Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
VIERNES DE SEMANA VII
Propio del Tiempo. Salterio III
7 de junio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: EMPRENDA LA ESPERANZA RAUDO VUELO
Emprenda la esperanza raudo vuelo
siguiendo los caminos de nuestro Salvador,
y libre de nostalgias, camino de los cielos,
alegre el corazón.
Dijeron que te fuiste a las alturas
juntándote a los coros del «Gloria» de Belén,
acaban hoy su canto en melodías puras
con un solemne «Amén».
Jamás te irás, Señor, porque eres nuestro,
serás Hijo del hombre sin fin de eternidad;
los hombres, por tu nombre, de Dios hijos dilectos,
hermanos te serán.
Asciende victorioso del combate,
derrama sobre el mundo tu Espíritu de amor,
retorna jubiloso al seno de tu Padre,
tú volverás Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Aleluya.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Lava del todo mi
delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.
Ant 2. Cristo, cargado
con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.
Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE
Y DE GUERRA - Jr 14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo, cargado
con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.
Ant 3. Entrad en la
presencia del Señor con aclamaciones. Aleluya.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Entrad en la
presencia del Señor con aclamaciones. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 5, 30-32
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis
colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y
salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de los pecados.
Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le
obedecen.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por
nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Segunda carta del apóstol san Juan
EL QUE PERMANECE EN LA DOCTRINA DE CRISTO POSEE AL PADRE Y AL HIJO
Yo, el Presbítero, a la Señora Elegida y a sus hijos, a quienes amo en la
verdad (y no solamente yo, sino también todos los que han conocido la verdad).
Yo os amo por esa misma verdad que mora en nosotros y que en nosotros
permanecerá eternamente. La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios
Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, estarán con nosotros en la verdad y en
el amor.
Mucho me he alegrado de encontrar a tus hijos caminando en la verdad, conforme
al mandato que hemos recibido del Padre. Ahora, Señora, te ruego no como quien
te envía un mandamiento nuevo, sino el mandato que teníamos desde un principio,
que nos amemos unos a otros. Y en esto consiste el amor: en que vivamos
conforme a sus mandatos. Y este mandamiento, según habéis oído desde un
principio, consiste en vivir en el amor.
Se han levantado en el mundo muchos seductores que niegan que Jesucristo ha
venido en carne. Ése es el seductor y el anticristo. Mirad por vosotros mismos,
para que no perdáis el fruto de vuestros trabajos y para que recibáis una
abundante recompensa. Quien sale de los justos límites y no permanece en la
doctrina de Cristo no posee a Dios. Quien persevera en su doctrina posee al
Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no lo
recibáis en casa ni lo saludéis, pues el que lo saluda se hace solidario de sus
malas obras.
Tengo muchas cosas que escribiros, pero prefiero no confiarlas al papel y a la
tinta. Espero ir a veros y hablar con vosotros de viva voz, a fin de que
nuestro gozo sea completo. Te saludan los hijos de tu hermana Electa.
RESPONSORIO Cf. 2Jn 4. 5. 3; Dt 5, 33
R. Éste es el mandamiento que hemos recibido del Padre, el cual no es
ya un mandamiento nuevo, sino que lo tenemos desde un principio: * Vivid en la
verdad y en el amor. Aleluya.
V. Seguid el camino que os marcó el Señor, vuestro Dios, y viviréis.
R. Vivid en la verdad y en el amor. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Hilario, obispo, Sobre la Santísima Trinidad
(Libro 2, 1, 33. 35: PL 10, 50-51. 73-75)
EL DON DEL PADRE EN CRISTO
El Señor mandó bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
esto es, en la profesión de fe en el Creador, en el Hijo único y en el que es
llamado Don.
Uno solo es el Creador de todo, ya que uno solo es Dios Padre, de quien procede
todo; y uno solo el Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, por quien ha sido
hecho todo; y uno solo el Espíritu, que a todos nos ha sido dado.
