Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
MARTES DE SEMANA VI
Propio del Tiempo. Salterio II
28 de mayo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha
resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha
resucitado el Señor. Aleluya.
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
porque era la enamorada.
«¡María!», la voz amada.
«¡Rabbuní!», dice María.
El amor se hizo un abrazo
junto a las plantas benditas;
las llagas glorificadas
ríos de fuego y delicia;
Jesús, esposo divino,
María, esposa cautiva.
Estaba al alba María,
para una unción preparada.
Jesús en las azucenas
al claro del bello día.
En los brazos del Esposo
la Iglesia se regocija.
¡Gloria al Señor encontrado,
gloria al Dios de la alegría,
gloria al Amor más amado,
gloria y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!
Estaba al alba María,
es Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad
del Dios vivo. Aleluya.
Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Os habéis acercado
al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo. Aleluya.
Ant 2. Tú, Señor,
detuviste mi alma ante la tumba vacía. Aleluya.
Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA
CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor,
detuviste mi alma ante la tumba vacía. Aleluya.
Ant 3. Tú has cuidado de
nuestra tierra y la has enriquecido sin medida. Aleluya.
Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú has cuidado de
nuestra tierra y la has enriquecido sin medida. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 13, 30-33
Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a
los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan
ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la
promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros,
sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú
eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por
nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 2, 12-17
El CUMPLIMIENTO DE LA VOLUNTAD DE DIOS
Hijos míos, os escribo porque en virtud de su nombre se os han perdonado los
pecados. Os escribo a vosotros, padres, porque habéis conocido al que existe
desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la
palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. Os escribo,
hijos míos, porque habéis conocido al Padre.
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Quien ama al mundo no posee el
amor del Padre, porque todo cuanto hay en el mundo -concupiscencia de la carne,
concupiscencia de los ojos y jactancia de las riquezas- no proviene del Padre,
sino del mundo. El mundo pasa y sus concupiscencias con él. Pero quien cumple
la voluntad de Dios permanece para siempre.
RESPONSORIO 1Jn 2, 17. 15
R. El mundo pasa y sus concupiscencias con él; * pero quien cumple la
voluntad de Dios permanece para siempre. Aleluya.
V. Quien ama al mundo no posee el amor del Padre.
R. Pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre.
Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el
evangelio de san Juan
(Libro 11, 11: PG 74, 559-562)
CRISTO ES El VÍNCULO DE UNIDAD
Todos los que participamos de la carne sagrada de Cristo alcanzamos la unión
corporal con él, como atestigua san Pablo, cuando dice, refiriéndose al
misterio del amor misericordioso del Señor: El misterio que no fue dado a
conocer a las pasadas generaciones ahora ha sido revelado por el Espíritu a los
santos apóstoles y profetas: esto es, que los gentiles son coherederos,
miembros del mismo cuerpo y coparticipes de las promesas divinas, en Cristo
Jesús.
Y si somos unos para otros miembros de un mismo cuerpo en Cristo, y no sólo
entre nosotros mismos, sino también para aquel que está en nosotros por su
carne, ¿por qué, entonces, no procuramos vivir plenamente esa unión que existe
entre nosotros y con Cristo? Cristo, en efecto, es el vínculo de unidad, ya que
es Dios y hombre a la vez.
Siguiendo idéntico camino, podemos hablar también de nuestra unión espiritual,
diciendo que todos nosotros, por haber recibido un solo y mismo Espíritu, a
saber, el Espíritu Santo, estamos como mezclados unos con otros y con Dios.
Pues, si bien es verdad que tomados cada uno por separado somos muchos, y en
cada uno de nosotros Cristo hace habitar el Espíritu del Padre y suyo, este
Espíritu es uno e indivisible, y a nosotros, que somos distintos el uno del
otro en cuanto seres individuales, por su acción nos reúne a todos y hace que
se nos vea como una sola cosa, por la unión que en él nos unifica.
