*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO ORDINARIO*
MARTES
DE LA SEMANA XXXI
De la Feria.
Salterio III
5 de noviembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Señor, al gran Rey, venid,
adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Señor, al gran Rey, venid,
adorémosle.
Himno: GRACIAS, SEÑOR POR EL DÍA
Gracias, Señor, por el día,
por tu mensaje de amor
que nos das en cada flor;
por esta luz de alegría,
te doy las gracias, Señor.
Gracias, Señor, por la espina
que encontraré en el sendero,
donde marcho pregonero
de tu esperanza divina;
gracias, por ser compañero.
Gracias, Señor, porque dejas
que abrase tu amor mi ser,
porque haces aparecer
tus flores a mis abejas,
tan sedientas de beber.
Gracias por este camino,
donde caigo y me levanto,
donde te entrego mi canto
mientras marcho peregrino,
Señor, a tu monte santo.
Gracias, Señor, por la luz
que ilumina mi existir;
por este dulce dormir
que me devuelve a tu cruz.
¡Gracias, Señor, por vivir! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu
pueblo.
Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, has sido bueno con tu
tierra, has perdonado la culpa de tu pueblo.
Ant 2. Mi alma te ansía de noche, Señor;
mi espíritu madruga por ti.
Cántico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO Is 26, 1-4.
7-9. 12
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi alma te ansía de noche, Señor;
mi espíritu madruga por ti.
Ant 3. Ilumina, Señor, tu rostro sobre
nosotros.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.
LECTURA BREVE 1Jn 4, 14-15
Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para
ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él y él en Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
R. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
V. Mi alcázar, mi libertador.
R. En que me amparo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
V. Voy a escuchar lo que dice el Señor.
R. Dios anuncia la paz a su pueblo.
PRIMERA LECTURA
Del libro de la Sabiduría 10, 1-11, 4
LA SABIDURÍA FUE LA SALVACIÓN DE LOS PATRIARCAS
La sabiduría fue quien protegió al padre del mundo
en su soledad, a la primera creatura modelada por Dios; lo levantó de su caída
y le dio el poder de dominarlo todo. Se apartó de ella el criminal iracundo, y
su saña fratricida le acarreó la ruina. Por su culpa vino el diluvio a la
tierra, y otra vez la salvó la sabiduría, pilotando al justo en un tablón de
nada. Cuando la barahúnda de los pueblos, concordes en la maldad, ella se fijó
en el justo y lo preservó sin tacha ante Dios, manteniéndolo entero sin
ablandarse ante su hijo.
Cuando la aniquilación de los impíos, ella puso a salvo al justo, fugitivo del
fuego llovido sobre la Pentápolis; testimonio de su maldad, aún está ahí el
yermo humeante, los árboles frutales de cosechas malogradas y la estatua de sal
que se yergue, monumento al alma incrédula. Pues, dejando a un lado a la sabiduría,
se mutilaron ignorando el bien y, además, legaron a la historia un recuerdo de
su insensatez, para que su mal paso no quedara oculto.
La sabiduría sacó de apuros a sus adictos. Guió al justo por caminos seguros
cuando tuvo que huir y le descubrió el reino de Dios; le dio el conocimiento de
las cosas santas; le dio éxito en sus trabajos y multiplicó el fruto de sus
fatigas; lo protegió contra la codicia de los explotadores y lo colmó de
bienes; lo defendió de sus enemigos y lo protegió de los que le tendían
asechanzas; le dio la victoria en la dura batalla, para que supiera que la
piedad es más fuerte que nada. No abandonó al justo vendido, sino que lo libró
de caer en mano de los pecadores; bajó con él al calabozo y no lo dejó en la
prisión, hasta entregarle el cetro real y el poder sobre sus tiranos; demostró
la falsedad de sus calumniadores y le dio una gloria eterna.
Al pueblo santo, a la raza irreprochable, lo libró de la nación opresora; entró
en el alma del servidor de Dios, que hizo frente a reyes temibles con sus
prodigios y señales. Dio a los santos la recompensa de sus trabajos y los
condujo por un camino maravilloso; fue para ellos sombra durante el día y
resplandor de astros por la noche. Los hizo atravesar el mar Rojo y los guió a
través de aguas caudalosas; sumergió a sus enemigos, y luego los sacó a flote
de lo profundo del abismo.
