Musica Para el Alma
sábado, 1 de enero de 2022
JUAN 1,1-18 CICLO C
*Lecturas del Segundo Domingo después de Navidad*
Domingo, 2 de enero de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan 1, 1-18*
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo
era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como
testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de
él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que
creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su
gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí,
porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado
por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
(Y la luz brilla
en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron)
*Esta palabra me invita a vivir en la luz, y a distanciarme
de las tinieblas. En muchas ocasiones le permito a las cosas que no les agradan
al Señor, que actué en mí y eso provoca heridas en otras personas. Cuando estoy
en medio de la oscuridad, para mi es difícil de aceptar la corrección. La buena
noticia para mí, es que siempre el Señor, viene en mi ayuda para regalarme la
luz, atreves de su palabra, para que la palabra del Señor, poco a poco pueda ir
iluminando esos lugares llenos de oscuridad. Y el Señor, como me ama, no quiere
que sigua en la oscuridad. Es por eso que el Señor ara lo necesario para que su
luz iluminen todas mis tinieblas*
*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a
ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL DOMINGO 2 DE ENERO 2022
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*II Domingo
después de Navidad, solemnidad
Salterio: 2
de enero*
Laudes
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo
94: Invitación a la alabanza divina
Ant: A Cristo,
que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: A Cristo,
que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno
Entonad
los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó.
Un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
117: Himno de acción de gracias después de la victoria
Ant: En las
tinieblas brilla una luz, porque ha nacido el Salvador de todos los hombres.
Aleluya.
Jesús es
la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en
piedra angular (Hch 4,11)
Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
"la diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa."
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
-Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
-Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
-Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.
-Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: En las
tinieblas brilla una luz, porque ha nacido el Salvador de todos los hombres.
Aleluya.
Cántico
AT
Daniel
3,52-57: Que la creación entera alabe al Señor
Ant: Ensalcemos
con himnos al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
¡Bendito
el Creador por siempre! (Rm 1,25)
Bendito
eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Ensalcemos
con himnos al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
Segundo
Salmo
Salmo
150: Alabad al Señor
Ant: El pueblo
que caminaba en tinieblas vio una luz grande.
Salmodiad
con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios
con el cuerpo y con el alma (Hesiquio)
Alabad al
Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El pueblo
que caminaba en tinieblas vio una luz grande.
Lectura
Bíblica
Hb 1,1-2
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente
a nuestros padres por los profetas. Ahora en esta etapa final, nos ha hablado
por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido
realizando las edades del mundo.
V/. Cristo, Hijo de Dios vivo ten piedad de nosotros.
R/. Cristo, Hijo de Dios vivo ten piedad de nosotros.
V/. Tú que naciste de María Virgen.
R/. Ten piedad de nosotros.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Cristo, Hijo de Dios vivo ten piedad de nosotros.
Lectura
Bíblica
V/. Cantad al Señor, bendecid su
nombre.
R/. Proclamad día tras día su
victoria.
Vida nueva
en Cristo
Col
2,16-3,4
Hermanos: Nadie tiene que dar juicio sobre lo
que coméis o bebéis, ni en cuestión de fiestas, lunas nuevas o sábados. Eso era
sombra de lo que tenía que venir; la realidad es Cristo. Que no vaya a
descalificaros ninguno que se recrea en humildades y devociones a ángeles, que
se enfrasca en sus visiones y se engríe tontamente con las ideas de su carne;
ése se desprende de la cabeza, que por las junturas y tendones da al cuerpo
entero alimento y cohesión, haciéndolo crecer como Dios quiere.
Si moristeis con Cristo a lo elemental del
mundo, ¿por qué os sometéis a reglas como si aún vivierais sujetos al mundo? No
tomes, no pruebes, no toques de cosas que son todas para el uso y consumo,
según las consabidas prescripciones y enseñanzas humanas. Eso tiene fama de
sabiduría por sus voluntarias devociones, humildades y severidad con el cuerpo;
pero no tiene valor ninguno, sirve para cebar la carne.
