Musica Para el Alma
miércoles, 17 de septiembre de 2025
LUCAS 7,36-50 CICLO C
Lecturas
del Jueves de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario
18 Sep 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio
según san Lucas (7,36-50)*
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que
fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la
mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba
comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose
detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas,
se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el
perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si éste fuera profeta,
sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.»
Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.»
Él respondió: «Dímelo, maestro.»
Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debla quinientos
denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los
dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?»
Simón contestó: «Supongo que aquel a quien le perdonó más.»
Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente.»
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en
tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los
pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella,
en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste
la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por
eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero
al que poco se le perdona, poco ama.»
Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados.»
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: «¿Quién es éste, que hasta
perdona pecados?»
Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Palabra del Señor
*Que la
Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
(Colocándose detrás junto a sus
pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba
con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume)
*Esta mujer me regala una verdadera enseñanza, puedo
ver que a ella no le interesa lo que los demás piensen de ella. Ella sabía que había
un hombre llamado Jesús, que le podía dar una vida nueva y verdadera sin engaño.
Antes ella se bañaba por fuera y seguía sucia interiormente, ahora lava su alma
con lágrimas y las va dejando caer sobre los pies del hombre más Puro y Santo
que existe y con sus cabellos le va secando los pies, luego le besa los pies
como diciendo, soy tuya puedes hacer conmigo lo que quieras, te pertenezco Jesús.
Antes usaba los perfumes para conquistar, ahora derramó su perfume más caro,
sobre los pies Jesús, como diciéndole: Me has seducido Señor y me he dejado
seducir, has luchado conmigo y me has podido eres más fuerte que yo. El Señor
no la rechaza, es todo lo contrario él, la acoge. Esta mujer dejo de ser mala
persona y se convirtió en una buena persona, tan buena que me dejo un espacio
para yo también haga lo mismo y me arroje a los pies de Jesús, y recibir lo que
ella recibió: Tus pecados están
perdonados, vete en paz*
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAUDES Y VISPERAS DEL JUEVES 18
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
Laudes - JUEVES XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2025
18 de septiembre de 2025.
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Entrad en la presencia del Señor con vítores.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
¡Nacidos de la luz!, ¡hijos del día!
Vamos hacia el Señor de la mañana;
su claridad disipa nuestras sombras
y llena el corazón de regocijo.
Que nuestro Dios, el Padre de la gloria,
limpie la oscuridad de nuestros ojos
y nos revele, al fin, cuál es la herencia
que nos legó en el Hijo Primogénito.
¡Honor y gloria a Dios, Padre celeste,
por medio de su Hijo Jesucristo
y el don de toda luz, el Santo Espíritu,
que vive por los siglos de los siglos! Amén.
Salmodia
Antífona 1: En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Salmo 142,1-11
Lamentación y súplica ante la angustia
El
hombre no se justifica por cumplir la ley, sino por creer en Cristo Jesús. (Ga
2,16)
Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú, que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Antífona 2: El Señor hará derivar hacia Jerusalén, como un río, la paz.
Is 66,10-14a
Consuelo y gozo para la ciudad santa
La
Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre. (Ga 4,26)
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
mamaréis a sus pechos
y os saciaréis de sus consuelos,
y apuraréis las delicias
de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella,
como un río, la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo,
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo, se alegrará vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado.»
Antífona 3: Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
Salmo 146 (1-11)
Poder y bondad de Dios
A
ti, oh Dios, te alabamos; a ti, Señor, te reconocemos.
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los jarretes del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Lectura Breve
Rm 8,18-21
Los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria
que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando
la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la
frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la
esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la
corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Responsorio Breve
R. Velando
* Medito en ti, Señor. Velando.
V. Porque fuiste mi auxilio. * Medito en ti, Señor. Gloria al Padre.
Velando.