Todo, pues, se halla ordenado según la propia virtud y operación: un Poder del
cual procede todo, un Hijo por quien existe todo, un Don que es garantía de
nuestra esperanza consumada. Ninguna falta se halla en semejante perfección;
dentro de ella, en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, se halla lo infinito
en lo eterno, la figura en la imagen, la fruición en el don.
Escuchemos las palabras del Señor en persona, que nos describe cuál es la acción
específica del Espíritu en nosotros; dice, en efecto: Tendría aún muchas cosas
que deciros, pero no estáis ahora en disposición de entenderlas. Os conviene,
por tanto, que yo me vaya, porque, si me voy, os enviaré el Abogado.
Y también: Yo rogaré al Padre y él os dará otro Abogado que esté con vosotros
para siempre, el Espíritu de verdad. Él os conducirá a la verdad completa,
porque no hablará por cuenta propia, sino que os dirá cuanto se le comunique y
os anunciará las cosas futuras. Él me glorificará, porque tomará de lo que es
mío.
Esta pluralidad de afirmaciones tiene por objeto darnos una mayor comprensión,
ya que en ellas se nos explica cuál sea la voluntad del que nos otorga su Don,
y cuál la naturaleza de este mismo Don: pues, ya que la debilidad de nuestra
razón nos hace incapaces de conocer al Padre y al Hijo y nos dificulta el creer
en la encarnación de Dios, el Don que es el Espíritu Santo, con su luz, nos
ayuda a penetrar en estas verdades.
Al recibirlo, pues, se nos da un conocimiento más profundo. Porque, del mismo
modo que nuestro cuerpo natural, cuando se ve privado de los estímulos
adecuados, permanece inactivo (por ejemplo, los ojos, privados de luz, los
oídos, cuando falta el sonido, y el olfato, cuando no hay ningún olor, no
ejercen su función propia, no porque dejen de existir por la falta de estímulo,
sino porque necesitan este estímulo para actuar), así también nuestra alma, si
no recibe por la fe el Don que es el Espíritu, tendrá ciertamente una
naturaleza capaz de entender a Dios, pero le faltará la luz para llegar a ese
conocimiento. El Don de Cristo está todo entero a nuestra disposición y se
halla en todas partes, pero se da a proporción del deseo y de los méritos de
cada uno. Este Don está con nosotros hasta el fin del mundo; él es nuestro
solaz en este tiempo de expectación; él, con su actuación en nosotros, es la
garantía de nuestra esperanza futura; él es la luz de nuestra mente, el
resplandor de nuestro espíritu.
RESPONSORIO Cf. Jn 14, 1; 17, 9; 16, 7
R. Ya es tiempo de que yo vuelva al que me envió -dice el Señor-; no
os entristezcáis ni dejéis que se aflija vuestro corazón; * ruego al Padre por
vosotros para que él os cuide. Aleluya.
V. Si no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me voy, os
lo enviaré.
R. Ruego al Padre por vosotros para que él os cuide. Aleluya.
Viernes, 7
de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19):
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a
Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú
mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las
manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo
aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto,
añadió: «Sígueme.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Cristo Jesús murió y resucitó, y está ahora a la
diestra de Dios; él vive para siempre para interceder por nosotros. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo Jesús murió
y resucitó, y está ahora a la diestra de Dios; él vive para siempre para
interceder por nosotros. Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios Padre, a quien pertenece el honor y
la gloria por los siglos de los siglos, y pidámosle nos conceda ir creciendo en
la esperanza por la acción del Espíritu Santo; digámosle:
Ven, Señor, en nuestra ayuda y sálvanos.
Padre todopoderoso, envía tu Espíritu para que interceda por nosotros,
porque no sabemos pedir lo que nos conviene.
Envíanos tu Espíritu, luz esplendorosa,
y haz que penetre hasta lo más íntimo de nuestro ser.
No nos abandones, Señor, en el abismo en que nos sumergen nuestros pecados,
porque somos obra de tus manos.
