Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA XIV
De la feria. Salterio II. I Vísperas del Domingo XV.
13 de julio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Escuchemos la voz
del Señor y entremos en su descanso.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: SEÑOR YO SÉ QUE EN LA MAÑANA PURA.
Señor, yo sé que, en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa,
porque todo tuviera su figura.
Yo sé que te refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos de la altura.
Por eso te celebro yo en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto,
y en la ribera sin temblor del río;
por eso yo te adoro, mudo y quieto,
y por eso, Señor, el dolor mío
para llegar hasta ti se hizo soneto. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Por la mañana
proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Salmo 91 - ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y
JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Por la mañana
proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Ant. 2. Dad gloria a
nuestro Dios.
Cántico: BENEFICIOS DE DIOS PARA CON SU PUEBLO Dt
32, 1-12
Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como sereno sobre el césped;
voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.
Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿no es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?
Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte de su heredad.
Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.
Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.
El Señor solo los condujo
no hubo dioses extraños con él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dad gloria a
nuestro Dios.
Ant. 3. ¡Qué admirable es
tu nombre, Señor, en toda la tierra!
Salmo 8 - MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. ¡Qué admirable es
tu nombre, Señor, en toda la tierra!
LECTURA BREVE Rm 12, 14-16a
Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran;
llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir entre vosotros, sin apetecer
grandezas; atraídos más bien por lo humilde.
RESPONSORIO BREVE
V. Te aclamarán mis
labios, Señor, cuando salmodie para ti.
R. Te aclamarán mis
labios, Señor, cuando salmodie para ti.
V. Mi lengua recitará
tu auxilio.
R. Cuando salmodie
para ti.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te aclamarán mis
labios, Señor, cuando salmodie para ti.
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 28, 3-25
SAÚL CONSULTA A LA NIGROMANTE DE ENDOR
En aquellos días, Samuel había ya muerto y todo Israel lo había llorado, siendo
sepultado en Ramá, su ciudad. Saúl había echado del país a los nigromantes y
adivinos.
Habiéndose reunido los filisteos, vinieron a acampar en Sunam. Saúl reunió a
todo Israel y acampó en Gelboé. Vio Saúl el campamento de los filisteos y
sintió temor, temblando sobremanera su corazón. Consultó Saúl al Señor, pero el
Señor no le respondió ni por sueños ni por los urim ni por los profetas. Dijo
entonces Saúl a sus servidores:
«Buscadme una nigromante para que vaya a consultarla.»
Sus servidores le respondieron:
«Aquí en Endor hay una nigromante.»
Se disfrazó Saúl, poniéndose otras ropas, y fue con dos de sus hombres, y,
llegando de noche a donde estaba la mujer, le dijo:
«Adivíname el futuro por medio del espíritu de un muerto y evócame al que yo te
diga.»
La mujer le respondió:
«Bien sabes lo que hizo Saúl, que suprimió de esta tierra a los nigromantes y
adivinos. ¿Por qué tiendes un lazo a mi vida para hacerme morir?»
Saúl juró por el Señor, diciendo:
«¡Vive el Señor!, que ningún castigo te vendrá por este hecho.»
La mujer dijo:
«¿A quién debo evocar?»
Saúl respondió:
«Evócame a Samuel.»
Vio entonces la mujer a Samuel y lanzó un grito, y dijo luego a Saúl:
«¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl!» El rey le dijo:
«No temas, pero ¿qué has visto?»
La mujer respondió:
«Veo un espectro que sube de la tierra.» Saúl le preguntó:
«¿Qué aspecto tiene?»
Ella respondió:
«Es un hombre anciano que sube envuelto en su manto.»
Comprendió Saúl que era Samuel y, cayendo rostro en tierra, se postró. Samuel
dijo a Saúl:
«¿Por qué me perturbas evocándome?» Respondió Saúl:
«Estoy en grande angustia: los filisteos mueven guerra contra mí, Dios se ha
apartado de mí y ya no me responde ni por los profetas ni por sueños. Te he
llamado para que me indiques lo que debo hacer.»
