Musica Para el Alma
miércoles, 8 de junio de 2022
LUCAS 22,14-20 CICLO C
*Lecturas
del Jesucristo, sumo y eterno sacerdote*
EVANGELIO
Esto es mi cuerpo
Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre
*Lectura del
santo evangelio según san Lucas 22, 14-20*
Llegada
la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:
—«He
deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer,
porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de
Dios».
Y,
tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo:
—«Tomad
esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del
fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios».
Y,
tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
—«Esto es
mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».
Después
de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:
—«Esta
copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros».
Palabra del
Señor.
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
(Con
ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer)
*Esta lectura para mi tiene un amor muy profundo,
porque el Señor tiene ansias de entregarse el mismo como mi alimento para sostener
mi alma y mi vida. Como es de interesante saber que el Señor deseaba que
llegara su último día entre los apóstoles aquí en esta tierra, para que
descendiera como lluvia el Espíritu Santo sobre los apóstoles. El amor del
Señor va más allá y me hace saber claramente que, él se hace presente por medio
de los sacerdotes que tienen la Sagrada y Hermosa Obligación de convertir el
pan y el vino en Cuerpo y Sangre de mi Señor Jesucristo como un sello para mí
de la: Nueva y Eterna Alianza*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES DE JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Laudes*
*Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote*.
INVITATORIO
V. Señor,
abre mis labios.
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza.
HIMNO
Eres tú nuestro
pontífice,
oh Siervo glorificado,
ungido por el Espíritu,
de entre los hombres llamado.
Eres tú
nuestro pontífice,
el que tendiste la mano
a la mujer rechazada
y al ciego desamparado.
Eres tú
nuestro pontífice;
el culto de los cristianos,
tu palabra que acontece
y el cuerpo santificado.
Eres tú
nuestro pontífice;
morías en cruz clavado
y abrías la senda nueva
detrás del velo rasgado.
Eres tú
nuestro pontífice,
hoy, junto al Padre, sentado;
hoy por la Iglesia intercedes,
nacida de tu costado
Eres tú
nuestro pontífice;
¡Cristo, te florificamos!
¡Que tu santo rostro encuentre
dignos de ti nuestros cantos! Amén.
Ant A
Cristo, sacerdote eterno, démosle gloria.
Venid, aclamemos al Señor,
Demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Se repite la antífona
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."
Se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant A
Cristo, sacerdote eterno, démosle gloria
SALMODIA
Ant. 1 Por la sangre de la cruz de Cristo, Dios re-
concilió consigo todas las cosas, así las del cielo
como las de la tierra.
- Salmo 62 -
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti
madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansias de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a las sombras de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Por la sangre de la cruz de Cristo, Dios re-
concilió consigo todas las cosas, así las del cielo
como las de la tierra.
Ant. 2 Todo fue creado por Cristo y para Cristo.
Cántico.
Dn. 3,57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Angeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieve, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al
Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al
Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al
Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del
cielo,
alabado y glorioso y ensalzadlo, por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Todo fue creado por Cristo y para Cristo.
Ant. 3 Dios constituyó a Cristo cabeza del cuerpo
de la Iglesia y sometió todas las cosas bajo sus pies.
-Salmo 149-
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Dios constituyó a Cristo cabeza del cuerpo
de la Iglesia y sometió todas las cosas bajo sus pies.
LECTURA BREVE
Hb 10, 5-10
Cristo, al entrar en este mundo, dice:
"No quisiste
sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un
cuerpo; no te complaciste en holocaustos ni en sacri-
ficios por el pecado; entonces yo exclamé: Ya estoy
aquí, oh Dios, para cumplir tu voluntad --pues así
está escrito de mí en el rollo de la ley--." Dice lo
primero: "No quisiste sacrificios, ni ofrendas, ni ho-
locaustos, si sacrificios por el pecado, ni en ellos te
complaciste", a pesar de que todos ellos son ofrecidos
según la ley. Pero en seguida dice: "Ya estoy aquí
para cumplir tu voluntad." Con esto abroga lo prime-
ro y establece lo segundo. En virtud de esta voluntad,
quedaremos nosotros santificados por la oblación del
cuerpo de Jesucristo, ofrecida una vez y para siempre.
