Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
SÁBADO DE SEMANA V
Propio del Tiempo. Salterio I. I Vísperas de Domingo VI de Pascua.
25 de mayo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha
resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha
resucitado el Señor. Aleluya.
Himno: VELARON LAS ESTRELLAS EL SUEÑO DE SU MUERTE
Velaron las estrellas el sueño de su muerte,
sus luces de esperanzas las recogió ya el sol,
en haces luminosos la aurora resplandece,
es hoy el nuevo día en que el Señor actuó.
Los pobres de sí mismos creyeron su palabra,
la noche de los hombres fue grávida de Dios,
él dijo volvería colmando su esperanza,
más fuerte que la muerte fue su infinito amor.
De angustia estremecida lloró y gimió la tierra,
en lágrimas y sangre su humanidad vivió,
pecado, mal y muerte perdieron ya su fuerza,
el Cristo siempre vivo es hoy nuestro blasón.
De gozo reverdecen los valles y praderas,
los pájaros y flores, su canto y su color,
celebran con los hombres la eterna primavera
del día y la victoria en que el Señor actuó.
Recibe, Padre santo, los cánticos y amores
de cuantos en tu Hijo hallaron salvación,
tu Espíritu divino nos llene de sus dones,
los hombres y los pueblos se abran a tu Amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Por tu misericordia dame vida. Aleluya.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por tu
misericordia dame vida. Aleluya.
Ant 2. Los que habían
vencido a la bestia cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el
canto del Cordero. Aleluya.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL
MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tu, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los que habían
vencido a la bestia cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el
canto del Cordero. Aleluya.
Ant 3. Su misericordia
con nosotros dura por siempre. Aleluya.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA
DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Su misericordia
con nosotros dura por siempre. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos,
vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin, que tanto
en vida como en muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo y retornó a la
vida, para ser Señor de vivos y muertos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por
nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 22, 10-21
FUNDAMENTO DE NUESTRA ESPERANZA
A mí, Juan, me dijo esto el ángel:
«No cierres bajo sello el contenido de la profecía escrita en este libro,
porque el tiempo de su cumplimiento está cerca. Que el malo siga aún en su
maldad; que el manchado prosiga aún manchándose; que el justo persista en su
justificación; y que el santo continúe todavía en su santidad.
"Mira, llego en seguida y traigo conmigo mi salario; yo daré a cada uno
según sus obras. Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el
principio y el fin. Dichosos los que lavan sus vestiduras, así tendrán derecho al
árbol de la vida, y tendrán acceso por las puertas a la ciudad. Fuera quedarán
los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras y todos
los que aman y practican la mentira. Yo, Jesús, he enviado a mi ángel, para
revelaros estas cosas referentes a las Iglesias. Yo soy el vástago y la
descendencia de David, el lucero radiante del alba".»
El Espíritu y la esposa dicen: «¡Ven!» Y el que escucha, diga: «¡Ven!» Y el que
tenga sed y quiera, que venga a beber gratuitamente el agua de la vida.
Yo prevengo a todo el que escucha las palabras proféticas contenidas en este
libro: S¡ alguno les añade algo, Dios añadirá sobre él el castigo de las
plagas, que quedan descritas en este libro. Y si alguno quita algo de las
palabras proféticas en él contenidas, Dios quitará su parte del árbol de la
vida y de la ciudad santa que en este libro quedan descritos.
El que da testimonio de todo esto dice:
«Sí. Pronto vendré.»
Amén. Ven, Señor Jesús.
La gracia del Señor Jesús esté con todos.
RESPONSORIO Ap 22, 16. 17. 20; Is 55, 1. 3
R. Yo soy el vástago y la descendencia de David, el lucero radiante
del alba; el Espíritu y la esposa dicen: «¡Ven!» * y el que escucha, diga:
«¡Ven!» Ven, Señor Jesús. Amén. Aleluya.
V. Sedientos todos, acudid por agua; inclinad el oído, venid a mí.
R. Y el que escucha, diga: «¡Ven!» Ven, Señor Jesús. Amén. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 148, 1-2: CCL 40, 2165-2166)
EL ALELUYA PASCUAL
Toda nuestra vida presente debe discurrir en la alabanza de Dios, porque en
ella consistirá la alegría sempiterna de la vida futura; y nadie puede hacerse
idóneo de la vida futura, si no se ejercita ahora en esta alabanza. Ahora,
alabamos a Dios, pero también le rogamos. Nuestra alabanza incluye la alegría,
la oración, el gemido. Es que se nos ha prometido algo que todavía no poseemos;
y, porque es veraz el que lo ha prometido, nos alegramos por la esperanza; mas,
porque todavía no lo poseemos, gemimos por el deseo. Es cosa buena perseverar
en este deseo, hasta que llegue lo prometido; entonces cesará el gemido y
subsistirá únicamente la alabanza.
