Musica Para el Alma

miércoles, 16 de septiembre de 2020

LAS LECTURAS DEL JUEVES 17 DE SEPTIEMBRE 2020


 

Lecturas de la 24º Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Jueves, 17 de septiembre de 2020

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15,1-11):

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

Palabra de Dios

 

Salmo

Sal 117,1-2.16ab-17.28

R/.
 Dad gracias al Señor porque es bueno

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R/.


R/. Dad gracias al Señor porque es bueno


«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.»
No he de morir, viviré para contar
las hazañas del Señor. R/.


R/. Dad gracias al Señor porque es bueno


Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo. R/.

 

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno

 

Jueves, 17 de septiembre de 2020

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,36-50):

   36 Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa.

   37 Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume,

   38 y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.

   39 Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.»

   40 Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte.» Él dijo: «Di, maestro.»

   41 Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta.

   42 Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?»

   43 Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más.» Él le dijo: «Has juzgado bien»,

   44 y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos.

   45 No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.

   46 No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume.

   47 Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.»

   48 Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.»

   49 Los comensales empezaron a decirse para sí: « ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?»

   50 Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz.»


Palabra del Señor

 

(Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor)

 

*Esta mujer me regala una verdadera enseñanza, puedo ver que a ella no le interesa lo que los demás digan de ella, a ella lo que le interesa es que todos se enteren de lo bueno que es el Señor. Arrojarse a los pies del Señor implica dejar de una manera definitiva vivir en una doble vida, ser una cosa en la calle y otra cosa dentro de la casa, es dejar que los demás vean con sus propios ojos todas las imperfecciones y defecto que hay en mí. Pero es en lo pies del Señor donde recibo el amor, el perdón y la misericordia. Que alegría es para mí saber que hay espacio para mi cerca de los pies del Señor donde todos pueden ver todo lo que soy, pero es ahí también donde puedo sentir cuanto me ama el Señor y al mismo tiempo recibo un amor que no me pasa una factura, un amor limpio, puro y verdadero*     

 

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.


R. Amén.