*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*MIERCOLES SEMANA I*
3 de julio
*SANTO TOMÁS, apóstol (FIESTA)*.
Tomás es conocido entre los demás
apóstoles por su incredulidad, que se desvaneció en presencia de Cristo
resucitado; él proclamó la fe pascual de la Iglesia con estas palabras: «¡Señor
mío y Dios mío!» Nada sabemos con certeza acerca de su vida, aparte de los
indicios que nos suministra el Evangelio. Se dice que evangelizó la India.
Desde el siglo VI se celebra él día 3 de julio el traslado de su cuerpo a
Edesa.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.
Himno: VOSOTROS QUE ESCUCHASTEIS LA
LLAMADA.
Vosotros, que escuchasteis la llamada
de viva voz que Cristo os dirigía,
abrid nuestro vivir y nuestra alma
al mensaje de amor que él nos envía.
Vosotros, que invitados al banquete
gustasteis el sabor del nuevo vino,
llenad el vaso, del amor que ofrece,
al sediento de Dios en su camino.
Vosotros, que tuvisteis tan gran suerte
de verle dar a muertos nueva vida,
no dejéis que el pecado y que la muerte
nos priven de la vida recibida.
Vosotros, que lo visteis ya glorioso,
hecho Señor de gloria sempiterna,
haced que nuestro amor conozca el gozo
de vivir junto a él la vida eterna. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dijo Tomás: «Señor, si no sabemos adónde
vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?» Respondióle Jesús: «Yo soy el camino, la
verdad y la vida.»
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dijo Tomás: «Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el
camino?» Respondióle Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.»
Ant 2. Tomás, llamado Dídimo, no estaba con ellos en el momento de presentarse
Jesús; dijéronle los otros discípulos: «Hemos visto al Señor.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR -
Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Tomás, llamado Dídimo, no estaba con ellos en el momento de presentarse
Jesús; dijéronle los otros discípulos: «Hemos visto al Señor.» Aleluya.
Ant 3. Trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo sino fiel.
Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo sino fiel.
Aleluya.
LECTURA BREVE Ef 2, 19-22
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de
Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de
los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él
todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo
consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la
construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.
RESPONSORIO BREVE
V. Los nombrarás príncipes sobre toda la
tierra.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Sobre toda la tierra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Contaron las alabanzas del Señor y su poder.
R. Y las maravillas que realizó.
Primera Lectura
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 18 — 2, 5
LOS APÓSTOLES PREDICAN LA CRUZ
Hermanos: El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de
perdición; pero para los que están en vías de salvación —para nosotros— es
fuerza de Dios. Dice la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios,
frustraré la sagacidad de los sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el
escriba? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en
necedad la sabiduría del mundo? Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo
conoció, por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la
predicación, para salvar a los creyentes.
Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros
predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los
gentiles; pero, para los llamados —judíos o griegos—, un Mesías que es fuerza
de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los
hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Y si no, fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano,
ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del
mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo
ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del
mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo
que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho
para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así —como dice
la Escritura— «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor.» Por eso yo,
hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice
con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de
saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi
predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y
el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los
hombres, sino en el poder de Dios.
Mt 10, 18. 19-20
R. Cuando os hagan comparecer ante
gobernadores y reyes, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo
diréis: * En
su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir.
V. No seréis vosotros los que
habléis, el Espíritu de vuestro Padre
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los Evangelios
(Homilía 26, 7-9: PL 76, 1201-1202)
SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO
Tomás, uno de los Doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos en el momento de
presentarse Jesús. Sólo este discípulo estaba ausente y, al volver y escuchar
lo que había sucedido, no quiso creer lo que le contaban. Se presenta de nuevo
el Señor y ofrece al discípulo incrédulo su costado para que lo palpe, le
muestra sus manos y, mostrándole la cicatriz de sus heridas, sana la herida de
su incredulidad. ¿Qué es, hermanos muy amados, lo que descubrís en estos
hechos? ¿Creéis acaso que sucedieron porque sí todas estas cosas: que aquel
discípulo elegido estuviera primero ausente, que luego al venir oyese, que al
oír dudase, que al dudar palpase, que al palpar creyese?
Todo esto no sucedió porque sí, sino por disposición divina. La bondad de Dios
actuó en este caso de un modo admirable, ya que aquel discípulo que había
dudado, al palpar las heridas del cuerpo de su maestro, curó las heridas de
nuestra incredulidad. Más provechosa fue para nuestra fe la incredulidad de
Tomás que la fe de los otros discípulos, ya que, al ser él inducido a creer por
el hecho de haber palpado, nuestra mente, libre de toda duda, es confirmada en
la fe. De este modo, en efecto, aquel discípulo que dudó y que palpó se
convirtió en testigo de la realidad de la resurrección.
