Musica Para el Alma

viernes, 2 de junio de 2017

oración

. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Examen

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.
  • Formula 1
  • Formula 2
  • Formula 3
Yo confieso ante Dios Todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno

  • Himno 1
El sueño, hermano de la muerte,
a su descanso nos convida;
guárdanos tú, Señor, de suerte
que despertemos a la vida.

Tu amor nos guía y nos reprende
y por nosotros se desvela,
del enemigo nos defiende
y, mientras dormimos, nos vela.

Te ofrecemos, humildemente,
dolor, trabajo y alegría;
nuestra plegaria balbuciente:
«Gracias, Señor, por este día.»

Recibe, Padre, la alabanza
del corazón que en ti confía
y alimenta nuestra esperanza
de amanecer a tu gran Día.

Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios. Amén.

Salmodia

Antífona 1: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 4
Acción de gracias
El Señor hizo maravillas al resucitar a Jesucristo de entre los muertos. (S. Agustín)
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Temblad y no pequéis,
reflexionad en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y enseguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Antífona 2: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 133
Oración vespertina en el templo
Alabad al Señor, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes. (Ap 19,5)
Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor.

Levantad las manos hacia el santuario
y bendecid al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión,
el que hizo cielo y tierra.

Lectura Breve

Dt 6,4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

Responsorio Breve

R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. * Aleluya, aleluya. A tus manos.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás. * Aleluya. aleluya. Gloria al Padre. A tus manos.

Canto Evangélico

Antifona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T.P. Aleluya)
Nunc dimittis Lc 2, 29-32
Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre.

Oración

Oremos:
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Bendición

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
R. Amén.

Antífonas finales de la Santísima Virgen María

  • Antifona 1
  • Antifona 2
  • Antifona 3
  • Antifona 4
  • Antifona 5
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

visperas

Vísperas

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

    Salmodia

    Antífona 1: Yo, el Señor, soy tu salvador y tu redentor. Aleluya.
    Salmo 134,1-12
    Himno a Dios, realizador de maravillas
    Vosotros sois… un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. (1P 2,9)
    Alabad el nombre del Señor,
    alabadlo, siervos del Señor,
    que estáis en la casa del Señor,
    en los atrios de la casa de nuestro Dios.

    Alabad al Señor porque es bueno,
    tañed para su nombre, que es amable.
    Porque él se escogió a Jacob,
    a Israel en posesión suya.

    Yo sé que el Señor es grande,
    nuestro dueño más que todos los dioses.
    El Señor todo lo que quiere lo hace:
    en el cielo y en la tierra,
    en los mares y en los océanos.

    Hace subir las nubes desde el horizonte,
    con los relámpagos desata la lluvia,
    suelta a los vientos de sus silos.

    Él hirió a los primogénitos de Egipto,
    desde los hombres hasta los animales.
    Envió signos y prodigios
    —en medio de ti, Egipto—
    contra el Faraón y sus ministros.

    Hirió de muerte a pueblos numerosos,
    mató a reyes poderosos:
    a Sijón, rey de los amorreos,
    a Hog, rey de Basán,
    y a todos los reyes de Canaán.
    Y dio su tierra en heredad,
    en heredad a Israel, su pueblo.
    Antífona 2: Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. Aleluya.
    Salmo 134,13-21
    Señor, tu nombre es eterno;
    Señor, tu recuerdo de edad en edad.
    Porque el Señor gobierna a su pueblo
    y se compadece de sus siervos.

    Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
    hechura de manos humanas:
    tienen boca y no hablan,
    tienen ojos y no ven,

    tienen orejas y no oyen,
    no hay aliento en sus bocas.
    Sean lo mismo los que los hacen,
    cuantos confían en ellos.

    Casa de Israel, bendice al Señor;
    casa de Aarón, bendice al Señor;
    casa de Leví, bendice al Señor.
    fieles del Señor, bendecid al Señor.

