Musica Para el Alma

domingo, 3 de febrero de 2019

COMPLETA ORACIÓN ANTES DE IR A LA CAMA

Completas

Notas

  • Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas.
  • Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
  • Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Examen

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.
  • Formula 1
  • Formula 2
  • Formula 3
Yo confieso ante Dios Todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno

    Salmodia

    Antífona 1: Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
    Salmo 85
    Oración de un pobre ante las adversidades
    Bendito sea Dios, que nos alienta en nuestras luchas. (2Co 1,3.4)
    Inclina tu oído, Señor, escúchame,
    que soy un pobre desamparado;
    protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
    salva a tu siervo, que confía en ti.

    Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
    que a ti te estoy llamando todo el día;
    alegra el alma de tu siervo,
    pues levanto mi alma hacia ti;

    porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
    rico en misericordia con los que te invocan.
    Señor, escucha mi oración,
    atiende a la voz de mi súplica.

    En el día del peligro te llamo,
    y tú me escuchas.
    No tienes igual entre los dioses, Señor,
    ni hay obras como las tuyas.

    Todos los pueblos vendrán
    a postrarse en tu presencia, Señor,
    bendecirán tu nombre:
    «Grande eres tú, y haces maravillas;
    tú eres el único Dios.»

    Enséñame, Señor, tu camino,
    para que siga tu verdad;
    mantén mi corazón entero
    en el temor de tu nombre.

    Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
    daré gloria a tu nombre por siempre,
    por tu gran piedad para conmigo,
    porque me salvaste del abismo profundo.

    Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
    una banda de insolentes atenta contra mi vida,
    sin tenerte en cuenta a ti.

    Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
    lento a la cólera, rico en piedad y leal,
    mírame, ten compasión de mí.

    Da fuerza a tu siervo,
    salva al hijo de tu esclava;
    dame una señal propicia,
    que la vean mis adversarios y se avergüencen,
    porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

    Lectura Breve

    1Ts 5,9-10
    Dios nos ha destinado a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; él murió por nosotros, para que, despiertos o dormidos, vivamos con él.

    Responsorio Breve

    R. A tus manos, Señor, * Encomiendo mi espíritu. A tus manos.
    V. Tú, el Dios leal, nos librarás. * Encomiendo. Gloria al Padre. A tus manos.

    Canto Evangélico

    Antifona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T.P. Aleluya)
    Nunc dimittis Lc 2, 29-32
    Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
    Ahora, Señor, según tu promesa,
    puedes dejar a tu siervo irse en paz.

    Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
    a quien has presentado ante todos los pueblos:

    luz para alumbrar a las naciones
    y gloria de tu pueblo Israel.

    Gloria al Padre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Oración

    Oremos:
    Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino, que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy, crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
    Amén.

    Bendición

    V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
    R. Amén.

    Antífonas finales de la Santísima Virgen María

    • Antifona 1
    • Antifona 2
    • Antifona 3
    • Antifona 4
    • Antifona 5
    Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
    vida, dulzura y esperanza nuestra;
    Dios te salve.

    A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
    a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
    en este valle de lágrimas.

    Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
    vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
    y, después de este destierro,
    muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

    ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

    VÍSPERAS ORACIÓN AL FINAL DE LA TARDE

    Vísperas

    Invocación

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

    Himno

    • Himno 1
    Y dijo el Señor Dios en el principio:
    «¡Que sea la luz!» Y fue la luz primera.
    Y vio el Señor
    que las cosas eran buenas.
    ¡Aleluya!
    Y dijo Dios: «¡Que exista el firmamento!»
    Y el cielo abrió su bóveda perfecta.
    Y vio el Señor
    que las cosas eran buenas.
    ¡Aleluya!
    Y dijo Dios: «iQue existan los océanos,
    y emerjan los cimientos de la tierra!»
    Y vio el Señor
    que las cosas eran buenas.
    ¡Aleluya!
    Y dijo Dios: «¡Que brote hierba verde,
    y el campo dé semillas y cosechas!»
    Y vio el Señor
    que las cosas eran buenas.
    ¡Aleluya!
    Y dijo Dios: «¡Que el cielo se ilumine,
    y nazca el sol, la luna y las estrellas!»
    Y vio el Señor
    que las cosas eran buenas.
    ¡Aleluya!
    Y dijo Dios: «¡Que bulla el mar de peces;
    de pájaros, el aire del planeta!»
    Y vio el Señor
    que las cosas eran buenas.
    ¡Aleluya!
    Y dijo Dios: «¡Hagamos hoy al hombre,
    a semejanza nuestra, a imagen nuestra!»
    Y vio el Señor
    que las cosas eran buenas.
    ¡Aleluya!
    Y descansó el Señor el día séptimo.
    Y el hombre continúa su tarea.
    Y vio el Señor
    que las cosas eran buenas.
    ¡Aleluya! Amén.

