Musica Para el Alma
miércoles, 5 de enero de 2022
MATEO 2,1-12 CICLO C
*Lecturas de Epifanía del Señor*
Jueves, 6 de enero de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (2,1-12)*
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos
de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su
estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a
los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que
nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo
en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis,
avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella
que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de
donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron
al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después,
abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se
retiraron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor
*¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en
el Oriente y hemos venido a adorarle*
*Contemplando mi vida dentro de
esta palabra, no tengo duda, el Señor está pendiente de mí; y coloca personas
en mi vida, para que me sirva de guía y me muestre el camino y la dirección
exacta, al encuentro del Señor. Estoy invitado a sacar lo mejor que tengo, lo
demás valor y ofrecerlo como regalo al Señor; lo más valioso que tengo es la
vida y fue el quien me la regalo. El Señor me invita a tener cuidado para que
no tome caminos equivocados, me invita a seguir, la antigua, nueva y verdadera
ruta de su amor que está marcada por Su Palabra y sellada con El Espíritu
Santo. La buena noticia para mi es que el Señor por su gran misericordia,
seguirá iluminando mi vida, para que no me aparte de su camino. Su palabra siempre
me iluminara el camino hacia él*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a
ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL JUEVES 6. EPIFANIA DEL SEÑOR
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Epifanía
del Señor, solemnidad*
Laudes
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
Himno
Reyes que
venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
62,2-9: El alma sedienta de Dios
Ant: Los magos, abriendo sus cofres, ofrecieron regalos al Señor: oro,
incienso y mirra. Aleluya.
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas
Oh Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Los magos, abriendo sus cofres, ofrecieron regalos al Señor: oro,
incienso y mirra. Aleluya.
Cántico
AT
Daniel
3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor
Ant: Mares y ríos, bendecid al Señor; manantiales, ensalzad con himnos
a nuestro Dios. Aleluya.
Alabad al
Señor, sus siervos todos (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant: Mares y ríos, bendecid al Señor; manantiales, ensalzad con himnos
a nuestro Dios. Aleluya.
Segundo
Salmo
Salmo
149: Alegría de los santos
Ant: Llega tu luz, Jerusalén, y la gloria del Señor amanece sobre ti; y
caminarán los pueblos a tu luz. Aleluya.
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Llega tu luz, Jerusalén, y la gloria del Señor amanece sobre ti; y
caminarán los pueblos a tu luz. Aleluya.
Lectura
Bíblica
Is 52,7-10
¡Que hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que
anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a
Sión: «Tu Dios es Rey»!
Escucha, tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara
al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que
el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; El Señor desnuda su santo
brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la
victoria de nuestro Dios.
V/. Se postrarán ante él todos los reyes.
R/. Se postrarán ante él todos los reyes.
V/. Todos los pueblos le servirán.
R/. Todos los reyes.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Se postrarán ante él todos los reyes.
Lectura
Bíblica
V/. Los cielos pregonan su justicia.
R/. Y todos los pueblos contemplan su
gloria.
Revelación
de la gloria del Señor sobre Jerusalén
Is 60,1-22
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu
luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la
tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria
aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor
de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira: todos ésos
se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen
en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría; tu
corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del
mar y te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos, de
dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,
y proclamando las alabanzas del Señor.
A los rebaños de Cadar los reunirán para ti y
los carneros de Nebayot estarán a tu servicio; subirán a mi altar como víctimas
gratas, y honraré mi noble casa.
¿Quiénes son ésos que vuelan como nubes y
como palomas al palomar? Son navíos que acuden a mí, en primera línea las naves
de Tarsis, para traer a tus hijos de lejos, y con ellos su plata y su oro, por
la fama del Señor, tu Dios, del Santo de Israel, que así te honra.
Extranjeros reconstruirán tus murallas y sus
reyes te servirán; si te herí en mi cólera, con mi favor te compadezco.
Tus puertas estarán siempre abiertas, ni de
día ni de noche se cerrarán: para traerte las riquezas de los pueblos guiados
por sus reyes. El pueblo y el rey que no se te sometan perecerán, las naciones
serán exterminadas.
Vendrá a ti el orgullo del Líbano, con el
ciprés y el abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer
mi estrado.
Los hijos de tus opresores vendrán a ti
encorvados, y los que te despreciaban se postrarán a tus pies; te llamarán
Ciudad del Señor, Sión del Santo de Israel.