    Bendito en Sión el Señor,
    que habita en Jerusalén.
    Antífona 3: Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.
    Ap 15,3-4
    Himno de adoración
    Grandes y maravillosas son tus obras,
    Señor, Dios omnipotente,
    justos y verdaderos tus caminos,
    ¡oh Rey de los siglos!

    ¿Quién no temerá, Señor,
    y glorificará tu nombre?
    Porque tú solo eres santo,
    porque vendrán todas las naciones
    y se postrarán en tu acatamiento,
    porque tus juicios se hicieron manifiestos.

    Lectura Breve

    Ga 5, 16. 22-23a. 25
    Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. El fruto del
    Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad,
    dominio de sí. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras el Espíritu.

    Responsorio Breve

    V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
    R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
    V. Os lo enseñará todo.

    R. Aleluya, aleluya.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.

    Canto Evangélico

    Antifona: Todos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de María,
    la madre de Jesús. Aleluya.
    Magnificat Lc 1, 46-55
    Alegría del alma en el Señor
    Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
    porque ha mirado la humillación de su esclava.

    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
    porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
    su nombre es santo,
    y su misericordia llega a sus fieles
    de generación en generación.

    Él hace proezas con su brazo:
    dispersa a los soberbios de corazón,
    derriba del trono a los poderosos
    y enaltece a los humildes,
    a los hambrientos los colma de bienes
    y a los ricos los despide vacíos.

    Auxilia a Israel, su siervo,
    acordándose de la misericordia
    —como lo había prometido a nuestros padres—
    en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Preces

    Bendigamos a Dios Padre, que con tanta generosidad ha derramado los dones del Espíritu
    Santo sobre todos los pueblos, y pidámosle que no cese nunca de derramar su gracia
    sobre el mundo; digamos:
    Que la gracia del Espíritu Santo abunde, Señor, en el mundo.
    Señor, tú que nos has dado a tu Elegido como luz de los pueblos,
    — abre los ojos de los ciegos y libra de toda esclavitud a los que viven en tinieblas.
    Tú que ungiste a Cristo con la fuerza del Espíritu Santo, para que realizara la salvación de
    los hombres,
    — haz que sintamos cómo pasa de nuevo por el mundo, haciendo el bien y curando a
    todos.
    Envía a tu Espíritu, que es la luz de los corazones,
    — para que confirme en la fe a los que viven en medio de incertidumbres y dudas.
    Envía a tu Espíritu, que es descanso en el trabajo,
    — para que reconforte a los que se sienten fatigados y desanimados.
    Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
    Realiza la esperanza de los que ya han muerto,
    — y haz que cuando venga el Señor obtengan una resurrección gloriosa.
    Dirijamos ahora al Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:
    Padre nuestro.

    Padre Nuestro

    Padre nuestro, que estás en el cielo,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino,
    hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día,
    perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en tentación,
    y líbranos del mal.

    Oración

    Oh Dios, que por la glorificación de tu Hijo Jesucristo y la venida del Espíritu Santo nos
    has abierto las puertas de tu reino, haz que la recepción de dones tan grandes nos mueva
    a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio y a vivir con mayor plenitud las riquezas de
    nuestra fe. Por Jesucristo nuestro Señor.
    Amén.

    oración de media tarde

    Invocación

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, Y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (T. P. Aleluya).

    Himno

    • Himno 1
    • Himno 2
    • Himno 3
    Fundamento de todo lo que existe,
    de tu pueblo elegido eterna roca,
    de los tiempos Señor, que prometiste
    dar tu vigor al que con fe te invoca.

    Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
    tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
    para amarte y servirte en esta vida
    y gozarte después de santa muerte.

    Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
    en este atardecer que se avecina,
    serena claridad y dulce brisa
    será tu amor que todo lo domina. Amén.

    Salmodia

    Antífona 1: El Señor está cerca de los atribulados.
    Salmo 125
    Dios, alegría y esperanza nuestra
    Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo. (2Co 1,7)
    Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
    nos parecía soñar:
    la boca se nos llenaba de risas,
    la lengua de cantares.

