Musica Para el Alma

viernes, 10 de enero de 2025

GOTAS DE MISERICORDIA


 

LUCAS 5,12-16 CICLO C


 

Lecturas del Sábado después de la Epifanía

11 Ene 2025

Evangelio

*Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,12-16)*

 

Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: «Señor, si quieres puedes limpiarme.»
Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida le dejó la lepra.
Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.

 

Palabra del Señor

 

*Que la Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*

 

(Se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: «Señor, si quieres puedes limpiarme.)

*Es impresionante saber que Jesús tiene el poder y la misericordia de colocarse en los lugares donde todos los que tenemos grandes y serios problemas tenemos libertad para que podemos llegar a él, y pedirle incluso, que nos toque, nosotros sabemos que existen enfermedades contagiosas que puedes extenderse rápido y de muchas maneras. En cambio, el evangelio de hoy, nos muestra el poder que tiene Jesús incluso en las enfermedades incurables, hoy tenemos la gracia y la oportunidad de encontrarnos con un Jesús que con su salud tiene el poder de enfrentar un caso de impureza y convertirlo en algo totalmente saludable. Cuando tenemos un encuentro personal con Jesús, nuestras impurezas que nos distanciaban de todos, se conviertan en una manifestación de amor visible del amor de Dios en medio de este mundo*

 

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.


R. Amén.

LAUDES DEL SABADO 11


 

*LAS LAUDES*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

 

*Laudes - 11 DE ENERO 2025*

 

El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para el día, sábado, 11 de enero de 2025.

 

Invitatorio

 

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

 

Antifona: A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.

 

Salmo 94

Invitación a la alabanza divina

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)

 

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

(Se repite la antífona)

 

Laudes

 

Himno

 

Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.

No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.

Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.

Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.

 

Salmodia

 

Antífona 1: Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia de noche tu fidelidad.

 

Salmo 91

Alabanza del Dios creador

Este salmo canta las maravillas realizadas en Cristo. (S. Atanasio)

 

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

 

Antífona 2: Dad gloria a nuestro Dios.

 

Dt 32,1-12

Beneficios de Dios para con su pueblo

¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! (Mt 23,37)

 

Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como orvallo sobre el césped.

Voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.

Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿No es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?

Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre, y te lo contará,
a tus ancianos, y te lo dirán:

Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.

Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.

Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.

El Señor solo los condujo,
no hubo dioses extraños con él.

 

Antífona 3: ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!

 

Salmo 8

Majestad del Señor y dignidad del hombre

Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo. (Ef 1,22)

 

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

 

Lectura Breve

 

Is 45, 22-24

Volveos hacia mí para salvaros, confines de la tierra, Pues yo soy Dios y no hay otro. Yo
juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable: «Ante mí se
doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua.»

 

Responsorio Breve

 

V. Se postrarán ante él todos los reyes.
R. Se postrarán ante él todos los reyes.
V. Todos los pueblos le servirán.
R. Y todos los reyes.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Se postrarán ante él todos los reyes.

 

 

 

R. El Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia.

V. Para que conozcamos al Dios verdadero.

 

Lecturas

Primera Lectura

Del libro del profeta Isaías 64, 1-12

PETICIÓN DE LA VISITA DE DIOS

 

¡Ojalá rasgaras el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia, como fuego
que prende los sarmientos o hace hervir el agua! Para que muestres tu nombre a tus
enemigos, para que tiemblen ante ti las naciones, cuando realices portentos inesperados,
jamás conocidos.
Pues nunca oído alguno oyó ni ojo alguno vio jamás que un Dios hiciese tantas cosas
en favor de los que en él esperan, como tú las has hecho. Tú te haces encontradizo con
aquellos que practican la justicia y tienen en la mente tus caminos. Con nosotros has
estado enojado, pues te hemos ofendido: hemos sido rebeldes contra ti desde muy
antiguo. Todos nosotros somos como impuros: nuestras obras de justicia son como un
paño manchado. Hemos caído como las hojas, nuestras culpas nos han arrastrado como el
viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por asirse a ti, pues nos ocultabas tu
rostro y nos dejabas a merced de nuestras culpas.
Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros somos la arcilla y tú nuestro
alfarero: todos somos obra de tus manos. No te excedas en la ira, Señor, no recuerdes por
siempre nuestra culpa: mira que somos tu pueblo. Tus santas ciudades han quedado
convertidas en desierto, Sión se ha trocado en un yermo y Jerusalén está desolada.
Nuestro templo, nuestro orgullo, donde te alabaron nuestros padres, ha sido pasto del
fuego, y lo que más queríamos está reducido a escombros. ¿Te quedas insensible a todo
esto, Señor? ¿Seguirás aún callado, afligiéndonos sin medida?

 

Responsorio Cf. Is 56, 1; Mi 4,9; Is 43, 3

 

R. Jerusalén, pronto llegará tu salvación, ¿por qué te dejas consumir por la tristeza? ¿Acaso ha perecido tu Consejero para que te retuerzas de dolor? * No temas, yo te salvaré.
V. Yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador.
R. No temas, yo te salvaré.

