*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*Del Común de la Santísima
Virgen María*.
*NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE. (FIESTA)*
Según una constante y sólida tradición, la
imagen de la Virgen de Guadalupe, a raíz de su impresión en la tilma del indio
Juan Diego en 1531, en la ciudad de México, permaneció algunos días en la
capilla episcopal del obispo fray Juan de Zumárraga, y luego en el templo
mayor. El 26 de diciembre de ese mismo año fue trasladada solemnemente a una
ermita construida al pie del cerro del Tepeyac. Su culto se propagó rápidamente
e influyó mucho para la difusión de la fe entre los indígenas. Después de
habérsele construido sucesivamente otros tres templos al pie del cerro, se
construyó el actual, que fue terminado en 1709 y elevado a la categoría de
basílica por san Pio X en 1904. En 1754, Benedicto XIV confirmó el patronato de
la Virgen de Guadalupe sobre toda la Nueva España (desde Arizona hasta Costa
Rica) y concedió la primera misa y Oficio propios. Puerto Rico la proclamó su
Patrona en 1758. El 12 de octubre de 1895 tuvo lugar la coronación pontificia
de la imagen, concedida por León XIII, el cual había aprobado un año antes un
nuevo Oficio propio. En 1910, san Pio X la proclamó Patrona de la América
Latina; en 1935, Pio XI la nombró Patrona de las Islas Filipinas; y, en 1945,
Pio XII le dio el título de Emperatríz de América.
La veneración a la Virgen de Guadalupe
despierta en el pueblo una grande confianza filial hacia ella, ya que se
presenta solícita para dar auxilio y defensa en las tribulaciones; es, además,
un impulso hacia la práctica de la caridad cristiana, al mostrar la
predilección de María por los humildes y necesitados, y su disposición por
remediar sus angustias.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el
Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen
María.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen
María.
Himno: AYER, ALBA EN EL ALBA, SUBISTE PRESUROSA.
Ayer, alba en el alba, subiste presurosa
por servir a tu prima, cual sierva ante los siervos.
Hoy a México bajas, cual Rosa misteriosa,
para anuciar al indio que en sus ratos acervos
jamás estará solo; porque jamás, oh Madre,
has sido en nuestra historia cobarde subterfugio;
porque tú eres la escala ante el Hijo del Padre:
¡tú el regazo y el puente; tú, defensa y refugio!
Eres cifra y compendio de nuestra patria suave;
eres signo y substancia de nuestra nueva raza;
eres lámpara y cuna, eres báculo y ave,
eres vínculo y nudo, eres tilma, eres casa.
Por tus manos en hueco, patena de ternura,
consagramos al Padre de todos los consuelos,
por el Hijo, en la Llama quemaste la amargura
del sudor hecho lágrimas y el júbilo hecho anhelos.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¿Quién es esa que surge como el alba, hermosa como
la luna y límpida como el sol, imponente como escuadrón a banderas desplegadas?
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. ¿Quién es esa que surge como el alba, hermosa como
la luna y límpida como el sol, imponente como escuadrón a banderas desplegadas?
Ant 2. Yo soy la siempre Virgen santa María, Madre del
verdadero Dios por quien se vive.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88.
56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Yo soy la siempre Virgen santa María, Madre del
verdadero Dios por quien se vive.
Ant 3. Como el águila incita a volar a sus polluelos y
revolotea sobre el nido, así extendió ella sus alas y los llevó sobre su
plumaje.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Como el águila incita a volar a sus polluelos y
revolotea sobre el nido, así extendió ella sus alas y los llevó sobre su
plumaje.
LECTURA BREVE Cf. Sir 50, 5-10
¡Qué majestuosa cuando salía detrás del velo! Como
estrella matutina en medio de las nubes, como la luna en los días de
plenilunio, como el sol cuando brilla sobre el templo del Altísimo, como el
arco iris que ilumina las nubes de gloria, como flor de rosal en primavera,
como lirio junto a un manantial, como vaso de oro macizo adornado con piedras preciosas.
RESPONSORIO BREVE
V. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el
auxilio?
R. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el
auxilio?
V. Señor, por ti madrugo, dame una señal propicia.
R. ¿De dónde me vendrá el auxilio?
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el
auxilio?
V. Señora de los jardines, mis compañeros te escuchan.
R. Déjanos oir tu voz.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 52, 7. 9-10; 54, 10a.
11b-14a. 15; 55, 3b. 12b-13
SOBRE LOS MONTES SE ANUNCIÓ LA PAZ
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero
que anuncia la paz, que trae la dicha, que anuncia la salvación, que dice a
Sión: «Ya reina tu Dios»!
Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de
Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo a la vista de todas las naciones y han
contemplado los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.
«Podrán correrse los montes -dice el Señor-, podrán
moverse las colinas, pero mi amor nunca se apartará de ti. Yo asentaré tus
piedras sobre jaspe y tus cimientos sobre zafiro. Te pondré almenas de rubíes y
puertas de esmeralda, y haré tus murallas con piedras preciosas. Todos tus
hijos serán discípulos del Señor y su dicha será inmensa. Serás consolidada en
la justicia. Si alguien te ataca, no será de parte mía; cualquiera que te
ataque, contra ti se estrellará. Pues voy a firmar con vosotros una alianza
eterna.»
