Musica Para el Alma

miércoles, 28 de junio de 2017

ORACION PARA IR A LA CAMA

ORACION PARA IR A LA CAMA.

Salmodia

Antífona 1: Mi carne descansa serena.
Salmo 15
El Señor es el lote de mi heredad
Dios resucitó a Jesús rompiendo las ataduras de la muerte. (Hch 2,24)
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.

Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

Lectura Breve

1Ts 5,23
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Responsorio Breve

R. A tus manos, Señor, * Encomiendo mi espíritu. A tus manos.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás. * Encomiendo. Gloria al Padre. A tus manos.

Canto Evangélico

Antifona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T.P. Aleluya)
Nunc dimittis Lc 2, 29-32
Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre.

Oración

Oremos:
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Bendición

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
R. Amén.

Antífonas finales de la Santísima Virgen María


Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

ORACION PARA IR A LA CAMA

ORACION PARA IR A LA CAMA.

Salmodia

Antífona 1: Mi carne descansa serena.
Salmo 15
El Señor es el lote de mi heredad
Dios resucitó a Jesús rompiendo las ataduras de la muerte. (Hch 2,24)
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.

Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

Lectura Breve

1Ts 5,23
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Responsorio Breve

R. A tus manos, Señor, * Encomiendo mi espíritu. A tus manos.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás. * Encomiendo. Gloria al Padre. A tus manos.

Canto Evangélico

Antifona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T.P. Aleluya)
Nunc dimittis Lc 2, 29-32
Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre.

Oración

Oremos:
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Bendición

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
R. Amén.

Antífonas finales de la Santísima Virgen María


Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

VISPERAS

VISPERAS

Salmodia

Antífona 1: Yo he rogado por ti, Pedro, para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
Salmo 115
ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO
Tenía fe, aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Antífona 2: Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.
Salmo 125
DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
"El Señor ha estado grande con ellos".
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
Antífona 3: Tú eres pastor de las ovejas, Príncipe de los apóstoles; a ti te han sido entregadas las llaves del reino de los cielos.
Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Lectura Breve

1 Co 15, 3-5. 8
En primer lugar os comuniqué el mensaje que yo mismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue sepultado; resucitó al tercer día y vive, según lo anunciaron también las Escrituras. Que se apareció a Cefas y luego a los Doce. Por último, se apareció también a mí.

Responsorio Breve

V. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.
R. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.
V. Y daban testimonio de la resurrección del Señor.
R. Con valentía.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.

Canto Evangélico

Antifona: Pedro, apóstol, y Pablo, maestro de los gentiles, nos han anunciado tu palabra, Señor.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces

Oremos, hermanos, a Cristo, el, Señor, que quiso edificar su Iglesia sobre el cimiento de
los apóstoles y profetas, y digámosle confiados:
Socorre, Señor, a tu pueblo.
Tú que llamaste a Pedro para hacerlo pescador de hombres,
— no dejes de llamar obreros a tu mies para que el mundo se salve.
Tú que increpaste a los vientos y al mar para que la barca de los discípulos no se
hundiera,
— protege a tu Iglesia de toda perturbación y fortalece al sucesor de Pedro.
Tú que, después de la resurrección, congregaste en torno a Pedro tu grey dispersa,
— reúne a tu Iglesia en un solo aprisco.
Tú que enviaste a Pablo a evangelizar a los paganos,
— haz que el anuncio de la salvación llegue a todos los pueblos.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que diste a la Iglesia las llaves del reino de los cielos,
— abre las puertas de la felicidad a los que durante su vida confiaron en tu
misericordia.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Dios nuestro, que nos llenas de santa alegría con la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de estos apóstoles, de quienes recibió el primer anuncio de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

ORACION DE MEDIA TARDE

ORACION DE MEDIA TARDE.

Salmodia

Antífona 1: Pedro y Juan subían al templo, a la oración de media tarde.
Salmo 125
Dios, alegría y esperanza nuestra
Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo. (2Co 1,7)
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
Antífona 2: Pedro y Juan subían al templo, a la oración de media tarde.
Salmo 126
El esfuerzo humano es inútil sin Dios
Sois edificio de Dios. (1Co 3,9)
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Antífona 3: Pedro y Juan subían al templo, a la oración de media tarde.
Salmo 127
Paz doméstica en el hogar del justo
«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia. (Arnobio)
Dichoso el que teme al Señor
+ y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Lectura Breve

2 Co 4, 13-14
Como somos impulsados por el mismo poder de la fe -del que dice la Escritura: «Creí, por eso hablé»-, también nosotros creemos, y por eso hablamos. Y sabemos que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús, y nos hará aparecer en su presencia juntamente con vosotros.