    Hasta los gentiles decían:
    «El Señor ha estado grande con ellos.»
    El Señor ha estado grande con nosotros,
    y estamos alegres.

    Que el Señor cambie nuestra suerte,
    como los torrentes del Negueb.
    Los que sembraban con lágrimas
    cosechan entre cantares.

    Al ir, iba llorando,
    llevando la semilla;
    al volver, vuelve cantando,
    trayendo sus gavillas.
    Antífona 2: El Señor está cerca de los atribulados.
    Salmo 126
    El esfuerzo humano es inútil sin Dios
    Sois edificio de Dios. (1Co 3,9)
    Si el Señor no construye la casa,
    en vano se cansan los albañiles;
    si el Señor no guarda la ciudad,
    en vano vigilan los centinelas.

    Es inútil que madruguéis,
    que veléis hasta muy tarde,
    que comáis el pan de vuestros sudores:
    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

    La herencia que da el Señor son los hijos;
    su salario, el fruto del vientre:
    son saetas en mano de un guerrero
    los hijos de la juventud.

    Dichoso el hombre que llena
    con ellas su aljaba:
    no quedará derrotado cuando litigue
    con su adversario en la plaza.
    Antífona 3: El Señor está cerca de los atribulados.
    Salmo 127
    Paz doméstica en el hogar del justo
    «Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia. (Arnobio)
    Dichoso el que teme al Señor
    + y sigue sus caminos.

    Comerás del fruto de tu trabajo,
    serás dichoso, te irá bien;
    tu mujer, como parra fecunda,
    en medio de tu casa;

    tus hijos, como renuevos de olivo,
    alrededor de tu mesa:
    ésta es la bendición del hombre
    que teme al Señor.

    Que el Señor te bendiga desde Sión,
    que veas la prosperidad de Jerusalén
    todos los días de tu vida;
    que veas a los hijos de tus hijos.
    ¡Paz a Israel!

    Lectura Breve

    2 Co 5, 14-15
    El amor de Cristo nos apremia, al pensar que, si uno murió por todos, consiguientemente
    todos murieron en él; y murió por todos, para que los que viven no vivan ya para sí, sino
    para aquel que murió y resucitó por ellos.
    V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya
    R. Porque ya es tarde. Aleluya.

    Responsorio Breve

    V. Mi alegría es el camino de tus preceptos.
    R. Señor, no olvidaré tus palabras.

    Oración

    Oremos:
    Dios todopoderoso, concédenos conservar siempre en nuestra vida y en nuestras
    costumbres la alegría de estas fiestas de Pascua que nos disponemos a clausurar. Por
    nuestro Señor Jesucristo.
    Amén.

    juan 21,20-25 lo que me dice el evangelio

    Lo que me dice: El Santo Evangelio: Sábado, 3 de junio de 2017
    (Juan 21,20-25). Ver la belleza de este evangelio es muy importante para mí. Pedro va caminado con el Señor y Juan en lo más profundo de su alma escucha este llamado, ahí se inicia una buena enseñase para mi, de Pedro puedo aprender la fuerza, la valentía, la impronta en el trabajo, la enorme valentía de reconocer sus errores. De Juan puedo aprender, el amor, la paciencia, el descanso. El Señor me invita a una santa envidia de estos dos hombres, de Pedro a enfrentar las cosas sin miedo porque es el Señor quien me ha elegido. De Juan el amor, si alguien me insulta yo responder con amor, si se de alguien que habla mal de mí, yo orar por él, al que me difame pedir al Señor que lo bendiga. *Porque es entregándome cómo voy a recibirte, Es olvidándome de mí mismo como me puedo encuentra con migo mismo, Es perdonando, como seré perdonado, Es muriendo como se resucita a la vida eterna*.
                   
    El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser,

    SANTO

    evangelio

    Sábado, 3 de junio de 2017

    Evangelio


    Lectura del santo evangelio según san Juan (21,20-25):

    En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» 
    Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?» 
    Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.» 
    Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

    Palabra del Señor

    salmo

    Sábado, 3 de junio de 2017

    Salmo

    Sal 10,4.5.7

    R/.
     Los buenos verán tu rostro, Señor

    El Señor está en su templo santo,
    el Señor tiene su trono en el cielo;
    sus ojos están observando,
    sus pupilas examinan a los hombres. R/.