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad
los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios;
aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y
vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida
nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
R/. Ya que habéis resucitado con
Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la
derecha de Dios. Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
V/. Donde está vuestro tesoro, allí
estará también vuestro corazón.
R/. Aspirad a los bienes de arriba,
no a los de la tierra.
El Señor
vivifica su cuerpo en el Espíritu
San Basilio Magno, obispo y doctor de la Iglesia
Sobre el
Espíritu Santo 26, 61.64
De quien ya no vive de acuerdo con la carne,
sino que actúa en virtud del Espíritu de Dios, se llama hijo de Dios y se ha
vuelto conforme a la imagen del Hijo de Dios, se dice que es hombre espiritual.
Y así como la capacidad de ver es propia de un ojo sano, así también la
actuación del Espíritu es propia del alma purificada.
Así mismo, como reside la palabra en el alma,
unas veces como algo pensado en el corazón, otras veces con algo que se
profiere con la lengua, así también acontece con el Espíritu Santo, cuando
atestigua a nuestro espíritu y exclama en nuestros corazones: Abba (Padre), o
habla en nuestro lugar, según lo que se dijo: No seréis vosotros los que
habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Ahora bien, así como entendemos el todo
distribuido en sus partes, así también comprendemos el Espíritu según la
distribución de sus dones. Ya que todos somos efectivamente miembros unos de
otros, pero con dones que son diversos, de acuerdo con la gracia de Dios que
nos sido concedida.
Por ello precisamente, el ojo no puede decir
a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os
necesito.» Sino que todos los miembros completan a la vez el cuerpo de Cristo,
en la unidad del Espíritu; y de acuerdo con las capacidades recibidas se
distribuyen unos a otros los servicios que necesitan.
Dios fue quien puso en el cuerpo los
miembros, cada uno de ellos como quiso. Y los miembros sienten la misma
solicitud unos por otros, en virtud de la comunicación espiritual del mutuo
afecto que les es propia. Esa es la razón de que cuando un miembro sufre, todos
sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos le felicitan.
Del mismo modo, cada uno de nosotros estamos
en el Espíritu, como las partes en el todo, ya que hemos sido bautizados en un
solo cuerpo, en nombre y virtud de un mismo Espíritu.
Y como al Padre se le contempla en el Hijo,
al Hijo se le contempla en el Espíritu. La adoración, si se lleva a cabo en el
Espíritu, presenta la actuación de nuestra alma como realizada en plena luz,
cosa que puede deducirse de las palabras que fueron dichas a la samaritana.
Pues como ella, llevada a error por la costumbre de su región, pensase que la
adoración había de hacerse en un lugar, el Señor la hizo cambiar de manera de
pensar, al decirle que había que adorar en Espíritu y verdad; al mismo tiempo,
se designaba a sí mismo como la verdad.
De la misma manera que decimos que la
adoración tiene que hacerse en el Hijo, ya que es la imagen de Dios Padre,
decimos que tiene que hacerse también en el Espíritu, puesto que el Espíritu
expresa en sí mismo la divinidad del Señor.
Así pues, de modo propio y congruente
contemplamos el esplendor de la gloria de Dios mediante la iluminación del
Espíritu; y su huella nos conduce hacia aquel de quien es huella y sello, sin
dejar de compartir el mismo ser.
R/. Nosotros hemos recibido un
Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que
tomemos conciencia de los dones que de Dios hemos recibido. El Espíritu lo
sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
V/. Lo que no había sido manifestado
a los hombres en otros tiempos, ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus
santos apóstoles y profetas.
R/. El Espíritu lo sondea todo,
incluso lo profundo de Dios.
*Lecturas del Segundo Domingo después de
Navidad*
Domingo, 2
de enero de 2022
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 1-18*
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo
era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como
testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de
él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que
creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su
gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí,
porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado
por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: La Virgen
siempre fiel dio a luz a la Palabra de Dios hecha carne, pero permaneció
virgen, aun después del parto; alabémosla, pues, diciendo todos: «Bendita tú
entre las mujeres.»