Primera Lectura
Del libro del profeta Oseas 13, 1-14, 1
ÚLTIMA SENTENCIA DE APROBACIÓN
Cuando Efraím hablaba, era respetado en Israel;
pero se hizo reo de idolatría y murió. Y ahora repiten el pecado: se funden
ídolos de plata, imágenes de artesanos, obras de escultores. Les dirigen
oraciones, ofrecen sacrificios humanos, adoran a los toros. Por ello serán como
nube matutina, como rocío temprano que pasa, como tamo arrebatado de la era,
como humo por la ventana.
Pero yo soy el Señor, Dios tuyo desde Egipto; no reconocerás a otro Dios que a
mí, ni tendrás otro salvador fuera de mí. Yo te escogí en el desierto, en
tierra árida. Cuando pacían se hartaban, se hartaban y se engreía su corazón, y
así se olvidaban de mí. Seré para ellos como león, los acecharé como pantera en
el camino. Los asaltaré como una osa a quien roban las crías, despedazaré su
pecho, los devoraré como un león; las fieras los descuartizarán.
Te matan, Israel, porque sólo en mí está tu auxilio. ¿Dónde está tu rey para
salvarte en todas tus ciudades?; ¿dónde tus gobernantes, a quienes pedías:
«Dadnos un rey y príncipes»? Airado, te di un rey, y encolerizado te lo
quitaré.
La iniquidad de Efraím está registrada, está
archivado su pecado. Le asaltan dolores de parto: hijo necio, que a su tiempo
no sabe colocarse en la matriz. ¿Los libraré del poder del abismo, los
rescataré de la muerte? ¿Dónde están tus plagas, muerte, dónde tus fiebres,
abismo? El consuelo se aparta de mi vista.
Aunque germinaba entre sus hermanos, vendrá el viento solano, el huracán que
sube del desierto: aridece el verde, se seca el manantial; saquean los tesoros,
los enseres preciosos. Samaria expiará la rebelión contra su Dios: caerán a
espada, sus hijos serán estrellados, abrirán en canal a las preñadas.
Responsorio Os 13, 4-5
R. Yo
soy el Señor, Dios tuyo desde Egipto; no reconocerás a otro Dios que a
mí, * ni
tendrás otro salvador fuera de mí.
V. Yo te escogí en el desierto, en tierra árida.
R. Ni tendrás otro salvador fuera de mí.
Segunda Lectura
Del sermón de san Agustín, obispo, sobre los
pastores
(Sermón 46, 9: CCL. 41, 535-536)
SÉ UN MODELO PARA LOS FIELES
Después de haber hablado el Señor de lo que estos
pastores aman, habla de lo que desprecian. Son muchos los defectos de las
ovejas, y las ovejas sanas y gordas son muy pocas, es decir, las que se hallan
robustecidas con el alimento de la verdad, alimentándose de buenos pastos por
gracia de Dios. Pues bien, aquellos malos pastores no las apacientan. No les
basta con no curar a las débiles y enfermas, con no cuidarse de las errantes y
perdidas. También hacen todo lo posible por acabar con las vigorosas y cebadas.
A pesar de lo cual, siguen viviendo. Siguen viviendo por pura misericordia de Dios:
Pero, por lo que toca a los malos pastores, no hacen sino matar. "¿Y cómo
matan?", me preguntarás. Matan viviendo mal, dando mal ejemplo. Pues no en
vano se le dice a aquel siervo de Dios, que destaca entre los miembros del
supremo Pastor: Preséntate en todo como un modelo de buena conducta, y también:
Sé un modelo para los fieles.