Dijo Samuel:
«¿Para qué me consultas, si el Señor se ha separado de ti y se ha pasado a
otro? El Señor te ha cumplido lo que dijo por mi boca: ha arrancado el reino de
tu mano y se lo ha dado a otro, a David, porque no escuchaste la voz del Señor
y no llevaste a cabo la indignación de su ira contra Amalec. Por eso te trata
hoy de esta manera. También a Israel entregará el Señor en manos de los
filisteos. Mañana tú y tus hijos estaréis conmigo.»
Saúl, sobrecogido, cayó en tierra cuan largo era. Estaba aterrado por las
palabras de Samuel; se hallaba, además, sin fuerzas, porque no había comido
nada en todo el día y toda la noche. Acercóse la mujer a Saúl y, viendo que
estaba tan conturbado, le dijo:
«Tu sierva ha escuchado tu voz y he puesto mi vida en peligro por obedecer las
órdenes que me diste. Escucha, pues, tú también la voz de tu sierva y permíteme
que te sirva un bocado de pan para que comas y tengas fuerzas para ponerte en
camino.»
Saúl se negó, diciendo:
«No quiero comer.»
Pero sus servidores, a una con la mujer, le insistieron hasta que accedió. Se
levantó del suelo y se sentó en el diván. Tenía la mujer en casa un ternero
cebado y se apresuró a degollarlo. Tomó harina, la amasó y coció unos panes
ázimos. Lo sirvió a Saúl y a sus servidores; comieron, se levantaron y
partieron aquella misma noche.
RESPONSORIO Cf. 1Cro 10, 13. 14
R. Murió Saúl por su infidelidad, por no guardar el precepto que el
Señor le había mandado. * Dios transfirió su reino a David.
V. También por haber consultado a una nigromante, en vez de esperar
en el Señor.
R. Dios transfirió su reino a David.
SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Agustín, obispo sobre los salmos.
(Salmo 126, 2: CCL 40, 1857-1858)
EL SEÑOR JESUCRISTO ES EL VERDADERO SALOMÓN
El templo que Salomón edificó para el Señor era tipo y figura de la futura
Iglesia, que es el cuerpo del Señor, tal como dice en el Evangelio: Destruid
este templo y yo lo levantaré en tres días. Del mismo modo que Salomón edificó
aquel templo, se edificó también un templo el verdadero Salomón, nuestro Señor
Jesucristo, el verdadero pacífico. Porque hay que saber que el nombre de
Salomón significa «Pacífico», y el verdadero pacífico es Jesucristo, de quien
dice el Apóstol: Él es nuestra paz, que ha hecho de los dos pueblos una sola
cosa. Él es el verdadero pacífico que unió en su persona, constituyéndose en
piedra angular, los dos muros que provenían de partes opuestas, a saber, el
pueblo de los creyentes que provenían de la circuncisión, y el pueblo de los
creyentes que provenían de la gentilidad incircuncisa; de ambos pueblos hizo
una sola Iglesia, de la que es piedra angular, y por esto es el verdadero
pacífico.
Cristo es el verdadero Salomón, y aquel otro Salomón, hijo de David, engendrado
de Betsabé, rey de Israel, era figura de este Rey pacífico. Por esto el salmo,
para que pienses más bien en el nuevo Salomón, que es quien edificó la
verdadera casa de Dios, empieza con estas palabras: Si el Señor no construye la
casa, en vano se cansan los albañiles. El Señor es, por tanto, quien construye
la casa, es el Señor Jesucristo quien construye su propia casa. Muchos son los que
trabajan en la construcción, pero si él no construye, en vano se cansan los
albañiles. ¿Quiénes son los que trabajan en esta construcción? Todos los que
predican la palabra de Dios en la Iglesia, los dispensadores de los misterios
de Dios. Todos nos esforzamos, todos trabajamos, todos construimos ahora; y
también antes de nosotros se esforzaron, trabajaron, construyeron otros; pero,
si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. Por esto los
apóstoles, y más en concreto Pablo, al ver que algunos se desmoronaban, dice:
Observáis los días, los meses, las estaciones y los años; temo que hagáis vano
mi trabajo entre vosotros. Como sabía que él mismo era edificado interiormente
por el Señor, por esto se lamentaba por aquéllos, por el temor de haber
trabajado en ellos inútilmente.