    Salmodia

    Antífona 1: Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
    Salmo 135,1-9
    Himno pascual
    Alabar a Dios es narrar sus maravillas. (Casiodoro)
    Dad gracias al Señor porque es bueno:
    porque es eterna su misericordia.

    Dad gracias al Dios de los dioses:
    porque es eterna su misericordia.

    Dad gracias al Señor de los señores:
    porque es eterna su misericordia.

    Sólo él hizo grandes maravillas:
    porque es eterna su misericordia.

    Él hizo sabiamente los cielos:
    porque es eterna su misericordia.

    Él afianzó sobre las aguas la tierra:
    porque es eterna su misericordia.

    Él hizo lumbreras gigantes:
    porque es eterna su misericordia.

    El sol que gobierna el día:
    porque es eterna su misericordia.

    La luna que gobierna la noche:
    porque es eterna su misericordia.
    Antífona 2: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
    Salmo 135,10-26
    Él hirió a Egipto en sus primogénitos:
    porque es eterna su misericordia.

    Y sacó a Israel de aquel país:
    porque es eterna su misericordia.

    Con mano poderosa, con brazo extendido:
    porque es eterna su misericordia.

    Él dividió en dos partes el mar Rojo:
    porque es eterna su misericordia.

    Y condujo por en medio a Israel:
    porque es eterna su misericordia.

    Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
    porque es eterna su misericordia.

    Guió por el desierto a su pueblo:
    porque es eterna su misericordia.

    Él hirió a reyes famosos:
    porque es eterna su misericordia.

    Dio muerte a reyes poderosos:
    porque es eterna su misericordia.

    A Sijón, rey de los amorreos:
    porque es eterna su misericordia.

    Y a Hog, rey de Basán:
    porque es eterna su misericordia.

    Les dio su tierra en heredad:
    porque es eterna su misericordia.

    En heredad a Israel su siervo:
    porque es eterna su misericordia.

    En nuestra humillación, se acordó de nosotros:
    porque es eterna su misericordia.

    Y nos libró de nuestros opresores:
    porque es eterna su misericordia.

    Él da alimento a todo viviente:
    porque es eterna su misericordia.

    Dad gracias al Dios del cielo:
    porque es eterna su misericordia.
    Antífona 3: Cuando llegó el momento culminante, Dios recapituló todas las cosas en Cristo.
    Ef 1,3-10
    El Dios salvador
    Bendito sea Dios,
    Padre de nuestro Señor Jesucristo,
    que nos ha bendecido en la persona de Cristo
    con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

    Él nos eligió en la persona de Cristo,
    antes de crear el mundo,
    para que fuésemos santos
    e irreprochables ante él por el amor.

    Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
    por pura iniciativa suya,
    a ser sus hijos,
    para que la gloria de su gracia,
    que tan generosamente nos ha concedido
    en su querido Hijo,
    redunde en alabanza suya.

    Por este Hijo, por su sangre,
    hemos recibido la redención,
    el perdón de los pecados.
    El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
    ha sido un derroche para con nosotros,
    dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

    Éste es el plan
    que había proyectado realizar por Cristo
    cuando llegase el momento culminante:
    recapitular en Cristo todas las cosas
    del cielo y de la tierra.

    Lectura Breve

    1Ts 3,12-13
    Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre.

    Responsorio Breve

    R. Suba mi oración * Hasta ti, Señor. Suba.
    V. Como incienso en tu presencia. * Hasta ti, Señor. Gloria al Padre. Suba.