Concédenos comprensión para asistir a los débiles y frágiles en la fe,
no con impaciencia y resentimiento, sino con auténtica caridad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos ahora al Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que nos has abierto las puertas de la
eternidad con la glorificación de tu Hijo Jesucristo y con la venida del
Espíritu Santo, concédenos que, por la recepción de dones tan grandes, nuestra
fe vaya más y más en aumento y nuestra entrega a ti sea cada día más completa.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Ana García Manzanas nace el 1 de
octubre de 1549, sexta de siete hermanos, e hija de Alonso Sánchez y
María Sánchez. De su infancia sabemos que dedicaba largos ratos a la penitencia
y la oración y que tuvo la gracia de ser acompañada frecuentemente por el Niño
Jesús, que según ella crecía, se iba mostrando de su edad. A los diez años
habían muerto sus padres y fue enviada como pastora por sus hermanos. A
los 13 años la quieren casar, pero ella desecha a todos los pretendientes y
suplica a Dios la libre de matrimonio alguno si no es con Él mismo. Tiene una
revelación de una orden nueva: carmelitas que viven la regla primitiva, y con
ellas quiere entrar. Rechaza a las jerónimas, que la invitan a profesar con
ellas. Los hermanos le dicen que de carmelitas fundadas por "una loca llamada Teresa";
nada, que si quiere, a las jerónimas. Uno llega a acuchillarle. Finalmente
su tío intercede por ella y la llevan a Ávila, donde le dilatan la entrada y
mientras, los hermanos le hacen la vida imposible, cargándola de trabajos todo
el día. Al fin, el 2 de noviembre de 1570 entra al monasterio como hermana
lega, siendo la primera de la descalcez.
Sin
Teresa Enterrada la Santa en Alba, quiso Ana quedarse a la vera de su
cuerpo, pero fue enviada a Ávila, su verdadero convento. Fue testigo entre 1583
y 1588 de las desastrosas e indignas traslaciones del cuerpo de Santa
Teresa, de Alba a Ávila y viceversa. Tuvo, como otras religiosas, apariciones
de la santa, ya fuera bendiciendo a la priora, en el coro sentada entre las
demás monjas, o sintiendo el mismo olor que expedía su cuerpo incorrupto en
varias estancias del convento de Ávila.
En 1591 María de San Jerónimo es nombrada priora del convento
de Madrid para atajar un atisbo de separación de las monjas de dicho convento,
y llevó consigo a nuestra beata a dicha ciudad. En 1595 la llevaría consigo a
la fundación de Ocaña, donde permaneció hasta 1598 y se fraguó la
tercera y definitiva parte de su vida. Ella lo cuenta:
"Estando
en esta fundación de Ocaña, la noche de Navidad, después de los Maitines, me
quedé recogida y en sueños me mostraron la venida que había de hacer a la
Francia. Entráronme en un mar muy oscuro que me daba temor y me enviaron con
unas compañeras que no eran mis conocidas, sino una conocí después en este
recogimiento. Me hallé forzada mi espíritu antes de esta vista en un vivo deseo
de ser mártir, y aunque algunas veces se me han apretado estos deseos, no tan
perfectos como esta vez, que me hallaba con una conformidad y gozo, tomándolo
por Dios con el más encendido amor que en esta parte he tenido (...) Se me
mostró Nuestro Señor como cuando andaba por el mundo, mas con grandísima
hermosura y Majestad, pero por otra parte afligido, dándome a entender la mucha
pena que tenía y tocándome en el hombro, me dijo: “Hija, ayúdame. Mira las
almas que se me pierden en Francia”. Y fuéme mostrando todo el reino y estas
tierras de por acá cómo se están abrasando en herejías y grandes pecados. Y de
aquel tocarme en el hombro me parece descargó su pena y me la dio a mí tan
grande y sentí tan gran dolor que me parece me moría. Los efectos con que quedé
de este arrobamiento y visión fue un amor tan abrasado con aquellas almas y las
de todos mis prójimos que me parece me iba secando".