 

 

Segunda Lectura

 

Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan

(Libro 5, cap. 2: PG 73, 751-754)

 

EFUSIÓN DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE TODA CARNE

 

Cuando el Creador del universo decidió restaurar todas las cosas en Cristo, dentro del
más maravilloso orden, y devolver a su anterior estado la naturaleza del hombre, prometió
que, al mismo tiempo que los restantes bienes, le otorgaría también ampliamente el
Espíritu Santo, ya que de otro modo no podría verse reintegrado a la pacífica y estable
posesión de aquellos bienes.
Determinó, por tanto, el tiempo en que el Espíritu Santo habría de descender hasta
nosotros, a saber, el del advenimiento de Cristo, y lo prometió al decir: En aquellos días —
se refiere a los del Salvador— derramaré mi Espíritu sobre toda carne.
Y cuando el tiempo de tan gran munificencia y libertad produjo para todos al Unigénito
encarnado en el mundo, como hombre nacido de mujer —de acuerdo con la divina
Escritura—, Dios Padre otorgó a su vez el Espíritu, y Cristo, como primicia de la naturaleza
renovada, fue el primero que lo recibió. Y esto fue lo que atestiguó Juan Bautista cuando
dijo: He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo y se posó sobre él.
Decimos que Cristo, por su parte, recibió el Espíritu, en cuanto se había hecho hombre,
y en cuanto convenía que el hombre lo recibiera; y, aunque es el Hijo de Dios Padre,
engendrado de su misma substancia, incluso antes de la encarnación —más aún, antes de
todos los siglos—, no se da por ofendido de que el Padre le diga, después que se hizo
hombre: Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Dice haber engendrado hoy a quien era Dios, engendrado de él mismo desde antes de
los siglos, a fin de recibirnos por su medio como hijos adoptivos; pues en Cristo, en cuanto
hombre, se encuentra significada toda la naturaleza: y así también el Padre, que posee su
propio Espíritu, se dice que se lo otorga a su Hijo, para que nosotros nos beneficiemos del
Espíritu en él. Por esta causa perteneció a la descendencia de Abrahán, como está escrito,
y se asemejó en todo a sus hermanos.

De manera que el Hijo unigénito recibe el Espíritu Santo no para sí mismo —pues es
suyo, habita en él, y por su medio se comunica, como ya dijimos antes—, sino para
instaurar y restituir a su integridad a la naturaleza entera, ya que, al haberse hecho
hombre, la poseía en su totalidad. Puede, por tanto, entenderse —si es que queremos
usar nuestra recta razón, así como los testimonios de la Escritura— que Cristo no recibió el
Espíritu para sí, sino más bien para nosotros en sí mismo: pues por su medio nos vienen
todos los bienes.

 

Responsorio Ez 37, 27-28; Hb 8, 8

 

R. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo; * y sabrán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté entre ellos mi santuario para siempre.

V. Yo concertaré una nueva alianza con la casa de Israel y con la casa de Judá.

R. Y sabrán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté entre ellos mi santuario para siempre.

 

 

Lecturas del Sábado después de la Epifanía

11 Ene 2025

Evangelio

*Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,12-16)*

 

Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: «Señor, si quieres puedes limpiarme.»
Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida le dejó la lepra.
Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.

 

Palabra del Señor

 

Canto Evangélico

 

Antifona: Vendrán a ti los que te despreciaban y se postrarán a tus pies.

 

Benedictus Lc 1, 68-79

El Mesías y su precursor

 

+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

 

Demos honor y gloria a Cristo, que ha venido a renovar al hombre, y supliquémosle, diciendo:

 

Por tu nacimiento, renuévanos, Señor.

 

Tú que al revestirte de nuestra humanidad te has convertido para nosotros en sacramento de Dios, — haz que te descubramos en el sacramento de tu palabra y de tu cuerpo, que has entregado a la Iglesia.

 

Creador del género humano que, por medio de la Virgen inmaculada, has querido ser hombre entre los hombres, — concédenos participar, por intercesión de María, en las riquezas de tu divinidad.

 

Redentor nuestro, que viniste al mundo como llovizna que empapa la tierra, — fecundiza nuestras almas con el agua viva que brota para comunicar vida eterna.

 

A quienes en estos días celebramos los inicios de tu vida humana, — concédenos llegar a la madurez del varón perfecto, según aquella plenitud que resplandece en tu persona.

 

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

 

Alegres porque Jesucristo nos ha hecho hijos de Dios, digamos: Padre nuestro.

 

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

 

Oración

 

Dios todopoderoso, tú que has anunciado al mundo por medio de la estrella, el nacimiento
del Salvador, manifiéstanos siempre este misterio y haz que cada día avancemos en su
contemplación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LAS LECTURAS DEL SABADO 11 DE ENERO 2025


 

Lecturas del Sábado después de la Epifanía

11 Ene 2025

Primera Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (5,5-13):

 

¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo. Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios, un testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene dentro el testimonio. Quien no cree a Dios le hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y éste es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.

 

Palabra de Dios

 

Salmo

Sal 147,12-13.14-15.19-20

 

R/. Glorifica al Señor, Jerusalén

 

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.

 

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R/.

 

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

 

Lecturas del Sábado después de la Epifanía

11 Ene 2025

Evangelio

*Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,12-16)*

 

Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: «Señor, si quieres puedes limpiarme.»
Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida le dejó la lepra.
Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.

 

Palabra del Señor

 

*Que la Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*

 

(Se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: «Señor, si quieres puedes limpiarme.)

*Es impresionante saber que Jesús tiene el poder y la misericordia de colocarse en los lugares donde todos los que tenemos grandes y serios problemas tenemos libertad para que podemos llegar a él, y pedirle incluso, que nos toque, nosotros sabemos que existen enfermedades contagiosas que puedes extenderse rápido y de muchas maneras. En cambio, el evangelio de hoy, nos muestra el poder que tiene Jesús incluso en las enfermedades incurables, hoy tenemos la gracia y la oportunidad de encontrarnos con un Jesús que con su salud tiene el poder de enfrentar un caso de impureza y convertirlo en algo totalmente saludable. Cuando tenemos un encuentro personal con Jesús, nuestras impurezas que nos distanciaban de todos, se conviertan en una manifestación de amor visible del amor de Dios en medio de este mundo*

 

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.


R. Amén.