*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
JUEVES SEMANA
IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Entrad en la presencia del Señor
con aclamaciones.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Entrad en la presencia del Señor
con aclamaciones.
Himno: OH DIOS, AUTOR DE LA LUZ.
Oh Dios, autor de la luz,
de los cielos la lumbrera,
que el universo sostienes
abriendo tu mano diestra.
La aurora, con mar de grana,
cubriendo está las estrellas,
bautizando humedecida
con el rocío la tierra.
Auséntanse ya las sombras,
al orbe la noche deja,
y al nuevo día el lucero,
de Cristo imagen, despierta.
Tú, día de día, oh Dios,
y Luz de Luz, de potencia
soberana, oh Trinidad,
doquier poderoso reinas.
Oh Salvador, ante ti
inclinamos la cabeza,
y ante el Padre y el Espíritu,
dándote gloria perpetua. Amén.
SALMODIA
Ant 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar
tu gracia.
Ant 2. El Señor hará derivar hacia
Jerusalén como un río la paz.
Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias
de sus pechos abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor hará derivar hacia
Jerusalén como un río la paz.
Ant 3. Nuestro Dios merece una alabanza
armoniosa.
Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro Dios merece una alabanza
armoniosa.
LECTURA BREVE Rm 8, 18-21
Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en
comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros. La creación
entera está en expectación, suspirando por esa manifestación gloriosa de los
hijos de Dios; porque las creaturas todas quedaron sometidas al desorden, no
porque a ello tendiesen de suyo, sino por culpa del hombre que las sometió. Y
abrigan la esperanza de quedar ellas, a su vez, libres de la esclavitud de la
corrupción, para tomar parte en la libertad gloriosa que han de recibir los hijos
de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Velando medito en ti, Señor.
R. Velando medito en ti, Señor.
V. Porque fuiste mi auxilio.
R. Medito en ti, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Velando medito en ti, Señor.
V. Haz
brillar tu rostro, Señor, sobre tu siervo.
R. Enséñame tus leyes.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Ester 5, 1-5; 7, 2-10
CASTIGO DE AMAN
Al tercer día, una vez acabada su oración, se despojó Ester
de sus vestidos de penitencia y se revistió de reina. Recobrada su espléndida
belleza, invocó a Dios, que vela sobre todos y los salva, y, tomando a dos
siervas, se apoyó blandamente en una de ellas, mientras la otra la seguía
alzando el ruedo del vestido. Iba ella resplandeciente, en el apogeo de su
belleza, con rostro alegre como de una enamorada, aunque su corazón estaba
oprimido por la angustia. Franqueando todas las puertas, llegó hasta la presencia
del rey.
Estaba el rey sentado en su trono real, revestido de las vestiduras de las
ceremonias públicas, cubierto de oro y piedras preciosas y con aspecto
verdaderamente impresionante. Cuando levantó su rostro, resplandeciente de
gloria, y vio que la reina Ester estaba de pie en el atrio, lanzó una mirada
tan colmada de ira que la reina se desvaneció; perdió el color y apoyó la
cabeza sobre la sierva que la precedía.
Mudó entonces Dios el corazón del rey en dulzura; angustiado, se precipitó del
trono y la tomó en sus brazos y, en tanto ella se recobraba, le dirigía dulces
palabras, diciendo:
«¿Qué ocurre, Ester? Yo soy tu hermano, ten confianza. No morirás, pues mi
mandato alcanza sólo al común de las gentes. Acércate.»
Y, tomando el rey el cetro de oro, lo puso sobre el cuello de Ester, y la besó,
diciendo:
«Háblame.»
Ella respondió:
«Te he visto, señor, como a un ángel de Dios y mi corazón se turbó ante el
temor de tu gloria. Porque eres admirable, señor, y tu rostro está lleno de
dignidad.»
Y, diciendo esto, se desmayó de nuevo. El rey se turbó, y todos su cortesanos
se esforzaron por reanimarla. El rey le preguntó:
«¿Qué sucede, reina Ester? ¿Qué deseas? Incluso la mitad del reino te será
dada.»
Respondió Ester:
«Si al rey le place, venga hoy el rey, con Amán, al banquete que le tengo
preparado.»
Respondió el rey:
«Avisad inmediatamente a Amán, para que se cumpla el deseo de Ester.»
Así, el rey y Amán fueron al banquete preparado por Ester y, durante el
banquete, dijo el rey a Ester:
«¿Qué deseas pedir, reina Ester?, pues te será concedido. ¿Cuál es tu deseo?
Aunque fuera la mitad del reino, se cumplirá.»
