*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
Laudes - DOMINGO IV DE ADVIENTO 2020
El
siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas
para el día domingo, 20 de diciembre de 2020.
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: El Señor
está cerca, venid, adorémosle.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Ya muy cercano, Emmanuel
hoy te presiente Israel,
que en triste exilio vive ahora
y redención de ti implora.
Ven ya, del cielo resplandor,
Sabiduría del Señor,
pues con tu luz, que el mundo ansía,
nos llegará nueva alegría.
Llegando estás, Dios y Señor,
del Sinaí legislador,
que la ley santa promulgaste
y tu poder allí mostraste.
Ven, Vara santa de Jesé,
contigo el pueblo a lo que fue
volver espera, pues aún gime
bajo el cruel yugo que lo oprime.
Ven, Llave de David, que al fin
el cielo abriste al hombre ruin
que hoy puede andar libre su vía,
con la esperanza del gran día.
Aurora tú eres que, al nacer,
nos trae nuevo amanecer,
y, con tu luz, viva esperanza
el corazón del hombre alcanza.
Rey de la gloria, tu poder
al enemigo ha de vencer,
y, al ayudar nuestra flaqueza,
se manifiesta tu grandeza. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Tocad la trompeta en Sión, porque está cerca el día del Señor.
Mirad: viene a salvarnos. Aleluya.
Salmo 117
Himno de acción de gracias después de la victoria
Jesús es
la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en
piedra angular. (Hch 4,11)
Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
—Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
—Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
—Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.
—Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Antífona
2: Vendrá el Señor, salid a su encuentro, diciendo: «Grande es tu
origen, y tu reino no tendrá fin: Dios fuerte, dominador, príncipe de la paz.»
Aleluya.
Dn 3,52-57
Que la creación entera alabe al Señor
¡Bendito
el Creador por siempre! (Rm 1,25)
Bendito
eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo;
a ti honor y alabanza por los siglos.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Antífona
3: Tu Palabra omnipotente, Señor, vendrá desde su trono real.
Aleluya.
Salmo 150
Alabad al Señor
Salmodiad
con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios
con el cuerpo y con el alma. (Hesiquio)
Alabad al
Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
Lectura BreveRm 13, 11b-12
Ya es
hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos
la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.
Responsorio Breve
V. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que has de venir al mundo.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Una voz clama en el desierto: Preparad el camino del Señor.
R. Enderezad las sendas para nuestro Dios.
Lecturas
Primera Lectura
Del libro del profeta Isaías 48, 1-11
EL SEÑOR ES EL ÚNICO DUEÑO DEL FUTURO
Escucha esto, casa de Jacob, los que lleváis el nombre de Israel,
los que habéis salido de las aguas de Judá. Los que juráis por el nombre del
Señor, los que invocáis al Dios de Israel, mas no según verdad y justicia.
Porque lleváis el nombre de la ciudad santa y osapoyáis en el Dios de Israel,
cuyo nombre es el Señor de los ejércitos. Yo anuncié desde hace tiempo las
cosas pasadas, salieron de mi boca y las di a conocer; de pronto, las hice y se
cumplieron. Yo sabía que tú eres obstinado, que es tu cerviz una barra de
hierro y tu frente de bronce.
Por eso te anuncié las cosas hace tiempo y antes que ocurrieran te las di a
conocer, no sea que dijeras: «Las hizo mi ídolo, mi estatua, mi imagen fundida
lo ordenó.» Tú has oído todo esto, ¿no vas a admitirlo?
Ahora te hago saber cosas nuevas, secretas, no sabidas, que han sido creadas
ahora, no hace tiempo, de las que hasta ahora nada oíste, para que no puedas
decir: «Ya lo sabía.» Ni las oíste ni las hiciste ni de antemano te fue abierto
el oído, pues sé muy bien que tú eres pérfido y se te llama rebelde desde el
seno materno.
Por amor de mi nombre retardé mi cólera, a causa de mi alabanza me contuve para
no arrancarte. Mira que te he apurado, y no había en ti plata, te he probado en
el crisol de la desgracia. Por mí, por mí, lo hago, pues ¿cómo mi nombre sería
profanado? No cederé a otro mi gloria.
Responsorio Is 48, 10b-11; 54, 8
R. Yo te he probado en el crisol de la desgracia; por mí, por
mí lo hago: porque mi nombre no ha de ser profanado, * y
mi gloria no la cedo a nadie.
V. En un arranque de ira te escondí un instante mi rostro; pero
te amo con amor eterno.
R. Y mi gloria no la cedo a nadie.
Segunda Lectura
De las homilías de san Bernardo, abad, sobre las excelencias de la
Virgen Madre
(Homilía 4, 8-9: Opera omnia, edición cisterciense, 4 [1966), 53-54)
TODO EL MUNDO ESPERA LA RESPUESTA DE MARÍA
Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que
no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda
tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También
nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina sentencia, esperamos,
Señora, esta palabra de misericordia.
Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos
librados si consientes. Por la Palabra eterna de Dios fuimos todos creados, y a
pesar de eso morimos; mas por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para
ser llamados de nuevo a la vida.
Esto te suplica, oh piadosa Virgen, el triste Adán, desterrado del paraíso con
toda su miserable posteridad. Esto Abrahán, esto David, con todos los santos
antecesores tuyos, que están detenidos en la región de la sombra de la muerte;
esto mismo te pide el mundo todo, postrado a tus pies.
