Musica Para el Alma

domingo, 22 de diciembre de 2024

GOTAS DE MISERICORDIA


 

LUCAS 1,57-66 CICLO C


 

Lecturas del Feria de Adviento (23 de diciembre).

23 Dic 2024

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66):

 

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.

 

Palabra del Señor

 

*Que la Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*

 

(El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios)

*Qué alegría saber que con solo escribir el nombre de un recién nacido; tiene la gracia y el poder de llenar a una persona de gozo, y al mismo tiempo comienza a bendecir. Zacarías cuando escribió el nombre, de cómo se llamaría su hijo, recibe al mismo tiempo, la liberta de poder expresar con sus labios todas las gracias que había dentro de él. Debemos recordar que cuando Zacarías duda en cierta forma de las palabras del Ángel, porque él se miró y vio que su condición física y la de su esposa Isabel no eran ya la más adecuada, el ángel hizo que de su boca desaparezcan las palabras y queda mudo. Pero cundo escribió: juan será su nombre, se desato su lengua. Juan quiere decir (el Señor ha regalado). También esta lectura viene en mi ayuda porque también el Señor, quiere desatar las amarras de mi corazón, para que me pueda llenar de gozo y disfrutar bendiciendo al Señor*  

 

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.


R. Amén.

LAUDES Y VISPERAS DEL LUNES 23


 

*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

 

*Laudes - 23 DE DICIEMBRE 2024*

 

El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para el día, lunes, 23 de diciembre de 2024. Otras celebraciones del día: San Juan de Kety, presbítero .

 

Invitatorio

 

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

 

Antifona: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

 

Salmo 94

Invitación a la alabanza divina

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)

 

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

(Se repite la antífona)

 

Laudes

 

Himno

 

Ya muy cercano, Emmanuel
hoy te presiente Israel,
que en triste exilio vive ahora
y redención de ti implora.

Ven ya, del cielo resplandor,
Sabiduría del Señor,
pues con tu luz, que el mundo ansía,
nos llegará nueva alegría.

Llegando estás, Dios y Señor,
del Sinaí legislador,
que la ley santa promulgaste
y tu poder allí mostraste.

Ven, Vara santa de Jesé,
contigo el pueblo a lo que fue
volver espera, pues aún gime
bajo el cruel yugo que lo oprime.

Ven, Llave de David, que al fin
el cielo abriste al hombre ruin
que hoy puede andar libre su vía,
con la esperanza del gran día.

Aurora tú eres que, al nacer,
nos trae nuevo amanecer,
y, con tu luz, viva esperanza
el corazón del hombre alcanza.

Rey de la gloria, tu poder
al enemigo ha de vencer,
y, al ayudar nuestra flaqueza,
se manifiesta tu grandeza. Amén.

 

Salmodia

 

Antífona 1: Por la mañana sácianos de tu misericordia, Señor.

 

Salmo 89

Baje a nosotros la bondad del Señor

Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. (2P 3,8)

 

Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.

Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se acabaron como un suspiro.

Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.

¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
quién ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
Ten compasión de tus siervos;
por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.

Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.

 

Antífona 2: Llegue hasta el confín de la tierra la alabanza del Señor.

 

Is 42,10-16

Cántico nuevo al Dios vencedor y salvador

Cantan un cántico nuevo delante del trono de Dios. (Ap 14,3)

 

Cantad al Señor un cántico nuevo,
llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;
+ muja el mar y lo que contiene,
las costas y sus habitantes;

alégrese el desierto con sus tiendas,
los cercados que habita Cadar;
exulten los habitantes de Petra,
clamen desde la cumbre de las montañas;
den gloria al Señor,
anuncien su alabanza en las costas.

El Señor sale como un héroe,
excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido,
mostrándose valiente frente al enemigo.

«Desde antiguo guardé silencio,
me callaba, aguantaba;
como parturienta, grito,
jadeo y resuello.

Agostaré montes y collados,
secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en yermo,
desecaré los estanques;
conduciré a los ciegos
por el camino que no conocen,
los guiaré por senderos que ignoran;
ante ellos convertiré la tiniebla en luz,
lo escabroso en llano.»

 

Antífona 3: Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.

 

Salmo 134,1-12

 

Himno a Dios, realizador de maravillas

Vosotros sois… un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. (1P 2,9)

 

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

 

Lectura Breve

Jr 30, 21. 22

 

Esto dice el Señor: «Saldrá de Jacob un príncipe, su señor saldrá de en medio de él; me lo
acercaré y se llegará a mí. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.»