Por razón de estos dos tiempos -uno, el presente, que se desarrolla en medio de
las pruebas y tribulaciones de esta vida, y el otro, el futuro, en el que
gozaremos de la seguridad y alegría perpetuas-, se ha instituido la celebración
de un doble tiempo, el de antes y el de después de Pascua. El que precede a la
Pascua significa las tribulaciones que en esta vida pasamos; el que celebramos
ahora, después de Pascua, significa la felicidad que luego poseeremos. Por
tanto, antes de Pascua celebramos lo mismo que ahora vivimos; después de Pascua
celebramos y significamos lo que aún no poseemos. Por esto, en aquel primer
tiempo nos ejercitamos en ayunos y oraciones; en el segundo, el que ahora
celebramos, descansamos de los ayunos y lo empleamos todo en la alabanza. Esto
significa el Aleluya que cantamos.
En aquel que es nuestra cabeza, hallamos figurado y demostrado este doble
tiempo. La pasión del Señor nos muestra la penuria de la vida presente, en la
que tenemos que padecer la fatiga y la tribulación, y finalmente la muerte; en
cambio, la resurrección y glorificación del Señor es una muestra de la vida que
se nos dará.
Ahora, pues, hermanos, os exhortamos a la alabanza de Dios; y esta alabanza es
la que nos expresamos mutuamente cuando decimos: Aleluya. «Alabad al Señor»,
nos decimos unos a otros; y, así, todos hacen aquello a lo que se exhortan
mutuamente. Pero procurad alabarlo con toda vuestra persona, esto es, no sólo
vuestra lengua y vuestra voz deben alabar a Dios, sino también vuestro
interior, vuestra vida, vuestras acciones.
En efecto, lo alabamos ahora, cuando nos reunimos en la iglesia; y, cuando
volvemos a casa, parece que cesamos de alabarlo. Pero, si no cesamos en nuestra
buena conducta alabaremos continuamente a Dios. Dejas de alabar a Dios cuando
te apartas de la justicia y de lo que a él le place. Si nunca te desvías del
buen camino, aunque calle tu lengua, habla tu conducta; y los oídos de Dios
atienden a tu corazón. Pues, del mismo modo que nuestros oídos escuchan nuestra
voz, así los oídos de Dios escuchan nuestros pensamientos.
RESPONSORIO Jn 16, 20
R. Vuestra tristeza se convertirá en gozo. Aleluya.
V. El mundo se alegrará, mientras vosotros estaréis tristes.
R. Pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. Aleluya.
Sábado, 25 de mayo de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,18-21):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del
mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os
odia.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han
perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra,
también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que
me envió».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Para esto murió Cristo y retornó a la vida, para
ser Señor de vivos y muertos. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Para esto murió
Cristo y retornó a la vida, para ser Señor de vivos y muertos. Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, pan de vida, que en el último día
resucitará a los que se alimentan con su palabra y con su cuerpo, y digámosle:
Señor, danos paz y alegría.
Hijo de Dios, que resucitado de entre los muertos eres el Príncipe de la vida,
bendice y santifica a tus fieles y a todos los hombres.
Tú que concedes paz y alegría a todos los que creen en ti,
danos vivir como hijos de la luz y alegrarnos de tu victoria.
Aumenta la fe de tu Iglesia, peregrina en la tierra,
para que dé al mundo testimonio de tu resurrección.
Tú que, habiendo padecido mucho, has entrado ya en la gloria del Padre,
convierte en gozo la tristeza de los afligidos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro
maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que por el nuevo
nacimiento del bautismo has infundido en nosotros la vida eterna, concédenos
alcanzar la plenitud de la gloria a los que, por la justificación, has hecho
capaces de llegar a la inmortalidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Santa Magdalena nació el 12 de diciembre de 1779, en Joigny de
Borgoña y fue fundadora de la Congregación del Sagrado Corazón. Desde niña tuvo
pasión por aprender, por ello, se entregó al estudio del latín, el griego, la
historia, la física y las matemáticas. También se formó intensamente en el
dominio de sus emociones y la voluntad.
La Santa fue llamada por el Padre Varín, de la Compañía de Jesús,
para que le ayude con su plan de reestablecer la educación en las escuelas
católicas, las cuales habían sido suprimidas a causa de la Revolución Francesa.
El Padre Varín, le expuso también a la Santa, el proyecto de fundar una congregación
de educadoras, inspirada por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Santa
Magdalena aceptó humildemente ayudar en tal misión, llena de desconfianza en
sus fuerzas; "Lo acepté todo, sin comprender ni prever nada", dijo.
