TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA VII
De la Feria. Salterio III
24 de febrero
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid, aclamemos
al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, aclamemos
al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Himno: LAS SOMBRAS OSCURAS HUYEN.
Las sombras oscuras huyen,
ya va pasando la noche;
y el sol, con su luz de fuego,
nos disipa los temores.
Ya se apagan las estrellas
y se han encendido soles;
el rocío cae de los cielos
en el cáliz de las flores.
Las criaturas van vistiendo
sus galas y sus colores,
porque al nacer nuevo día
hacen nuevas las canciones.
¡Lucero, Cristo, del alba,
que paces entre esplendores,
apacienta nuestras vidas
ya sin sombras y sin noches!
¡Hermoso Cristo, el Cordero,
entre collados y montes! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.
Salmo 92 - GLORIA DEL DIOS CREADOR
El Señor reina vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
admirable en el cielo. Aleluya.
Ant 2. Tú, Señor, eres
alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,
57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Tú, Señor, eres
alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.
Ant 3. Alabad al Señor en
el cielo. Aleluya.
Salmo 148 - ALABANZA DEL DIOS CREADOR
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles,
alabadlo todos sus ejércitos.
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes,
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.
Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar.
Rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes.
Montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros.
Fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo.
Los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor en
el cielo. Aleluya.
LECTURA BREVE Ez 37, 12b-14
Así dice el Señor. «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de
vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y cuando
abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis
que yo soy el Señor: os infundiré mi espíritu y viviréis, os colocaré en
vuestra tierra y sabréis que yo el Señor lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás
sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de
nosotros.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta a los Corintios 10, 14--11, 1
LA MESA DEL SEÑOR Y LA MESA DE LOS DEMONIOS
Carísimos, huid de la idolatría. Os hablo como a personas inteligentes. Recapacitad
en lo que os voy a decir. El cáliz bendito que consagramos es la comunión de la
sangre de Cristo; y el pan que partimos es la comunión del cuerpo del Señor.
Y, puesto que es un solo pan, somos todos un solo cuerpo; ya que todos
participamos de ese único pan. Considerad al Israel histórico. ¿No es verdad
que los que comen de las víctimas están en comunión con el dios del altar?
Y ¿qué concluyo de aquí? ¿Acaso que es real el sacrificio de las viandas a los
ídolos? ¿O que existen los dioses falsos? No. Quiero decir lo siguiente: Lo que
sacrifican los gentiles, lo sacrifican a los demonios, y no a Dios. Y yo no
quisiera que vosotros entraseis en comunión con los demonios. No podéis beber
el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios. No podéis tomar parte en la mesa
del Señor y en la mesa de los demonios. ¿O es que queremos provocar la ira del
Señor? ¿Seremos acaso más fuertes que él?
«Todo es lícito.» Bien, pero no todo conviene. «Todo es lícito.» Sí, pero no
todo edifica. Ninguno procure lo propio, sino lo del otro. Comed de todo cuanto
se vende en el mercado, sin preguntar nada por escrúpulos de conciencia.
Porque: «Del Señor es la tierra y cuanto la llena.»
Si algún pagano os convida, y vosotros aceptáis, comed de todo cuanto os
presenten, sin preguntar nada por escrúpulos de conciencia. Pero, si alguno os
advierte: "Esto ha sido ofrecido a los ídolos", no lo comáis, por
consideración con el que os advirtió y con los escrúpulos de conciencia. Me
refiero a la conciencia del otro, no a la tuya. Porque, ¿qué objeto tiene el
que la conciencia del otro juzgue sobre mi libertad? Si, dando gracias a Dios,
participo en el banquete, ¿para qué ser objeto de censuras en aquello mismo que
agradezco a Dios?
Así que, tanto si coméis como si bebéis o hacéis cualquier cosa, hacedlo a
gloria de Dios. No seáis motivo de tropiezo ni para los judíos ni para los
paganos ni para la Iglesia de Dios. Del mismo modo, yo procuro agradar a todos
en todo, no buscando mi propia utilidad, sino la de todos, para que sean salvos.
Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
RESPONSORIO 1Co 10, 16-17
R. El cáliz bendito que consagramos es la comunión de la sangre de
Cristo; * y el pan que partimos es la comunión del cuerpo del Señor.
V. Puesto que es un solo pan, somos todos un solo cuerpo; ya que
todos participamos de ese único pan.
R. Y el pan que partimos es la comunión del cuerpo del Señor.
SEGUNDA LECTURA
De los Capítulos de san Máximo Confesor, abad, Sobre la caridad
(Centuria 1, cap. 1, 4-5. 16-17. 23-24. 26-28. 30-40: PG 90, 962-967)
SIN LA CARIDAD, TODO ES VANIDAD DE VANIDADES
La caridad es aquella buena disposición del ánimo que nada antepone al
conocimiento de Dios. Nadie que esté subyugado por las cosas terrenas podrá
nunca alcanzar esta virtud del amor a Dios.