Y no sin motivo aguarda con ansia tu respuesta, porque de tu palabra depende el
consuelo de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los
condenados, la salvación, finalmente, de todos los hijos de Adán, de todo tu
linaje.
Da pronto tu respuesta. Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor
por medio del ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia
tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la
Palabra eterna.
¿Por qué tardas? ¿Qué recelas? Cree, di que sí y recibe. Que tu humildad se
revista de audacia, y tu modestia de confianza. De ningún modo conviene que tu
sencillez virginal se olvide aquí de la prudencia. En este asunto no temas, Virgen
prudente, la presunción; porque, aunque es buena la modestia en el silencio,
más necesaria es ahora la piedad en las palabras.
Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las
castas entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está
llamando a tu puerta. Si te demoras en abrirle, pasará adelante, y después
volverás con dolor a buscar al amado de tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate
por la fe, corre por la devoción abre por el consentimiento.
Aquí está —dice la Virgen— la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Responsorio Cf. Lc 1, 31. 42
R. Recibe la palabra, Virgen María, que el Señor te anuncia por
medio del ángel: concebirás y darás a luz al Dios hecho hombre, * para
que te llamen bienaventurada entre las mujeres.
V. Darás a luz un hijo sin perder tu virginidad, concebirás en
tu seno y serás madre siempre intacta.
R. Para que te llamen bienaventurada entre las mujeres.
Domingo 4º
de Adviento - Ciclo B
Domingo, 20 de diciembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (1,26-38):
26 Al sexto mes fue enviado por Dios
el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
27 a una virgen desposada con un hombre
llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
28 Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de
gracia, el Señor está contigo.»
29 Ella se conturbó por estas palabras, y
discurría qué significaría aquel saludo.
30 El ángel le dijo: «No temas, María,
porque has hallado gracia delante de Dios;
31 vas a concebir en el seno y vas a dar a
luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
32 El será grande y será llamado Hijo del
Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
33 reinará sobre la casa de Jacob por los
siglos y su reino no tendrá fin.»
34 María respondió al ángel: «¿Cómo será
esto, puesto que no conozco varón?»
35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha
concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que
llamaban estéril,
37 = porque ninguna cosa es imposible para
Dios.» =
38 Dijo María: «He aquí la esclava del
Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: El
ángel Gabriel fue enviado a María Virgen, desposada con José.
Ver antífona alternativa
Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías y
su precursor
+ Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Roguemos,
hermanos, al Señor Jesús, juez de vivos y muertos, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesucristo, tú que viniste a salvar a los pecadores, — líbranos de caer
en la tentación.
Tú que vendrás con gloria para juzgar a tu pueblo, — muestra en nosotros tu
poder salvador.
Ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley, — para
que podamos esperar tu venida sin temor.
Tú que eres bendito por los siglos, — concédenos, por tu misericordia, que
llevando ya desde ahora una vida sobria y religiosa esperemos con gozo tu
gloriosa aparición.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Porque Jesucristo mismo nos lo enseñó, nos atrevemos a decir: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Derrama,
Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la
encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria
de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - DOMINGO IV DE ADVIENTO 2020
El
siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las
horas para el día domingo, 20 de diciembre de 2020.
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Alegría de nieve
por los caminos.
Todo espera la gracia
del Bien Nacido.
En desgracia los hombres,
dura la tierra.
Cuanta más nieve cae,
más cielo cerca.
La tierra tan dormida
ya se despierta.
Y hasta el hombre más muerto
se despereza.
Ya los montes se allanan
y las colinas,
y el corazón del hombre
vuelve a la vida. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Contemplad cuán glorioso es el que viene a salvar a todos los
pueblos.
Salmo 109, 1-5.7
El Mesías, Rey y Sacerdote
Cristo
tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. (1Co
15,25)
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Antífona
2: Lo torcido se endereza, lo escabroso se iguala: ven, Señor, y no
tardes más. Aleluya.
Salmo 111
Felicidad del justo
Caminad
como hijos de la luz: toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz. (Ef
5,8-9)
Dichoso
quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Antífona
3: Se dilatará su principado con una paz sin límites. Aleluya.
Cf. Ap 19,1-2.5-7
Las bodas del Cordero
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya.
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya.
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya.
Lectura Breve
Flp 4, 4-5
Estad
siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: Estad alegres. Que vuestra
bondad
sea conocida de todos. El Señor está cerca.
Responsorio Breve
V. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Canto Evangélico
Antifona: Oh
llave de David y cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar,
cierras
y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en
sombras de
muerte.
MagnificatLc
1, 46-55
Alegría del
alma en el Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Hermanos,
oremos a Cristo, el Señor que viene a salvar a todos los hombres, y digámosle
confiadamente:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesucristo, que por el misterio de la encarnación manifestaste al mundo
la gloria de tu divinidad, — vivifica al mundo con tu venida.
Tú que participaste de nuestra debilidad, — concédenos tu misericordia.
Tú que en tu primera venida viniste humildemente para salvar al mundo de sus
pecados, — absuélvenos de todas las culpas, cuando vuelvas de nuevo con gloria
y majestad.
Tú que lo gobiernas todo con tu poder, — ayúdanos, por tu bondad, a alcanzar la
herencia eterna.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que estás sentado a la derecha del Padre, — alegra con la visión de tu
rostro a nuestros hermanos difuntos.
Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, digamos al
Padre: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Derrama,
Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la
encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria
de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.