 

Responsorio Breve

 

V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

 

 

V. Derrama, Señor, tu misericordia sobre nosotros.
R. Danos tu salvación, según tu promesa.

 

Lecturas

 

Primera Lectura

 

Del libro del profeta Isaías 51, 1-11

DIOS PROMETE LA SALVACIÓN A LOS HIJOS DE ABRAHAM

 

Prestadme oído, seguidores de lo justo, los que buscáis al Señor. Reparad en la peña de
donde fuisteis tallados, y en la cavidad de pozo de donde fuisteis excavados. Reparad en
Abraham vuestro padre, y en Sara, que os dio a luz; pues uno solo era cuando le llamé,
pero le bendije y le multipliqué.
Cuando haya consolado el Señor a Sión, haya consolado todas sus ruinas y haya
trocado el desierto en Edén y la estepa en Paraíso del Señor, regocijo y alegría se
encontrarán en ella, alabanza y son de canciones.
Préstame atención, pueblo mío, mi nación, escúchame; que una instrucción saldrá de
mí, y juicio mío para luz de las naciones. Inminente, cercana está mi justicia, saldrá mi
liberación, y mis brazos juzgarán a los pueblos. Las islas esperan en mí y cuentan con mi
brazo.
Alzad a los cielos vuestros ojos y contemplad la tierra abajo, pues los cielos como
humareda se disiparán, la tierra como un vestido se gastará y sus moradores como el
mosquito morirán. Pero mi salvación por siempre será, y mi justicia se mantendrá intacta.
Prestadme oído, sabedores de lo justo, pueblo consciente de mi ley. No temáis las
injurias de los hombres, y de sus ultrajes no os asustéis; pues como un vestido se los
comerá la polilla, y como lana los comerá la tiña. Pero mi justicia por siempre será, y mi
salvación por generaciones de generaciones.
¡Despierta, despierta, revístete de poderío, oh brazo del Señor! ¡Despierta como en los
días de antaño, en las generaciones pasadas! ¿No eres tú el que partió al dragón, el que
atravesó al Dragón? ¿No eres tú el que secó la Mar, las aguas del gran Océano, el que
trocó las honduras del mar en camino para que pasasen los rescatados?
Los redimidos del Señor volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría
eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós, el penar y
suspiros!

 

Responsorio Cf. Is 51, 4. 5; cf. 35, 10

 

R. Hacedme caso, pueblos, dadme oído, naciones, * en un momento haré llegar mi Justo,
amanecerá como el día mi Salvador.
V. Volverán los rescatados del Señor, vendrán a Sión entre aclamaciones.
R. En un momento haré llegar mi Justo, amanecerá como el día mi Salvador.

 

 

Segunda Lectura

 

Del Tratado de san Hipólito, presbítero, contra la herejía de Noeto (Caps. 9-12: PG 10, 815-819)

 

MANIFESTACIÓN DEL MISTERIO ESCONDIDO

 

Hay un único Dios, hermanos, que sólo puede ser conocido a través de las Escrituras
santas: Por ello debemos esforzarnos por penetrar en todas las cosas que nos anuncian
las divinas Escrituras y procurar profundizar en lo que nos enseñan. Debemos conocer al
Padre como él desea ser conocido, debemos glorificar al Hijo como el Padre desea que lo
glorifiquemos, debemos recibir al Espíritu Santo como el Padre desea dárnoslo. En todo
debemos proceder no según nuestro arbitrio ni según nuestros propios sentimientos ni
haciendo violencia a tos deseos de Dios, sino según los caminos que el mismo Señor nos
ha dado a conocer en las santas Escrituras.

Cuando sólo existía Dios y nada había aún que coexistiera con él, el Señor quiso crear
al mundo. Lo creó por su inteligencia, por su voluntad y por su palabra; y el mundo llegó a
la existencia tal como él lo quiso y cuando él lo quiso. Nos basta, por tanto, saber que, al
principio, nada coexistía con Dios, nada había fuera de él. Pero Dios siendo único, era
también múltiple. Porque con él estaba su sabiduría, su razón, su poder y su consejo; todo
esto estaba en él, y él era todas estas cosas. Y, cuando quiso y como quiso, y en el tiempo
por él mismo predeterminado, manifestó al mundo su Palabra, por quien fueron hechas
todas las cosas.
Y como Dios contenía en sí mismo a la Palabra, aunque ella fuera invisible para el
mundo creado, cuando Dios hizo oír su voz, la Palabra se hizo entonces visible; así, de la
luz que es el Padre salió la luz que es el Hijo, y la imagen del Señor fue como reproducida
en el ser de la criatura; de esta manera el que al principio era sólo visible para el Padre
empezó a ser visible también para el mundo, para que éste, al contemplarlo, pudiera
alcanzar la salvación.
El sentido de todo esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quiso aparecer como
hijo de Dios; pues, en efecto, todas las cosas fueron hechas por el Hijo, pero él es
engendrado únicamente por el Padre.
Dios dio la ley y los profetas, impulsando a éstos a hablar bajo la moción del Espíritu
Santo, para que, habiendo recibido la inspiración del poder del Padre, anunciaran su
consejo y su voluntad.
La Palabra, pues, se hizo visible, como dice san Juan. Y repitió en síntesis todo lo que
dijeron los profetas, demostrando así que es realmente la Palabra por quien fueron hechas
todas las cosas. Dice: En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo
que se ha hecho. Y más adelante: El mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la
conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

 

Responsorio Cf. Is 9, 6. 7; Jn 1, 4

 

R. Nos nacerá un niño y será llamado «Dios poderoso» * se sentará sobre el trono de
David, su padre, y grande será su poder: llevará sobre sus hombros el señorío.
V. Él era la fuente de vida, y esta vida era la luz para los hombres.
R. Se sentará sobre el trono de David, su padre, y grande será su poder: llevará sobre sus
hombros el señorío.