    El Señor examina a inocentes y culpables,
    y al que ama la violencia él lo odia.
    Porque el Señor es justo y ama la justicia:
    los buenos verán su rostro. R/.


    Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu  Santo.

    primera lectura

    Sábado, 3 de junio de 2017

    Primera lectura


    Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (28,16-20.30-31):

    Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase. 
    Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo: «Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas.» Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.

    Palabra de Dios

    una luz

    Primera Lectura

    Tercera carta del apóstol san Juan
    CAMINEMOS EN LA VERDAD
    Yo, el presbítero, al muy querido Gayo, a quien amo en la verdad.
    Carísimo, pido a Dios que en todo prosperes y que goces de buena salud, así como
    prospera tu alma. Mucho me he alegrado con la venida de los hermanos y con las noticias
    de tu permanencia en la verdad, de cómo caminas en ella. No hay para mí mayor alegría
    que oír de mis hijos que caminan en la verdad.
    Carísimo, te portas fielmente en todas las obras que haces en favor de los hermanos,
    aun de los que son forasteros. Ellos hicieron el elogio de tu caridad ante la Iglesia. Harás
    una buena acción en proveerlos de lo necesario para su viaje, de una manera digna de
    Dios. Ellos se han puesto en camino por el nombre del Señor, sin recibir nada de los
    paganos. Por eso nosotros debemos acogerlos para ser cooperadores de sus trabajos por
    la verdad.
    He escrito algunas palabras a la Iglesia; pero Diotrefes, que ambiciona el primer
    puesto entre todos, no acata nuestra autoridad. Por esto, cuando vaya, lo amonestaré,
    recordándole las malas obras que hace: habla desvergonzadamente contra nosotros; no
    contento con ello, rehúsa recibir a los hermanos; y a los que quieren recibirlos se lo
    prohíbe, arrojándolos de la Iglesia.
    Carísimo, no imites lo malo, sino lo bueno. Quien obra el bien es de Dios. Quien obra el
    mal no ha visto a Dios. Por lo que se refiere a Demetrio, todos hablan con elogio de él,
    incluso la misma verdad. También nosotros lo recomendamos, y nuestra recomendación,
    como ya lo sabes, es verdadera.
    Tengo muchas cosas que escribirte; pero prefiero no confiarlas a la pluma y a la tinta.
    Espero verte pronto y hablaremos personalmente. La paz sea contigo. Te saludan los
    amigos. Saluda a los amigos, a cada uno en particular.

    Responsorio 3 Jn 11; 1 Pe 2, 19

    R. No imites lo malo, sino lo bueno. * Quien obra el bien es de Dios. Aleluya.
    V. A Dios le somos gratos cuando, por causa suya, soportamos penas injustamente
    inferidas.
    R. Quien obra el bien es de Dios. Aleluya.

    Segunda Lectura

    De los sermones de un autor africano del siglo sexto
    (Sermón 8,1-3: PL 65, 143-744)
    LA UNIDAD DE LA IGLESIA HABLA EN TODOS LOS IDIOMAS
    Hablaron en todas las lenguas. Así quiso Dios dar a entender la presencia del Espíritu
    Santo: haciendo que hablara en todas las lenguas quien le hubiese recibido. Debemos
    pensar, queridos hermanos, que éste es el Espíritu Santo por cuyo medio se difunde la
    caridad en nuestros corazones.
    La caridad había de reunir a la Iglesia de Dios en todo el orbe de la tierra. Por eso, así
    como entonces un solo hombre, habiendo recibido el Espíritu Santo, podía hablar en todas
    las lenguas, así también ahora es la unidad misma de la Iglesia, congregada por el Espíritu
    Santo, la que habla en todos los idiomas.
    Por tanto, si alguien dijera a uno de vosotros: «Si has recibido el Espíritu Santo, ¿por
    qué no hablas en todos los idiomas?» , deberás responderle: «Es cierto que hablo todos
    los idiomas, porque estoy en el cuerpo de Cristo, es decir, en la Iglesia, que los habla
    todos. ¿Pues qué otra cosa quiso dar a entender Dios por medio de la presencia del
    Espíritu Santo, si no que su Iglesia hablaría en todas las lenguas?»

