Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
MARTES DE SEMANA VII
Propio del Tiempo. Salterio III
4 de junio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: CONTIGO SUBE EL MUNDO CUANDO SUBES.
Contigo sube el mundo cuando subes,
y al son de tu alegría matutina
nos alzamos los muertos de las tumbas;
salvados respiramos vida pura,
bebiendo de tus labios el Espíritu.
Cuanto la lengua a proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo dice, ¡Oh Traspasado!
Tu carne santa es luz de las estrellas,
victoria de los hombres, fuego y brisa,
y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo!
Cuanto el amor humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
En ti, Dios fuerte, Hijo primogénito,
callando, el corazón lo gusta y siente.
Lo que fue, lo que existe, lo que viene,
lo que en el Padre es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces presente la esperanza,
tú que eres nuestro hermano para siempre.
Cautivos de tu vuelo y exaltados
contigo hasta la diestra poderosa,
al Padre y al Espíritu alabamos;
como espigas que doblan la cabeza,
los hijos de la Iglesia te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se
alegra contigo. Aleluya.
Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú nos devuelves
la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo. Aleluya.
Ant 2. Confiamos en el
Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Cántico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL
ENEMIGO Is 26, 1-4. 7-9. 12
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confiamos en el
Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Ant 3. La tierra ha dado
su fruto: que canten de alegría las naciones. Aleluya.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La tierra ha dado
su fruto: que canten de alegría las naciones. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 13, 30-33
Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a
los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan
ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la
promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros,
sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú
eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por
nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 1Jn 4, 11-21
DIOS ES AMOR
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a
otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su
plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos
ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el
Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios
es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. En esto
ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el
día del juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo. No hay temor
en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira al
castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Nosotros amemos,
porque él nos amó primero. Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su
hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede
amar a Dios, a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: Quien ama
a Dios, ame también a su hermano.
RESPONSORIO 1Jn 4, 10. 16; cf. Is 63, 8. 9
R. Dios nos amó y nos envió su Hijo como propiciación por nuestros
pecados; * y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído
en él. Aleluya.
V. Dios fue nuestro salvador, con su amor nos rescató.
R. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos
creído en él. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Libro de san Basilio Magno, obispo, Sobre el Espíritu Santo
(Cap. 9, núms. 22-23: PG 32, 107-110)
LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
¿Quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado
su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que es
llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu
firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y peculiares.
Hacia él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación;
hacia él tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo
es para ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin
propio y natural.
Fuente de santificación, luz de nuestra inteligencia, él es quien da, de sí
mismo, una especie de claridad a nuestra razón natural, para que conozca la
verdad.
Inaccesible por su naturaleza, se hace accesible por su bondad; todo lo llena
con su poder, pero se comunica solamente a los que son dignos de ello, y no a
todos en la misma medida, sino que distribuye sus dones a proporción de la fe
de cada uno.
Simple en su naturaleza, diverso en su virtualidad, está presente todo él en
cada uno, sin dejar de estar todo él en todas partes. De tal manera se divide,
que en nada queda disminuido; todos participan de él, aunque él permanece
intacto, a la manera del rayo de sol, del que cada uno se beneficia como si
fuera para él solo y, con todo, ilumina la tierra y el mar y se mezcla con el
aire.
Así también el Espíritu Santo está presente en cada uno de los que son capaces
de recibirlo, como si estuviera en él solo, infundiendo a todos la totalidad de
la gracia que necesitan. Gozan de su posesión todos los que de él participan,
en la medida en que lo permite la disposición de cada uno, pero no en la medida
del poder del mismo Espíritu.
Por él, los corazones son elevados hacia lo alto, los débiles son llevados de
la mano, los que ya van progresando llegan a la perfección; iluminando a los
que están limpios de toda mancha, los hace espirituales por la comunión con él.
Y, del mismo modo que los cuerpos límpidos y transparentes, cuando les da un
rayo de luz, se vuelven brillantes en gran manera y despiden un nuevo fulgor,
así las almas portadoras del Espíritu y por él iluminadas se hacen ellas
también espirituales e irradian a los demás su gracia.