Responsorio Breve

V. Estad alegres, dice el Señor.
R. Porque vuestros nombres están inscritos en el cielos

Oración

Oremos:
Señor, tú que nos llenas de alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana. Por nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

MATEO 16,13-19 LO QUE ME DICE EL EVANGELIO

Lo que me dice: El Santo Evangelio:
Jueves, 29 de junio de 2017
(Mateo 16, 13-19). Hay dos preguntas muy importantes en esta palabra ¿qué dicen la gente del Señor?  ¿Y lo que yo digo del Señor? La primera pregunta ¿qué dicen la gente del Señor? Las gentes dicen muchas poesías, que es bueno, es grande, es poderoso, es misericordioso, etc. Pero para mí es importante la segunda pregunta, que el Señor me hace: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».  En esta pregunta las poesías no caben, ya aquí tiene que aparecer DIOS en mi vida. ¿Quién digo yo que es el Señor? Es uno que esta cogiendo muchísima lucha con migo, que me invita a las cosas Santas y Verdadera,  y yo vivo haciendo resistencia y renegando para no ocupar el lugar que él tiene reservado para mí, La Cruz Gloriosa. Es ahí donde puedo ver la importancia de la primera pregunta: ¿qué dicen la gente del Señor? Es ahí donde estoy llamado a mostrar todo el derroche de amor de El hacia mí. El Señor me está dado la gracia de conocerle, y de escuchar con atención su palabra, y no es para que yo la conserve en una caja fuerte. Es de mí que tiene que salir el deseo, de darle a gustar y a desear la palabra del Señor a los demás. Y es que mi forma de pensar y hablar, mi forma de actuar y de hacer las cosas, mi forma comportarme y de obedecer, son las que tienen que hablar del Señor. Que quiere el Señor que yo aprenda, que si mi forma de hablar va por un lado y mi forma de comportarme va por otro lado, las gentes siempre estarán confundidas de ¿quién es el Señor? ¿Y quién es la cabeza visible de la iglesia aquí en la tierra? El Señor no me obliga, tan solo me invita hacer coherente en mi vida.


*El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO*

EVANGELIO

EVANGELIO
San Pedro y san Pablo, apóstoles
Jueves, 29 de junio de 2017

 


Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor

SEGUNDA LECTURA

SEGUNDA LECTURA
San Pedro y san Pablo, apóstoles
Jueves, 29 de junio de 2017

 


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.17-18):

Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

SALMO

SALMO RESPONSORIAL.
San Pedro y san Pablo, apóstoles
Jueves, 29 de junio de 2017

 

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/.
 El Señor me libró de todas mis ansias

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.  

PRIMERA LECTURA

PRIMERA LECTURA
San Pedro y san Pablo, apóstoles
Jueves, 29 de junio de 2017


 


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,1-11):

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda.
Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.»
Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias.»
Obedeció y el ángel le dijo: «Échate el manto y sígueme.»
Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel.
Pedro recapacitó y dijo: «Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Palabra de Dios

LECTURAS LARGAS

Primera Lectura

De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 1, 15-2, 10
ETAPA DE CONVIVENCIA ENTRE PEDRO Y PABLO
Hermanos: Cuando aquel que me eligió desde el seno de mi madre me llamó por su
gracia y tuvo a bien revelarme a su Hijo para que lo anunciara a los gentiles, en seguida,
sin pedir consejo a hombre alguno y sin subir a Jerusalén para hablar con los que eran
apóstoles antes que yo, partí hacia Arabia, de donde luego volví a Damasco. Tres años
más tarde, subí a Jerusalén a visitar a Cefas, y estuve con él quince días. No vi a ninguno
otro de los apóstoles, fuera de Santiago, el hermano del Señor. Por el Dios que me está
viendo, que no miento en lo que os escribo.
Después vine a las regiones de Siria y de Cilicia, pero las Iglesias de Judea, que están
en Cristo, no me conocían personalmente. Sólo oían decir: «El que antaño nos perseguía
ahora va anunciando la Buena Nueva de la fe, que en otro tiempo quería destruir.» Y
glorificaban a Dios, reconociendo su obra en mí.
Luego, al cabo de catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando
también a Tito. Y subí por motivo de una revelación. Les expuse el Evangelio que predico
entre los gentiles y traté en particular con los más calificados, no fuera a ser que hubiese
corrido en vano.
Pues bien, ni siquiera a Tito, mi compañero, con todo y que era griego, lo obligaron a
circuncidarse. Y esto a pesar de los intrusos, de los falsos hermanos, que solapadamente
se habían infiltrado, para espiar arteramente la libertad de que gozamos en Cristo Jesús, y
que querían esclavizarnos. Pero nosotros ni por un momento cedimos terreno para
someternos a ellos, a fin de salvaguardar firmemente para vosotros la verdad del
Evangelio.
Las personas de más consideración -nada me interesa lo que hubieran sido antes, pues
en Dios no hay acepción de personas- no me impusieron ninguna nueva obligación.
Al contrario, reconocieron que yo había recibido la misión de predicar el Evangelio a los
gentiles, como Pedro la de predicarlo a los judíos; porque aquel que dio poder a Pedro
para ejercer el apostolado entre los judíos me lo dio a mí para ejercerlo entre los gentiles.
De este modo reconocieron que Dios me había dado esa gracia. Y Santiago, Cefas y Juan,
los considerados como columnas, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de
comunión y conformidad: nosotros nos dirigiríamos a los gentiles, ellos a los judíos. Sólo
nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, cosa que he procurado yo cumplir con
toda solicitud.