    Canto Evangélico

    Antifona: Proclame siempre mi alma tu grandeza, oh Dios mío.
    Magnificat Lc 1, 46-55
    Alegría del alma en el Señor
    Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
    porque ha mirado la humillación de su esclava.

    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
    porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
    su nombre es santo,
    y su misericordia llega a sus fieles
    de generación en generación.

    Él hace proezas con su brazo:
    dispersa a los soberbios de corazón,
    derriba del trono a los poderosos
    y enaltece a los humildes,
    a los hambrientos los colma de bienes
    y a los ricos los despide vacíos.

    Auxilia a Israel, su siervo,
    acordándose de la misericordia
    —como lo había prometido a nuestros padres—
    en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Preces

    Llenos de confianza en Jesús, que no abandona nunca a los que se acogen a él, invoquémoslo, diciendo:
    'Escúchanos, Dios nuestro'.

    Señor Jesucristo, tú que eres nuestra luz, ilumina a tu Iglesia,
    —para que predique a los paganos el gran misterio que veneramos, manifestado en la carne.

    Guarda a los sacerdotes y ministros de la Iglesia,
    —y haz que, después de predicar a los otros, sean hallados fieles, ellos también, en tu servicio.

    Tú que, por tu sangre, diste la paz al mundo.
    —aparta de nosotros el pecado de discordia y el azote de la guerra.

    Ayuda, Señor, a los que uniste con la gracia del matrimonio,
    —para que su unión sea efectivamente signo del misterio de la Iglesia.

    Concede, por tu misericordia, a todos los difuntos el perdón de sus faltas,
    —para que sean contados entre tus santos.

    Unidos a Jesucristo, supliquemos ahora al Padre con la oración de los hijos de Dios: Padre nuestro.

    Padre Nuestro

    Padre nuestro, que estás en el cielo,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino,
    hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día,
    perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en tentación,
    y líbranos del mal.

    Oración

    Quédate con nosotros, Señor Jesús, porque atardece; sé nuestro compañero de camino, levanta nuestros corazones, reanima nuestra débil esperanza; así, nosotros, junto con nuestros hermanos, podremos reconocerte en las Escrituras y en la fracción del pan. Tú que vives y reinas.
    Amén.

    Conclusión

    Si preside el obispo, es conveniente que éste bendiga al pueblo con la bendición solemne:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:
    V. Podéis ir en paz.
    R. Demos gracias a Dios.
    En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.

    NONA. ORACIÓN DE MEDIA TARDE

    Nona

    Notas

    • En la Hora intermedia nunca se hace mención de las memorias de los santos.

    Invocación

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, Y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (T. P. Aleluya).

    Himno

    • Himno 1
    ¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
    ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
    que a mi puerta, cubierto de rocío,
    pasas las noches del invierno a oscuras?
    ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
    pues no te abrí!; ¡qué extraño desvarío,
    si de mi ingratitud el hielo frío
    secó las llagas de tus plantas puras!
    Cuantas veces el ángel me decía:
    "Alma, asómate ahora a la ventana,
    verás con cuanto amor llamar porfía"!
    ¡Y cuántas, hermosura soberana:
    "Mañana le abriremos", respondía,
    para lo mismo responder mañana!
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
    Por los siglos de los siglos. Amén

    Salmodia

    Antífona 1: Llamé al Señor, y él me respondió.
    Salmo 125
    Dios, alegría y esperanza nuestra
    Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo. (2Co 1,7)
    Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
    nos parecía soñar:
    la boca se nos llenaba de risas,
    la lengua de cantares.

    Hasta los gentiles decían:
    «El Señor ha estado grande con ellos.»
    El Señor ha estado grande con nosotros,
    y estamos alegres.

    Que el Señor cambie nuestra suerte,
    como los torrentes del Negueb.
    Los que sembraban con lágrimas
    cosechan entre cantares.

    Al ir, iba llorando,
    llevando la semilla;
    al volver, vuelve cantando,
    trayendo sus gavillas.
    Antífona 2: Llamé al Señor, y él me respondió.
    Salmo 126
    El esfuerzo humano es inútil sin Dios
    Sois edificio de Dios. (1Co 3,9)
    Si el Señor no construye la casa,
    en vano se cansan los albañiles;
    si el Señor no guarda la ciudad,
    en vano vigilan los centinelas.