Pues, del mismo modo que la virtualidad de la carne sagrada convierte a
aquellos en quienes actúa en miembros de un mismo cuerpo, pienso que, del mismo
modo, el único e indivisible Espíritu de Dios, al habitar en cada uno, los
vincula a todos en la unidad espiritual.
Por esto nos exhorta también san Pablo: Sobrellevaos mutuamente con amor;
esforzaos por mantener la unidad del espíritu, con el vinculo de la paz. Un
solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la
vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un
Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo y lo invade
todo. Al estar en cada uno de nosotros el único Espíritu, estará también, por
el Hijo, el único Dios y Padre de todos, uniendo entre sí y consigo a los que
participan del Espíritu.
Y el hecho de nuestra unión y comunicación del Espíritu Santo, en cierto modo,
se hace también visible ya desde ahora. Pues, si, dejando de lado nuestra vida
puramente natural, nos sometimos de una vez para siempre a las leyes del
espíritu, es evidente para todos nosotros que -por haber dejado nuestra vida
anterior y estar ahora unidos al Espíritu Santo, y por haber adquirido una
hechura celeste y haber sido en cierta manera transformados en un nuevo ser- ya
no somos llamados simplemente hombres, sino también hijos de Dios y hombres
celestiales, por nuestro consorcio con la naturaleza divina.
Por tanto, somos todos una sola cosa en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo;
una sola cosa por la identidad de condición, por la asimilación que obra el
amor, por la comunión de la carne sagrada de Cristo y por la participación de
un único y Santo Espíritu.
RESPONSORIO 1Co 10, 17; Sal 67, 11.7
R. Puesto que es un solo pan, somos todos un solo cuerpo; * ya que
todos participamos de ese único pan y de ese único cáliz. Aleluya.
V. Tu bondad, ¡oh Dios!, preparó casa para los pobres y desvalidos.
R. Ya que todos participamos de ese único pan y de ese único cáliz.
Aleluya.
Martes, 28 de mayo de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (16,5-11):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde
vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón.
Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me
voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y
de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me
voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo
está condenado».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dentro de poco el mundo ya no me verá; pero
vosotros me veréis, porque yo seguiré viviendo y vosotros también. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dentro de poco el
mundo ya no me verá; pero vosotros me veréis, porque yo seguiré viviendo y
vosotros también. Aleluya.
PRECES
Oremos agradecidos a Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, el Cordero inmaculado que quitó el pecado del mundo y nos comunica
su vida nueva, y digámosle:
Autor de la vida, vivifícanos.
Dios, autor de la vida, acuérdate de la muerte y resurrección del Cordero
inmolado en la cruz
y atiende su continua intercesión por nosotros.
Haz, Señor, que, tirada fuera la vieja levadura de la malicia y de la
perversidad,
vivamos la Pascua de Cristo con panes ázimos de pureza y de verdad.
Que sepamos rechazar hoy el pecado de discordia y de envidia,
y seamos más sensibles a las necesidades de nuestros hermanos.
Concédenos vivir auténticamente el espíritu evangélico,
para que hoy y siempre sigamos el camino de tus mandatos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, haz que tu pueblo viva siempre en la alegría
al ver renovada la juventud de su espíritu, y que el gozo de haber recobrado la
dignidad de la adopción divina le dé la firme esperanza de resucitar un día a
la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
·
Nació en Vignate (Milán, Italia) el 2 de noviembre de 1801. Era el
quinto de los ocho hijos de Francesco Biraghi y Maria Fina. Poco después de su
nacimiento, la familia se trasladó a Cernusco sul Naviglio, un pueblo cercano.
·
A los doce años Luis entró en el seminario menor de Castello sopra
Lecco. Luego, prosiguió sus estudios sacerdotales en los seminarios mayores de Monza
y de Milán. En la catedral de Milán recibió la ordenación sacerdotal el 28 de
mayo de 1825.
·
Fue destinado inmediatamente a la enseñanza en los seminarios de
Castello sopra Lecco, Séveso y Monza.