Estuviste abandonada, aborrecida y
deshabitada, pero te haré el orgullo de los siglos, la delicia de todas las
edades.
Mamarás la leche de los pueblos, mamarás al
pecho de los reyes; y sabrás que yo, el Señor, soy tu salvador, el Héroe de
Jacob es tu redentor.
En vez de bronce, te traeré oro, en vez de
hierro, te traeré plata, en vez de madera, bronce, y en vez de piedra, hierro;
te daré por magistrados la paz, y por gobernantes la justicia.
No se oirán más violencias en tu tierra, ni
dentro de tus fronteras ruina o destrucción; tu muralla se llamará «Salvación»,
y tus puertas «Alabanza».
Ya no será el sol tu luz en el día, ni te
alumbrará la claridad de la luna; será el Señor tu luz perpetua, y tu Dios será
tu esplendor; tu sol ya no se pondrá, ni menguará tu luna, porque el Señor será
tu luz perpetua y se cumplirán los días de luto.
En tu pueblo todos serán justos y poseerán por
siempre la tierra: es el brote que yo he plantado, la obra de mis manos, para
gloria mía.
El pequeño crecerá hasta mil, y el menor se
hará pueblo numeroso. Yo soy el Señor y apresuraré el plazo.
R/. Levántate, brilla, Jerusalén, que
llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti.
V/. Y caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
R/. La gloria del Señor amanece sobre
ti.
Dios ha
manifestado su salvación en todo el mundo
San León Magno, papa y doctor de la Iglesia
Sermón en
la Epifanía del Señor 3,1-3.5
La misericordiosa providencia de Dios, que ya
había decidido venir en los últimos tiempos en ayuda del mundo que perecía,
determinó de antemano la salvación de todos los pueblos en Cristo.
De estos pueblos se trataba en la
descendencia innumerable que fue en otro tiempo prometida al santo patriarca,
Abrahán, descendencia que no sería engendrada por una semilla de carne, sino
por la fecundidad de la fe, descendencia comparada a la multitud de las estrellas,
para que de este modo el padre de todas las naciones esperara una posteridad no
terrestre, sino celeste.
Así pues, que todos los pueblos vengan a
incorporarse a la familia de los patriarcas, y que los hijos de la promesa
reciban la bendición de la descendencia de Abrahán, a la cual renuncian los
hijos según la carne. Que todas las naciones, en la persona de los tres Magos,
adoren al Autor del universo, y que Dios sea conocido, no ya solo en Judea,
sino también en el mundo entero, para que por doquier sea grande su nombre en
Israel.
Instruidos en estos misterios de la gracia
divina, queridos míos, celebremos con gozo espiritual el día que es el de
nuestras primicias y aquél en que comenzó la salvación de los paganos. Demos
gracias al Dios misericordioso quien, según palabras del Apóstol, nos ha hecho
capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz; el nos ha sacado
del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.
Porque, como profetizó Isaías, el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz
grande; habitaban en tierra de sombras, y una luz les brilló. También a
propósito de ellos dice el propio Isaías al Señor: Naciones que no te conocían
te invocarán, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti.
Abrahán vio este día, y se llenó de alegría,
cuando supo que sus hijos según la fe serían benditos en su descendencia, a
saber, en Cristo, y él se vio a sí mismo, por su fe, como futuro padre de todos
los pueblos, dando gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer
lo que promete.
También David anunciaba este día en los
salmos cuando decía: Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia,
Señor; bendecirán tu nombre; y también: El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia.
Esto se ha realizado, lo sabemos, en el hecho
de que tres magos, llamados de su lejano país, fueron conducidos por una
estrella para conocer y adorar al Rey del cielo y de la tierra. La docilidad de
los magos a esta estrella nos indica el modo de nuestra obediencia, para que,
en la medida de nuestras posibilidades, seamos servidores de esa gracia que
llama a todos los hombres a Cristo.
Animados por este celo, debéis aplicaros,
queridos míos, a seros útiles los unos a los otros, a fin de que brilléis como
hijos de la luz en el reino de Dios, al cual se llega gracias a la fe recta y a
las buenas obras; por nuestro Señor Jesucristo que, con Dios Padre y el
Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
R/. Éste es el día señalado en que se
ha manifestado el salvador del mundo, aquel a quien habían anunciado los
profetas, al que adoraron los ángeles. Los magos, al ver la estrella, se
llenaron de alegría y le ofrecieron regalos.