El 21 de noviembre de 1800, la Santa partió a Amiens para enseñar
en una escuela que fue el primer convento de la congregación. A los 23 años,
siendo la más joven de su comunidad, fue nombrada para gobernar la
congregación. Fundó 105 casas; muchas de ellas en Francia, Roma, Inglaterra,
Austria y Suiza.
Llena de amor por la juventud, la Santa trataba de fundar en cada
sitio posible, una escuela para niñas pobres y un pensionado de paga.Como no
podía visitar tantas fundaciones, se mantenía en contacto a través de la
innumerable cantidad de cartas que escribía. Se encargaba también de la
administración de la casa madre y de atender las visitas que llegaban para
pedirle consejo. En una de sus cartas escribió: " El trabajo excesivo es
un peligro para las almas imperfectas; pero las perfectas obtienen, por ese
medio, una rica cosecha".
En diciembre de 1826, el Papa León XII aprobó oficialmente la
Sociedad del Sagrado Corazón. En 1864, a los 85 años de edad, la Santa pide al
congreso general que se le permitiera renunciar a su cargo, pero la asamblea no
permitió más que se nombrase una vicaria que le ayudase en el trabajo. El 21 de
mayo de 1865, la Santa sufre de un ataque que la deja paralítica y cuatro días
más tarde, en la fiesta de Asunción, muere. Fue canonizada en 1925.
Escribió así:
Y es así que, muy interesado en la historia eclesiástica de
Bretaña, especialmente en la raza de los ingleses, yo, Beda, sirviente de
Cristo y sacerdote del monasterio de los benditos apóstoles San Pedro y San
Pablo, el cual se encuentra en Wearmouth y Jarrow (en Northumbria), con la
ayuda del Señor he compuesto, cuanto he logrado recabar de documentos antiguos,
de las tradiciones de los ancianos y de mi propio conocimiento. Nací en el
territorio del monasterio ya mencionado, y a la edad de siete años fui dado,
por el interés de mis familiares, al reverendísimo abad benedictino Biscop, y
después a Ceolfrid, para recibir educación. Desde entonces he permanecido toda
mi vida en dicho monasterio, dedicando todas mis penas al estudio de las
Escrituras, a observar la disciplina monástica y a cantar diariamente en la
iglesia, siendo siempre mi deleite el aprender, enseñar o escribir. A los
diecinueve años, fui admitido al diaconado, a los treinta al sacerdocio, ambas
veces mediante las manos del reverendísimo obispo Juan [san Juan de Beverley],
y a las órdenes del abad Ceolfrid. Desde el momento de mi admisión al
sacerdocio hasta mis actuales 59 años me he esforzado por hacer breves notas
sobre las sagradas Escrituras, para uso propio y de mis hermanos, ya sea de las
obras de los venerables Padres de la Iglesia o de su significado e
interpretación.
Después de esto, Beda inserta una lista de Indiculus, de sus
anteriores escritos y, finalmente, termina su gran obra con las siguientes
palabras:
Y os ruego, amoroso Jesús, que así como me habéis concedido la
gracia de tomar con deleite las palabras de vuestro conocimiento, me concedáis
misericordiosamente llegar a ti, la fuente de toda sabiduría, y permanecer para
siempre delante de vuestro rostro.
Es evidente, en la carta de Beda al obispo Egberto, que el
historiador visitaba ocasionalmente a sus amigos durante algunos días,
alejándose del monasterio de Jarrow; pero salvo esas raras excepciones, su vida
parece haber transcurrido como una pacífica ronda de estudios y oración dentro
de su propia comunidad. El cariño que ésta le tenía queda manifiesto en el
conmovedor relato de la última enfermedad y la muerte del santo, legada a
nosotros por Cuthbert, uno de sus discípulos. Su búsqueda del conocimiento no
fue interrumpida por su enfermedad y los hermanos le leían mientras él estaba
en cama, pero la lectura era reemplazada constantemente por las lágrimas.
"Puedo declarar con toda verdad," escribe Cuthbert sobre su amado
maestro, "que nunca vi con mis ojos, ni oí con mis oídos a nadie que
agradeciera tan incesantemente al Dios vivo. Incluso el día de su muerte (la
vigilia de la Ascensión de 735) el santo estaba ocupado dictando una traducción
del Evangelio de San Juan. Al atardecer, el muchacho Wilbert, que la estaba
escribiendo, le dijo: "Hay todavía una oración, querido maestro, que no
está escrita." Y cuando la hubo entregado, y el muchacho le dijo que estaba
terminada, "Habéis hablado con verdad…", contestó Beda, "…está
terminada. Tomad mi cabeza entre vuestras manos, pues es de gran placer
sentarme frente a cualquier lugar sagrado donde haya orado, así sentado puedo
llamar a mi Padre." Y así, sobre el suelo de su celda, cantando
"Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo", y el resto, exhaló
su último aliento.