    Es inútil que madruguéis,
    que veléis hasta muy tarde,
    que comáis el pan de vuestros sudores:
    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

    La herencia que da el Señor son los hijos;
    su salario, el fruto del vientre:
    son saetas en mano de un guerrero
    los hijos de la juventud.

    Dichoso el hombre que llena
    con ellas su aljaba:
    no quedará derrotado cuando litigue
    con su adversario en la plaza.
    Antífona 3: Llamé al Señor, y él me respondió.
    Salmo 127
    Paz doméstica en el hogar del justo
    «Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia. (Arnobio)
    Dichoso el que teme al Señor
    + y sigue sus caminos.

    Comerás del fruto de tu trabajo,
    serás dichoso, te irá bien;
    tu mujer, como parra fecunda,
    en medio de tu casa;

    tus hijos, como renuevos de olivo,
    alrededor de tu mesa:
    ésta es la bendición del hombre
    que teme al Señor.

    Que el Señor te bendiga desde Sión,
    que veas la prosperidad de Jerusalén
    todos los días de tu vida;
    que veas a los hijos de tus hijos.
    ¡Paz a Israel!

    Lectura Breve

    Ba 4,21-22
    ¡Ánimo, hijos! Gritad a Dios para que os libre del poder enemigo. Yo espero que el Eterno os salvará, el Santo ya me llena de alegría, porque muy pronto el Eterno, vuestro Salvador, tendrá misericordia de vosotros.

    Responsorio Breve

    V. Recuerda, Señor, tu ternura.
    R. Y tu misericordia, que son eternas.

    Oración

    Oremos:
    Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en aquella misma hora en que los apóstoles subían al templo para la oración de la tarde; concédenos que las súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos invocan este nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
    Amén.

    Conclusión

    Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.

    EL ÁNGELUS


    LUNES Y SABADOS
    El Ángelus. El Santo Rosario. La Coronilla de la Divina Misericordia.

    El Ángelus

    V/. El ángel del Señor anunció a María.
    R/. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
    Dios te salve, María…

    V/. He aquí la esclava del Señor.
    R/. Hágase en mí según tu palabra.
    Dios te salve, María…

    V/. Y el Verbo de Dios se hizo carne.
    R/. Y habitó entre nosotros.
    Dios te salve, María…

    V/. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
    R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

    Oración
    Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz, seamos llevados a la gloria de su re­su­rrección. Por Jesucristo nuestro Señor.
    R/. Amén.

    Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.

    .
    EL SANTO ROSARIO

    .Misterios Gozosos (LUNES Y SABADOS)
    .Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
    .1º La Encarnación del Hijo de Dios. (Lc 1, 26-38)
     2º La Visitación de María a su prima Isabel. (Lc 1, 39-56)
     3º El Nacimiento del niño Dios.  (Lc 2, 1-20)
     4º Presentación del Niño en el Templo. (Lc 2,21-35)
     5º El niño perdido y hallado en el templo. (Lc 2,41-52)

    .Oremos:  
    Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

    .
    La Coronilla de la Divina Misericordia

    Se utiliza un rosario común de cinco decenas.
    1 Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.

    2 Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:
    "Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
    la Sangre, el Alma y la Divinidad
    de Tu Amadísimo Hijo,
    Nuestro Señor Jesucristo,
    para el perdón de nuestros
    pecados y los del mundo entero."
    .
    3. En las cuentas pequeñas del Ave María:
    "Por Su dolorosa Pasión,
    ten misericordia de nosotros
    y del mundo entero."

    Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres
    veces
    :
    "Santo Dios, Santo Fuerte,
    Santo Inmortal, ten piedad de
    nosotros y del mundo entero."


