Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA VI
De la Feria. Salterio II
16 de febrero
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él
guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CRISTO, EL SEÑOR
Cristo, el Señor,
como la primavera,
como una nueva aurora,
resucitó.
Cristo, nuestra Pascua,
es nuestro rescate,
nuestra salvación.
Es grano en la tierra,
muerto y florecido,
tierno pan de amor.
Se rompió el sepulcro,
se movió la roca,
y el fruto brotó.
Dueño de la muerte,
en el árbol grita
su resurrección.
Humilde en la tierra,
Señor de los cielos,
su cielo nos dio.
Ábranse de gozo
las puertas del Hombre,
que al hombre salvó.
Gloria para siempre
al Cordero humilde
que nos redimió. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Bendito el que viene en nombre
del Señor. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE
GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.
Ant 2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA
ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.
Ant 3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
LECTURA BREVE Ez 36, 25-27
Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras
inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os
infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y
os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis
según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
RESPONSORIO BREVE
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!,
invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
PRIMERA LECTURA
Comienza la primera carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 1, 1--2, 12
ESTRECHA RELACIÓN DE PABLO CON LA IGLESIA DE TESALÓNICA
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de Tesalónica, convocada en el nombre de
Dios Padre y en el de Jesucristo, el Señor: gracia y paz a vosotros.
Continuamente damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en
nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la
sinceridad de vuestra fe, vuestros trabajos, emprendidos a impulsos de vuestra
caridad, y la constancia en el sufrimiento que os da vuestra esperanza en Jesucristo
nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y
que, cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras,
sino fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda. Sabéis cuál fue nuestra
actuación cuando estuvimos entre vosotros para serviros. Y vosotros seguisteis
nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra, entre tanta lucha, con
alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los
creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra comunidad, la palabra del
Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes;
vuestra fe en Dios ha corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos
necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos van divulgando la favorable
acogida que nos dispensasteis: cómo os convertisteis de los ídolos a Dios para
consagraros al Dios vivo y verdadero, y esperar así a su Hijo Jesús que ha de
venir de los cielos, al cual resucitó de entre los muertos; él nos ha salvado
de la ira venidera.
Bien sabéis vosotros, hermanos, que nuestra ida a vosotros no fue estéril, sino
que, después de haber padecido sufrimientos e injurias en Filipos, como sabéis,
confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de
Dios entre frecuentes luchas. Nuestra exhortación no procede del error, ni de
la impureza ni con engaño, sino que así como hemos sido juzgados aptos por Dios
para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos, no buscando agradar a los
hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones.
Nunca nos presentamos, bien lo sabéis, con palabras aduladoras, ni con
pretextos de codicia, Dios es testigo, ni buscando gloria humana, ni de
vosotros ni de nadie. Aunque pudimos imponer nuestra autoridad por ser
apóstoles de Cristo, nos mostramos amables con vosotros, como una madre que
cuida con cariño de sus hijos. De esta manera, amándoos a vosotros, queríamos
daros no sólo el Evangelio de Dios, sino incluso nuestro propio ser, porque
habíais llegado a sernos muy queridos.
Pues recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Trabajando día y noche,
para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os proclamamos el Evangelio de
Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e
irreprochablemente nos comportamos con vosotros, los creyentes. Como un padre a
sus hijos, lo sabéis bien, a cada uno de vosotros os exhortábamos y
alentábamos, conjurándoos a que vivieseis de una manera digna de Dios, que os
ha llamado a su reino y gloria.
RESPONSORIO 1Ts 1, 9-10; 3, 12. 13
R. Os convertisteis a Dios para consagraros al Dios vivo y verdadero,
y esperar a su Hijo que ha de venir de los cielos, al cual resucitó de entre
los muertos; * él nos ha salvado de la ira venidera.
V. Que el Señor os haga rebosar en amor, para que conservéis vuestros
corazones en santidad cuando venga el Señor.
