Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA XXIII
De la Feria. Salterio III
8 de septiembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid, aclamemos
al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, aclamemos
al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Himno: LAS SOMBRAS OSCURAS HUYEN.
Las sombras oscuras huyen,
ya va pasando la noche;
y el sol, con su luz de fuego,
nos disipa los temores.
Ya se apagan las estrellas
y se han encendido soles;
el rocío cae de los cielos
en el cáliz de las flores.
Las criaturas van vistiendo
sus galas y sus colores,
porque al nacer nuevo día
hacen nuevas las canciones.
¡Lucero, Cristo, del alba,
que paces entre esplendores,
apacienta nuestras vidas
ya sin sombras y sin noches!
¡Hermoso Cristo, el Cordero,
entre collados y montes! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.
Salmo 92 - GLORIA DEL DIOS CREADOR
El Señor reina vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
admirable en el cielo. Aleluya.
Ant 2. Tú, Señor, eres
alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,
57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Tú, Señor, eres
alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.
Ant 3. Alabad al Señor en
el cielo. Aleluya.
Salmo 148 - ALABANZA DEL DIOS CREADOR
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles,
alabadlo todos sus ejércitos.
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes,
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.
Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar.
Rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes.
Montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros.
Fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo.
Los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor en
el cielo. Aleluya.
LECTURA BREVE Ez 37, 12b-14
Así dice el Señor. «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de
vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y cuando
abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis
que yo soy el Señor: os infundiré mi espíritu y viviréis, os colocaré en
vuestra tierra y sabréis que yo el Señor lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás
sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de
nosotros.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Amós 7, 1-17
VISIONES SOBRE EL DESASTRE
En aquellos días, el Señor me mostró lo siguiente: Preparaba langostas cuando
comenzaba a crecer la hierba, la hierba que brota después de la siega del rey.
Y cuando estaban devorando toda la hierba de la tierra, dije:
«Señor, te ruego que concedas tu perdón. ¿Cómo resistirá Jacob, siendo tan
pequeño?»
Se compadeció el Señor por mi intercesión, y dijo: «No sucederá.»
Esto me mostró el Señor: Llamaba para el juicio al fuego, que devoraba el
océano y el campo. Yo dije: «Concede tu perdón, Señor, te lo ruego. ¿Cómo
resistirá Jacob, siendo tan pequeño?»
Se compadeció el Señor por mi intercesión, y dijo: «No sucederá.»
Esto me mostró el Señor: Estaba él en pie junto al muro, con una plomada en la
mano. Me dijo el Señor: «¿Qué ves, Amós?»
Respondí:
«Veo una plomada.» Dijo él:
«Echaré la plomada en medio de mi pueblo; esta vez no dejará de suceder.
Quedarán desoladas las alturas de Isaac, los santuarios de Israel se
arruinarán, me levantaré con la espada contra la dinastía de Jeroboam.»
Entonces Amasías, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboam, rey de
Israel, diciendo:
«Amós conjura contra ti en medio de Israel; la tierra ya no puede soportar sus
palabras. Porque así predica Amós: "Morirá a espada Jeroboam, Israel
saldrá de su país al destierro."»
Dijo Amasías a Amós:
«Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá, come allí tu pan y profetiza
allí. No vuelvas a profetizar en Betel, porque es el santuario real, el templo
del país.» Respondió Amós:
«No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor
me sacó de junto al rebaño y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo de
Israel." Y ahora escucha la palabra del Señor: Tú dices: "No
profetices contra la casa de Israel, no prediques contra la casa de
Isaac." Pues bien, así dice el Señor: "Tu mujer será deshonrada en la
ciudad, tus hijos e hijas caerán a espada; tu tierra será repartida a cordel,
tú morirás en tierra pagana, e Israel saldrá de su país al destierro."»
RESPONSORIO Am 3, 7. 8; 7, 15
R. Nada hace el Señor sin revelar su plan a sus siervos los profetas.
* El Señor ha hablado, ¿quién no va a profetizar?
V. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: «Ve y profetiza a
mi pueblo.»
R. El Señor ha hablado, ¿quién no va a profetizar?
SEGUNDA LECTURA
Del Sermón de san León Magno, papa, Sobre las bienaventuranzas
(Sermón 95, 6-8: PL 54, 464-465)
LA SABIDURÍA CRISTIANA
Después de esto el Señor prosiguió diciendo: Dichosos los que tienen hambre y
sed de ser justos, porque ellos quedarán saciados. Esta hambre no desea nada
corporal, esta sed no apetece nada terreno; el bien del que anhela saciarse
consiste en la justicia, y el objeto por el que suspira es penetrar en el
conocimiento de los misterios ocultos, hasta saciarse del mismo Dios.
Feliz el alma que ambiciona este manjar y anhela esta bebida; ciertamente no la
desearía si no hubiera gustado ya antes de su suavidad. De esta dulzura el alma
recibió ya una pregustación al oír al profeta que le decía: Gustad y ved qué
bueno es el Señor; con esta pregustación tanto se inflamó en el amor de los
placeres castos que, abandonando todas las cosas temporales, sólo puso ya su
afecto en comer y beber la justicia, adhiriéndose a aquel primer mandamiento
que dice: Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con
todas las fuerzas. Porque amar la justicia no es otra cosa sino amar a Dios.
