Musica Para el Alma
sábado, 25 de diciembre de 2021
LUCAS 2,4152 CICLO C
*Lecturas del Domingo de la Sagrada Familia: Jesús, María y José -
Ciclo C*
Domingo, 26 de diciembre de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (2,41-52)*
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.
Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando
terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo
supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se
pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se
volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio
de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían
quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi
Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante
los hombres.
Palabra del Señor
*Él les contestó: «¿ Por qué me
buscabais?*.
*Puedo buscar algo con dos
intenciones: una, porque nunca lo he tenido, lo deseo, lo quiero, y creo que lo
necesito; y la otra intención, puede ser porque lo tenía y lo perdí y ahora me
entero, que lo que perdí era de gran valor y ahora lo quiero recuperar. Y me
pregunto ¿Por qué busco al Señor? Cuantas respuestas poéticas pasan por mi
mente. Cuando deseo algo me lanzo con toda la fuerza y me grabo esta frase: Eso
lo consigo, cuésteme lo que me cueste. La buena noticia para mi es que el
Señor, está esperándome en un lugar donde él se deja encontrar y puedo llegar
con mis problemas, con mis dificultades y mis necesidades, para él acogerme y
hacer de mí una persona nueva, con capacidad de saber escuchar, de saber hablar
y de poder bendecir en medio de las dificultades*
*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a
ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL DOMINGO 26. LA SAGRADA FAMILIA
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Sagrada
Familia, fiesta
Sagrada
Familia
Laudes
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: A Cristo, Hijo de Dios, que vivió
bajo la autoridad de María y José, venid, adorémosle.
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: A Cristo, Hijo de Dios, que vivió
bajo la autoridad de María y José, venid, adorémosle.
Himno
Mirad qué
aposentadores
tuvo la divina cámara:
verdín por tapicerías
y por cortinajes zarzas.
Pobre, desnudo, sin fuego,
quien fuegos nos abasta,
está aquí el Niño. Un pesebre
de humildes bestias por cama.
Ved, puro Amor, que sois fuego
y estáis sobre un haz de pajas.
La Virgen, llanto en los ojos:
a incendio tal, tales aguas.
José, que goza y que gime
agridulces de naranja,
riéndose ya ha quedado
dormido bajo su capa. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
62,2-9: El alma sedienta de Dios
Ant: Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas
de Pascua.
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas
Oh Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas
de Pascua.
Cántico
AT
Daniel
3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor
Ant: El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de
sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Alabad al
Señor, sus siervos todos (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant: El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de
sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Segundo
Salmo
Salmo
149: Alegría de los santos
Ant: Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía de él.
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía de él.
Lectura
Bíblica
Dt 4,16
Honra a tu padre y a tu madre: así se prolongaran tus días, y te
irá bien en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.
V/. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R/. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V/. Tú que fuiste obediente a María y a José.
R/. Ten piedad de nosotros.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Lectura
Bíblica
V/. Tus hijos serán discípulos del
Señor.
R/. Tendrán gran paz tus hijos.
La vida
cristiana en la familia
Ef 5,21-6,4
Hermanos: Sed sumisos unos a otros con
respeto cristiano.
Las mujeres, que se sometan a sus maridos
como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es
cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia
se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo
amó a su Iglesia. El se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla,
purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí
gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e
inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos
suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues
nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como
Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso abandonará el hombre a su padre y a
su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.» Es éste un
gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En una palabra, que
cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al
marido.
Hijos, obedeced a vuestros padres como el
Señor quiere, porque eso es justo. «Honra a tu padre y a tu madre» es el primer
mandamiento al que se añade una promesa: «Te irá bien y vivirás largo tiempo en
la tierra.»
Padres, vosotros no exasperéis a vuestros
hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos como haría el Señor.
R/. Hijos, obedeced a vuestros padres
como el Señor quiere, porque eso es justo. Honra a tu padre y a tu madre.
V/. Jesús bajó con María y José a
Nazaret y siguió bajo su autoridad.
R/. Honra a tu padre y a tu madre.
El ejemplo
de Nazaret
San Pablo VI, papa
Alocución
en Nazaret 5-I-1964
Nazaret es la escuela donde empieza a
entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de
su Evangelio.
Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a
meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla,
humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se
aprende incluso, quizá de una manera casi insensible, a imitar esta vida.
Aquí se nos revela el método que nos hará
descubrir quién es Cristo. Aquí comprendemos la importancia que tiene el
ambiente que rodeó su vida durante su estancia entre nosotros, y lo necesario
que es el conocimiento de los lugares, los tiempos, las costumbres, el
lenguaje, las prácticas religiosas, en una palabra, de todo aquello de que
Jesús se sirvió para revelarse al mundo. Aquí todo habla, todo tiene un
sentido.
Aquí, en esta escuela, comprendemos la
necesidad de la disciplina espiritual si queremos seguir las enseñanzas del
Evangelio y ser discípulos de Cristo.
¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver
a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret! ¡Cómo quisiéramos volver a
empezar, junto a María, nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y
a la más alta sabiduría de la verdad divina!
Pero estamos aquí como peregrinos y debemos
renunciar al deseo de continuar en esta casa el estudio, nunca terminado, del
conocimiento del Evangelio. Mas no partiremos de aquí sin recoger rápida, casi
furtivamente, algunas enseñanzas de la lección de Nazaret.