RESPONSORIO BREVE
V. Aquí
estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad.
R. Aquí
estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad.
V. Llevo
tu ley en las entrañas.
R. Para
hacer tu voluntad.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Aquí
estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 4, 14--5, 10
JESUCRISTO, SUMO SACERDOTE
Hermanos, teniendo un sumo sacerdote que penetró y está en los cielos, Jesús,
el Hijo de Dios, mantengamos firme la fe que profesamos. No tenemos un
sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, al contrario, él
mismo pasó por todas las pruebas a semejanza nuestra, fuera del pecado.
Acerquémonos, pues, con seguridad y confianza a este trono de la gracia. Aquí
alcanzaremos misericordia y hallaremos gracia para ser socorridos en el momento
oportuno.
Todo sumo sacerdote, tomado de entre los hombres, es constituido en favor de
los hombres en lo tocante a las relaciones de éstos con Dios, a fin de que
ofrezca dones y sacrificios por los pecados. Él puede sentir compasión hacia
los ignorantes y extraviados, porque él mismo está rodeado de fragilidad. Y a
causa de esta misma fragilidad debe ofrecer sacrificios de expiación por los
pecados, tanto por los del pueblo como por los suyos propios. Nadie se arroga
este honor. Sólo lo toma aquel que es llamado por Dios -como lo fue Aarón-.
De igual modo, tampoco Cristo se dio a sí mismo la gloria del sumo sacerdocio,
sino que la recibió de aquel que le dijo: «Hijo mío eres tú: yo te he
engendrado hoy.» Y como le dice también en otro pasaje: «Tú eres sacerdote
eterno según el rito de Melquisedec.»
Cristo, en los días de su vida mortal, habiendo elevado oraciones y súplicas
con poderoso clamor y lágrimas hacia aquel que tenía poder para salvarlo de la
muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente y filial; con todo,
aunque era Hijo, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la obediencia,
y, habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió en causa de
salvación para todos los que lo obedecen, proclamado por Dios sumo sacerdote
«según el rito de Melquisedec».
RESPONSORIO Hb 5, 8. 9.
7
R. Cristo, aunque era Hijo de Dios, aprendió por
experiencia, en sus padecimientos, la obediencia, * y se convirtió en causa de
salvación para todos los que lo obedecen.
V. En los días de su vida mortal, habiendo elevado
oraciones con poderoso clamor, fue escuchado en atención a su actitud reverente
y filial.
R. y se convirtió en causa de salvación para todos los
que lo obedecen.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de Tertuliano, presbítero,
Sobre la oración
(Cap. 28-29: CCL 1, 273-274)
NUESTRA OFRENDA ESPIRITUAL
La oración es una ofrenda espiritual que ha eliminado los antiguos sacrificios.
¿Qué me importa -dice- el número de vuestros sacrificios? Estoy harto de
holocaustos de carneros, de grasa de becerros; la sangre de toros, corderos y
chivos no me agrada. ¿Quién pide algo de vuestras manos?
El Evangelio nos enseña qué es lo que pide el Señor: Llega la hora -dice- en
que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque
Dios es espíritu y, por esto, tales son los adoradores que busca. Nosotros
somos los verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes, ya que, orando en
espíritu, ofrecemos el sacrificio espiritual de la oración, la ofrenda adecuada
y agradable a Dios, la que él pedía, la que él preveía.