El calificativo Venerabilis parece haber sido agregado al nombre
de Beda antes de haber transcurrido las dos generaciones posteriores a su
muerte. Por supuesto, no existe una autoridad anterior que corrobore la leyenda
repetida por Fuller acerca del “monje torpe” que al componer un epitafio sobre
Beda se quedó sin palabras para completar la frase Hac sunt in fossa Bedae…
ossa y a la mañana siguiente se encontró con que los ángeles habían llenado el
espacio con la palabra venerabilis. El calificativo es utilizado por Alcuin,
Amalarius y al parecer por Paulo el Diácono, y el importante Consejo de Aachen
de 835 lo describe como venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis
Beda. Este decreto se mencionaba especialmente en la petición que el Cardenal
Wiseman y los obispos ingleses enviaron a la Santa Sede en 1859, rogando que
Beda fuera declarado Doctor de la Iglesia. El tema ya había sido discutido antes
de la época de Benedicto XIV, pero no fue hasta el 13 de noviembre de 1899 que
León XIII decretó que el 27 de mayo toda la Iglesia debía celebrar la fiesta
del Venerable Beda, con el título de Doctor Ecclesiae. Durante toda la Edad
Media se había celebrado en York y en el Norte de Inglaterra el culto local al
Santo Beda, pero la fiesta no era tan popular en el sur, donde se seguía la
Liturgia de Sarum.
La influencia de Beda entre los eruditos ingleses y extranjeros
fue muy grande, y probablemente habría sido mayor si los monasterios del norte
no hubieran sido devastados por las invasiones Danesas menos de un siglo
después de la muerte de Beda. En innumerables formas, pero especialmente por su
moderación, amabilidad y gran visión, Beda se distingue entre sus contemporáneos.
En lo referente a erudición, indudablemente fue el hombre más sabio de su
tiempo. Una característica muy notable, observada por Plummer (I, p. xxiii), es
su sentido de propiedad literaria, una particularidad extraordinaria en esa
época. Él mismo anotaba escrupulosamente en sus escritos los pasajes que había
tomado prestados de otros e incluso rogaba a los copistas de sus obras que
conservaran las referencias, una recomendación a la que ellos pusieron muy poca
atención. A pesar de lo elevado de su cultura, Beda aclara repetidamente que
sus estudios están subordinados a la interpretación de las Escrituras. En su
"De Schematibus" lo dice así: "Las Sagradas Escrituras están
sobre todos los demás libros, no sólo por su autoridad Divina, o por su utilidad
pues son una guía hacia la vida eterna, sino también por su antigüedad y su
forma literaria” (positione dicendi). Tal vez el mayor tributo al genio de Beda
es que con una convicción tan desprovista de compromiso y tan sincera de que la
sabiduría humana es inferior, haya podido adquirir tanta cultura verdadera.
Aunque el Latín fue para él una lengua todavía viva, y aunque no parece haber
volteado conscientemente hacia la Era de Augusto de la Literatura Romana que
preservaba modelos más puros de estilo literario que la época de Fortunato o
San Agustín, ya sea por genio natural o por el contacto con los clásicos, Beda
es extraordinario por la relativa pureza de su lenguaje y también por su
lucidez y sobriedad, especialmente en temas de crítica histórica. En todos
estos aspectos presenta un marcado contraste con san Aldhelm quien se aproxima
más al tipo Celta.
Oracion
Venerable San Beda, te pedimos que intercedas por nosotros para
que con la gracia de Dios Todopoderoso seamos capaces de alcanzar la paz verdadera
de nuestra alma, aquí en la tierra, despojándonos de los deseos materiales, de
querer ser algo que no somos, queremos ser humildes y dóciles de corazón,
que no nos importe el juicio de aquellos que no siguen a Cristo y que no
tengamos miedo a las persecuciones del mundo.
Ayúdanos, reza por nosotros en el cielo, tú que lleno de virtud
eres escuchado por Dios, alcánzanos la fortaleza de la fe, de la perseverancia
y de la firme voluntad de hacer lo que el Señor nos pide, así estaremos en paz,
y podremos ver claramente el camino que debemos seguir en cada momento.
Y así gozaremos de la alegría de reconocer el rostro de
Cristo, nuestro creador, cuando obtengamos la gracia de su amor inmenso en
la eternidad.
Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina por los siglos de
los siglos.
Amén.