Nosotros, por tanto, os hablamos desde el exterior, pero es él quien edifica
desde dentro. Nosotros podemos saber cómo escucháis, pero cómo pensáis sólo
puede saberlo aquel que ve vuestros pensamientos. Es él quien edifica, quien
amonesta, quien amedrenta, quien abre el entendimiento, quien os conduce a la
fe; aunque nosotros cooperamos también con nuestro esfuerzo.
RESPONSORIO Cf. 2Cro 5, 14-6, 1. 4; Jn 2, 19
R. El templo fue construido y la gloria del Señor llenó su casa; el
rey exclamó: * «Bendito sea el Señor Dios de Israel, porque ha cumplido todo lo
que dijo a mi padre David.»
V. Destruid este templo y yo lo levantaré en tres días.
R. Bendito sea el Señor Dios de Israel, porque ha cumplido todo lo
que dijo a mi padre David.
Sábado, 13
de julio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,24-33)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Un discípulo no es más que su
maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su
maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado
Belzebú, ¡cuánto más a los criados! No les tengáis miedo, porque nada hay
cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a
saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al
oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo,
pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma
y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo,
ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta
los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay
comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los
hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me
niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Guía nuestros
pasos, Dios de Israel, por el camino de la paz.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1,
68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Guía nuestros
pasos, Dios de Israel, por el camino de la paz.
PRECES
Celebremos la sabiduría y la bondad de Cristo, que ha querido ser amado y
servido en los hermanos, especialmente en los que sufren, y supliquémosle
insistentemente diciendo:
Señor, acrecienta nuestro amor.
Al recordar esta mañana tu santa resurrección,
te pedimos, Señor, que extiendas los beneficios de tu redención a todos los
hombres.
Que todo el día de hoy sepamos dar buen testimonio del nombre cristiano
y ofrezcamos nuestra jornada como un culto espiritual agradable al Padre.
Enséñanos, Señor, a descubrir tu imagen en todos los hombres
y a saberte servir a ti en cada uno de ellos.
Cristo, Señor nuestro, vid verdadera de la que nosotros somos sarmientos,
haz que permanezcamos en ti y demos fruto abundante para que con ello sea
glorificado nuestro Padre que está en el cielo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Con la confianza que nos da nuestra fe, acudamos ahora al Padre, diciendo como
Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Que nuestra voz, Señor, nuestro espíritu y toda nuestra vida sean una continua
alabanza en tu honor, y ya que toda nuestra existencia es un don gratuito de tu
liberalidad, haz que también cada una de nuestras acciones te esté plenamente
dedicada. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Nacido en el año 972 y fallecido en 1024. Nieto de Carlomagno y
sucesor de los tres Otones, fue el más grande apóstol de la paz en el segundo
decenio del siglo XI y uno de los más destacados promotores de la civilización
occidental, colaborando a la labor del Papado y de los monjes de Cluny, de cuyo
abad San Odilón fue gran amigo.
Seguramente, a la primera impresión nadie habría creído que bajo
la pesada armadura de aquel caballero que cabalgaba con sus numerosas tropas
por las grandes llanuras del imperio alemán, se escondía un santo.
Pasada ya la gloriosa restauración de Carlomagno, Europa, en el
siglo x, vive una época de dejadez y brutalidad. Empiezan a aparecer los
desastrosos efectos del feudalismo, la jerarquía eclesiástica está corroída por
las investiduras y por doquier impera la ley del más fuerte.
Parece imposible que aún vivan personas santas, y menos aún que lo
sea uno de los numerosos príncipes feudales. Nos hallamos en la corte del duque
de Baviera Enrique el Batallador y de su esposa Gisela de Borgoña. En el
castillo ducal se celebran grandes festejos porque ha nacido el príncipe
heredero. Se le impone, como a su padre, el nombre de Enrique.