Con
Teresa En 1571, siendo novicia aún, conoce a la Santa Madre Teresa de
Jesús (15 de octubre y 26 de agosto), que al verla, dice: "Aunque sea novicia, llévenla a mi
celda, que quiero que sea mi compañera". Siendo priora la
santa en la Encarnación le dará permiso para la profesión, que ocurrió el 15 de
agosto de 1572. Fue tornera y enfermera. Jamás estaba ociosa y aún de
priora, si iba al locutorio, hilaba, cosía, escribía o rezaba el rosario.
En 1574 enferma de cuidado, por lo que la Santa no puede llevarla
consigo, como quería, a las fundaciones de Beas de Segura y Sevilla. Vuelta la
santa de Sevilla, encuentra gran pobreza en el monasterio, y varias enfermas
por el hambre que pasaban. Pone a Ana de enfermera y esta, por obediencia,
arrastrando su enfermedad, consuela a las otras y mejora su salud. Desde ese
momento, comienza a atender a la Santa y no se separará de ella hasta ayudarla
a morir en sus brazos. Juntas vivieron los caminos calurosos o fríos,
secos o húmedos; los desplantes de Burgos y las alegrías de Palencia. Juntas
por esos mundos:
Valladolid, Salamanca, Villanueva de la Jara. Juntas padeciendo,
riendo, enfermando y sanando. Juntas temieron la persecución de los
"calzados", la angustia por la prisión del Santo Padre, los ataques a
Gracián y el casi derrumbe de la obra teresiana. Juntas agradecieron a Dios por
el Capítulo de Alcalá de Henares. Juntas, en fin, llegaron a Alba de Tormes el
20 de septiembre de 1582, para morir la santa el 4 de octubre del mismo año,
sostenida por Ana de San Bartolomé.
A
Francia, o sea, al Calvario La fundación en Francia,
procurada por Madame Acarie y su primo Pedro Berulle, había pasado
por varios contratiempos que podéis leer en el artículo dedicado a esta santa
mujer en este blog. En 1604 Berulle fue a España a buscar las religiosas
necesarias, pero halló que la religiosa que más lo había procurado, la Gran
María de San José, había fallecido. Berulle la sustituyó con Ana de San
Bartolomé, cosa que no gustó ni al Nuncio ni a las demás monjas (Ana de
Jesús Lobera, Leonor de San Bernardo, Isabel de los Ángeles, Isabel
de San Pablo y Beatriz de la Concepción), pues Ana de San
Bartolomé era una lega sin instrucción. Entraron en Francia el 29 de
agosto de 1604, y llegaron a París el 15 de octubre. El 18 se
fundaría el convento de la Encarnación, nombrando a Ana de Jesús como priora.
A los dos meses los superiores determinaron darle el velo
negro de corista a Ana, que se negó rotundamente. Era necesario, para que
fuera fundadora y priora, dada la posibilidad de hacer otras fundaciones. La
Venerable Ana de Jesús se opuso fuertemente, diciendo que iba contra la Santa,
que la había querido de velo blanco, que jamás se había visto que una lega
cambiase al velo negro, y menos para ser priora y fundadora. Dice la Beata su
autobiografía:
"La
prelada [Ana de Jesús] no
quería. Yo estaba sola y ella me tenía a veces en una celda una hora entera,
diciéndome cosas de harta temeridad, que no los creyese, que me condenaría y
que por mí se perdería y relajaría la Orden en Francia y en España".
Finalmente Berulle y los superiores harían su voluntad, y el 11 de
enero de 1065 tomaría el velo negro. Dos días después sería encomendada como
fundadora y priora de Pontoise. El 15 de enero llegó a la ciudad. No le fue
fácil; estaba acostumbrada a obedecer, no a mandar. No podía enseñar a rezar el
breviario a las cuatro novicias que entraron, pues no sabía leer latín. Ninguna
hablaba español, ni ella hablaba francés. Finalmente, por un milagro, pues Ana
de San Bartolomé tenía don de lenguas, lograron entenderse. Mientras, en París,
la tensión entre Berulle y Ana de Jesús crecía, puesto que este, pretendía
mantener a perpetuidad la autoridad sobre las carmelitas, en contra de lo
acordado, que era que sólo sería hasta que los carmelitas descalzos entraran en
Francia. Como no se preveía aún dicha fundación, Berulle maquinaba, y, todo sea
dicho, los descalzos desentendidos de sus monjas. Pronto entendió Ana de San
Bertolomé las verdaderas intenciones de Berulle de hacerla monja de coro:
manipularla e influir en las monjas para imponer su propia visión de la vida
religiosa reformada, valiéndose de una figura tan cercana a la Santa Madre como
Ana de San Bartolomé. Pero no contaba con el temple de una hija de Santa Teresa
como era la Beata.