    Se ha cumplido así lo prometido por el Señor: Nadie echa vino nuevo en odres viejos.
    A vino nuevo, odres nuevos, y así se conservan ambos.
    Con razón, pues, empezaron algunos a decir cuando oían hablar en todas las lenguas:
    Están bebidos. Se habían convertido ya en odres nuevos, renovados por la gracia de la
    santidad. De este modo, ebrios del nuevo vino del Espíritu Santo, podrían hablar
    fervientemente en todos los idiomas, y anunciar de antemano, con aquel maravilloso
    milagro, la propagación de la Iglesia católica por todos los pueblos y lenguas.
    Celebrad, pues, este día como miembros que sois de la unidad del cuerpo de Cristo. No
    lo celebraréis en vano si sois efectivamente lo que estáis celebrando: miembros de aquella
    Iglesia que el Señor, al llenarla del Espíritu Santo, reconoce como suya a medida que se va
    esparciendo por el mundo, y por la que es a su vez reconocido. Como esposo no perdió a
    su propia esposa, ni nadie pudo substituírsela por otra.
    Y a vosotros, que procedéis de todos los pueblos y que sois la Iglesia de Cristo, los
    miembros de Cristo, el cuerpo de Cristo, os dice el Apóstol: Sobrellevaos mutuamente con
    amor, esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
    Notad cómo en el mismo momento nos mandó que nos soportáramos unos a otros y
    nos amásemos, y puso de manifiesto el vínculo de la paz al referirse a la esperanza de launidad. Ésta es la casa de Dios levantada con piedras vivas, en la que se complace en
    habitar un padre de familia como éste, y cuyos ojos no debe jamás ofender la ruina de la
    división.

    Responsorio Hch 15, 8-9; 11, 18

    R. Dios, que conoce los corazones, ha dado su Espíritu a todos los pueblos, igual que a
    nosotros; * y no ha establecido diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues ha
    purificado sus corazones por la fe. Aleluya.
    V. Así, pues, Dios ha concedido también a los demás pueblos la conversión que conduce a
    la vida.
    R. Y no ha establecido diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus
    corazones por la fe. Aleluya.

    Oración

    Oremos:
    Dios todopoderoso, concédenos conservar siempre en nuestra vida y en nuestras
    costumbres la alegría de estas fiestas de Pascua que nos disponemos a clausurar. Por
    nuestro Señor Jesucristo.
    Amén.

    sábado 3 laudes

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

    Himno

      Salmodia

      Antífona 1: Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Aleluya.
      Salmo 118, 145-152
      XIX (Coph)
      Te invoco de todo corazón:
      respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
      a ti grito: sálvame,
      y cumpliré tus decretos;
      me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
      esperando tus palabras.

      Mis ojos se adelantan a las vigilias,
      meditando tu promesa;
      escucha mi voz por tu misericordia,
      con tus mandamientos dame vida;
      ya se acercan mis inicuos perseguidores,
      están lejos de tu voluntad.

      Tú, Señor, estás cerca,
      y todos tus mandatos son estables;
      hace tiempo comprendí que tus preceptos
      los fundaste para siempre.
      Antífona 2: Edificaste, Señor, un templo y un altar en tu monte santo. Aleluya.
      Sb 9,1-6.9-11
      Dame, Señor, la sabiduría
      Os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente… ningún adversario vuestro. (Lc 21,15)
      Dios de los padres y Señor de la misericordia,
      que con tu palabra hiciste todas las cosas,
      y en tu sabiduría formaste al hombre,
      para que dominase sobre tus criaturas,
      y para regir el mundo con santidad y justicia,
      y para administrar justicia con rectitud de corazón.