Por eso los justos despojaron a los impíos y cantaron, Señor, un himno a tu
santo nombre, ensalzando a coro tu mano victoriosa; porque la sabiduría abrió
la boca de los mudos y soltó la lengua de los niños. Coronó con el éxito sus
obras por medio de un santo profeta. Atravesaron un desierto inhóspito,
acamparon en terrenos intransitados; hicieron frente a ejércitos hostiles y
rechazaron a sus adversarios. Tuvieron sed y te invocaron: una roca áspera les
dio agua, y les curó la sed una piedra dura.
RESPONSORIO Sb 10, 17. 18. 19
R. Dios dio a
los santos la recompensa de sus trabajos y los condujo por un camino
maravilloso; * fue para ellos sombra durante
el día y resplandor de astros por la noche.
V. Los guió a través de aguas caudalosas, y
sumergió a sus enemigos.
R. Fue para ellos sombra durante el día y
resplandor de astros por la noche.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre
la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms. 88-90)
PAPEL DE LOS CRISTIANOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA
PAZ
Los cristianos deben cooperar con gusto y de
corazón en la edificación de un orden internacional en el que se respeten las
legítimas libertades y se fomente una sincera fraternidad entre todos; y eso
con tanta mayor razón cuanto más claramente se advierte que la mayor parte de
la humanidad sufre todavía una extrema pobreza, hasta tal punto que puede
decirse que Cristo mismo, en la persona de los pobres, eleva su voz para
solicitar la caridad de sus discípulos. Que se evite, pues, el escándalo de
que, mientras ciertas naciones, cuya población es muchas veces en su mayoría
cristiana, abundan en toda clase de bienes, otras, en cambio, se ven privadas
de lo más indispensable y sufren a causa del hambre, de las enfermedades y de
toda clase de miserias. El espíritu de pobreza y de caridad debe ser la gloria
y el testimonio de la Iglesia de Cristo.
Hay que alabar y animar, por tanto, a aquellos cristianos, sobre todo a los
jóvenes, que espontáneamente se ofrecen para ayudar a los demás hombres y
naciones. Más aún, es deber de todo el pueblo de Dios, animado y guiado por la
palabra y el ejemplo de sus obispos, aliviar, según las posibilidades de cada
uno, las miserias de nuestro tiempo; y esto hay que hacerlo, como era costumbre
en la antigua Iglesia, dando no solamente de los bienes superfluos sino aun de
los necesarios.
El modo de recoger y distribuir lo necesario para las diversas necesidades, sin
que haya de ser rígida y uniformemente ordenado, llévese a cabo, sin embargo,
con toda solicitud en cada una de las diócesis, naciones e incluso en el plano
universal, uniendo siempre que se crea conveniente la colaboración de los
católicos con la de los otros hermanos cristianos. En efecto, el espíritu de
caridad, lejos de prohibir el ejercicio ordenado y previsor de la acción social
y caritativa, más bien lo exige. De aquí que sea necesario que quienes
pretenden dedicarse al servicio de las naciones en vía de desarrollo sean
oportunamente formados en instituciones especializadas.
Por eso la Iglesia debe estar siempre presente en la comunidad dé las naciones
para fomentar o despertar la cooperación entre los hombres; y eso tanto por
medio de sus órganos oficiales como por la colaboración sincera y plena de cada
uno de los cristianos, colaboración que debe inspirarse en el único deseo de
servir a todos.
Este resultado se conseguirá mejor si los mismos fieles en sus propios
ambientes, conscientes de la propia responsabilidad humana y cristiana, se
esfuerzan por despertar el deseo de una generosa cooperación con la comunidad
internacional. Dése a esto una especial importancia en la formación de los
jóvenes, tanto en su formación religiosa como civil.
Finalmente, es muy de desear que los católicos, para cumplir debidamente su
deber en el seno de la comunidad internacional, se esfuercen por cooperar
activa y positivamente con sus hermanos separados, que como ellos profesan la
caridad evangélica, y con todos aquellos otros hombres que están sedientos de
verdadera paz.
RESPONSORIO Cf. Ha 3, 3; Lv 26,
1. 6. 9
R. He aquí que
vengo de Temán, * yo,
el Señor, vuestro Dios, que os traigo la paz.
