vamos a exponer de qué manera, renovados por Cristo nos hemos consagrado a Dios. A quienes aceptan y creen que son verdad las cosas que enseñamos y exponemos y prometen vivir de acuerdo con estas enseñanzas, les instruimos para que oren a Dios con
    ayunos, y pidan perdón de sus pecados pasados, mientras nosotros, por nuestra parte, oramos y ayunamos también juntamente con ellos.
    Luego los conducimos a un lugar donde hay agua, para que sean regenerados del mismo modo que fuimos regenerados nosotros. Entonces reciben el baño del bautismo el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y nuestro Salvador Jesucristo, y del
    Espíritu Santo.
    Pues Cristo dijo: El que no nazca de nuevo, no podrá entrar en el reino de los cielos. Ahora bien, es evidente para todos que no es posible, una vez nacidos, volver a entrar en el seno de nuestras madres.
    También el profeta Isaías nos dice de qué modo puede librarse de sus pecados quienes pecaron y quieren convertirse: Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al
    oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces venid y litigaremos, dice el Señor. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, lo sabroso de la tierra comeréis; si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Lo ha dicho el Señor.
    Los apóstoles nos explican la razón de todo esto. En nuestra primera generación, fuimos engendrados de un modo inconsciente por nuestra parte, y por una ley natural y necesaria, por la acción del germen paterno en la unión de nuestros padres, y sufrimos la
    influencia de costumbres malas y de una instrucción desviada. Mas, para que tengamos también un nacimiento, no ya fruto de la necesidad natural e inconsciente, sino de nuestra libre y consciente elección, y lleguemos a obtener el perdón de nuestros pecados pasados, se pronuncia, sobre quienes desean ser regenerados y se convierten de sus pecados, mientras están en el agua, el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, único nombre que invoca el ministro cuando introduce en el agua al que va a ser bautizado.
    Nadie, en efecto, es capaz de poner nombre al Dios inefable, y si alguien se atreve a decir que hay un nombre que expresa lo que es Dios es que está rematadamente loco.
    A este baño lo llamamos «iluminación» para dar a entender que los que son iniciados en esta doctrina quedan iluminados.
    También se invoca sobre el que ha de ser iluminado el nombre de Jesucristo, que fue crucificado bajo Poncio Pilato, y el nombre del Espíritu Santo que, por medio de los profetas, anunció de antemano todo lo que se refiere a Jesús.

    Responsorio Jn 3, 5-6

    R. Jesús dijo a Nicodemo: «Yo te lo aseguro: * el que no nazca de agua y de Espíritu no
    puede entrar en el reino de Dios.» Aleluya.
    V. Lo que de la carne nace carne es, y lo que nace del espíritu,  espíritu es.
    R. El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Aleluya.

    Miércoles, 8 de mayo de 2019
    Evangelio
    Lectura del santo evangelio según san Juan (6,35-40):

    EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
    «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
    Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
    Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
    Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».

    Palabra del Señor

    Canto Evangélico

    Antifona: Todo el que ve al Hijo y cree en él tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último
    día. Aleluya.

    Benedictus Lc 1, 68-79
    El Mesías y su precursor
    + Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha visitado y redimido a su pueblo,
    suscitándonos una fuerza de salvación
    en la casa de David, su siervo,
    según lo había predicho desde antiguo,
    por boca de sus santos profetas.

    Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
    y de la mano de todos los que nos odian;
    realizando la misericordia
    que tuvo con nuestros padres,
    recordando su santa alianza
    y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

    Para concedernos que, libres de temor,
    arrancados de la mano de los enemigos,
    le sirvamos con santidad y justicia,
    en su presencia, todos nuestros días.

    Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
    porque irás delante del Señor
    a preparar sus caminos,
    anunciando a su pueblo la salvación,
    el perdón de sus pecados.

    Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
    nos visitará el sol que nace de lo alto,
    para iluminar a los que viven en tinieblas
    y en sombra de muerte,
    para guiar nuestros pasos
    por el camino de la paz.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Preces
    Oremos a Cristo, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación, y aclamémoslo, diciendo:

    Por tu victoria, sálvanos, Señor.

    Salvador nuestro, Señor Jesús, que con tu victoria sobre la muerte nos has alegrado y con tu resurrección nos has exaltado y nos has enriquecido, — ilumina hoy nuestras mentes y santifica nuestra jornada con la gracia de tu Espíritu Santo.

    Tú que en el cielo eres glorificado por los ángeles y en la tierra eres adorado por los hombres, — recibe la adoración que en espíritu y verdad te tributamos en estas fiestas de tu resurrección.

    Sálvanos, Señor Jesús, muestra tu amor y tu misericordia al pueblo que confía en tu resurrección, — y, compadecido de nosotros, defiéndenos hoy de todo mal.

    Rey de la gloria y vida nuestra, haz que, cuando te manifiestes al mundo, — podamos aparecer también nosotros juntamente contigo en la gloria.

    Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

    Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro maestro:

    Padre Nuestro
    Padre nuestro, que estás en el cielo,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino,
    hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día,
    perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en tentación,
    y líbranos del mal.

    Oración

    Oremos:
    Ven, Señor, en ayuda de tu familia, y a cuantos hemos recibido el don de la fe concédenos tener parte en la herencia eterna de tu Hijo resucitado. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.

    Conclusión
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.