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: La Virgen
siempre fiel dio a luz a la Palabra de Dios hecha carne, pero permaneció
virgen, aun después del parto; alabémosla, pues, diciendo todos: «Bendita tú
entre las mujeres.»
Preces
Glorifiquemos a Cristo, Palabra eterna
del Padre, engendrado antes de los siglos y nacido por nosotros en el tiempo, y
aclamémosle, diciendo:
Que se goce
la tierra, Señor, con tu venida
·
- Cristo, Palabra eterna, que al venir al mundo anunciaste la
alegría a la tierra,
alegra nuestros corazones con la gracia de tu visita.
·
- Salvador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la
fidelidad de Dios,
haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo.
·
- Rey del Cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la
paz a los hombres,
conserva nuestras vidas en tu paz.
·
- Señor, tú que viniste para ser la vid verdadera que nos diera el
fruto de vida,
haz que permanezcamos siempre en ti y demos fruto abundante.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Como hijos
que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la
tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor
de tu luz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
II Domingo
después de Navidad, solemnidad
Salterio: 2
de enero
Vísperas
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Te diré
mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.
Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.
Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.
Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.
Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.
Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro valle! Amén.
Primer
Salmo
Salmo
109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote
Ant: Nos
ilumina el día de la nueva redención, del cumplimiento de las antiguas
promesas, del anuncio de la felicidad eterna.
Cristo
tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co
15,25)
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Nos
ilumina el día de la nueva redención, del cumplimiento de las antiguas
promesas, del anuncio de la felicidad eterna.
Segundo
Salmo
Salmo
113 B: Himno al Dios verdadero
Ant: Enseñó el
Señor su gracia y su lealtad.
Abandonando
los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero (1Ts
1,9)
No a
nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
"Dónde está su Dios"?
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:
Tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Enseñó el
Señor su gracia y su lealtad.
Cántico
NT
Apocalipsis
19,1-7: Las bodas del Cordero
Ant: El Señor,
el rey de los reyes, ha nacido por nosotros en la tierra: mirad, ha llegado ya
la salvación del mundo y la redención de los hombres. Aleluya.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Aleluya.
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
Aleluya.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor,
el rey de los reyes, ha nacido por nosotros en la tierra: mirad, ha llegado ya
la salvación del mundo y la redención de los hombres. Aleluya.
Lectura
Bíblica
1Jn 1,1-3
Lo que existía desde el principio, lo que hemos visto con nuestros
propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la
vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos
testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos
manifestó. Esto que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos
con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
V/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
V/. Y acampó entre nosotros.
R/. Aleluya, Aleluya.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
Cántico
Evangélico
Ant: Dichoso
el vientre que llevó al Hijo del eterno Padre, y dichosos los pechos que
criaron a Cristo, el Señor.
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dichoso
el vientre que llevó al Hijo del eterno Padre, y dichosos los pechos que
criaron a Cristo, el Señor.
Preces
Aclamemos alegres a Cristo, ante cuyo nacimiento los ángeles
anunciaron la paz a la tierra, y supliquémosle, diciendo:
Que tu nacimiento, Señor, traiga la paz a todos los hombres
·
- Tú que con el misterio de Navidad consuelas a la Iglesia,
cólmala también de todos tus bienes.
·
- Tú que has venido como pastor supremo y guardián de nuestras
vidas,
haz que el papa y todos los obispos sean buenos administradores de la
múltiple gracia de Dios.
·
- Rey de la eternidad, que al nacer quisiste experimentar las
limitaciones humanas sometiéndote a la brevedad de una vida como la nuestra,
haz que nosotros, que somos caducos y mortales, participemos de tu vida
eterna.
·
- Tú que, esperado durante largos siglos, viniste en el momento
culminante de la historia,
manifiesta tu presencia a los que aún te están esperando.
·
- Tú que, hecho carne, restauraste la naturaleza humana corrompida
por la muerte,
concede la plena salvación a los difuntos.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Como
hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo
nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la
tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor
de tu luz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.