Musica Para el Alma
martes, 28 de diciembre de 2021
LUCAS 2,22-35 CICLO C
*Lecturas del Día V dentro de la Octava de Navidad*
Miércoles, 29 de diciembre de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (2,22-35)*
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres
de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo
escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor»,
y para entregar la oblación, corno dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o
dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre
justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo
moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la
muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al
templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto
por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor,
según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han
visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para
alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así
quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará
el alma.»
Palabra del Señor
(Y he aquí que
había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y
esperaba la consolación de Israel)
*Las cualidades de Simeón están escritas en esta
lectura para que pueda imitarlas. Simeón era Justo, Piado, lleno de Esperanza y
esperaba el consuelo para su pueblo. El justo es aquel que se ajusta a las
normas y precepto del Señor, no por miedo, sino por amor. Las personas piadosas
tienen una virtud que implica devoción hacia el Señor. Simeón aguarda, con una
paciencia probada en el amor, es un hombre que tiene el poder de llenarse de
Esperanza y al mismo tiempo provoca que los que están cercanos a él también se
llenen de Esperanza, se convierte en una fuente inagotable, que de su interior brotan
los buenos deseos de bienestar de los demás*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a
ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL MIERCOLES 29
*LAS LAUDES
Y LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
*Quinto día
de la octava de Navidad, feria*
Laudes
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo
94: Invitación a la alabanza divina
Ant: A Cristo,
que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: A Cristo,
que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno
Eres niño y has amor:
¿qué farás cuando mayor?
Pues en tu natividad
te quema la caridad,
en tu varonil edad,
¿quién sufrirá su calor?
Eres niño y has amor:
¿qué farás cuando mayor?
Será tan vivo su fuego
que, con importuno ruego,
por salvar el mundo ciego
te dará mortal dolor.
Eres niño y has amor:
¿qué farás cuando mayor?
Arderá tanto tu gana
que por la natura humana
querrás pagar su manzana
con muerte de malhechor.
Eres niño y has amor:
¿qué farás cuando mayor?
¡Oh amor, digno de espanto!
Pues que en este niño santo
has de pregonarte tanto,
cantemos a su loor:
Eres niño y has amor:
¿qué farás cuando mayor?
Primer
Salmo
Salmo
62,2-9: El alma sedienta de Dios
Ant: «¿A Quién
habéis visto pastores? Hablad, contádnoslo. ¿Quién se ha aparecido en la
tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al
Señor.» Aleluya.
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas
Oh Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: «¿A Quién
habéis visto pastores? Hablad, contádnoslo. ¿Quién se ha aparecido en la
tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al
Señor.» Aleluya.
Cántico
AT
Daniel
3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor
Ant: El ángel
dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría; hoy os ha nacido el Salvador
del mundo.» Aleluya.
Alabad al
Señor, sus siervos todos (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant: El ángel
dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría; hoy os ha nacido el Salvador
del mundo.» Aleluya.
Segundo
Salmo
Salmo
149: Alegría de los santos
Ant: Hoy nos
ha nacido un niño que se llamará Dios fuerte. Aleluya.
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Hoy nos
ha nacido un niño que se llamará Dios fuerte. Aleluya.
Lectura
Bíblica
Hb 1,1-2
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente
a nuestros padres por los profetas. Ahora en esta etapa final, nos ha hablado
por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido
realizando las edades del mundo.
V/. El Señor ha revelado, Aleluya. Aleluya.
R/. El Señor ha revelado, Aleluya. Aleluya.
V/. Su salvación.
R/. Aleluya. Aleluya.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. El Señor ha revelado, Aleluya. Aleluya.
Lectura
Bíblica
V/. Al verlo los pastores.
R/. Contaron lo que les habían dicho
de aquel niño.
Acción de
gracias y súplica
Col 1,1-14
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio
de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos que viven en Colosas, hermanos
fieles en Cristo. Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre.
En nuestras oraciones damos siempre gracias
por vosotros a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, desde que nos enteramos
de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los santos. Os
anima a esto la esperanza de lo que Dios os tiene reservado en los cielos, que
ya conocisteis cuando llegó hasta vosotros por primera vez el Evangelio, la
palabra, el mensaje de la verdad. Éste se sigue propagando y va dando fruto en
el mundo entero, como ha ocurrido entre vosotros desde el día en que lo
escuchasteis y comprendisteis de verdad la gracia de Dios. Fue Epafras quien os
lo enseñó, nuestro querido compañero de servicio, fiel ministro de Cristo para
con vosotros, el cual nos ha informado de vuestro amor en el Espíritu.
Por esta razón, nosotros, desde que nos
enteramos, no dejamos de rezar a Dios por vosotros y de pedir que consigáis un
conocimiento perfecto de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia
espiritual. De esta manera, vuestra conducta será digna del Señor, agradándole
en todo; fructificaréis en toda clase de obras buenas y aumentará vuestro
conocimiento de Dios.