Los primeros años pasan plácidamente, pero pronto es víctima de la
persecución; su padre ha sido vencido en una de las interminables guerras
familiares y se ha visto obligado a huir. Sin embargo, las cosas volverán a su
lugar; el padre recobrará el ducado con todas sus posesiones y Enrique podrá
dedicarse al cultivo de las Letras, bajo la dirección de Wolfgang, el santo
obispo de Ratisbona.
Wolfgang no sólo forma su inteligencia, sino también su voluntad,
dándole una esmerada educación cristiana y una sólida piedad.
A la muerte de su padre, hereda el ducado y se convierte en uno de
los príncipes de más porvenir de Alemania. Con su carácter recto y justiciero
atiende a las necesidades de su pueblo, gobierna con mano al mismo tiempo
fuerte y suave. Sabe comprender y no es vengativo. Prefiere perdonar que
castigar y busca antes el provecho de sus súbditos que sus propios intereses.
En el año 1002, los electores del Sacro Imperio Romano-Germánico
le nombran para el cargo imperial. Acaba de morir Otón III, sin sucesión
directa.
La fama de Enrique, su sinceridad y nobleza, son reconocidas por
todos, y saben que será el emperador ideal. La ascensión al trono imperial es
para el duque de Baviera una empresa difícil. Surgen contrincantes que ha de
vencer, sublevaciones para dominar, querellas entre los señores feudales, que
ha de sofocar, pero Enrique con su fiel ejército atiende a todo.
Vence al rey de Polonia, rechaza a los bizantinos, interviene en
los Estados Pontificios defendiendo los derechos de Benedicto VIII, el legítimo
sucesor de Pedro. Con su prodigioso genio militar sabe triunfar, pero,
diferente de muchos otros de su tiempo, no abusa de la victoria. La justicia
rige todos sus actos.
Su actividad se extiende también a la reforma espiritual del
clero.
En el año 1007 convoca, de acuerdo con las costumbres de su
tiempo, un Concilio general en Francfort. Acuden los numerosos obispos del
Imperio, que dictan severas normas disciplinarias. Después, Enrique procurará
que se cumplan. Restablecido el orden en el Imperio y protegidas las fronteras,
Enrique empezó a reinar con todo su poder. En el año 1014, junto con su esposa,
fue ungido y coronado rey por el propio pontífice, en Roma.
Seguramente pocos reyes tuvieron, ya en vida, tan buena fama y
muchos menos fueron venerados y gozaron del amor de sus súbditos como este
nieto de Carlomagno.
Muestra de su gran virtud es este ejemplo: Al sentirse morir llamó
junto a sí a los grandes del reino y, tomando la mano de su esposa Cunegunda,
también santa, dijo a los padres de ésta: "He aquí a la que vosotros me
habéis dado por esposa ante Cristo; como me la disteis virgen, virgen la pongo
otra vez en las manos de Dios y vuestras". Sus restos reposan en la
catedral de Bamberg.
San Enrique realizó lo que a muchos puede parecer imposible: ser
emperador, vivir continuamente ocupado en los problemas públicos y entre
guerras, y llegar a santo.
Si Enrique de Baviera lo llevó a término fue porque en el
ejercicio de su cargo vio un servicio al prójimo y a Jesucristo. La historia de
Europa nos ofrece pocas vidas tan bellas y útiles como la de Enrique II, el
Santo.
Virgen, Carmelita Descalza Primera Santa chilena
La joven que hoy es glorificada en la Iglesia con el título de
Santa, es un profeta de Dios para los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
TERESA DE JESUS DE LOS ANDES, con el ejemplo de su vida, pone ante
nuestros ojos el evangelio de Cristo, encarnado y llevado a la práctica hasta
las últimas exigencias.
Ella es para la humanidad una prueba indiscutible de que la
llamada de Cristo a ser santos, es actual, posible y verdadera.
Ella se levanta ante nuestros ojos para demostrar que la
radicalidad del seguimiento de Cristo es lo único que vale la pena y lo único
que hace feliz al hombre.