Ana de Jesús dejó París, y fue de fundadora a Dijon, por lo que
Ana de San Bartolomé fue mandada de priora a París, y para que las monjas de
Pontoise no protestaran, la sacaron disfrazada de hombre. Toda una locura e
improvisación por parte de Berulle y compañía. Milagros casi eran necesarios
para que todo aquello prosperase. El primer año le fue bien, pero al cabo, las
tensiones de Berulle con las monjas se acentuaron y Ana de San Bartolomé las
padeció. La acusaron de pretender introducir a los frailes (¡como si ese no fuese el
"convenio"!) para librarse de su obediencia. Comenzaron a
sembrar cizaña entre las monjas francesas contra la beata, diciéndoles (según cuenta Ana en su autobiografía):
"No
tratéis con la Madre vuestras
almas, que su espíritu no es para vosotras. Ella es extranjera, y más,
española. No os fiéis de ella, que si quiere a los frailes, os darán una vida
muy cruel. Son recios; no es para vosotras su término".
Menuda cara dura, cuando el rigorismo del Carmelo francés fue obra
suya y no de los frailes ni monjas españolas. Más aún, Berulle gobernaba el
monasterio, aceptando o echando monjas, cambiando oficios a su antojo, o
poniendo o quitando prácticas de devoción o penitencias, sin contar con la
priora para nada. O más, diciéndole "que
no tengo que tener pena ni cuidado, que ellos lo tendrán". La
vigilaba, le ponía una monja espía de tornera o de compañera, prohibía a las
monjas y a ella misma elegir confesor, a las monjas que le hablaran cualquier
cosa de espíritu, siendo esto contra la regla y constituciones teresianas.
En 1608 logró salir de allí, para fundar en Tours, donde le tocó
otra persecución era ciudad casi totalmente protestantizada, y
las calumnias llovieron sobre ella y las monjas: que si vivían con
sacerdotes, que si una prostituta era monja allí, que si tenían hijos a
escondidas. Y tampoco tuvo paz: la supriora era afín a Berulle y le informaba
de cada paso que daba la beata. Llegaron a interceptarle las cartas que enviaba
y recibía de España. En 1611 quiso volver a París, ya que, al fin, los
descalzos estaban a punto de fundar. Berulle aceptó, pero le prohibió pidiese
la obediencia a los descalzos, pues "ellas
eran suyas" (!). Pero el General envió una orden a Ana para
que fundase en Flandes, lo que enfureció a Berulle que quiso hacerla negarse y
que le prestara obediencia. Ella, claro está, se negó rotundamente y fue
castigada. Pero no osó Berulle contradecir al General y en octubre de 1611
partió Ana de San Bartolomé hacia Flandes. Y dice:
"Salí
antes del amanecer fuera del lugar adonde me llevaron, que estaban allí los
religiosos aguardando. Dios me dio tan grande consuelo de verme vuelta a la
Orden que me parecía estaba como cuando echan una piedra en un pozo y se va al
centro y allí reposa como en su gloria y paraíso".
Flandes,
la nueva y definitiva morada Y a Flandes llegó. Tenía
62 años, que no son pocos para el siglo XVI, siendo ella también una "inquieta y andariega".
Llegada a Flandes, estuvo un año con las carmelitas de esta ciudad, hasta el 17
de octubre de 1611, que partió como fundadora a Amberes. Esta fundación le infundía
algunos temores, pero Jesucristo se le reveló consolándola y diciéndole:“No
temas, que esta fundación resplandecerá con el tiempo como una antorcha que da
mucha luz".