V. Me volveré hacia vosotros, os acrecentaré y
multiplicaré, y mantendré mi alianza con vosotros.
R. Yo, el Señor, vuestro Dios, que os traigo la
paz.
Lecturas del Martes de la XXXI
Semana del Tiempo Ordinario. Santa
Ángela de la Cruz Guerrero
González, virgen
05 Nov 2024
Evangelio
*Lectura del santo evangelio
según san Lucas (14,15-24)*
En aquel
tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: «¡Dichoso el que coma en el
banquete del reino de Dios!»
Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a
la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: «Venid, que ya
está preparado.» Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: «He
comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor.» Otro dijo:
«He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor.»
Otro dijo: «Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir.» El criado volvió a
contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado:
«Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los
lisiados, a los ciegos y a los cojos.» El criado dijo: «Señor, se ha hecho lo
que mandaste, y todavía queda sitio.» Entonces el amo le dijo: «Sal por los
caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa.» Y os
digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Nos ha suscitado el Señor una fuerza de salvación, según lo había
predicho por boca de sus santos profetas.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nos ha suscitado el Señor una
fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus santos profetas.
PRECES
Adoremos a Cristo, que con su sangre ha adquirido el pueblo de la
nueva alianza, y digámosle suplicantes:
Acuérdate, Señor, de tu pueblo.
Rey y redentor nuestro, escucha la alabanza que te dirige tu Iglesia en el
comienzo de este día,
y haz que no deje nunca de glorificarte.
Que nunca, Señor, quedemos confundidos
los que en ti ponemos nuestra fe y nuestra esperanza.
Mira compasivo nuestra debilidad y ven en ayuda nuestra,
ya que sin ti nada podemos hacer.
Acuérdate de los pobres y desvalidos;
que este día que comienza les traiga solaz y alegría.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al
Padre que a todos llegue el reino de su Hijo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, de quien dimana la bondad y hermosura de todo
lo creado; haz que comencemos este día con ánimo alegre, y que realicemos nuestras
obras movidos por el amor a ti y a los hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: COMO EL NIÑO QUE NO SABE DORMIRSE
Como el niño que no sabe dormirse
sin cogerse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos, al caer la tarde.
Como el niño que sabe que alguien vela
su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura
sabiendo que eres tú quien nos aguarda.
Tú endulzarás mi última amargura,
tú aliviarás el último cansancio,
tú cuidarás los sueños de la noche,
tú borrarás las huellas de mi llanto.
Tú nos darás mañana nuevamente
la antorcha de la luz y la alegría,
y, por las horas que te traigo muertas,
tú me darás una mañana viva. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor rodea a su pueblo.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte
Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo.
Ant 2. Si no volvéis a ser como niños, no
entraréis en el reino de los cielos.
Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN
LOS BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si no volvéis a ser como niños, no
entraréis en el reino de los cielos.
Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un
reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10.
12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la
gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un
reino de sacerdotes para nuestro Dios.
LECTURA BREVE Rm 12, 9-12
Que vuestra caridad sea sincera. Aborreced el mal
y aplicaos al bien. En punto a caridad fraterna, amaos entrañablemente unos a
otros. En cuanto a la mutua estima, tened por más dignos a los demás. Nada de
pereza en vuestro celo, sirviendo con fervor de espíritu al Señor. Que la
esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la
oración.
RESPONSORIO BREVE
V. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que
el cielo.
V. Tu fidelidad de generación en generación.
R. Más estable que el cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que
el cielo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi
salvador.
PRECES
Invoquemos a Dios, esperanza de su pueblo, diciendo:
Escúchanos, Señor.
Te damos gracias, Señor, porque hemos sido enriquecidos en todo por Cristo, tu
Hijo;
haz que por él crezcamos en todo conocimiento.
En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan;
dales, pues, acierto en sus decisiones para que te sean gratos en su pensar y
obrar.
Tú que a los artistas concedes inspiración para plasmar la belleza que de ti
procede,
haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres.
Tú que no permites que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas,
da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que nos has prometido la resurrección en el último día,
no te olvides de tus hijos que ya han dejado el cuerpo mortal.
Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre
común:
Padre nuestro...
ORACION
Nuestra oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia, y
descienda sobre nosotros tu bendición; así, con tu ayuda seremos salvados ahora
y por siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.