ORACION DE MEDIA TARDE.
Salmodia
Antífona
1: Pedro y Juan subían al templo, a
la oración de media tarde.
Salmo 125
Dios,
alegría y esperanza nuestra
Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo.
(2Co 1,7)
Cuando el Señor cambió la suerte
de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
Antífona
2: Pedro y Juan subían al templo, a
la oración de media tarde.
Salmo 126
El esfuerzo
humano es inútil sin Dios
Sois edificio de Dios. (1Co 3,9)
Si el Señor no construye la
casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Antífona
3: Pedro y Juan subían al templo, a
la oración de media tarde.
Salmo 127
Paz
doméstica en el hogar del justo
«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia.
(Arnobio)
Dichoso el que teme al
Señor
+ y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
+ y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Lectura Breve
2 Co 4, 13-14
Como somos impulsados por el
mismo poder de la fe -del que dice la Escritura: «Creí, por eso hablé»-,
también nosotros creemos, y por eso hablamos. Y sabemos que aquel que resucitó
a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús, y nos hará aparecer en su
presencia juntamente con vosotros.
Responsorio
Breve
V. Estad
alegres, dice el Señor.
R. Porque vuestros nombres están inscritos en el cielos
R. Porque vuestros nombres están inscritos en el cielos
Oración
Oremos:
Señor, tú que nos llenas de
alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu
Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron
fundamento de nuestra fe cristiana. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.