Teresa de Los Andes, con el lenguaje de su intensa vida, nos
confirma que Dios existe, que Dios es amor y alegría, que El es nuestra
plenitud.
Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900. En la pila
bautismal fue llamada Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones
Fernández Solar. Familiarmente se la conocía, y todavía se la conoce hoy, con
el nombre de Juanita.
Su niñez se desarrolló normalmente en el seno familiar: sus
padres, don Miguel Fernández y Lucía Solar; sus tres hermanos y dos hermanas;
el abuelo materno, tíos, tías y primos.
La familia gozaba de muy buena posición económica y conservaba
fielmente la fe cristiana, viviéndola con sinceridad y constancia.
Juana recibió su formación escolar en el colegio de las monjas
francesas del Sagrado Corazón. Entre la vida estudiantil y la vida familiar se
desarrolló su corta e intensa historia. A los catorce años de edad, inspirada
por Dios, decidió consagrarse a El como religiosa, en concreto, como carmelita
descalza.
Su deseo se realizó el 7 de mayo de 1919, cuando ingresó en el
pequeño monasterio del Espíritu Santo en el pueblo de Los Andes, a unos 90 kms.
de Santiago.
El 14 de octubre de ese mismo año vistió el hábito de carmelita,
iniciando así su noviciado con el nombre de Teresa de Jesús. Sabía desde mucho
antes que moriría joven. Más aún, el Señor se lo había revelado, pues ella
misma lo comunicó a su confesor un mes antes de su partida.
Asumió esa realidad con alegría, serenidad y confianza. Segura de
que continuaría en la eternidad su misión de hacer conocer y amar a Dios.
Después de muchas tribulaciones interiores e indecibles
padecimientos físicos, causados por un violento ataque de tifus que acabó con
su vida, pasó de este mundo al Padre al atardecer del 12 de abril de 1920.
Había recibido con sumo fervor los santos sacramentos de la Iglesia y el 7 de
abril había hecho la profesión religiosa en el artículo de la muerte. Aún le faltaban
3 meses para cumplir los 20 años de edad y 6 meses para acabar su noviciado
canónico y poder emitir jurídicamente su profesión religiosa. Murió como
novicia carmelita descalza.
Esa es toda la trayectoria externa de esta joven santiaguina.
Desconcierta, y crece en nosotros el gran interrogante: ¿y qué hizo? Para tal
pregunta hay una respuesta igualmente desconcertante: Vivir, creer, amar.
Cuando los discípulos preguntaron a Jesús qué debían hacer para
vivir según Dios quiere, El respondió: "La obra de Dios es que creáis en
quien El ha enviado" (Jn. 6, 28-29). Por lo tanto, para conocer el valor
de la vida de Juanita, es necesario mirar hacia dentro, donde está el Reino de
Dios.
Ella despertó a la vida de la gracia siendo todavía muy niñita.
Asegura que a los seis años atraída por Dios empezó a volcar su afectividad
totalmente en El.
"Cuando vino el terremoto de 1906, al poco tiempo fue cuando
Jesús principió a tomar mi corazón para sí" (Diario, n. 3, p. 26). Juanita
poseyó una enorme capacidad de amar y ser amada junto con una extraordinaria
inteligencia. Dios le hizo experimentar su presencia, la cautivó con su
conocimiento y la hizo suya a través de las exigencias de la cruz.
Conociéndolo, lo amó; y amándolo se entregó a El con radicalidad.
Desde niña comprendió que el amor se demuestra con obras más que
con palabras, por eso lo tradujo en todos los actos de su vida, empezando por
la raíz. Se miró con ojos sinceros y sabios y comprendió que para ser de Dios
era necesario morir a sí misma y a todo lo que no fuera El.
Su naturaleza era totalmente contraria a la exigencia evangélica:
orgullosa, egoísta, terca, con todos los defectos que esto supone. Como nos
sucede a todos. Pero lo que ella hizo, a diferencia nuestra, fue librar batalla
encarnizada contra todo impulso que no naciera del amor.