Mt 16, 18-19

R. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no la
derrotarán; 
* yo te daré las llaves del reino de los cielos.
V. Todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre
la tierra será desatado en el cielo.
R. Yo te daré las llaves del reino de los cielos.

Segunda Lectura

De los sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 295,1-2. 4. 7-8: PL 38,1348-1352)
ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO
El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los
santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos, ciertamente, a unos mártires
desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto y, con un
desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por ella.
San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó
a oír de él estas palabras: Ahora te digo yo "Tú eres Pedro". Él había dicho antes: Tú eres
el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le replicó: "Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que
profesas. Sobre esta afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo,
edificaré mi Iglesia. Porque tú eres Pedro. "Pedro", una palabra que se deriva de piedra, y
no al revés. "Pedro" viene de "piedra", del mismo modo que "cristiano" viene de "Cristo,".
El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio
el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la totalidad de la
Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a
la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Te daré las llaves del reino de los
cielos. Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la
excelencia de la persona de Pedro en cuanto que él representaba la universalidad y la
unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose de algo que ha sido
entregado a todos. Pues sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos,
escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu
Santo. Y a continuación: A quienes les perdonéis los pecados les serán perdonados y a
quienes se los retengáis les quedan retenidos.
En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a
Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos
que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de
referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro
con preferencia a los demás, es porque Pedro es el primero entre los apóstoles. No te
entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres
veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres
veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que
habías ligado por el temor. A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera
vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro.
En un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos eran en
realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos. Primero lo fue Pedro,
luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros por la sangre de
los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su
testimonio y su doctrina.

Responsorio Breve


R. Apóstol san Pablo, predicador de la verdad y maestro de los gentiles, * verdaderamente
que eres digno de ser glorificado.
V. Por ti conocieron la gracia de Dios todas las naciones.
R. Verdaderamente que eres digno de ser glorificado.

JUEVES 29 LAUDES

Laudes  

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES 2017

Jueves, 29 de junio de 2017.

Invitatorio

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Cuando el gallo, tres veces
negaste a tu Maestro;
y él tres veces te dijo:
«¿Me amas más que éstos?»
Se te puso muy triste
tu llanto y tu silencio:
pero la Voz te habló
de apacentar corderos.
Tu pecado quemante
se convirtió en incendio,
y abriste tus dos brazos
al madero sangriento.
La cabeza hacia abajo
y el corazón al cielo:
porque, cuando aquel gallo,
negaste a tu Maestro. Amén.

Salmodia

Antífona 1: Sé de quién me he fiado, y estoy firmemente persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.

Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 2: La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 3: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Lectura Breve

1 Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

Responsorio Breve

V. Consagraron sus vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
R. Consagraron sus vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
V. Salieron contentos de haber merecido aquel ultraje.
R. Al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Consagraron sus vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.

Canto Evangélico

Antifona: Dijo Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.» Aleluya.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces

Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que quiso edificar su Iglesia sobre el cimiento de los
apóstoles y profetas, y digámosle confiados:
Señor, colma de bienes a tu Iglesia.
Tú que rogaste por Pedro para que no se apagara su fe,
— da firmeza a la fe de tu Iglesia.
Tú que, después de la resurrección, te apareciste a Simón Pedro y te revelaste a Saulo,
— ilumina nuestras mentes para que confesemos tu resurrección.
Tú que elegiste al apóstol Pablo para que anunciara tu nombre a los paganos,
— haz de nosotros verdaderos apóstoles de tu Evangelio.
Tú que misericordiosamente perdonaste las negaciones de Pedro,
— perdónanos también nuestras culpas y pecados.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Oremos:
Señor, tú que nos llenas de alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana. Por nuestro Señor Jesucristo.

Amén.