El poder de su gloria os dará fuerza para
soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias al
Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la
luz. El nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al
reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el
perdón de los pecados.
R/. Demos gracias a Dios Padre, que
nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su
Hijo querido.
V/. Todo beneficio y todo don
perfecto viene de arriba, del Padre de los astros.
R/. Que nos ha sacado del dominio de
las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.
En la
plenitud de los tiempos vino la plenitud de la divinidad
San Bernardo, abad
Sermón en
la Epifanía del Señor 1,1-2
Ha aparecido la bondad de Dios,
nuestro Salvador, y su amor al hombre. Gracias sean dadas a Dios, que
ha hecho abundar en nosotros el consuelo en medio de esta peregrinación, de
este destierro, de esta miseria.
Antes de que apareciese la humanidad de
nuestro Salvador, su bondad se hallaba también oculta, aunque ésta ya existía,
pues la misericordia del Señor es eterna. ¿Pero cómo, a pesar de ser tan
inmensa, iba a poder ser reconocida? Estaba prometida, pero no se la alcanzaba
a ver; por lo que muchos no creían en ella. Efectivamente, en distintas
ocasiones y de muchas maneras habló Dios por lo profetas. Y decía: Yo
tengo designios de paz y no de aflicción. Pero ¿qué podía responder
el hombre que sólo experimentaba la aflicción e ignoraba la paz? ¿Hasta cuándo
vais a estar diciendo: «Paz, paz», y no hay paz? A causa de lo
cual los mensajeros de paz lloraban amargamente, diciendo: Señor,
¿quién creyó nuestro anuncio? Pero ahora los hombres tendrán que creer
a sus propios ojos, y que los testimonios de Dios se han vuelto
absolutamente creíbles. Pues para que ni una vista perturbada pueda dejar
de verlo, puso su tienda al sol.
Pero de lo que se trata ahora no es de la
promesa de la paz, sino de su envío; no de la dilatación de su entrega, sino de
su realidad; no de su anuncio profético, sino de su presencia. Es como si Dios
hubiera vaciado sobre la tierra un saco lleno de su misericordia; un saco que
habría de desfondarse en la pasión, para que se derramara nuestro precio,
oculto en él; un saco pequeño, pero lleno. Y que un niño se nos ha dado,
pero en quien habita toda la plenitud de la divinidad. Ya que,
cuando llegó la plenitud del tiempo, hizo también su aparición la plenitud de
la divinidad. Vino en carne mortal para que, al presentarse así ante quienes
eran carnales, en la aparición de su humanidad se reconociese su bondad.
Porque, cuando se pone de manifiesto la humanidad de Dios, ya no puede
mantenerse oculta su bondad. ¿De qué manera podía manifestar mejor su bondad
que asumiendo mi carne? La mía, no la de Adán, es decir, no la que Adán tuvo
antes del pecado.
¿Hay algo que pueda declarar más
inequívocamente la misericordia de Dios que el hecho de haber aceptado nuestra
miseria? ¿Qué hay más rebosante de piedad que la Palabra de Dios convertida en
tan poca cosa por nosotros? Señor, ¿qué es el hombre, para que te
acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Que deduzcan de aquí
los hombres lo grande que es el cuidado que Dios tiene de ellos; que se enteren
de lo que Dios piensa y siente sobre ellos. No te preguntes, tú, que eres
hombre, por lo que has sufrido, sino por lo que sufrió él. Deduce de todo lo
que sufrió por ti, en cuánto te tasó, y así su bondad se te hará evidente por
su humanidad. Cuanto más bueno se hizo en su humanidad, tanto más grande se
reveló en su bondad; y cuanto más se dejó envilecer por mí, tanto más querido
me es ahora. Ha aparecido -dice el Apóstol- la bondad
de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre. Grandes y manifiestos son,
sin duda, la bondad y el amor de Dios, y gran indicio de bondad reveló quien se
preocupó de añadir a la humanidad el nombre de Dios.
R/. Dios nos ha destinado en la
persona de Cristo a ser sus hijos. Por pura iniciativa suya, para que la gloria
de su gracia redunde en alabanza suya.
V/. A los que había escogido, él los
predestinó a ser imagen de su Hijo.
R/. Por pura iniciativa suya, para
que la gloria de su gracia redunde en alabanza suya.
*Lecturas del Día V dentro de la
Octava de Navidad*
Miércoles,
29 de diciembre de 2021
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,22-35)*
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres
de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo
escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor»,
y para entregar la oblación, corno dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o
dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre
justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo
moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la
muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al
templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto
por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor,
según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han
visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para
alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así
quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará
el alma.»