A los 10 años era una persona nueva. La motivación inmediata fue
el Sacramento de la Eucaristía que iba a recibir. Comprendiendo que nada menos
que Dios iba a morar dentro de ella, trabajó en adquirir todas las virtudes que
la harían menos indigna de esta gracia, consiguiendo en poquísimo tiempo
transformar su carácter por completo.
En la celebración de este sacramento recibió de Dios gracias
místicas de locuciones interiores que luego se mantuvieron a lo largo de su
vida. La inclinación natural hacia Dios, desde ese día se transformó en
amistad, en vida de oración.
Cuatro años más tarde recibió interiormente la revelación que
determinó la orientación de su vida: Jesucristo le dijo que la quería carmelita
y que su meta debía ser la santidad.
Con la abundante gracia de Dios y con la generosidad de joven
enamorada se dio a la oración, a la adquisición de las virtudes y a la práctica
de la vida según el evangelio, de tal modo que en cortos años llegó a un alto
grado de unión con Dios.
Cristo fue su ideal, su único ideal. Se enamoró de El, y fue
consecuente hasta crucificarse en cada minuto por El. La invadió el amor
esponsal y, por tanto, el deseo de unirse plenamente al que la había cautivado.
Por eso a los 15 años hizo el voto de virginidad por 9 días, renovándolo
después continuamente.
La santidad de su vida resplandeció en los actos de cada día en
los ambientes donde se desarrolló su vida: la familia, el colegio, las amigas,
los inquilinos con quienes compartía sus vacaciones y a quienes, con celo
apostólico, catequizó y ayudó.
Siendo una joven igual a sus amigas, éstas la sabían distinta. La
tomaron por modelo, apoyo y consejera. Juanita sufrió y gozó intensamente, en
Dios, todas las penas y alegrías con que se encuentra el hombre.
Jovial, alegre, simpática, atractiva, deportista, comunicativa. En
los años de su adolescencia alcanzó el perfecto equilibrio síquico y
espiritual, fruto de su ascesis y de su oración. La serenidad de su rostro era
reflejo de Aquel que en ella vivía.
Su vida monacal desde el 7 de mayo de 1919 hasta su muerte fue el
último peldaño de su ascensión a la cumbre de la santidad. Sólo once meses
fueron suficientes para consumar su vida totalmente cristificada.
Muy pronto la comunidad descubrió en ella un paso de Dios por su
historia. En el estilo de vida carmelitano-teresiano, la joven encontró
plenamente el cauce para derramar más eficazmente el torrente de vida que ella
quería dar a la Iglesia de Cristo. Era el estilo de vida que, a su modo, había
vivido entre los suyos, y para el cual había nacido. La Orden de la Virgen
María del Monte Carmelo colmó los deseos de Juanita al comprobar que la Madre
de Dios, a quien amó desde niña, la había traído a formar parte de ella.
Fue beatificada en Santiago de Chile por Su Santidad Juan Pablo
II, el día 3 de abril de 1987. Ha sido solemnemente canonizada por el mismo
Sumo Pontífice en Roma el 21 de marzo de 1993.
Sus restos son venerados en el Santuario de Auco-Rinconada de Los
Andes por miles de peregrinos que buscan y encuentran en ella el consuelo, la
luz y el camino recto hacia Dios.
SANTA TERESA DE JESÚS DE LOS ANDES es la primera Santa chilena, la
primera Santa carmelita descalza fuera de las fronteras de Europa y la cuarta
Santa Teresa del Carmelo tras las Santas Teresas de Avila, de Florencia y de
Lisieux.
Sus Milagros El Bombero Resucitado
El día 4 de diciembre de 1983, el voluntario de la Sexta Compañía
de Bomberos de Santiago, Héctor Uribe Carrasco, cae desde una techumbre durante
un incendio. Sufre un golpe eléctrico de un cable de 380 voltios, quedando
completamente inconsciente y según decían los médicos, con un edema pulmonar,
un edema cerebral y ninguna posibilidad de vida, pues estaba clínicamente
muerto.