El 26 de octubre llegarían a Amberes. Revisó los últimos retoques de la casa
provisional y alquilada, y el 6 de noviembre se hizo el traslado solemne y se
inaugura la clausura, em una probreza teresiana al cien porciento:
"Vinimos
aquí en tanta pobreza que no teníamos sino 50 florines prestados, y los padres
jesuitas nos dieron recaudo para decir la primera misa, que no teníamos cosa, y
los del Magistrado no nos querían; querían tornarnos a enviar, y Dios lo ha
todo allanado de tal manera que de toda la villa está este monasterio estimado
y, en tres años que ha estamos aquí, está más proveído que otros de diez años.
Hemos comprado el mejor sitio del lugar… La santa es la Priora, que lo más
ordinario me imagino que la ando sirviendo como lo hacía cuando era viva, y que
lo demás ella lo hace. Y sin ser muchas veces imaginación, actualmente la he
sentido conmigo y que lo hace todo. Dios me ha dado en esto tanta paz y
consuelo que nadie lo podrá creer". (Autobiografía)
El 21 de noviembre profesaría la primera novicia, y muy pronto se
reencontraría con el P. Gracián, ya expulsado de la descalcez y en esos
momentos "calzado", que visitaba la ciudad para predicar a los
soldados y a unas religiosas con motivo del Adviento. El 11 de abril de 1619
profesaba en sus manos Sor Clara de la Cruz, antigua dama de la Infanta Isabel
Clara Eugenia, a la que la Beata había profetizado años antes que sería monja.
No solo acertó, sino que fue su secretaria, su apoyo y amiga hasta la muerte de
la Beata.
El 1 de mayo de 1619 se funda otro Carmelo de jóvenes inglesas, que pronto
abandonarían la obediencia a la Orden, con pena y disgusto de Ana de San
Bartolomé, que llegaría a escribir a Isabel Clara Eugenia, para que les llamara
al orden, o las expulsara del país incluso. El 15 de agosto se inaugura la casa
definitiva de las carmelitas, trasladadas de la primera casa. En 1618 será año
de gran alegría para Ana de San Bartolomé: sus queridos descalzos fundan en
Amberes, aportándole consuelo y seguridad. En 1623 las carmelitas de Borges
huyen de Berulle, la Beata las acoge y con la misma comunidad funda el
monasterio de Jeper. 1614 le llena de gran alegría, por la beatificación de la
Santa Madre, el 24 de abril. Inmediatamente cambia el nombre a su monasterio de
Amberes por el de "Beata Teresa y San José", siendo el primero en
llevar el nombre de su amada Madre. Alegría completa en 1622, cuando Gregorio
XV canoniza a Santa Teresa de Jesús. Nuestra Beata escribe:
"Me
consolé el día de su canonización… Yo quedé en paz y gozo, que lo he tenido de
ver esta santa honrada como lo merece de Dios y de su santa Iglesia. Bendigamos
día y noche al Señor que la escogió para poner en ella tantas gracias, que es
de su gloria mostrarlas en sus amigos".
Un alma
mística Varios dones místicos tuvo Ana de San Bartolomé, como la
bilocación: Sabiendo que su confesor, el P. Juan de San Cirilo estaba para
morir, oró por él, se sintió arrebata y se vio a su lado, recomendándole un
remedio al enfermero. A los pocos días el antes enfermo fue al monasterio a
darle las gracias. Tuvo muchos éxtasis, mediante los cuales contemplaba y
comprendía misterios de la fe, como la Santísima Trinidad, o la presencia de
Cristo en el Sacramento. Tuvo don de conocimiento de las almas, y lo usaba para
orar por los demás, y para aconsejar a religiosas y seglares, sin que estos le
contasen sus problemas, o antes que lo hicieran, si iban a visitarla. Varios
milagros realizó en vida, como multiplicar el dinero de un mercader que les
había dado a guardar una suma, sanar a hermanas de melancolía, fiebres, dolores
de muelas o de cabeza. Y todo con sencillez, discreción y naturalidad, sin
alterar sus oficios, ni pavonearse por ello.