·
En 1833 lo nombraron director espiritual del seminario mayor de
Milán.
·
En 1848 volvió a la enseñanza, pero a causa de las vicisitudes
políticas que se produjeron en Italia durante esos años, sobre todo en
Lombardía y Venecia, fue destituido de su cargo por los austriacos en 1850.
·
En 1855 fue nombrado doctor —y desde 1864 viceprefecto— de la
prestigiosa Biblioteca Ambrosiana y canónigo honorario de la basílica de San
Ambrosio. En 1873 Pío IX le concedió el título de prelado doméstico de Su
Santidad.
·
Ese Pontífice lo apreciaba mucho, hasta el punto de que en 1862 le
dirigió una carta autógrafa para que, usando su gran influencia, actuara de
mediador y pacificador entre el clero milanés, dividido por entonces en dos
facciones: los promotores de la nueva unidad nacional italiana, que se estaba
concretando, y los defensores del poder temporal de los Papas.
·
Mons. Biraghi era hombre de gran cultura y profunda vida interior;
apasionado estudioso de patrología y arqueología.
·
Y precisamente su conocimiento y admiración por la antigüedad
cristiana, y su devoción por san Ambrosio, hicieron que surgiera en él la idea
de fundar el instituto de las Religiosas de Santa Marcelina, para renovar el
ideal de la virginidad consagrada, típica de la Iglesia primitiva, dedicándose
simultáneamente a la educación de la juventud femenina (santa Marcelina,
hermana mayor de san Ambrosio, recibió el velo de las vírgenes consagradas de
manos del Papa Liberio en la Navidad del año 353, y colaboró con su hermano
obispo en Milán).
·
Mons. Biraghi fundó el instituto en 1838, en Cernusco sul
Naviglio, con la colaboración de la madre Marina Videmari (1812-1891), que fue
la primera superiora y la continuadora de la obra después de la muerte del
fundador.
·
Pronto abrió otras casas, como colegios y escuelas, en varias
ciudades.
·
Ya sin compromisos pastorales directos, mons. Biraghi dedicó todas
sus energías, hasta el fin, a la formación espiritual de sus religiosas y a la
organización de la nueva congregación.
·
Murió el 11 de agosto de 1879, a los setenta y ocho años, en
Milán. Fue sepultado en el panteón familiar, en Cernusco sul Naviglio. En 1951
sus restos fueron trasladados a la capilla de la casa madre de las Religiosas
de Santa Marcelina, en ese mismo pueblo.
Nació en el año 496 cerca de Autun, Saône-et-Loire. Falleció en Paris el
28 de Mayo de 576. Estudió en Avalon y también en Luzy guiado por su primo
Scapilion, quien era sacerdote.
A la edad de 34 años fue ordenado sacerdote por San
Agripino de Autun, siendo nombrado Abad de Saint-Symphorien. Su virtud
característica fue el amor por los pobres, manifestándose tan fuertemente su
entrega por los demás, que sus monjes se rebelaron, temiendo que regalara todo
lo que tenían.
Debido a que estaba en Paris en el año 555, cuando
el Obispo Eusebio murió, Childebert lo retuvo, y con el consentimiento unánime
del clero y del pueblo, fue consagrado a la sede vacante. Bajo su influencia,
el rey, quien se había entregado a la vida mundana, se convirtió y desde
entonces llevó una vida Cristiana.
En su nuevo cargo, el Obispo continuó la práctica
de las virtudes y las austeridades de su vida monástica, y trabajó fuertemente
para disminuir los males causados por las incesantes guerras y la vida
licenciosa de los nobles. Asistió al tercero y cuarto Concilios de Paris en los
años 557 y 573 respectivamente, y también al segundo Concilio de Tours en 566.
Convenció al rey que erradicara las prácticas paganas que aún existían en Gaul,
y también para que prohibiera los excesos que se llevaban a cabo en la mayoría
de las celebraciones Cristianas.
