Vísperas
Oración
de la tarde
SALUDO
INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
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HIMNO
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SALMODIA
Ant. 1. Señor, tu saber me
sobrepasa.
Salmo
138, 1-18- 23-24 (I)
Señor,
tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, señor, te la sabes toda.
Me envuelves por doquier, me cubres con tu mano.
Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco.
¿A dónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te
encuentro;
si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda, tu diestra llegará hasta mi.
Si digo:
"Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí",
ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día.
Ant. 1. Señor, tu saber me
sobrepasa.
Ant. 2. Yo, el Señor, penetro el
corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.
(I)
Tú has
creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has formado portentosamente,
porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra, tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro,
calculados estaban mis días antes que llegase el primero.
¡qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.
Señor,
sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía, guíame por el camino eterno.
Ant. 2. Yo, el Señor, penetro el
corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.
Ant. 3. Todo fue creado por él y
para él.
Cántico
Col. 1,12-20
Damos
gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos
ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de lo pecados.
Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
las Celestes y terrestres, visibles e invisibles,
tronos, dominaciones, principados, potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es
anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque
en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres,
así del cielo como de la tierra.
Ant. 3. Todo fue creado por él y
para él.
LECTURA
BREVE
(I° Jn. 2, 3-6)
Sabemos
que hemos llegado a conocer a Cristo si guardamos sus mandamientos. Quién dice:
"Yo lo conozco ", y no guarda sus mandamientos, miente; y la verdad
no está en él. Pero quien guarda su palabra posee el perfecto amor de Dios. En
estro conocemos que estamos en él. Quien dice que está siempre en él debe andar
de continuo como él anduvo.
RESPONSORIO
BREVE
V. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus
ojos.
R. Guárdanos, Señor, como a las
niñas de tus ojos.
V. A la sombra de tus alas
escóndenos.
R. Como a las niñas de tus ojos.
V. Gloria al padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas
de tus ojos.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Haz, Señor, proeza con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los
humildes.
PRECES
Invoquemos
a dios, cuya bondad para con su pueblo es más grande que los cielos, y
digámosle:
Que se
alegran los que se acogen a ti, Señor.
-
Acuérdate, Señor, que enviaste a tu Hijo al mundo, no para condenarlo, sino
para salvarlo; haz que su muerte gloriosa nos traiga la salvación.
- Tú que constituiste a tus sacerdotes servidores de Cristo y administradores
de tus misterios, concédenos un corazón fiel, ciencia abundante y caridad
intensa.
- Tú que desde el principio creaste hombre y mujer, guarda a todas las familias
unidas en el verdadero amor.
- Haz que los que has llamado a la castidad perfecta por el reino de los
cielos, sigan con fidelidad a tu Hijo.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que
enviaste a Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores, concede a todos los
difuntos el perdón de sus faltas, movidos por el Espíritu Santo y llenos de su
amor, dirijamos al Padre nuestra oración: Padre
nuestro.
ORACION
Acuérdate,
Señor, de tu misericordia, y, ya que a los hambrientos los colmas de bienes,
socorre nuestra indigencia con la abundancia de tus riquezas. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. EL Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.