Esta ofrenda, ofrecida de corazón, alimentada con la fe, cuidada con la verdad,
íntegra por la inocencia, limpia por la castidad, coronada con el amor, es la
que debemos llevar al altar de Dios, con el acompañamiento solemne de las
buenas obras, en medio de salmos e himnos, seguros de que con ella alcanzaremos
de Dios cualquier cosa que le pidamos.
¿Qué podrá negar Dios, en efecto, a una oración que procede del espíritu y de
la verdad, si es él quien la exige? Hemos leído, oído y creído los argumentos
que demuestran su gran eficacia.
En tiempos pasados, la oración liberaba del fuego, de las bestias, de la falta
de alimento, y sin embargo no había recibido aún de Cristo su forma propia.
¡Cuánta más eficacia no tendrá, pues, la oración cristiana! Ciertamente, no
hace venir el rocío angélico en medio del fuego, ni cierra la boca de los
leones, ni transporta a los hambrientos la comida de los segadores (como en
aquellos casos del antiguo Testamento); no impide milagrosamente el
sufrimiento, sino que, sin evitarles el dolor a los que sufren, los fortalece
con la resignación, con su fuerza les aumenta la gracia para que vean, con los
ojos de la fe, el premio reservado a los que sufren por el nombre de Dios.
En el pasado, la oración hacía venir calamidades, aniquilaba los ejércitos enemigos,
impedía la lluvia necesaria. Ahora, por el contrario, la oración del justo
aparta la ira de Dios, vela en favor de los enemigos, suplica por los
perseguidores. ¿Qué tiene de extraño que haga caer el agua del cielo, si pudo
impetrar que de allí bajara fuego? La oración es lo único que tiene poder sobre
Dios; pero Cristo no quiso que sirviera para operar mal alguno, sino que toda
la eficacia que él le ha dado ha de servir para el bien.
Por esto, su finalidad es servir de sufragio a las almas de los difuntos,
robustecer a los débiles, curar a los enfermos, liberar a los posesos, abrir
las puertas de las cárceles, deshacer las ataduras de los inocentes. La oración
sirve también para perdonar los pecados, para apartar las tentaciones, para
hacer que cesen las persecuciones, para consolar a los abatidos, para deleitar
a los magnánimos, para guiar a los peregrinos, para mitigar las tempestades,
para impedir su actuación a los ladrones, para alimentar a los pobres, para
llevar por buen camino a los ricos, para levantar a los caídos, para sostener a
los que van a caer, para hacer que resistan los que están en pie.
Oran los mismos ángeles, ora toda la creación, oran los animales domésticos y
los salvajes, y doblan las rodillas y, cuando salen de sus establos o guaridas,
levantan la vista hacia el cielo y con la boca, a su manera, hacen vibrar el
aire. También las aves, cuando despiertan, alzan el vuelo hacia el cielo y
extienden las alas, en lugar de las manos, en forma de cruz y dicen algo que
asemeja una oración.
¿Qué más podemos añadir acerca de la oración? El mismo Señor en persona oró; a
él sea el honor y el poder por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO Jn 4, 23-24
R. Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad; * pues tales son los adoradores que el Padre quiere.
V. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben
adorarlo en espíritu y en verdad.
R. Pues tales son los adoradores que el Padre quiere.
EVANGELIO
Esto es
mi cuerpo
Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre
Llegada
la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:
—«He
deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer,
porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de
Dios».
Y,
tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo:
—«Tomad
esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del
fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios».
Y,
tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
—«Esto
es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».
Después
de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:
—«Esta
copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros».
Palabra
del Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Padre,
que todos sean uno, para que el mundo crea
que tú me has enviado.
Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días
Y a ti, niño, te llamarán profeta
del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Padre,
que todos sean uno, para que el mundo crea
que tú me has enviado.
PRECES.
Acudamos a Cristo, sacerdote del
santuario verda-
dero, siempre dispuesto a interceder por nosotros, y
digámosle confiados:
*Escúchanos, Señor*.
Jesús, Hijo de Dios vivo,
condúcenos a la luz de tu verdad.