Y como este amor de Dios va siempre unido al amor que se interesa por el bien
del prójimo, el hambre de justicia se ve acompañada de la virtud de la
misericordia; por ello se añade a continuación: Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Reconoce, oh cristiano, la altísima dignidad de esta tu sabiduría, y entiende
bien cuál ha de ser tu conducta y cuáles los premios que se te prometen. La
misericordia quiere que seas misericordioso, la justicia desea que seas justo,
pues el Creador quiere verse reflejado en su creatura y Dios quiere ver
reproducida su imagen en el espejo del corazón humano, mediante la imitación
que tú realizas de las obras divinas. No quedará frustrada la fe de los que así
obran, tus deseos llegarán a ser realidad y gozarás eternamente de aquello que
es el objeto de tu amor.
Y porque todo será limpio para ti, a causa de la limosna, llegarás también a
gozar de aquella otra bienaventuranza que te promete el Señor, como consecuencia
de lo que hasta aquí se te ha dicho: Dichosos los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios. Gran felicidad es ésta, amadísimos hermanos, para la que se
prepara un premio tan grande. Pues, ¿qué significa tener limpio el corazón,
sino desear las virtudes de que antes hemos hablado? ¿Qué inteligencia puede
llegar a concebir o qué palabras lograrán explicar la grandeza de una felicidad
que consiste en ver a Dios? Y es esto precisamente lo que se realizará cuando
la naturaleza humana se transforme y podamos contemplar la divinidad no como en
un espejo y borrosamente, sino cara a cara, viendo tal como es a aquel a quien
ningún hombre jamás contempló; entonces lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó,
ni vino a la mente del hombre lo alcanzaremos en el gozo inefable de una
contemplación eterna.
RESPONSORIO Sal 30, 20; 1Co 2, 9
R. ¡Qué amor tan grande, Señor, reservas para tus fieles! * Tú lo
concedes a los que a ti se acogen.
V. Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del
hombre.
R. Tú lo concedes a los que a ti se acogen.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus
hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser
discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a
calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los
cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran,
diciendo:
“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar
si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir
condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no
puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dice el Señor: El que no renuncia a todos sus
bienes no puede ser mi discípulo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dice el Señor: El
que no renuncia a todos sus bienes no puede ser mi discípulo.
PRECES
Invoquemos a Dios Padre que envió al Espíritu
Santo, para que con su luz santísima penetrara las almas de sus fieles, y
digámosle:
Ilumina, Señor, a tu pueblo.
Te bendecimos, Señor, luz nuestra,
porque a gloria de tu nombre nos has hecho llegar a este nuevo día.
Tú que por la resurrección de tu Hijo quisiste iluminar el mundo,
haz que tu Iglesia difunda entre todos los hombres la alegría pascual.
Tú que por el Espíritu de la verdad adoctrinaste a los discípulos de tu Hijo,
envía este mismo Espíritu a tu Iglesia para que permanezca siempre fiel a ti.
Tú que eres luz para todos los hombres, acuérdate de los que viven aún en las
tinieblas
y abre los ojos de su mente para que te reconozcan a ti, único Dios verdadero.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que nos has enviado la redención y
concedido la filiación adoptiva, protege con bondad a los hijos que tanto amas,
y concédenos, por nuestra fe en Cristo, la verdadera libertad y la herencia
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Obtenemos noticias sobre la Virgen Madre de Dios y
de la Iglesia:
De las fuentes de la Revelación: Palabra de Dios
escrita (Sagrada Escritura) y Palabra de Dios transmitda de viva voz a través
de todas las generaciones (Tradición).
- En la Biblia, en el Antiguo Testamento, nos habla de la
Virgen de manera misteriosa. En el Génesis aparece íntimamente llegada a
la promesa del Redentor inmediatamente después del pecado de nuestros
progenitores, así como Eva estaba íntimamente ligada con Adán en la
comisión de ese pecado. Las palabras de Yahvé: " Yo pongo enemistad
entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza
mientras tú te abalances a su calcañal " (Gén 3, l5), nos hacen ver a
Cristo con María triunfando sobre el demonio tentador. En las personas
bíblicas de Rut, Judit, Ester, así como en la Esposa de los Cantares y,
sobre todo en la Hija de Sión, se ha visto vislumbrada la figura de María,
así como en múltiples textos de los libros sapienciales, que la Iglesia
recibe en su liturgia mariana. Así también aparece, según el mismo
entender de los santos padres, la figura del misterio de la Virgen Fecunda
en la nube que el profeta Elías divisara desde el Monte Carmelo, y que se
convirtió en abundante lluvia (l Re l8, 44), con grandes beneficios para
la tierra de Israel esterilizada tras larga sequía.
- En el Nuevo Testamento aparece María aureolada de
una sobriedad maravillosa que hace más admirables y llenos de frescor
natural los relatos. En los Sinópticos (Evangelios de San Mateo, San
Marcos y San Lucas), especialmente en San Lucas, se nos manifiesta la
presencia histórica de María en los hechos de la Infancia del Señor. El
Evangelio de San Juan nos complementa, por decirlo así, la Mariología del
Nuevo Testamento con el relato detallado del papel espiritual de María en
las Bodas de Caná y al pie de la Cruz del Señor, en el Calvario. (Jn 2,l2,
l9,25-27)
- Los Hechos de los Apóstoles nos completan la figura
neotestamentaria de María, describiéndonos su presencia en la naciente
Iglesia del Cenáculo y Pentecostés y, por fin, en el Apocalipsis se
vislumbra, según la constante interpretación de la Iglesia en sus Santos
Padres y en la Liturgia, el misterio de la gloria de María.
- La Tradición segunda gran fuente de la Palabra de
Dios revelada, nos presenta a María, bien sea a través de las decisiones
de los concilios y de los Sumos Pontífices acerca de sus diversos
misterios, o bien en los comentarios de los Santos Padres y escritores
eclesiásticos, así como también en las manifestaciones de la arqueología,
del arte cristiano de todos los tiempos, y de la liturgia.