Ante esta angustiosa situación, su madre, Señora Olga Carrasco de
La Vega, aconsejada por un voluntario amigo del accidentado, decidió ir hasta
la Cripta de Sor Teresa, para implorar por la vida de su hijo. La súplica la
hizo en la Capilla, acompañada de varios voluntarios y amigos de Héctor, el día
7 de diciembre, es decir, 3 días después del accidente.
Según testimonio de la mamá y de los amigos, desde entonces empezó
a dar señal de recuperación hasta quedar totalmente restablecido.
Los médicos están sorprendidos. El joven vive. Es un resucitado a
instancias de Teresita.
Los antecedentes del caso son enviados a Roma. De miles de
milagros y favores concedidos y adjudicados a la intercesión de Sor Teresita,
es éste el que el consejo de teólogos aprueba en el paso final del proceso y
que llevó a Teresita a la gloria de los altares.
Para iniciar el proceso de Canonización, debe producirse otro
milagro después de la Beatificación.
La Estudiante Resucitada
El día 7 de diciembre de 1988, varias alumnas del Colegio Las
Condes, Institución Teresiana, en el paseo de fin de año escolar, se reunieron
para pasar el día. La alumna Marcela Antúnez Riveros, bañándose en la piscina
del estadio del Banco Chile sufrió asfixia por inmersión. Fue sacada del agua
después de al menos 5 minutos cianótica y sin ningún signo vital.
Mientras la someten a la prácticas de reanimación, dos apoderados
y un grupo de alumnas piden fervorosamente la intervención de Santa Teresa y,
con asombro de los médicos de la clínica Alemana, que a la vista de la ficha
médica temían daño cerebral irreversible, se recuperó rápidamente.
Por precaución la retienen 3 días más en la clínica, saliendo de
ella sin la más mínima lesión cerebral, ni traumas, siendo -los años
siguientes- una alumna destacada en sus estudios.
Realizado canónicamente el proceso en el Arzobispado de Santiago
con las declaraciones de los testigos y de los médicos y llevada a Roma las
actas del proceso, los médicos peritos del Vaticano declararon que la
recuperación total de la niña no tiene explicación científica. Por eso, la
Congregación de los Santos aprobó el milagro para proceder a la Canonización.
Angelina nació en Montegiove, cerca de Orvieto, en 1377. A los 15
años de edad se casó con Juan de Terni, Conde de Civitella. Dos años después
Angelina quedó viuda y dueña del castillo y las tierras de Civitella del
Tronto.
La beata tomó entonces el hábito de la tercera orden de San
Francisco y transformó su casa en una especie de comunidad de terciarias.
Angelina y sus compañeras recorrían la región, predicando a los pecadores,
socorriendo a los necesitados y exhortando a las doncellas a consagrarse a
Dios.
Angelina fue acusada de hechicería, a causa de la influencia que
ejercía sobre las jóvenes y aún de herejía, pues se alegaba que su desprecio
del matrimonio era claramente maniqueísta.
Ladislao, rey de Nápoles, la sometió a juicio en Castelnuovo,
decidido a condenarla a la hoguera, si la encontraba culpable. Angelina
demostró la ortodoxia de su fe y la legitimidad de su conducta, y añadió:
"Si he enseñado o practicado algún error, estoy dispuesta a sufrir el
castigo correspondiente". Ladislao la declaró inocente; pero, como algunos
seguían quejándose de las actividades de la beata y sus compañeras, acabó por
desterrarlas del reino. Angelina que sólo tenía entonces 18 años, se refugió en
Asís. En la Iglesia de Santa María de los Angeles, Dios le dio a entender
claramente que debía fundar en Foligno un monasterio de clausura de la tercera
orden regular de San Francisco.
En 1397, quedó terminado el convento y fue dedicado a Santa Ana.
Angelina fue elegida abadesa de la comunidad, que constaba de doce religiosas.
Según parece, ese fue el primer convento de terciarias regulares con votos y
clausura. En 1399, Angelina fundó en Foligno, el convento de Santa Inés y más
tarde, los de Espoleto, Asís y Viterbo. En vida de la beata fueron fundadas
once más. Murió a los 58 años de edad. Su culto fue aprobado en 1825.