El que ama a Dios antepone su conocimiento a todas las cosas por él creadas, y
todo su deseo y amor tienden continuamente hacia él.
Como sea que todo lo que existe ha sido creado por Dios y para Dios, y Dios es
inmensamente superior a sus creaturas, el que dejando de lado a Dios,
incomparablemente mejor, se adhiere a las cosas inferiores demuestra con ello
que tiene en menos a Dios que a las cosas por él creadas.
El que me ama -dice el Señor- guardará mis mandamientos. Este es mi
mandamiento: que os améis unos a otros. Por tanto, el que no ama al prójimo no
guarda su mandamiento. Y el que no guarda su mandamiento no puede amar a Dios.
Dichoso el hombre que es capaz de amar a todos los hombres por igual.
El que ama a Dios ama también inevitablemente al prójimo; y el que tiene este
amor verdadero no puede guardar para sí su dinero, sino que lo reparte según
Dios a todos los necesitados.
El que da limosna no hace, a imitación de Dios, discriminación alguna, en lo
que atañe a las necesidades corporales, entre buenos y malos, justos e
injustos, sino que reparte a todos por igual, a proporción de las necesidades
de cada uno, aunque su buena voluntad le inclina a preferir a los que se
esfuerzan en practicar la virtud, más bien que a los malos.
La caridad no se demuestra solamente con la limosna, sino sobre todo con el
hecho de comunicar a los demás las enseñanzas divinas y prodigarles cuidados
corporales.
El que, renunciando sinceramente y de corazón a las cosas de este mundo, se
entrega sin fingimiento a la práctica de la caridad con el prójimo pronto se ve
liberado de toda pasión y vicio, y se hace partícipe del amor y del
conocimiento divinos.
El que ha llegado a alcanzar en sí la caridad divina no se cansa ni decae en el
seguimiento del Señor su Dios, según dice el profeta Jeremías, sino que soporta
con fortaleza de ánimo todas las fatigas, oprobios e injusticias, sin desear
mal a nadie.
No os contentéis con decir -advierte el profeta Jeremías-: «Somos templo del
Señor.» Tú no digas tampoco: «La sola y escueta fe en nuestro Señor Jesucristo
puede darme la salvación.» Ello no es posible si no te esfuerzas en adquirir
también la caridad para con Cristo, por medio de tus obras. Por lo que respecta
a la fe sola, dice la Escritura: También los demonios creen y tiemblan.
El fruto de la caridad consiste en la beneficencia sincera y de corazón para
con el prójimo, en la liberalidad y la paciencia; y también en el recto uso de
las cosas.
RESPONSORIO Jn 13, 34; 1Jn 2, 10. 3
R. Os doy el mandato nuevo: que os améis mutuamente como yo os he
amado. * Quien ama a su hermano está siempre en la luz.
V. Sabemos que hemos llegado a conocer a Cristo, si guardamos sus
mandamientos.
R. Quien ama a su hermano está siempre en la luz.
Domingo, 24 de febrero de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,27-38):
27 «Pero yo os digo a
los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien,
28 bendecid a los que
os maldigan, rogad por los que os difamen.
29 Al que te hiera en
una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le
niegues la túnica.
30 A todo el que te
pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames.
31 Y lo que queráis que
os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente.
32 Si amáis a los que
os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les
aman.
33 Si hacéis bien a
los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores
hacen otro tanto!
34 Si prestáis a
aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores
prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
35 Más bien, amad a
vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y
vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno
con los ingratos y los perversos.
36 «Sed compasivos,
como vuestro Padre es compasivo.
37 No juzguéis y no
seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis
perdonados.
38 Dad y se os dará;
una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros
vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Como queréis que los demás hagan con vosotros,
hacedlo igualmente con ellos», dice el Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Como queréis que
los demás hagan con vosotros, hacedlo igualmente con ellos», dice el Señor.
PRECES
Invoquemos a Dios Padre que envió al Espíritu
Santo, para que con su luz santísima penetrara las almas de sus fieles, y
digámosle:
Ilumina, Señor, a tu pueblo.
Te bendecimos, Señor, luz nuestra,
porque a gloria de tu nombre nos has hecho llegar a este nuevo día.
Tú que por la resurrección de tu Hijo quisiste iluminar el mundo,
haz que tu Iglesia difunda entre todos los hombres la alegría pascual.
Tú que por el Espíritu de la verdad adoctrinaste a los discípulos de tu Hijo,
envía este mismo Espíritu a tu Iglesia para que permanezca siempre fiel a ti.
Tú que eres luz para todos los hombres, acuérdate de los que viven aún en las
tinieblas
y abre los ojos de su mente para que te reconozcan a ti, único Dios verdadero.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Dios todopoderoso, que la constante
meditación de tu doctrina nos impulse a hablar y a actuar siempre según tu
voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.