Poco después de año 540, Childebert sitió Zaragoza
mientras estaba en guerra con España. Los habitantes del lugar se habían puesto
bajo la protección de San Vicente Mártir. Cuando Childebert se enteró de esto,
perdonó a la ciudad, y como muestra de gratitud, el obispo le obsequió la estola
del santo.
Cuando regresó a Paris, el rey ordenó construir un
templo en los suburbios en honor del mártir, para guardar ahí la reliquia. Por
ése tiempo, Childebert cayó peligrosamente enfermo en su palacio de Celles,
pero fue sanado milagrosamente por el Obispo Germain, según se atestigua en la
carta de patentes del rey, presentando como regalo a la Iglesia de Paris las
tierras de Celles, como gratitud por el favor recibido.
El templo de San Vicente fue terminado en el año
588, siendo consagrado a San Vicente por el Obispo Germain, el 23 de Diciembre
de dicho año, mismo día en que Childebert falleció. Cerca de éste templo se
construyó un monasterio.
Sus abades tenían jurisdicción espiritual y
temporal en los suburbios de San Germain hasta aproximadamente el año 1670. El
templo fue frecuentemente saqueado e incendiado por los Normandos en el siglo
IX. Fue reconstruido en 1014 y consagrado por el Papa Alejandro III en 1163.
Childebert fue sucedido en el trono por Clotaire,
quien tuvo un corto reinado. A su muerte ocurrida en el año 561, la monarquía
se dividió entre sus cuatro hijos, siendo Charibert nombrado rey de Paris.
Charibert era una persona viciosa y despiadada, y el Obispo Germain se vió
obligado a excomulgarlo en 568 por su inmoralidad. Charibert falleció en 570.
El Obispo se encontró con grandes dificultades
debido a que en ese tiempo los hermanos de Charibert se disputaban sus
propiedades. Trabajó fuertemente para establecer la paz, pero con poco éxito.
Sigebert y Chilperic, instigados por sus esposas, Brunehaut y la infame asesina
Fredegunde, se enfrascaron en una guerra intestina, y al ser vencido Chilperic,
Paris cayó en las manos de Sigebert.
El Obispo Germain escribió una carta a Brunehaut
(carta que a la fecha se conserva) pidiéndole que usara su influencia para
prevenir mas guerras. Sin embargo, Sigebert era obstinado y a pesar de la
advertencia de Germain se preparó para atacar a Chilperic en Tournai, donde se
había escondido, pero Fredegunde lo mandó asesinar en el camino a Vitri en 575.
Germain mismo falleció al siguiente año antes de
que se restableciera la paz. Sus restos fueron sepultados en la capilla de San
Symphorien en el vestíbulo del templo de San Vicente, pero en 754 sus reliquias
fueron solemnemente reubicadas en el edificio principal del templo, en
presencia de Pepin y de su hijo Carlomagno, que entonces era un niño de siete
años.
Desde ese momento, el templo se convirtió en el
templo de San Germain-des-Prés. Además de la carta mencionada anteriormente,
también se conserva un tratado de la antigua liturgia Gala, atribuida a
Germain, que fue publicada por Martene en su “Thesauruis Novus Anecdotorum”. La
festividad de San Germain se celebra el 28 de Mayo.
Oración
¿Quién no se llenará la admiración ante ti?
Tú eres firme protección, refugio seguro,
intercesión vigilante, salvación perenne, auxilio eficaz,
socorro inmutable, sólida muralla, tesoro de delicias,
paraíso irreprensible, fortaleza inexpugnable, trinchera protegida,
fuerte torre de defensa, puerto de refugio en la tempestad,
sosiego para los que están agitados, garantía de perdón para los pecadores,
confianza de los desesperados, acogida de los exiliados,
retorno de los desterrados, reconciliación de los enemistados,
ayuda para los que han sido condenados,
bendición de quienes han sufrido una maldición, rocío para la aridez del alma,
gota de agua para la hierba marchita, pues, según está escrito,
por medio de ti nuestros huesos florecerán como un prado.
Amén