Lecturas de
la 32º Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Miércoles, 11 de noviembre de 2020
Primera lectura
Lectura de
la carta del apóstol san Pablo a Tito (3,1-7):
Recuérdales que se sometan al gobierno y a las autoridades, que los obedezcan,
que estén dispuestos a toda forma de obra buena, sin insultar ni buscar riñas;
sean condescendientes y amables con todo el mundo. Porque antes también
nosotros, con nuestra insensatez y obstinación, íbamos fuera de camino; éramos
esclavos de pasiones y placeres de todo género, nos pasábamos la vida
fastidiando y comidos de envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a
otros. Mas cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor
al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que
según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento
y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre
nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador. Así, justificados por su
gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
22,1-3a.3b-4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
R/. El
Señor es mi pastor, nada me falta
Miércoles, 11 de noviembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (17,11-19):
11 Y sucedió que, de camino a
Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea,
12 y, al entrar en un pueblo, salieron a su
encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia
13 y, levantando la voz, dijeron: « ¡Jesús,
Maestro, ten compasión de nosotros!»
14 Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a
los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.
15 Uno de ellos, viéndose curado, se volvió
glorificando a Dios en alta voz;
16 y postrándose rostro en tierra a los pies
de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano.
17 Tomó la palabra Jesús y dijo: « ¿No
quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
18 ¿No ha habido quien volviera a dar gloria
a Dios sino este extranjero?»
19 Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha
salvado.»
Palabra del Señor
(«Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»)
*Entender que el Señor utiliza el amor para,
limpiarme de todos mí envares, de todas mis enfermedades, y lo único que me
pide es que me levante y aprenda a perdonar de corazón, (porque para mí perdonar
de corazón es un poco difícil porque tengo que hacer un esfuerzo). La buena
noticia para mi es que el Señor me quiere y me necesita limpio, estar limpio es
cambiar con un giro de 180 grado, que si odiaba, que ya no odie, que me
convierta en una persona prudente con los demás y me hace ver que toda mi
felicidad la puedo encontrar arrojándome por tierra a los pies del Señor,
dándole gracias. Porque lejos del Señor solo soy un extranjero condenado a
vivir lejos de la alegría, de la esperanza. Y le Señor anhela y desea,
pronunciar estas palabras sobre mí: «Levántate, vete; tu fe te ha
salvado.»*.
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.