V/. Nos ha amanecido un día sagrado;
venid, naciones, adorad al Señor.
R/. Los magos, al ver la estrella, se
llenaron de alegría y le ofrecieron regalos.
*Lecturas
del Epifanía del Señor*
Jueves, 6
de enero de 2022
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,1-12)*
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos
de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su
estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a
los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que
nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo
en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis,
avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella
que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de
donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron
al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después,
abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se
retiraron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el
Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las
bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino.
Aleluya.
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el
Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las
bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino.
Aleluya.
Preces
Veneremos a nuestro Salvador,
adorado hoy por los magos, y aclamémosle con alegría diciendo:
Luz de luz, ilumina nuestro día
·
- Cristo, manifestado en la carne,
santifícanos por la palabra de Dios y la oración.
·
- Cristo justificado en el Espíritu,
líbranos de todo error.
·
- Cristo, contemplado por los ángeles,
danos a gustar ya en la tierra los bienes del cielo.
·
- Cristo, predicado a los paganos,
ilumina el corazón de todos los hombres con la luz de tu
Espíritu.
·
- Cristo, creído en el mundo,
renueva la fe de cuantos creen en ti.
·
- Cristo, llevado a la gloria,
enciende en nosotros el deseo de tu reino.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la
oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Señor, tú que en este día revelaste a tu Hijo unigénito a los
pueblos gentiles, por medio de una estrella, concede a los que ya te conocemos
por la fe poder contemplar un día, cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
Epifanía
del Señor, solemnidad
Vísperas
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de Eucaristía
Caná bebió.
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote
Ant: El Rey de la paz ha sido glorificado por encima de todos los reyes
de la tierra.
Cristo
tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co
15,25)
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Rey de la paz ha sido glorificado por encima de todos los reyes
de la tierra.
Segundo
Salmo
Salmo
111: Felicidad del justo
Ant: En las tinieblas brilla como una luz; el Señor es justo, clemente
y compasivo.
Caminad
como hijos de la luz: toda bondad, justicia y verdad son el fruto de la luz (Ef
5,8-9)
Dichoso
quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: En las tinieblas brilla como una luz; el Señor es justo, clemente
y compasivo.
Cántico
NT
Apocalipsis
15, 3-4: Himno de adoración
Ant: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
Señor.
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
Señor.
Lectura
Bíblica
Tt 3,4-5
Ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al
hombre; no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que según
su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con
la renovación del Espíritu Santo.
V/. Será la bendición de todos los pueblos
R/. Será la bendición de todos los pueblos
V/. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R/. Todos los pueblos
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Será la bendición de todos los pueblos
Cántico
Evangélico
Ant: Veneremos este día santo, honrado con tres prodigios: hoy la
estrella condujo a los magos al pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en
las bodas de Cana; hoy, Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán para
salvarnos. Aleluya.
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Veneremos este día santo, honrado con tres prodigios: hoy la
estrella condujo a los magos al pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en
las bodas de Cana; hoy, Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán para
salvarnos. Aleluya.
Preces
Veneremos, con grandísimo gozo, a nuestro Salvador, que en este
día fue adorado por los magos, y digámosle:
Salva, Señor, la vida de los
pobres
·
- Oh Rey de las naciones, que llamaste a los magos, como primicia
de los pueblos gentiles, para que te adoraran,
danos el espíritu de adoración y servicio.
·
- Rey de la gloria, que riges a tu pueblo con justicia,
concede a los hombres paz abundante.
·
- Rey eterno, que subsistes por los siglos,
haz que tu palabra penetre en nuestros corazones, como
la llovizna que empapa la tierra.
·
- Rey de justicia, que quieres librar al pobre que no tiene
protector,
ten piedad de los desgraciados y afligidos.
·
- Oh Señor, cuyo nombre es bendito por los siglos,
haz participes a nuestros hermanos difuntos de las
maravillas de tu salvación.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la
oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Señor, tú que en este día revelaste a tu Hijo unigénito a los
pueblos gentiles, por medio de una estrella, concede a los que ya te conocemos
por la fe poder contemplar un día, cara a cara, la hermosura infinita de tu
gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.