R. Él nos ha salvado de la ira venidera.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Efrén, diácono, sobre el Diatéssaron
(Cap. 1, 18-19: SC 121, 52-53)
LA PALABRA DE DIOS FUENTE INAGOTABLE DE VIDA
¿Quién hay capaz, Señor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como
el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que
tomamos. Porque la palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la
diversa capacidad de los que la estudian. El Señor pintó con multiplicidad de
colores su palabra, para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que
más le plazca. Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de
nosotros pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos a que afocara su
reflexión.
La palabra de Dios es el árbol de vida que te ofrece el fruto bendito desde
cualquiera de sus lados, como aquella roca que se abrió en el desierto y manó
de todos lados una bebida espiritual. Comieron -dice el Apóstol- el mismo
manjar espiritual y bebieron la misma bebida espiritual.
Aquel, pues, que llegue a alcanzar alguna parte del tesoro de esta palabra no
crea que en ella se halla solamente lo que él ha hallado, sino que ha de pensar
que, de las muchas cosas que hay en ella, esto es lo único que ha podido
alcanzar. Ni por el hecho de que esta sola parte ha podido llegar a ser
entendida por él, tenga esta palabra por pobre y estéril y la desprecie, sino
que, considerando que no puede abarcarla toda, dé gracias por la riqueza que
encierra. Alégrate por lo que has alcanzado, sin entristecerte por lo que te
queda por alcanzar. El sediento se alegra cuando bebe y no se entristece porque
no puede agotar la fuente. La fuente ha de vencer tu sed, pero tu sed no ha de
vencer la fuente, porque, si tu sed queda saciada sin que se agote la fuente,
cuando vuelvas a tener sed podrás de nuevo beber de ella; en cambio, si al
saciarse tu sed se secara también la fuente, tu victoria sería en perjuicio
tuyo.
Da gracias por lo que has recibido y no te entristezcas por la abundancia
sobrante. Lo que has recibido y conseguido es tu parte, lo que ha quedado es tu
herencia. Lo que, por tu debilidad, no puedes recibir en un determinado momento
lo podrás recibir en otra ocasión, si perseveras. Ni te esfuerces avaramente
por tomar de un solo sorbo lo que no puede ser sorbido de una vez, ni desistas
por pereza de lo que puedes ir tomando poco a poco.
RESPONSORIO 1Pe 1, 25; Ba 4, 1
R. La palabra del Señor permanece eternamente. * Y ésta es la palabra:
la Buena Noticia anunciada a vosotros.
V. Ella es el libro de los preceptos de Dios, la ley que subsiste
eternamente: todos los que la guardan alcanzarán la vida.
R. Y ésta es la palabra: la Buena Noticia anunciada a vosotros.
Domingo, 16
de febrero de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,17-37):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas:
no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse
hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así
a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.
Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de
juicio.
Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será
procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el
Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehenna” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas
allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante
el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a
presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía
de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en
la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el
último céntimo.
Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”.
Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido
adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un
miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale
perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os
digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— la induce a
cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y
“Cumplirás tus juramentos al Señor”.
Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de
Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la
ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o
negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de
ahí viene del Maligno».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Si al llevar tu ofrenda al altar
no estás en paz con el hermano, ve primero a reconciliarte con él; luego,
presenta tu ofrenda.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y
SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si al llevar tu ofrenda al altar no estás en paz con
el hermano, ve primero a reconciliarte con él; luego, presenta tu ofrenda.
PRECES
Invoquemos, hermanos, a nuestro
Salvador, que ha venido al mundo para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle
confiadamente:
Señor Jesús, rey de la gloria, sé
tú nuestra luz y nuestro gozo.
Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la humanidad resucitada,
haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte, sino que
tengamos siempre la luz de la vida.
Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus
perfecciones,
para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.
No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal,
antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza del bien.
Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo,
asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, has prometido permanecer
con los rectos y sinceros de corazón; concédenos vivir de tal manera que
merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde
de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.