De ahí procede el conocimiento de las cosas futuras, la inteligencia de los
misterios, la comprensión de las cosas ocultas, la distribución de dones, el
trato celestial, la unión con los coros angélicos; de ahí deriva el gozo que no
termina, la perseverancia en Dios, la semejanza con Dios y, lo más sublime que
imaginarse pueda, nuestra propia deificación.
RESPONSORIO Cf. Jn 14, 27; 16, 22; 14, 16
R. No se turbe vuestro corazón: voy al Padre, y, cuando me haya ido
de vuestro lado, os enviaré * el Espíritu de verdad, y se alegrará vuestro
corazón. Aleluya.
V. Yo rogaré al Padre y él os dará otro Abogado.
R. El Espíritu de verdad, y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
Martes, 4
de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (17,1-11a):
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique
y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los
que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios
verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he
coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti,
con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He
manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos
eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido
que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las
palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido
verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego
por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos.
Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no
voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor resucitó de entre los muertos, como había
dicho; alegrémonos y regocijémonos todos, porque él reina para siempre.
Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor resucitó
de entre los muertos, como había dicho; alegrémonos y regocijémonos todos,
porque él reina para siempre. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, el Señor, que nos prometió
enviar el Espíritu Santo que procede del Padre, y supliquémosle, diciendo:
Señor Jesucristo, danos tu Espíritu.
Que tu palabra, oh Cristo, habite con toda riqueza en nosotros,
para que te demos gracias con salmos, himnos y cánticos inspirados por el
Espíritu.
Tú que por medio del Espíritu nos hiciste hijos de Dios,
haz que, unidos a ti, invoquemos siempre al Padre por medio del Espíritu.
Haz que obremos guiados siempre por tu sabiduría
y que realicemos nuestras acciones para gloria de Dios.
Tú que eres compasivo y misericordioso,
concédenos estar en paz con todo el mundo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Dios omnipotente y misericordioso, te pedimos que
nos envíes al Espíritu Santo para que habite en nosotros y nos transforme en templos
de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Pacífico Ramati nació en la ciudad de Novara, en el Piamonte en el
año de 1424. Sus padres murieron cuando era muy joven y quedó al cuidado de los
benedictinos en la abadía de Novara.
A la edad de 21 años salió de ahí para tomar el hábito en el
convento franciscano de la estricta observancia. Desde el inicio se destacó por
su amor a la Virgen, su gran devoción la propagaría en su apostolado y le
dedicaría capillas.
Después de su ordenación trabajó como predicador en toda Italia
entre los años 1452 y 1471. Escribió un tratado de teología moral titulado
"Sometta di Pacifica Concienza" que fue publicado en Milán, en 1475.
Durante mucho tiempo éste fue un modelo del género, ya que
simplifica las explicaciones y usa un lenguaje claro. En 1480 se le ordenó el
traslado a Cerdeña como Visitador e Inspector General para los conventos de la
estricta observancia, así como Nuncio Apostólico, encargado por el Papa Sixto
II de proclamar una cruzada contra Mahoma II.
Para este tiempo, el Santo sabía ya que no le quedaba mucho tiempo
de vida y apenas había comenzado la cruzada cayó gravemente enfermo. Murió en
Sassari, el 4 de junio de 1482.
El cadáver fue llevado a Cerano, donde se construyó una iglesia en
su honor.
Fue beatificado en el año 1745.
A los 22 años, le dio una enfermedad terrible a la piel, semejante
a la lepra, y todos creían que sería incurable. Entonces Francisco le hizo a
Dios esta promesa: "Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al
sacerdocio y al apostolado". Así, curado de milagro, decidió cumplir con
su promesa y empezó a prepararse para el sacerdocio. Se fue a Nápoles, y allá,
apenas ordenado sacerdote se unió a un grupo de apostolado que se dedicaba a
atender a los presos de las cárceles.