Respondió la reina Ester:
«Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey!, y si al rey le place, concédeme la
vida -éste es mi deseo- y la de mi pueblo -ésta es mi petición-. Pues yo y mi
pueblo hemos sido vendidos para ser exterminados, muertos y aniquilados. Si
hubiéramos sido vendidos para esclavos y esclavas, aún hubiera callado; mas
ahora el enemigo no podrá compensar al rey por tal pérdida.»
Preguntó el rey Asuero a la reina Ester:
«¿Quién es y dónde está el hombre que ha pensado en su corazón ejecutar
semejante cosa?»
Respondió Ester:
«Nuestro perseguidor y enemigo es Amán. ¡Ese miserable! »
Amán quedó aterrado en presencia del rey y de la reina. El rey se levantó,
lleno de ira, del banquete y se fue al jardín del palacio; Amán, mientras
tanto, se quedó junto a la reina Ester para suplicarle por su vida, porque
comprendía que, de parte del rey, se le venía encima la perdición. Cuando el
rey volvió del jardín de palacio a la sala del banquete, Amán se había dejado
caer sobre el lecho de Ester. El rey exclamó:
«¿Es que incluso en mi propio palacio quiere hacer violencia a la reina?»
Dio el rey una orden y cubrieron el rostro de Amán. Jarboná, uno de los eunucos
que estaban ante el rey, sugirió:
«Precisamente la horca que Amán había destinado para Mardoqueo, aquel cuyo
informe fue tan útil al rey, está preparada en casa de Amán, y tiene cincuenta
codos de altura.»
Dijo el rey:
« ¡Colgadle de ella! »
Colgaron a Amán de la horca que había levantado para Mardoqueo y se aplacó la
ira del rey.
RESPONSORIO Cf. Est 10, 9; Is 48, 20
R. Israel clamó a Dios y el
Señor salvó a su pueblo; * lo
liberó de todos los males y obró grandes señales entre los demás pueblos.
V. Anunciad con voz de júbilo: «El Señor ha
rescatado a su siervo Jacob.»
R. Lo liberó de todos los males y obró grandes
señales entre los demás pueblos.
SEGUNDA LECTURA
Del Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores
(Sermón 46, 9: CCL 41, 535-536)
SÉ UN EJEMPLO PARA LOS FIELES
Al referirse el Señor a lo que buscan los malos pastores ya
alude también a lo que descuidan; con ello quedan evidenciados los males que
sufren las ovejas. Son muy pocas las ovejas bien alimentadas y sanas, es decir,
aquellas a quienes no falta el sólido manjar de la verdad y se apacientan
abundantemente con los dones de Dios. Pero los malos pastores ni a éstas
perdonan; les parece poco descuidar a las enfermas y errantes, a las débiles y
descarriadas, y llegan incluso a dar muerte a las que están fuertes y sanas. Y
si estas últimas conservan la vida, viven, en todo caso, únicamente porque Dios
cuida de ellas, pero por lo que se refiere a los pastores, éstos hacen lo
posible por matarlas. Quizá preguntes: «¿Cómo las matan?» Pues las matan con su
mala vida y con sus malos ejemplos. ¿Acaso piensas que se dijo en vano a aquel
gran siervo de Dios, uno de los miembros más destacados del sumo pastor: Sé
para todos modelo por tus buenas obras; y también: Sé un ejemplo para los
fieles?
En efecto, con frecuencia, incluso las buenas ovejas, al ver la mala vida de
los pastores, apartan sus ojos de los preceptos del Señor y se fijan más bien
en la conducta del hombre, diciendo en su interior: «Si mi prelado vive de tal
manera, yo, que soy simple oveja, ¿no podré hacer lo que hace él?» De esta
manera el mal pastor lleva a la muerte incluso a las ovejas fuertes. Y, ¿qué
piensas que hará con las demás el que, en lugar de fortalecer a las débiles,
dio muerte, con su mal ejemplo, incluso a las que había encontrado robustas y
sanas?
Os digo, pues, y os repito que si las ovejas viven y mantienen todavía la salud
por la fuerza del Señor, recordando aquellas palabras que oyeron de su mismo
Señor: Cumplid y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en sus obras, sin
embargo, el que vive mal en presencia del pueblo, en cuanto de él depende, mata
a aquel que contempla el mal ejemplo de su vida. Que este tal pastor no se
consuele, pues, pensando que la oveja no ha muerto; vive, sin duda, pero él es
un homicida. Es igual que cuando un hombre impuro mira a una mujer para
desearla: aunque ella persevere casta, él ha pecado, como lo dice claramente el
Señor: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en
su corazón. No penetró ciertamente en su habitación para pecar con ella, pero
pecó en el interior de su corazón.
Así también, todo el que vive indignamente ante aquellos que están bajo su
cuidado, en cuanto de él depende, da muerte incluso a las ovejas sanas; pues el
que lo imita muere, y el que no lo imita vive. Sin embargo, en cuanto de él
depende, lleva a ambos a la muerte; por ello dice: Matáis a las mejor
alimentadas, pero no apacentáis las ovejas.