    . El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser,  SANTO

    PARA TI


    MARCOS 5,1-20. CICLO C. LO QUE ME DICE EL EVANGELIO


    Lunes, 4 de febrero de 2019
    Lo que me dice el Evangelio de  Marcos 5,1-20. Ciclo C. (Ellos le rogaban que se marchase de su comarca)   *Hoy puedo recordar, que yo también he vivido en los sepulcros. No puedo culpar a las personas, que echaron al Señor de su territorio, porque él Señor de alguna manera ha tocado sus intereses, sus bienes, sus negocio, y su dinero. Cuándo yo visitaba las discotecas, los centros de prostitución, los lugares de apuesta, de juego, los lugares donde se practica la hechicería, la brujería, consultando los horóscopos diariamente buscando suerte, y bienestar. Más algo importante está pasando en mi vida a partir de cuándo el Señor comienza a visitar mi vida atreves de su Palabra como he comenzado a dejar de gastar mi dinero en estos lugares. Pero a los dueños no le conviene que el Señor, visite los sepulcros, porque irían a la quiebra. Lo digo por mí, ya mi dinero a esos lugares no llega. El Señor me invita a que diga lo que él está haciendo en mí y diga cómo ha tenido misericordia de mí y que no tenga miedo de decir de donde el Señor a mí me esta sacado*. 

    *El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO*

    EVANGELIO


    Lunes, 4 de febrero de 2019
    Evangelio
    Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,1-20):

    EN aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
    «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
    Por Dios te lo pido, no me atormentes».
    Porque Jesús le estaba diciendo:
    «Espíritu inmundo, sal de este hombre».
    Y le preguntó:
    «Cómo te llamas?».
    Él respondió:
    «Me llamo Legión, porque somos muchos».
    Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
    Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
    «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
    El se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.
    Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.
    Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
    Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.
    Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
    «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
    El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

    Palabra del Señor

    LAUDES LUNES 4 ORACIÓN PARA INICIAR EL DIA


    Laudes - LUNES IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2019
    El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para el día, lunes, 4 de febrero de 2019.
    Invitatorio
    Notas
    • Si el Oficio ha de ser rezado a solas, puede decirse la siguiente oración:

      Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
    • El Invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.
    • Cuando se reza individualmente, basta con decir la antífona una sola vez al inicio del salmo. Por lo tanto, no es necesario repetirla al final de cada estrofa.
    V. Señor, ábreme los labios.
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
    Antifona: Aclamemos al Señor con cantos.
    ·         Salmo 94
    ·         Salmo 99
    ·         Salmo 66
    ·         Salmo 23
    Invitación a la alabanza divina
    Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
    Venid, aclamemos al Señor,
    demos vítores a la Roca que nos salva;
    entremos a su presencia dándole gracias,
    aclamándolo con cantos.

    (Se repite la antífona) Aclamemos al Señor con cantos

    Porque el Señor es un Dios grande,
    soberano de todos los dioses:
    tiene en su mano las simas de la tierra,
    son suyas las cumbres de los montes;
    suyo es el mar, porque él lo hizo,
    la tierra firme que modelaron sus manos.

    (Se repite la antífona) Aclamemos al Señor con cantos

    Entrad, postrémonos por tierra,
    bendiciendo al Señor, creador nuestro.
    Porque él es nuestro Dios,
    y nosotros su pueblo,
    el rebaño que él guía.

    (Se repite la antífona) Aclamemos al Señor con cantos

    Ojalá escuchéis hoy su voz:
    «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
    como el día de Masá en el desierto;
    cuando vuestros padres me pusieron a prueba
    y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

    (Se repite la antífona) Aclamemos al Señor con cantos

    Durante cuarenta años
    aquella generación me asqueó, y dije:
    “Es un pueblo de corazón extraviado,
    que no reconoce mi camino;
    por eso he jurado en mi cólera
    que no entrarán en mi descanso.”»