En el año 1588 un gran apóstol llamado Juan Adorno, dispuso fundar
una comunidad religiosa que dedicara la mitad del tiempo a la oración y la otra
mitad al apostolado. Para esto mandó una carta a un tal Ascanio Caracciolo,
pidiéndole consejos acerca de este proyecto y proponiendo su colaboración.
Pero, sucedió que los que llevaban la carta se equivocaron de destinatario y en
vez de entregarla a Ascanio la entregaron a san Francisco Caracciolo. El, al
leerla encontró que esta comunidad era lo que él había deseado por muchos años
y junto con Juan Adorno fundaron la nueva congregación luego de 40 días de
retiro espiritual en un monasterio de camaldulenses.
La nueva comunidad recibió el nombre de "Clérigos
regulares".
Entre las normas de su reglamento se encontraban:
Cada día alguno de los religiosos hará ayuno (por que Jesús dijo:
"Ciertos espíritus malos no se alejan sino con la oración y el
ayuno").
Todo lo religioso pasará cada día al menos una hora en el templo
en oración ante el Santísimo Sacramento.
Los religiosos prometerán no aspirar a cargos importantes ni a
altos puestos.
El Papa Sixto V aprobó la nueva Congregación, y les fue concedida
una casa junto a la famosa Basílica Santa María la Mayor. Pronto empezaron a
llegarles muchos jóvenes con la aspiración de pertenecer a la comunidad. Los
fervorosos religiosos se dedicaban a predicar misiones por pueblos y veredas y
a hacer apostolados en las cárceles y hospitales. Tenían ciertos sitios
apartados y solitarios para dedicarse a la oración y a la meditación.
Al morir su compañero a los 40 años, fue nombrado nuestro santo
como superior general de la Congregación.
Poseía el don de curaciones. Muchas veces con la señal de la cruz
devolvía la salud a los enfermos. Fundó una gran casa religiosa en Nápoles, que
pronto se llenó de nuevos religiosos. Fundó también casas en Madrid, Valladolid
y Alcalá en España.
En 1607 renunció a todos sus cargos y se dedicó a la oración y a
la meditación. En su habitación, en Nápoles lo encontraron varias veces en el
suelo, con los brazos en cruz, en éxtasis, orando y mirando al crucifijo
absorto.
Las personas lo llamaban "El predicador del amor de
Dios" porque predicaba constantemente la misericordia que Dios tiene con
los pecadores. Además era fiel devoto de la Santísima Virgen.
Comenzó a sentirse enfermo el 1 de Junio, esto hizo que le mandara
una carta a sus hermanos pidiéndoles que sean fieles a la regla. Luego de
comulgar y recibir los sacramentos exclamaba "Vámonos, vámonos". Uno
de los presente le preguntó: - ¿A dónde quieres ir Padre Francisco?" y él
respondió: "¡Al cielo, al cielo!
Murió el 4 de junio del año 1608. Tenía apenas 44 años. Su cuerpo,
después de muerto despedía suaves fragancias que por tres días llenaron aquel
recinto.
Fue canonizado en 1807.
Oración
Oh Dios, Tú has conducido a San Francisco Caracciolo
por el camino de la perfección, en la humildad y en el servicio hacia
los hermanos, sustentados por una profunda Fe y grandísima Esperanza en
los méritos infinitos de tu Hijo, Muerto y Resucitado, y en la fuerza
transformante del Pan Eucarístico.
Nos concedas, que lo veneremos como modelo de vida,
consagrada a tu Amor, para ser testimonio creíble, a través de una vida
transformada por el Espíritu.
Haz que redescubramos la importancia de fijar la mirada sobre el
Crucifijo y la necesidad de recurrir, frecuentemente, a la fuerza del
Sacramento de la eucaristía, celebrada y adorada, para que, fortificados
por tu Gracia, podamos volvernos como el “Buen Samaritano” para todos los
hermanos que encontramos sobre nuestro camino.
A lo largo del camino, nos tome de la mano la Virgen María,
Madre de tu Hijo y nuestra Madre, que San Francesco Caracciolo tanto quiso y de
quien experimentó su potente Protección.
Amén.