RESPONSORIO Lc 12, 48; Sb 6, 6
R. A aquel a quien mucho se le
ha dado mucho se le exigirá; * y a
quien más se le haya confiado más se le reclamará.
V. Un juicio severo les espera a los que mandan.
R. Y a quien más se le haya confiado más se le
reclamará.
Jueves, 17 de septiembre de
2020
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (7,36-50):
36 Un fariseo le rogó
que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa.
37 Había en la ciudad una mujer pecadora
pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un
frasco de alabastro de perfume,
38 y poniéndose detrás, a los pies de él,
comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de
su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.
39 Al verlo el fariseo que le había
invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de
mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.»
40 Jesús le respondió: «Simón, tengo algo
que decirte.» Él dijo: «Di, maestro.»
41 Un acreedor tenía dos deudores: uno debía
quinientos denarios y el otro cincuenta.
42 Como no tenían para pagarle, perdonó a
los dos. ¿Quién de ellos le amará más?»
43 Respondió Simón: «Supongo que aquel a
quien perdonó más.» Él le dijo: «Has juzgado bien»,
44 y volviéndose hacia la mujer, dijo a
Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies.
Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus
cabellos.
45 No me diste el beso. Ella, desde que
entró, no ha dejado de besarme los pies.
46 No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha
ungido mis pies con perfume.
47 Por eso te digo que quedan perdonados sus
muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco
amor muestra.»
48 Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan
perdonados.»
49 Los comensales empezaron a decirse para
sí: « ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?»
50 Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha
salvado. Vete en paz.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros
pecados.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu
pueblo y perdónanos nuestros pecados.
PRECES
Invoquemos a Dios, de quien viene la salvación para su pueblo,
diciendo:
Tú, que eres nuestra vida, escúchanos, Señor.
Bendito seas, Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque en tu gran misericordia
nos has hecho nacer de nuevo para una esperanza viva,
por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.
Tú que, en Cristo, renovaste al hombre, creado a imagen tuya,
haz que reproduzcamos la imagen de tu Hijo.
Derrama en nuestros corazones, lastimados por el odio y la envidia,
tu Espíritu de amor.
Concede hoy trabajo a quienes lo buscan, pan a los hambrientos, alegría a los
tristes,
a todos la gracia y la salvación.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor, acoger siempre el anuncio de la salvación para
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos te sirvamos, con
santidad y justicia, todos nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: PORQUE ES TARDE, DIOS MÍO.
Porque es tarde, Dios mío,
porque anochece ya
y se nubla el camino,
porque temo perder
las huellas que he seguido,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.
Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro,
y escudriñé curioso
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.
Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
dígnate ser mi amigo.
¡Qué aprisa cae la tarde...!
¡quédate conmigo! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a
salvo.
Salmo 143 I - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi
refugio donde me pongo a salvo.
Ant 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el
Señor.
Salmo 143 II
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel,
sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el
Señor.
Ant 3. Ahora se estableció la salud y el
reinado de nuestro Dios.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ahora se estableció la salud y el
reinado de nuestro Dios.
LECTURA BREVE Col 1, 23
Perseverad firmemente fundados e inconmovibles en la fe y no os apartéis de la
esperanza del Evangelio que habéis oído, que ha sido predicado a toda creatura
bajo los cielos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. En verdes praderas me hace recostar.
R. Nada me falta.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de
bienes.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A los que tienen hambre de ser
justos el Señor los colma de bienes.
PRECES
Invoquemos a Cristo, luz del mundo y alegría de todo ser viviente,
y digámosle confiados:
Señor, danos tu luz, la salvación y la paz.
Luz indeficiente y palabra eterna del Padre, tú que has venido a salvar a los
hombres,
ilumina a los catecúmenos de la Iglesia con la luz de tu verdad.
No lleves cuenta de nuestros delitos, Señor,
pues de ti procede el perdón.
Señor, tú que has querido que la inteligencia del hombre investigara los
secretos de la naturaleza,
haz que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al bienestar de todos
los hombres.
Protege, Señor, a los que se han consagrado en el mundo al servicio de sus
hermanos;
que con libertad de espíritu y sin desánimo puedan realizar su ideal.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Señor, tú que abres y nadie puede cerrar, ilumina a nuestros difuntos que yacen
en tiniebla y en sombra de muerte,
y ábreles las puertas de tu reino.
Porque todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios, confiadamente nos
atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Acoge benigno, Señor, nuestra súplica vespertina y haz que,
siguiendo las huellas de tu Hijo, fructifiquemos con perseverancia en buenas
obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.