Sufrió ataques y tentaciones del demonio, al que llegó a ver en
forma de perro gigante en la cocina de Ávila. Se le enfrentó diciéndole que no
le temía, y que más prefería tener a siete demonios en el monasterio que a un
solo hombre, con lo que el diablo se esfumó por la chimenea. Otro ataque del
demonio lo venció con la oración, y como premio vio como San Juan Evangelista,
San José, Santiago Apóstol y San Bartolomé bendecían la casa derramando agua
bendita. Como no podía ser menos en una carmelita, fue hija amantísima de la
Virgen María. Escribe en su autobiografía:
"Estando
una vez en la fiesta de Navidad haciendo mi oración, adoraba las llagas de los
pies de Jesucristo y vínome a la memoria: “Ahora, Señor, venís niño, y Vos en
la cruz. ¿Qué haré de veros siempre así, oh Niño?”. Y en ese momento se le
apareció la Virgen con el Niño en sus brazos mostrándomelo desnudo y pequeñito
como lo tenía en sus sagradas entrañas y tenía en sus pequeñitos pies señaladas
las llagas como llagas con unas gotas de sangre, que parecía le habían caído
como señalados los clavos que había de tener"
De su devoción y trato frecuente con los santos, dice, igualmente
en su Vida:
"Tuve
devoción (desde niña) con los gloriosos San José, San Juan Bautista, San
Francisco, San Bernardo y el arcángel San Gabriel, y a cada uno rezaba un
padrenuestro y un avemaría cada día, y tres a las once mil vírgenes a quienes
rogaba guardasen mi castidad (...) Una vez, el día de San José, habiéndome
levantado, me puse en oración diciendo que como estaba mala me pesaba de no
poder solemnizar su fiesta como yo quisiera. Entonces el glorioso San José me
representó todas las mercedes que Dios le había hecho desde su niñez; de que
quedé tan consolada y elevada que, si no me hubiera ido a la mano, me hubiera
hecho mucho daño. Y cuando empezaron los cantores a cantar la misa, estaba
fuera de mí".
Tal vez la revelación más conocida, y representada en los
ambientes carmelitanos, por su trascendencia es aquella donde vio a Nuestro
Padre San Elías (20 de julio; 12 de enero, en la Iglesia Oriental, la ascensión
al Paraíso; y 20 de junio, traslación de reliquias a la iglesia de los Santos
Apóstoles en Constantinopla) bendecir el importante Capítulo de Valladolid de
los descalzos:
"Una
vez, estando nuestros padres en capítulo en Valladolid, habiéndose juntado de
toda la provincia para definir cosas de la Orden y hacer prelados, acabando de
comulgar que era cuando querían entrar en el Capítulo, yo los estaba
encomendando a Dios. Y mostróme el Señor al santo padre nuestro Elías, que
estaba sobre el convento donde estaban juntos, en una manera de nube como
fuego, tendida su capa y abiertos los brazos sobre ellos, mostrando darles su
espíritu. Y acabado el Capítulo vino el provincial a nuestro convento de Ávila,
que era el padre fray Nicolás [Doria], un santo varón, y dijo a la Priora
que había tenido un Capítulo de cielo que, entrando los frailes en él, se
hallaron tan suspensos y recogidos que ninguno discrepó de otro en cuantas
cosas se ordenaban. Y todos tenían un mismo espíritu sin hablarse los unas con
los otros. Y dividían entonces las provincias y todos a una voz dijeron:
'llamemos ésta de San Elías' [provincia de Castilla], que parece en esto que
sentían su espíritu. Y así lo dijo el provincial: 'Este Capítulo ha sido de
Dios y de su Santo Espíritu por los efectos que todos me han confesado y lo que
yo he sentido'".
Y muchos más dones y virtudes podríamos relatar, pero
necesitaríamos mucho más espacio y tiempo.