    (Se repite la antífona) Aclamemos al Señor con cantos

    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    (Se repite la antífona) Aclamemos al Señor con cantos
    Laudes
    Notas
    • Si Laudes es la primera celebración del día se empieza con el versículo del Invitatorio:
      V. Señor, abre mis labios.
      R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
      Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo, o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. Si antes de Laudes se ha celebrado ya el Oficio de lectura, se comienza con la invocación mostrada en este formulario.
    • Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo e
    Himno
    ·         Himno 1
    Crece la luz bajo tu hermosa mano,
    Padre celeste, y suben
    los hombres matutinos al encuentro
    de Cristo Primogénito.
    Él hizo amanecer en tu presencia
    y enalteció la aurora
    cuando no estaba el hombre sobre el mundo
    para poder cantarla.
    Él es principio y fin del universo,
    y el tiempo, en su caída,
    se acoge al que es la fuerza de las cosas
    y en él rejuvenece.
    Él es la luz profunda, el soplo vivo
    que hace posible el mundo
    y anima, en nuestros labios jubilosos,
    el himno que cantamos.
    He aquí la nueva luz que asciende y busca
    su cuerpo misterioso;
    he aquí, en el ancho sol de la mañana,
    el signo de su gloria.
    Y tú que nos lo entregas cada día,
    revélanos al Hijo,
    potencia de tu diestra y Primogénito
    de toda criatura. Amén.
    Salmodia
    Antífona 1: Por la mañana sácianos de tu misericordia, Señor.
    Salmo 89
    Baje a nosotros la bondad del Señor
    Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. (2P 3,8)
    Señor, tú has sido nuestro refugio
    de generación en generación.

    Antes que naciesen los montes
    o fuera engendrado el orbe de la tierra,
    desde siempre y por siempre tú eres Dios.

    Tú reduces el hombre a polvo,
    diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
    Mil años en tu presencia
    son un ayer, que pasó;
    una vela nocturna.

    Los siembras año por año,
    como hierba que se renueva:
    que florece y se renueva por la mañana,
    y por la tarde la siegan y se seca.

    ¡Cómo nos ha consumido tu cólera
    y nos ha trastornado tu indignación!
    Pusiste nuestras culpas ante ti,
    nuestros secretos ante la luz de tu mirada:
    y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
    y nuestros años se acabaron como un suspiro.

    Aunque uno viva setenta años,
    y el más robusto hasta ochenta,
    la mayor parte son fatiga inútil,
    porque pasan aprisa y vuelan.

    ¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
    quién ha sentido el peso de tu cólera?
    Enséñanos a calcular nuestros años,
    para que adquiramos un corazón sensato.

    Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
    Ten compasión de tus siervos;
    por la mañana sácianos de tu misericordia,
    y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

    Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
    por los años en que sufrimos desdichas.
    Que tus siervos vean tu acción,
    y sus hijos tu gloria.

    Baje a nosotros la bondad del Señor
    y haga prósperas las obras de nuestras manos.

    Antífona 2: Llegue hasta el confín de la tierra la alabanza del Señor.
    Is 42,10-16
    Cántico nuevo al Dios vencedor y salvador
    Cantan un cántico nuevo delante del trono de Dios. (Ap 14,3)
    Cantad al Señor un cántico nuevo,
    llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;
    + muja el mar y lo que contiene,
    las costas y sus habitantes;

    alégrese el desierto con sus tiendas,
    los cercados que habita Cadar;
    exulten los habitantes de Petra,
    clamen desde la cumbre de las montañas;
    den gloria al Señor,
    anuncien su alabanza en las costas.

    El Señor sale como un héroe,
    excita su ardor como un guerrero,
    lanza el alarido,
    mostrándose valiente frente al enemigo.

    «Desde antiguo guardé silencio,
    me callaba, aguantaba;
    como parturienta, grito,
    jadeo y resuello.

    Agostaré montes y collados,
    secaré toda su hierba,
    convertiré los ríos en yermo,
    desecaré los estanques;
    conduciré a los ciegos
    por el camino que no conocen,
    los guiaré por senderos que ignoran;
    ante ellos convertiré la tiniebla en luz,
    lo escabroso en llano.»

    Antífona 3: Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.
    Salmo 134,1-12
    Himno a Dios, realizador de maravillas
    Vosotros sois… un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. (1P 2,9)
    Alabad el nombre del Señor,
    alabadlo, siervos del Señor,
    que estáis en la casa del Señor,
    en los atrios de la casa de nuestro Dios.

    Alabad al Señor porque es bueno,
    tañed para su nombre, que es amable.
    Porque él se escogió a Jacob,
    a Israel en posesión suya.