 

Lecturas del Feria de Adviento (23 de diciembre).

23 Dic 2024

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66):

 

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.

 

Palabra del Señor

 

Canto Evangélico

 

Antifona: Se ha cumplido ya todo lo que el ángel dijo de la Virgen María.

 

Benedictus Lc 1, 68-79

El Mesías y su precursor

 

+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

 

Oremos, hermanos, a Cristo, nuestro redentor, que ha venido para darnos la justificación, y digámosle con júbilo:

 

Ven, Señor Jesús.

 

Señor, cuya venida en la carne anunciaron antiguamente los profetas, — haz germinar en nosotros la semilla de las virtudes.

 

Concede a los que anunciamos al mundo tu salvación, — que la encontremos también en ti.

 

Tú que viniste a librar a los oprimidos, — cura las dolencias de los que sufren.

 

Tú que reconciliaste al mundo con Dios en tu primera venida, — absuélvenos de toda condenación cuando vengas como juez.

 

Se puede añadir algunas intenciones libres.

 

Repitamos las palabras de Jesús, pidiendo al Padre que venga su reino: Padre nuestro.

 

Padre Nuestro

 

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

 

Oración

 

Dios todopoderoso y eterno, al acercarnos a las fiestas de Navidad, te pedimos que tu
Hijo, que se encarnó en las entrañas de la Virgen María y quiso vivir entre nosotros, nos
haga partícipes de la abundancia de su misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 

 

Vísperas - 23 DE DICIEMBRE 2024

El siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las horas para el día, lunes, 23 de diciembre de 2024. Otras celebraciones del día: San Juan de Kety, presbítero .

Invitatorio

Vísperas

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.

Himno

·         Himno 1

·         Himno 2

Alegría de nieve
por los caminos.
Todo espera la gracia
del Bien Nacido.

En desgracia los hombres,
dura la tierra.
Cuanta más nieve cae,
más cielo cerca.

La tierra tan dormida
ya se despierta.
Y hasta el hombre más muerto
se despereza.

Ya los montes se allanan
y las colinas,
y el corazón del hombre
vuelve a la vida. Amén.

Salmodia

Antífona 1: Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

Salmo 135,1-9

Himno pascual

Alabar a Dios es narrar sus maravillas. (Casiodoro)

Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.

Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.

Antífona 2: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.

Salmo 135,10-26

Él hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.

Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.

Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.

Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.

Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.

Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.

Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.

Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.

Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.

A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.

Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.

Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.

En heredad a Israel su siervo:
porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación, se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.

Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.

Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.

Antífona 3: Cuando llegó el momento culminante, Dios recapituló todas las cosas en Cristo.

Ef 1,3-10

El Dios salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Lectura Breve

2 Pe 3, 8b-9

Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. No es tardo el Señor en el
cumplimiento de sus promesas, como algunos piensan. Lo que hace es aguardaros
pacientemente, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos vengáis a
arrepentiros.

Responsorio Breve

V. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V. Que brille tu rostro y nos salve.
R. Señor Dios de los ejércitos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Canto Evangélico

Antifona: Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los
pueblos, ven a salvarnos, Señor, Dios nuestro.

Magnificat Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces

Roguemos a nuestro Redentor, que viene a dar la Buena Noticia a los pobres, y digámosle:
Manifiesta, Señor, tu gloria a los hombres.
Manifiéstate, Señor, a todos los que no te conocen,
— para que también ellos vean tu salvación.
Que tu nombre, Señor, se anuncie hasta los confines de la tierra,

— y que todos los hombres descubran el camino que conduce a ti.
Tú que viniste la vez primera para salvar al mundo,
— ven de nuevo para salvar a los que en ti creen.
Aquella libertad que tu venida dio a los redimidos,
— consérvala y defiéndela siempre con tu poder.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que ya viniste en la carne y vendrás de nuevo a juzgar al mundo,
— da en tu venida el premio eterno a los difuntos.
Llenos del Espíritu de Jesucristo, nos atrevemos a decir: Padre nuestro.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Dios todopoderoso y eterno, al acercarnos a las fiestas de Navidad, te pedimos que tu
Hijo, que se encarnó en las entrañas de la Virgen María y quiso vivir entre nosotros, nos
haga partícipes de la abundancia de su misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

Conclusión

Si preside el obispo, es conveniente que éste bendiga al pueblo con la bendición solemne:

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.

Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.

Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:

V. Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.