Porque, la mayor parte de las veces, aun la oveja sana, cuando advierte que su
pastor vive mal, aparta sus ojos de los mandatos de Dios y se fija en el
hombre, y comienza a decirse en el interior de su corazón: "Si quien está
puesto para dirigirme vive así, ¿quién soy yo para no obrar como él obra? Así
el mal pastor mata a la oveja sana. Y mató a la que estaba fuerte, ¿qué va a
ser lo que haga a las otras, si con el ejemplo de su vida acaba de matar a la
que él no había fortalecido, sino que la había encontrado ya fuerte y robusta? Os
aseguro, hermanos queridos, que, aunque las ovejas sigan viviendo, y estén
firmes en la palabra del Señor y se atengan a lo que escucharon de sus labios:
Haced lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen; sin embargo, quien
vive de mala manera a los ojos del pueblo por lo que a él se refiere, está
matando a los que lo ven. Y que no se tranquilice diciéndose que la oveja no ha
muerto. Es verdad que no ha muerto, pero él es un homicida; Es lo mismo que
cuando un hombre lascivo mira a una mujer con mala intención: aunque ella se
mantenga casta, él, en cambio, ha pecado. La palabra de Dios es verdadera e
inequívoca: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con
ella en su interior. No ha penetrado hasta su habitación, pero la ha deseado en
su propia habitación interior.
Así, pues, todo aquel que vive mal a la vista de quienes son sus subordinados,
por lo que a él toca, mata hasta a los fuertes. Quien lo imita muere, mientras
que quien no lo imita vive. Pero él, por su parte, ha matado a ambos. Matáis
las más gordas —dice el profeta— y, las ovejas, ni las apacentáis.
Responsorio Lc 12, 48;
Sb 6, 6
R. A
aquel a quien mucho se le ha dado mucho se le exigirá; * y
a quien más se le haya
confiado más se le reclamará.
V. Un juicio severo les espera a los que mandan.
R. Y a quien más se le haya confiado más se le reclamará.
Lecturas del Jueves de la XXIV
Semana del Tiempo Ordinario
18
Sep 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,36-50)*
En
aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús,
entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad,
una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con
un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso
a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los
cubría de besos y se los ungía con el perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si éste fuera profeta,
sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.»
Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.»
Él respondió: «Dímelo, maestro.»
Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debla quinientos
denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los
dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?»
Simón contestó: «Supongo que aquel a quien le perdonó más.»
Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente.»
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en
tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los
pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella,
en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste
la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por
eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero
al que poco se le perdona, poco ama.»
Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados.»
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: «¿Quién es éste, que hasta
perdona pecados?»
Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Palabra
del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Anuncia
a tu pueblo, Señor, la salvación, y perdónanos nuestros pecados.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Invoquemos a Dios, de quien viene la salvación para
su pueblo, diciendo: 'Escúchanos, Señor'.
Bendito seas Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que, en tu gran
misericordia, nos has hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, —por la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos.
Tú que en Cristo renovaste al hombre, creado a imagen tuya, —haz que seamos
imagen de tu Hijo.
Derrama en nuestros corazones, lastimados por el odio y la envidia, —tu
Espíritu de amor.
Concede hoy trabajo a quienes lo buscan, pan a los hambrientos, alegría a los
tristes, —a todos la gracia y la salvación.
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Concédenos, Señor, que nos sea siempre anunciada la
salvación, para que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos te
sirvamos fielmente con santidad y justicia todos nuestros días. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - JUEVES XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2025
18 de septiembre de 2025.
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Porque anochece ya,
porque es tarde, Dios mío,
porque temo perder
las huellas del camino,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.
Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro
y escudriñé curioso
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.
Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde!
¡Quédate al fin conmigo! Amén.
Salmodia
Antífona 1: Tú eres, Señor, mi bienhechor, mi refugio donde me pongo a salvo.
Salmo 143,1-8
Oración por la victoria y la paz
Su
brazo se adiestró en la pelea cuando venció al mundo; dijo, en efecto: «Yo he
vencido al mundo». (S. Hilario)
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?;
¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende;
toca los montes, y echarán humo;
fulmina el rayo y dispérsalos;
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Antífona 2: Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Salmo 143,9-15
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel,
sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Antífona 3: Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Ap 11, 17-18;12,10b-12a
El juicio de Dios
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Lectura Breve
Cf. Col 1,23
Permaneced cimentados y estables en la fe, e
inamovibles en la esperanza del Evangelio que escuchasteis. Es el mismo que se
proclama en la creación entera bajo el cielo.
Responsorio Breve
R. El
Señor es mi pastor, * Nada me falta. El Señor.