Palpó y exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «¿No has creído,
Tomás, sino después de haberme visto?» Como sea que el apóstol Pablo dice: La
fe es la firme seguridad de los bienes que se esperan, la plena convicción de
las realidades que no se ven, es evidente que la fe es la plena convicción de
aquellas realidades que no podemos ver, porque las que vemos ya no son objeto
de fe, sino de conocimiento. Por consiguiente, si Tomás vio y palpó, ¿cómo es
que le dice el Señor: No has creído, sino después de haberme visto? Pero es que
lo que creyó supera a lo que vio. En efecto, un hombre mortal no puede ver la
divinidad. Por esto lo que él vio fue la humanidad de Jesús, pero confesó su
divinidad al decir: ¡Señor mío y Dios mío! Él, pues, creyó con todo y que vio,
ya que, teniendo ante sus ojos a un hombre verdadero, lo proclamó Dios, cosa
que escapaba a su mirada.
Y es para nosotros motivo de alegría lo que sigue a continuación: Dichosos los
que sin ver han creído. En esta sentencia el Señor nos designa especialmente a
nosotros, que lo guardamos en nuestra mente sin haberlo visto corporalmente.
Nos designa a nosotros, con tal de que las obras acompañen nuestra fe, porque
el que cree de verdad es el que obra según su fe. Por el contrario, respecto de
aquellos que creen sólo de palabra, dice Pablo: Van haciendo profesión de
conocer a Dios, y lo van negando con sus obras. Y Santiago dice: La fe, si no
va acompañada de las obras, está muerta.
RESPONSORIO 1Jn 1, 2. 1.
3
R. La vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os
anunciamos * esta vida eterna, la que estaba con el Padre y
se nos ha manifestado.
V. Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que tocaron nuestras manos
acerca de la Palabra de vida: lo que hemos visto y oído os lo anunciamos.
R. Esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado.
*Lecturas de Santo Tomás, apóstol*
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (20,24-29)*
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no
estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no
meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo
creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a
vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin
haber visto.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. ¿No has creído,
Tomás, sino después de haberme visto? Dichosos los que sin ver han creído.
Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿No has creído, Tomás, sino después de haberme visto? Dichosos los que
sin ver han creído. Aleluya.
PRECES
Demos gracias a nuestro Padre que está
en los cielos, porque por medio de los apóstoles nos ha dado parte en la
herencia de los elegidos, y aclamémosle diciendo:
El coro de los apóstoles te alaba, Señor.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado la mesa de
tu cuerpo y de tu sangre:
en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has preparado la mesa
de tu palabra:
por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se acrecienta nuestro gozo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia:
por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado el bautismo
y la penitencia:
por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor, celebrar con alegría
la fiesta de santo Tomás; que la intercesión de este apóstol, que reconoció y
confesó a Cristo como a su Señor y su Dios, nos haga crecer en la fe, para que
así, creyendo en Jesús, el Mesías, tengamos vida en su nombre. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: COLUMNAS DE LA IGLESIA, PIEDRAS VIVAS.
¡Columnas de la Iglesia, piedras vivas!
¡Apóstoles de Dios, grito del Verbo!
Benditos vuestros pies, porque han llegado
para anunciar la paz al mundo entero.
De pie en la encrucijada de la vida,
del hombre peregrino y de los pueblos,
lleváis agua de Dios a los cansados,
hambre de Dios lleváis a los hambrientos.
De puerta en puerta va vuestro mensaje,
que es verdad y es amor y es Evangelio.
no temáis, pecadores, que sus manos
son caricias de paz y de consuelo.
Gracias, Señor, que el pan de tu palabra
nos llega por tu amor, pan verdadero;
gracias, Señor, que el pan de vida nueva
nos llega por tu amor, partido y tierno. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dijo Tomás: «Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer
el camino?» Respondióle Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.»
Salmo 115 - ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dijo Tomás: «Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el
camino?» Respondióle Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.»
Ant 2. Tomás, llamado Dídimo, no estaba con ellos en el momento de presentarse
Jesús; dijéronle los otros discípulos: «Hemos visto al Señor.» Aleluya.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tomás, llamado Dídimo, no estaba con ellos en el momento de presentarse
Jesús; dijéronle los otros discípulos: «Hemos visto al Señor.» Aleluya.
Ant 3. Trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo sino fiel.
Aleluya.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo sino fiel.
Aleluya.
LECTURA BREVE Ef 4, 11-13
Cristo ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los
fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de
Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del
Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
RESPONSORIO BREVE
V. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Introduje mis dedos en el lugar de los clavos, puse mi mano en su
costado, y exclamé: «¡Señor mío y Dios mío!» Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Introduje mis dedos en el lugar de los clavos, puse mi mano en su
costado, y exclamé: «¡Señor mío y Dios mío!» Aleluya.
PRECES
Hermanos: Edificados sobre el cimiento
de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Padre santo, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos se
manifestara en primer lugar a los apóstoles,
haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del
mundo.
Padre santo, tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los
pobres,
haz que el Evangelio sea proclamado a toda la creación.
Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
haz que, sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo, recojamos sus
frutos con alegría.
Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Tú que quisiste que tu Hijo resucitara el primero de entre los muertos,
concede a todos los que son de Cristo resucitar con él, el día de su venida.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor, celebrar con alegría
la fiesta de santo Tomás; que la intercesión de este apóstol, que reconoció y
confesó a Cristo como a su Señor y su Dios, nos haga crecer en la fe, para que
así, creyendo en Jesús, el Mesías, tengamos vida en su nombre. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.