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: Los
pastores se decían unos a otros: «vamos derechos a Belén, a ver eso que ha
pasado y que nos ha comunicado el Señor.»
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Los
pastores se decían unos a otros: «vamos derechos a Belén, a ver eso que ha
pasado y que nos ha comunicado el Señor.»
Preces
Ya que Dios en su misericordia
nos ha enviado a Cristo, príncipe de la paz, digamos con toda confianza:
Concede, Señor, la paz a todos los hombres
·
- Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en estos
días en que la Iglesia celebra tu amor salvífico,
dígnate acoger benigno nuestras alabanzas.
·
- Tú que desde el principio prometiste que, por Cristo, darías tu
victoria a los hombres,
haz que todos los pueblos sean iluminados por la luz del Evangelio.
·
- Para gloria de tu Hijo, cuyo día Abraham contempló lleno de
alegría, los patriarcas esperaron, los profetas anunciaron y todos los pueblos
desearon,
haz que el pueblo de Israel alcance la salvación.
·
- Tú que quisiste que el nacimiento de tu Hijo fuera anunciado por
los espíritus celestes y celebrado por los apóstoles, los mártires y los fieles
de todos los siglos,
concede a la tierra aquella paz que anunciaron los ángeles.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Tal como
nos enseñó el Señor, terminemos nuestra oración, diciendo:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu
Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios todopoderoso, a quien nadie ha visto nunca, tú que has
disipado las tinieblas del mundo con la venida de Cristo, la luz verdadera,
míranos complacido, para que podamos cantar dignamente la gloria del nacimiento
de tu Hijo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
*Quinto día
de la octava de Navidad, feria*
Vísperas
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
El mal se
destierra,
ya vino el consuelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el mundo es trasunto
del eterno bien,
pues está en Belén
todo el cielo junto.
Ya no habrá más guerra
entre cielo y suelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya baja a ser hombre
porque subáis vos,
ya están hombre y Dios
en un solo hombre.
Ya muere el recelo
y el llanto se cierra:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el hombre no tiene
sueños de grandeza,
porque el Dios que viene
viene en la pobreza.
Ya nadie se encierra
en su propio miedo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote
Ant: Eres
príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te
engendré, como rocío, antes de la aurora.
Cristo
tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co
15,25)
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Eres
príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te
engendré, como rocío, antes de la aurora.
Segundo
Salmo
Salmo
129: Desde lo hondo, a ti grito, Señor
Ant: Del Señor
viene la misericordia y la redención copiosa.
Él
salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1,21)
Desde lo
hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Del Señor
viene la misericordia y la redención copiosa.
Cántico
NT
Colosenses
1,12-20: Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre
los muertos
Ant: En el
principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha
nacido como Salvador del mundo.
Damos
gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de Él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por Él y para Él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: En el
principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha
nacido como Salvador del mundo.
Lectura
Bíblica
1Jn 1,1-3
Lo que existía desde el principio, lo que hemos visto con nuestros
propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la
vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos
testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos
manifestó. Esto que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos
con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
V/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
V/. Y acampó entre nosotros.
R/. Aleluya, Aleluya.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
Cántico
Evangélico
Ant: El Rey
del cielo ha querido nacer de una virgen para llevar a su reino al hombre, que
se había extraviado
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Rey
del cielo ha querido nacer de una virgen para llevar a su reino al hombre, que
se había extraviado
Preces
Acudamos a Dios Padre, que ungió a su Unigénito con el Espíritu
Santo para que anunciara la salvación a los pobres, y digámosle:
Dios de misericordia, ten piedad de nosotros
·
- Dios eterno y lleno de misericordia, que quieres que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, te damos gracias
porque has enviado a tu Hijo al mundo;
y te pedimos que todos los hombres puedan alegrarse de su nacimiento
·
- Tú que has enviado a Cristo, para anunciar la salvación a los
pobres, la liberación a los oprimidos y para proclamar un tiempo de gracia,
concede al mundo entero la libertad y la paz
·
- Tú que iluminaste a los sabios de Oriente y los encaminaste para
que adoraran a tu Hijo,
ilumina nuestra fe y acepta la ofrenda de nuestra oración
·
- Tú que convocas a todos los hombres y, sacándolos de los
dominios de las tinieblas, los trasladas al reino de tu Hijo querido, para que
al nombre de Jesús toda rodilla se doble,
haz que demos siempre testimonio de tu Evangelio
·
- Tú que quisiste que Cristo, nacido en Belén, fuera luz para
alumbrar a las naciones,
haz que la luz eterna brille sobre nuestros difuntos
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Unidos
fraternalmente, como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre
común:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios todopoderoso, a quien nadie ha visto nunca, tú que has
disipado las tinieblas del mundo con la venida de Cristo, la luz verdadera,
míranos complacido, para que podamos cantar dignamente la gloria del nacimiento
de tu Hijo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.