Cristo, Verbo de Dios, que estás con el
Padre desde
siempre y hasta siempre,
consagra a tu Iglesia en la unidad.
Jesús, ungido del padre en el Espíritu
Santo,
santifica a tu Iglesia en la verdad.
Cristo mediador de la nueva alianza,
reviste de tu santidad a los sacerdotes
para gloria
del Padre.
Cristo, sabiduría de Dios, paz y
reconciliación nues-
tra,
que todos seamos un solo corazón y una
sola
alma en tu Iglesia.
Cristo, sacerdote eterno, glorificador
del Padre,
que nuestra oblación sea en ti alabanza
de gloria
eterna.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Unidos a Cristo nuestro gran sacerdote,
pidamos
al Padre que su nombre sea siempre santificado:
Padre nuestro.............
ORACIÓN.
Dios nuestro, que para gloria tuya y
salvación de
todos los hombres constituiste sumo y eterno sacer-
dote a tu Hijo, Jesucristo, concede a quienes él ha
elegido como ministros suyos y administradores de
sus sacramentos y de su Evangelio la gracia de ser
fieles en el cumplimiento de su ministerio. Por nues-
tro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: CUANDO LA LUZ SE HACE VAGA
Cuando la luz se hace vaga
y está cayendo la tarde,
venimos a ti, Señor,
para cantar tus bondades.
Los pájaros se despiden
piadosamente en los árboles,
y buscan calor de nido
y blandura de plumajes.
Así vuelven fatigados
los hombres a sus hogares,
cargando sus ilusiones
o escondiendo sus maldades.
Quieren olvidar la máquina,
olvidar sus vanidades;
descansar de tanto ruido
y morir a sus pesares.
Ya todo pide silencio,
se anuncia la noche amable:
convierte, Padre, sus penas
en abundancia de panes.
Alivie tu mano pródiga,
tu mano buena de Padre,
el cansancio de sus cuerpos,
sus codicias y sus males. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el
fin de la tierra.
Salmo 71 I - PODER REAL DEL MESÍAS
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna.
Que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el
fin de la tierra.
Ant 2. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de
la violencia.
Salmo 71 II
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y que le traigan el oro de Saba;
él intercederá por el pobre
y lo bendecirá.
Que haya trigo abundante en los campos,
y ondee en lo alto de los montes,
den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso,
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de
la violencia.
Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
LECTURA BREVE 1Pe 1, 22-23
Por la obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor
fraternal no fingido; amaos, pues, con intensidad y muy cordialmente unos a
otros, como quienes han sido engendrados no de semilla corruptible, sino
incorruptible, por la palabra viva y permanente de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. En verdes praderas me hace recostar.
R. Nada me falta.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de
bienes.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de
bienes.
PRECES
Elevemos a Dios nuestros corazones agradecidos porque ha bendecido
a su pueblo con toda clase de bienes espirituales y digámosle con fe:
Bendice, Señor, a tu pueblo.
Dios todopoderoso y lleno de misericordia, protege al Papa Francisco y a
nuestro obispo N.,
que tú mismo has elegido para guiar a la Iglesia.
Protege, Señor, a nuestros pueblos y ciudades
y aleja de ellos todo mal.
Multiplica como renuevos de olivo alrededor de tu mesa hijos que se consagren a
tu reino,
siguiendo a Jesucristo en pobreza, castidad y obediencia.
Conserva el propósito de aquellas de tus hijas que han consagrado a ti su
virginidad,
para que, en la integridad de su cuerpo y de su espíritu, sigan al cordero
donde quiera que vaya.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Da la paz a los difuntos
y permítenos encontrarlos nuevamente un día en tu reino.
Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, acudamos con confianza
a nuestro Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Al ofrecerte, Señor, nuestro sacrificio vespertino de alabanza, te
pedimos humildemente que, meditando día y noche en tu palabra, consigamos un
día la luz y el premio de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.