Los montes y colinas romperán a cantar ante vosotros con
gritos de alegría, y aplaudirán los árboles del campo. En lugar del espino
crecerá el ciprés, en lugar de la ortiga crecerán los mirtos.
Será esto para gloria del Señor, para señal eterna que
jamás se borrará.
RESPONSORIO Sal 22, 4; 108, 22; Is 66, 13;
Sal 120, 6
R. No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna:
aunque camines por cañadas oscuras, aunque te sientas pobre y desdichado y
lleves traspasado el corazón. * Como una madre acaricia a su hijo, así yo os
consolaré.
V. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.
R. Como una madre acaricia a su hijo, así yo os
consolaré.
SEGUNDA LECTURA
Del Mensaje del papa Pablo sexto al pueblo mexicano
(L 'Osservatore Romano, 18 de octubre de 1970)
EL MEJOR HOMENAJE A MARÍA: AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO
Amadísimos hijos, deseamos unir nuestra voz a ese himno
filial que el pueblo mexicano eleva hoy a la Madre de Dios. La devoción a la
Virgen Santísima de Guadalupe debe ser para todos vosotros una constante y
particular exigencia de auténtica renovación cristiana. La corona que ella
espera de todos vosotros no es tanto una corona material, sino una preciosa
corona espiritual, formada por un profundo amor a Cristo y por un sincero amor
a todos los hombres: los dos mandamientos que resumen el mensaje evangélico. La
misma Virgen Santísima, con su ejemplo, nos guía en estos dos caminos.
En primer lugar, nos pide que hagamos de Cristo el centro
y la cumbre de toda nuestra vida cristiana. Ella misma se oculta, con suprema
humildad, para que la figura de su Hijo aparezca a los hombres con todo su
incomparable fulgor. Por eso, la misma devoción mariana alcanza su plenitud y
su expresión más exacta cuando es un camino hacia el Señor y dirige todo el
amor hacia él, como ella supo hacerlo, al entrelazar en un mismo impulso la
ternura de madre y la piedad de creatura.
Pero además, y precisamente porque amaba tan
entrañablemente a Cristo, nuestra Madre cumplió cabalmente ese segundo mandamiento
que debe ser la norma de todas las relaciones humanas: el amor al prójimo. ¡Qué
bella y delicada intervención de María en las bodas de Caná, cuando mueve a su
Hijo a realizar el primer milagro de convertir el agua en vino, sólo para
ayudar a aquellos jóvenes esposos! Es todo un signo del constante amor de la
Virgen Santísima por la humanidad necesitada y debe ser un ejemplo para todos
los que quieren considerarse verdaderamente hijos suyos.
Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad
para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de
la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable y justamente remunerado; no
puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce
para hacer realidad sus legítimas aspiraciones, y mientras una parte de la
humanidad siga estando marginada a las ventajas de la civilización y del
progreso. Por ese motivo, en esta fiesta tan señalada os exhortamos de corazón
a dar a vuestra vida cristiana un marcado sentido social -como pide el
Concilio-, que os haga estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos
para el progreso y en todas las iniciativas para mejorar la situación de los
que sufren necesidad. Ved en cada hombre un hermano, y en cada hermano, a Cristo,
de manera que el amor a Dios y el amor al prójimo se unan en un mismo amor,
vivo y operante, que es lo único que puede redimir las miserias del mundo,
renovándolo en su raíz más honda: el corazón del hombre.
El que tiene mucho que sea consciente de su obligación de
servir y de contribuir con generosidad para el bien de todos. El que tiene poco
o no tiene nada que, mediante la ayuda de una sociedad justa, se esfuerce en
superarse y en elevarse a sí mismo y aun en cooperar al progreso de los que sufren
su misma situación. Y, todos, sentid el deber de uniros fraternalmente para
ayudar a forjar ese mundo nuevo que anhela la humanidad.
Esto es lo que hoy os pide la Virgen de Guadalupe, ésta
la fidelidad al Evangelio, de la que ella supo ser el ejemplo eminente.
Sobre vosotros, muy queridos hijos, imploramos confiado
la maternal benevolencia de la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, para que
siga protegiendo a vuestra nación y la dirija e impulse cada vez más por los
caminos del progreso, del amor fraterno y de la pacífica convivencia.
RESPONSORIO Mt 22, 37-38; 1Jn 4, 20; cf. Mt
25, 40
R. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda
tu alma y con toda tu mente: éste es el principal y el primero de los
mandamientos. Pero * si alguno dice: «Yo amo a Dios», y no ama a su hermano,
está mintiendo.
V. Todo lo que hacéis a uno de estos mis humildes
hermanos, a mí me lo hacéis.
R. Si alguno dice: «Yo amo a Dios», y no ama a su
hermano, está mintiendo.
Lecturas del Jueves de la II
Semana de Adviento. Nuestra Señora de Guadalupe.
12 Dic 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (1,26-38)*
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una
ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la
estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate,
llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se
preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado
gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre
Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará
el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos
y su reinado no tendrá fin".