Su primera lección es el silencio. Cómo
desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio,
este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para
nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de
nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna. Silencio de Nazaret,
enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre
dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos
maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del
estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal
que sólo Dios ve.
Se nos ofrece además una lección de vida
familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de
amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce
e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su
función en el plano social.
Finalmente, aquí aprendemos también la
lección del trabajo. Nazaret, la casa del hijo del artesano: cómo deseamos
comprender más en este lugar la austera pero redentora ley del trabajo humano y
exaltarla debidamente; restablecer la conciencia de su dignidad, de manera que
fuera a todos patente; recordar aquí, bajo este techo, que el trabajo no puede
ser un fin en sí mismo, y que su dignidad y la libertad para ejercerlo no
provienen tan sólo de sus motivos económicos, sino también de aquellos otros
valores que lo encauzan hacia un fin más noble.
Queremos finalmente saludar desde aquí a
todos los trabajadores del mundo y señalarles al gran modelo, al hermano
divino, al defensor de todas sus causas justas, es decir: a Cristo, nuestro
Señor.
R/. Alegraos, enmendaos, animaos;
tened un mismo sentir y vivid en paz. Cantad y tocad con toda el alma para el
Señor.
V/. Lo que hacéis, hacedlo con toda
el alma, como para servir al Señor y no a los hombres.
R/. Cantad y tocad con toda el alma
para el Señor.
*Lecturas del Domingo de la Sagrada
Familia: Jesús, María y José - Ciclo C*
Domingo, 26
de diciembre de 2021
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,41-52)*
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.
Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando
terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo
supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se
pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se
volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio
de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían
quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi
Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante
los hombres.
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: Ilumínanos, Señor, con los ejemplos de tu Familia, y dirige
nuestros pasos por el camino de la paz.
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Ilumínanos, Señor, con los ejemplos de tu Familia, y dirige
nuestros pasos por el camino de la paz.
Preces
Adoremos a Cristo, Hijo del Dios
vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana, y supliquémosle,
diciendo:
Señor Jesús, tú que quisiste ser
obediente, santifícanos
·
- Oh Jesús, Palabra eterna del Padre, que quisiste vivir bajo la
autoridad de Maria y de José,
enséñanos a vivir en la humildad y en la obediencia.
·
- Maestro de los hombres, que quisiste que Maria, tu madre,
conservará en su corazón tus palabras y tus acciones,
enséñanos a escuchar con corazón puro y bueno las
palabras de tu boca.
·
- Oh Cristo, tú que creaste el universo y quisiste ser llamado
hijo del carpintero, enséñanos a trabajar con empeño y a conciencia en nuestras
propias tareas.
·
- Oh Jesús, que en el seno de tu familia de Nazaret creciste en
sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres,
concédenos crecer siempre en ti, que eres nuestra
cabeza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la
oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como
maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que,
imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de
los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
Sagrada
Familia, fiesta
Sagrada
Familia
Vísperas
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Temblando
estaba de frío
el mayor fuego del cielo,
y el que hizo el tiempo mismo
sujeto al rigor del tiempo.
Su virgen Madre le mira,
ya llorando, ya riendo,
que, como es su espejo el Niño,
hace los mismos efectos.
No lejos el casto esposo
mirándole está encogido,
y de los ojos atentos
llueve al revés de las nubes,
porque llora sobre el cielo. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
121: La ciudad santa de Jerusalén
Ant: A los tres días, encontraron a Jesús en el templo, sentado en
medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Os habéis
acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12,22)
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: A los tres días, encontraron a Jesús en el templo, sentado en
medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Segundo
Salmo
Salmo
126: El esfuerzo humano es inútil sin Dios
Ant: Jesús bajo con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Aleluya.
Sois
edificio de Dios (1Co 3,9)
Si el
Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Jesús bajo con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Aleluya.
Cántico
NT
Efesios
1, 3-10: El Dios Salvador
Ant: Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante
Dios y los hombres.
Bendito
sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante
Dios y los hombres.
Lectura
Bíblica
Flp 2,6-7
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su
categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de
esclavo, pasando por uno de tantos y actuando como un hombre cualquiera.
V/. Tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser compasivo.
R/. Tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser compasivo.
V/. Apareció en el mundo y vivió entre los hombres.
R/. Para ser compasivo.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser compasivo.
Cántico
Evangélico
Ant: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te
buscábamos angustiados.» «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar
en la casa de mi Padre?»
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te
buscábamos angustiados.» «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar
en la casa de mi Padre?»
Preces
Adoremos a Cristo, Hijo del Dios vivo, que quiso ser también hijo
de una familia humana, y aclamémosle, diciendo:
Tú eres, Señor, el modelo y el
salvador de los hombres
·
- Oh Cristo, por el misterio de tu sumisión a Maria y a José,
enséñanos el respeto y la obediencia a los que nos
gobiernan legítimamente
·
- Tú que amaste a tus padres y fuiste amado por ellos,
afianza a todas las familias en el amor y la concordia
·
- Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre,
haz que Dios sea honrado en todas las familias
·
- Tú que quisiste que tus padres te buscaran durante tres días,
enséñanos a buscar siempre primero el reino de Dios y su
justicia
·
- Tú que has dado parte en tu gloria a Maria y a José,
admite también a los difuntos en la familia de los
santos
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la
oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como
maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que,
imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de
los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.