    Yo sé que el Señor es grande,
    nuestro dueño más que todos los dioses.
    El Señor todo lo que quiere lo hace:
    en el cielo y en la tierra,
    en los mares y en los océanos.

    Hace subir las nubes desde el horizonte,
    con los relámpagos desata la lluvia,
    suelta a los vientos de sus silos.

    Él hirió a los primogénitos de Egipto,
    desde los hombres hasta los animales.
    Envió signos y prodigios
    —en medio de ti, Egipto—
    contra el Faraón y sus ministros.

    Hirió de muerte a pueblos numerosos,
    mató a reyes poderosos:
    a Sijón, rey de los amorreos,
    a Hog, rey de Basán,
    y a todos los reyes de Canaán.
    Y dio su tierra en heredad,
    en heredad a Israel, su pueblo.

    Lectura Breve
    Jdt 8,21b-23
    Recordad cómo fueron probados nuestros padres para ver si verdaderamente servían a su Dios. Recordad cómo fue probado Abrahán, nuestro padre; y, purificado por muchas tribulaciones, llegó a ser amigo de Dios. Del mismo modo, Isaac, Jacob, Moisés y todos los que agradaron a Dios, le permanecieron fieles en medio de muchos padecimientos.
    Responsorio Breve
    R. Aclamad, justos, al Señor, * Que merece la alabanza de los buenos. Aclamad.
    V. Cantadle un cántico nuevo. * Que merece la alabanza de los buenos. Gloria al Padre. Aclamad.

    Primera Lectura
    De la carta a los Romanos 12, 1-21
    SOMOS UN SOLO CUERPO EN CRISTO
    Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de
    vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. En virtud de la gracia que me fue dada, os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene; tened más bien una sobria estima según la medida de la fe que otorgó Dios a cada cual. Pues, así como nuestro
    cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros. Pero teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio; la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad. Vuestra caridad sea sin fingimiento;
    detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la
    hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir los unos para con los otros; sin complaceros en la altivez; atraídos más bien por lo humilde; no os complazcáis en vuestra
    propia sabiduría. Sin devolver a nadie mal por mal; procurando el bien ante todos los hombres: en lo posible, y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres; no tomando la justicia por cuenta vuestra, queridos míos, no deis lugar a la cólera, pues
    dice la Escritura: Mía es la venganza: yo daré el pago merecido, dice el Señor. Antes al contrario: si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; haciéndolo así, amontonarás ascuas sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien.
    Responsorio Rm 12, 2; cf. Ef 4, 23. 24
    R. Transformaos por la renovación de la mente, * para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
    V. Renovaos en la mente y en el espíritu, y vestíos de la nueva condición humana.
    R. Para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.

    Segunda Lectura
    De los tratados de san Hilario, obispo, sobre los salmos
    (Salmo 132: PLS 1, 244-245)
    LA MULTITUD DE LOS CREYENTES NO ERA SINO UN SOLO CORAZÓN Y UNA SOLA ALMA
    Ved qué dulzura y qué delicia, convivir los hermanos unidos. Ciertamente, qué dulzura, qué delicia cuando los hermanos conviven unidos, porque esta convivencia es fruto de la asamblea eclesial; se los llama hermanos porque la caridad los hace concordes en un solo
    querer. Leemos que, ya desde los orígenes de la predicación apostólica, se observaba esta norma tan importante: En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo. Tal, en efecto, debe ser el pueblo de Dios: todos hermanos bajo un mismo Padre, todos
    una sola cosa bajo un solo Espíritu, todos concurriendo a una misma casa de oración, todos miembros de un mismo cuerpo que es único.
    Qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos. El salmista añade una comparación para ilustrar esta dulzura y delicia, diciendo: Es ungüento precioso en la cabeza, que baja por la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento. El ungüento con que Aarón fue ungido sacerdote estaba compuesto de substancias olorosas. Plugo a Dios que así fuese consagrado por primera vez su sacerdote; y también nuestro Señor fue ungido de manera invisible entre todos sus compañeros. Su unción no fue terrena; no fue ungido con el aceite con que eran ungidos los reyes, sino con aceite de júbilo. Y hay que tener en cuenta que, después de aquella unción, Aarón, de acuerdo con la ley, fue llamado ungido. Del mismo modo que este ungüento, doquiera que se derrame, extingue los espíritus inmundos del corazón, así también por la unción de la caridad exhalamos para Dios la suave fragancia de la concordia, como dice el Apóstol: Somos el buen olor de Cristo. Así, del mismo modo que Dios halló su complacencia en la unción del primer sacerdote Aarón, también es una dulzura y una delicia convivir los hermanos unidos. La unción va bajando de la cabeza a la barba. La barba es distintivo de la edad viril. Por esto, nosotros no hemos de ser niños en Cristo, a no ser únicamente en el sentido ya dicho, de que seamos niños en cuanto a la ausencia de malicia, pero no en el modo de pensar. El Apóstol llama niños a todos los infieles, en cuanto que son todavía débiles para tomar alimento sólido y necesitan de leche, como dice el mismo Apóstol: Os alimenté con leche, no con comida, porque no estabais para más. Por supuesto, tampoco ahora.
    Responsorio Rm 12, 5; Ef 4, 7; 1 Co 12, 13
    R. Siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, e individualmente somos miembros unos de otros. * A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo.
    V. Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo; y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
    R. A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo.