María le dijo entonces al ángel: "¿Cómo podrá ser esto,
puesto que yo permanezco virgen?" El ángel le contestó: "El Espíritu
Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por
eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu
parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el
sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para
Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí
lo que me has dicho". Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra
del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sube a un alto monte, alegre mensajero de Jerusalén,
di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está vuestro Dios! Como un pastor pastorea a
su pueblo.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros
padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Sube a un alto monte, alegre mensajero de Jerusalén,
di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está vuestro Dios! Como un pastor pastorea a
su pueblo.»
PRECES
Alabemos a Dios Padre todopoderoso, el Creador por quien
se vive, y digámosle:
Señor, por quien vivimos, escucha nuestras plegarias.
Bendito seas, Señor del universo, que en tu inmensa
piedad nos enviaste a la Madre de tu Hijo,
para llamarnos a la fe y hacernos ingresar a tu pueblo
santo.
Te bendecimos, Señor, porque ocultaste tu mensaje a los
sabios y prudentes según el mundo
y lo revelaste a los pequeños, a los que son tenidos por
insignificantes y despreciables.
Concédenos ser, como Juan Diego, embajadores tuyos muy
dignos de confianza,
que llevemos a todos los hombres y a todas las naciones
tu mensaje de amor y de paz.
Tú que, con la presencia de María, haces brillar los
riscos como perlas y las espinas como el oro,
haz que el amor de la Santísima Virgen María nos
transforme en otros Cristos.
Haz que , como Juan Diego, seamos siempre fieles al culto
divino y a tus mandatos,
para que merezcamos, también nosotros, que la Virgen
María nos salga al paso en el camino de nuestra vida.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con la confianza que nos da la predilección mostrada por
la santa Madre de Dios hacia nosotros, digámosle al Padre de los Cielos, con
profundo amor filial:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la
protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos,
por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero
amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: MORENEZ DE MORENA HERMOSURA.
Morenez de morena hermosura,
no nevado candor de jazmín;
sí amalgama, crisol que madura
nuestra sed del Amor, mar sin fin.
Ella es reina, nosotros vasallos;
ella es río, nosotros la sed;
ella estrella, nosotros los rayos;
ella nave, nosotros la red.
Sobre el surco del llanto, sus ojos,
sobre el hambre de Madre, su amor;
sus dos manos, un viento de rezos,
en la noche de América, sol.
Cuando el valle se viste de sombras
y el silencio es la voz del hogar,
te loamos, Señor, que te nombras
el Amor no agotado de amar. Amén.
SALMODIA
Ant 1. He elegido y santificado este lugar, para que en
él permanezca mi nombre para siempre y estén fijos en él mis ojos y mi corazón.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. He elegido y santificado este lugar, para que en él
permanezca mi nombre para siempre y estén fijos en él mis ojos y mi corazón.
Ant 2. Reconozcan, Señor, que aquí está tu mano, que eres
tú quien lo ha hecho.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Reconozcan, Señor, que aquí está tu mano, que eres
tú quien lo ha hecho.
Ant 3. El gorrión ha encontrado una casa, y la tórtola ha
hallado un nido para colocar a sus polluelos.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El gorrión ha encontrado una casa, y la tórtola ha
hallado un nido para colocar a sus polluelos.
LECTURA BREVE Ap 21, 2-3
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del
cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios
con los hombres, y acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará
con ellos.»
RESPONSORIO BREVE
V. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron
bienaventurada.
R. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron
bienaventurada.
V. Ella abrió sus labios con sabiduría y su lengua
pronunció palabras de amor.
R. Y la proclamaron bienaventurada.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron
bienaventurada.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Las aguas torrenciales no han podido apagar el amor,
ni los ríos extinguirlo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Las aguas torrenciales no han podido apagar el amor,
ni los ríos extinguirlo.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas a Dios, que quiso enviarnos a
la Santísima Virgen María para darnos consuelo en nuestras penas y llevarnos
hacia él; pidámosle confiadamente:
Concédenos su amor, auxilio y defensa.
Tú que has hecho surgir a la Santísima Virgen María como
el sol sobre los montes para iluminar a tu Iglesia, haz que, bajo el influjo de
su belleza y de su amor, reine la justicia y la paz en todo el mundo.
Señor, Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo
imprimiera su figura en el ayate del indio Juan Diego y tomara nuestros rasgos,
haz que copiemos en nosotros sus virtudes y su amor hacia los pobres y
desamparados.
Tú que, por medio de María, convertiste la aridez del
Tepeyac en jardín florido y perfumado, trasforma a nuestro pueblo, por medio de
ella, en un plantío fecundo de verdaderos cristianos.
Haz que aprendamos de Juan Diego la sencillez y la
humildad, la constancia en el sufrimiento y la fidelidad a tu santísima Madre.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que has constituido a la Virgen María como protectora
de todos los que la invoquen y en ella confíen,
haz llegar la luz de su consuelo hasta los miembros de tu
pueblo santo que ya han salido de este mundo.
Unidos fraternalmente bajo la protección maternal de
María, digamos a Dios con profunda confianza filial:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la
protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos,
por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero
amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.