      Dame la sabiduría asistente de tu trono
      y no me excluyas del número de tus siervos,
      porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
      hombre débil y de pocos años,
      demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.

      Pues, aunque uno sea perfecto
      entre los hijos de los hombres,
      sin la sabiduría, que procede de ti,
      será estimado en nada.

      Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras,
      que te asistió cuando hacías el mundo,
      y que sabe lo que es grato a tus ojos
      y lo que es recto según tus preceptos.

      Mándala de tus santos cielos,
      y de tu trono de gloria envíala,
      para que me asista en mis trabajos
      y venga yo a saber lo que te es grato.

      Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
      y me guiará prudentemente en mis obras,
      y me guardará en su esplendor.
      Antífona 3: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Aleluya.
      Salmo 116
      Invitación universal a la alabanza divina
      Los gentiles alaban a Dios por su misericordia (cf. Rm 15,9)
      Alabad al Señor, todas las naciones,
      aclamadlo, todos los pueblos.

      Firme es su misericordia con nosotros,
      su fidelidad dura por siempre.

      Lectura Breve

      Rm 14, 7-9
      Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos, vivimos para el
      Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin, que tanto en vida como en muerte
      somos del Señor. Para esto murió Cristo y retornó a la vida, para ser Señor de vivos y
      muertos.

      Responsorio Breve

      V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
      R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
      V. El que por nosotros colgó del madero.
      R. Aleluya, aleluya.
      V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

      Canto Evangélico

      Antifona: Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Aleluya.
      Benedictus Lc 1, 68-79
      El Mesías y su precursor
      Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
      porque ha visitado y redimido a su pueblo,
      suscitándonos una fuerza de salvación
      en la casa de David, su siervo,
      según lo había predicho desde antiguo
      por boca de sus santos profetas.
      Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
      y de la mano de todos los que nos odian;
      realizando la misericordia
      que tuvo con nuestros padres,
      recordando su santa alianza
      y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
      Para concedernos que, libres de temor,
      arrancados de la mano de los enemigos,
      le sirvamos con santidad y justicia,
      en su presencia, todos nuestros días.
      Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
      porque irás delante del Señor
      a preparar sus caminos,
      anunciando a su pueblo la salvación,
      el perdón de sus pecados.
      Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
      nos visitará el sol que nace de lo alto,
      para iluminar a los que viven en tinieblas
      y en sombra de muerte,
      para guiar nuestros pasos
      por el camino de la paz.
      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre,
      por los siglos de los siglos. Amén.

      Preces

      Nosotros, que hemos sido bautizados en el Espíritu Santo, glorifiquemos al Señor, junto
      con todos los bautizados, y roguémosle:
      Señor Jesús, santifícanos en el Espíritu.
      Envíanos, Señor, tu Espíritu Santo,
      — para que te confesemos ante los hombres como Señor y rey nuestro.
      Danos una caridad sincera,
      — para que nos amemos mutuamente, como buenos hermanos.
      Dispón con tu gracia el corazón de los fieles,
      — para que acojan con amor y alegría los dones del Espíritu.
      Danos la fortaleza del Espíritu Santo,
      — y haz que sane y vigorice lo que en nosotros está enfermo y débil.
      Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
      Bajo el impulso del Espíritu Santo, que ora en nuestro interior con gemidos inenarrables,
      dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.

      Padre Nuestro

      Padre nuestro, que estás en el cielo,
      santificado sea tu nombre,
      venga tu reino,
      hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
      Danos hoy nuestro pan de cada día,
      perdona nuestras ofensas,
      como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
      no nos dejes caer en tentación,
      y líbranos del mal.

      Oración

      Oremos:
      Dios todopoderoso, concédenos conservar siempre en nuestra vida y en nuestras
      costumbres la alegría de estas fiestas de Pascua que nos disponemos a clausurar. Por
      nuestro Señor Jesucristo.
      Amén.