V. En verdes praderas me hace recostar. * Nada me falta. Gloria al
Padre. El Señor.
Canto Evangélico
Antifona: A
los hambrientos de justicia, el Señor los sacia y colma de bienes.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Invoquemos a Cristo, luz del mundo y alegría de
todo ser viviente, y digámosle confiados: 'Concédenos, Señor, la salud y la
paz'.
Luz indeficiente y Palabra eterna del Padre, que has venido a salvar a todos
los hombres, —ilumina a los catecúmenos de la Iglesia con la luz de tu verdad.
No lleves cuenta de nuestros delitos, Señor, —pues de ti procede el perdón.
Señor, que has querido que la inteligencia del hombre investigara los secretos
de la naturaleza, —haz que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al
bienestar de todos los hombres.
Protege, Señor, a los que se han consagrado en el mundo al servicio de sus
hermanos; —que, con libertad de espíritu y sin desánimos, puedan realizar su
ideal.
Señor, que abres y nadie cierra, —lleva a tu luz a los que han muerto con la
esperanza de la resurrección.
Porque todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios, confiadamente nos
atrevemos a decir: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Acoge benigno, Señor, nuestra súplica vespertina y
haz que, siguiendo las huellas de tu Hijo, fructifiquemos con perseverancia en
buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL JUEVES 18 DE SEPTIEMBRE 2025
Lecturas
del Jueves de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario
18 Sep 2025
Primera Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo
(4,12-16):
Nadie te desprecie por ser joven; sé tú un
modelo para los fieles, en el hablar y en la conducta, en el amor, la fe y la
honradez. Mientras llego, preocúpate de la lectura pública, de animar y
enseñar. No descuides el don que posees, que se te concedió por indicación de
una profecía con la imposición de manos de los presbíteros. Preocúpate de esas
cosas y dedícate a ellas, para que todos vean cómo adelantas. Cuídate tú y
cuida la enseñanza; sé constante; si lo haces, te salva ras a ti y a los que te
escuchan.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 110,7-8.9.10
R/. Grandes son las obras del Señor
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud. R/.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible. R/.
Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre. R/.
Lecturas
del Jueves de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario
18 Sep 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio
según san Lucas (7,36-50)*
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que
fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la
mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba
comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose
detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas,
se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el
perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si éste fuera profeta,
sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.»
Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.»
Él respondió: «Dímelo, maestro.»
Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debla quinientos
denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los
dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?»
Simón contestó: «Supongo que aquel a quien le perdonó más.»
Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente.»
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en
tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los
pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella,
en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste
la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por
eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero
al que poco se le perdona, poco ama.»
Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados.»
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: «¿Quién es éste, que hasta
perdona pecados?»
Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Palabra del Señor
*Que la
Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
(Colocándose detrás junto a sus
pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba
con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume)
*Esta mujer me regala una verdadera enseñanza, puedo
ver que a ella no le interesa lo que los demás piensen de ella. Ella sabía que había
un hombre llamado Jesús, que le podía dar una vida nueva y verdadera sin engaño.
Antes ella se bañaba por fuera y seguía sucia interiormente, ahora lava su alma
con lágrimas y las va dejando caer sobre los pies del hombre más Puro y Santo
que existe y con sus cabellos le va secando los pies, luego le besa los pies
como diciendo, soy tuya puedes hacer conmigo lo que quieras, te pertenezco Jesús.
Antes usaba los perfumes para conquistar, ahora derramó su perfume más caro,
sobre los pies Jesús, como diciéndole: Me has seducido Señor y me he dejado
seducir, has luchado conmigo y me has podido eres más fuerte que yo. El Señor
no la rechaza, es todo lo contrario él, la acoge. Esta mujer dejo de ser mala
persona y se convirtió en una buena persona, tan buena que me dejo un espacio
para yo también haga lo mismo y me arroje a los pies de Jesús, y recibir lo que
ella recibió: Tus pecados están
perdonados, vete en paz*
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.