    Lunes, 4 de febrero de 2019
    Evangelio
    Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,1-20):

    EN aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
    «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
    Por Dios te lo pido, no me atormentes». Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó:
    «Cómo te llamas?». Él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos». Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos». El se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar. Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti». El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

    Palabra del Señor


     Canto Evangélico
    Antifona: Bendito sea el Señor, porque nos ha visitado y redimido.
    Benedictus Lc 1, 68-79
    El Mesías y su precursor
    + Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha visitado y redimido a su pueblo,
    suscitándonos una fuerza de salvación
    en la casa de David, su siervo,
    según lo había predicho desde antiguo,
    por boca de sus santos profetas.

    Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
    y de la mano de todos los que nos odian;
    realizando la misericordia
    que tuvo con nuestros padres,
    recordando su santa alianza
    y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

    Para concedernos que, libres de temor,
    arrancados de la mano de los enemigos,
    le sirvamos con santidad y justicia,
    en su presencia, todos nuestros días.

    Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
    porque irás delante del Señor
    a preparar sus caminos,
    anunciando a su pueblo la salvación,
    el perdón de sus pecados.

    Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
    nos visitará el sol que nace de lo alto,
    para iluminar a los que viven en tinieblas
    y en sombra de muerte,
    para guiar nuestros pasos
    por el camino de la paz.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.
    Preces
    Ya que Cristo escucha y salva a cuantos en él se refugian, acudamos a él, diciendo:
    'Te alabamos, Señor, esperamos en ti'.

    Te damos gracias, Señor, por el gran amor con que nos amaste;
    —continúa mostrándote con nosotros rico en misericordia. 

    'Te alabamos, Señor, esperamos en ti'

    Tú que, con el Padre, sigues actuando siempre en el mundo,
    —renueva todas las cosas con la fuerza de tu Espíritu. 

    'Te alabamos, Señor, esperamos en ti'

    Abre nuestros ojos y los de nuestros hermanos,
    —para que podamos contemplar hoy tus maravillas.

    'Te alabamos, Señor, esperamos en ti'

    Ya que nos llamas hoy a tu servicio,
    —haznos buenos administradores de tu múltiple gracia a favor de nuestros hermanos. 

    'Te alabamos, Señor, esperamos en ti'

    Acudamos a Dios Padre, tal como nos enseñó Jesucristo: Padre nuestro.
    Padre Nuestro
    Padre nuestro, que estás en el cielo,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino,
    hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día,
    perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en tentación,
    y líbranos del mal.
    Oración
    Oremos:
    Oh Dios, que encomendaste al hombre la guarda y el cultivo de la tierra, y creaste la luz del sol en su servicio, concédenos hoy que, con tu luz, trabajemos sin desfallecer para tu gloria y para el bien de nuestro prójimo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Conclusión
    Si preside el obispo, es conveniente que éste bendiga al pueblo con la bendición solemne:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:
    V. Podéis ir en paz.
    R. Demos gracias a Dios.
    En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.