*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO ORDINARIO*
JUEVES DE LA SEMANA XX
Del Común de la santísima Virgen María. Salterio IV
22 de agosto
*LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, REINA (MEMORIA)*.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Adoremos a Cristo, nuestro rey, que
ha coronado como reina a María, su madre.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Adoremos a Cristo, nuestro rey, que
ha coronado como reina a María, su madre.
Himno: VIENES DEL TRONO DE DAVID
Vienes del trono de David profeta
y, radiante de luz, gloriosa brillas
y, en carro de querubes, te levantas,
Virgen María.
Recibes en tu seno inmaculado
al Hijo de quien eres sierva e hija;
Dios en tu vientre virginal se humana,
Virgen María.
Tú misma adoras, en tu casto seno,
a quien el cielo adora de rodillas
y a quien pedimos la celeste gloria,
Virgen María.
Danos, Señor y Padre de las luces,
que vives en eternas alegrías,
habitar con la Reina de los cielos,
Virgen María. Amén.
SALMODIA
Ant 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar
tu gracia.
Ant 2. El Señor hará derivar hacia
Jerusalén como un río la paz.
Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias
de sus pechos abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor hará derivar hacia
Jerusalén como un río la paz.
Ant 3. Nuestro Dios merece una alabanza
armoniosa.
Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro Dios merece una alabanza
armoniosa.
LECTURA BREVE Is 61, 10
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un
traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se
adorna con sus joyas.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor la eligió y la predestinó.
R. El Señor la eligió y la predestinó.
V. La hizo morar en su templo santo.
R. Y la predestinó.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor la eligió y la predestinó.
V. Haz
brillar tu rostro, Señor, sobre tu siervo.
R. Enséñame tus leyes.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Qohelet 7, 1-30a
NO SEPAS MAS DE LO QUE NECESITES
¿Quién puede saber lo que conviene al hombre en su
vida, durante los días contados de su vano vivir, que él los vive como una
sombra? Y ¿quién indicará al hombre lo que sucederá después de él bajo el sol?
Más vale el buen nombre que el óleo perfumado; y el día de la muerte más que el
día del nacimiento. Más vale ir a casa de luto que a casa de festín, porque
aquél es el fin de todo hombre y, con ello, el que vive reflexiona. Más vale
llorar que reír, pues tras una cara triste hay un corazón feliz. El corazón de
los sabios está en la casa del luto, mientras que el corazón de los necios en
la casa del festín.
Más vale oír reproche de sabio que alabanza de necios. Porque como crepitar de
zarzas bajo la olla, así es el reír del necio: y también esto es vanidad. El
halago atonta al sabio; y el regalo pervierte el corazón. Mejor es el fin de
una cosa que su principio. Más vale el paciente que el soberbio.
No te dejes llevar del enojo, pues el enojo reside en el pecho de los necios.
No digas: «¿Cómo es que el tiempo pasado fue mejor que el presente?», pues no
es de sabios preguntar sobre ello. Tan buena es la sabiduría como la hacienda,
y aprovecha a los que ven el sol. Porque la sabiduría protege como el dinero,
pero el saber lo aventaja en que hace vivir al que lo posee.
Mira la obra de Dios: ¿quién podrá enderezar lo que él torció? Alégrate en el
día feliz, y en el día desgraciado considera que, tanto uno como otro, Dios los
hace para que el hombre nada descubra de su porvenir. En mi vano vivir, de todo
he visto: justos perecer en su justicia e impíos envejecer en su iniquidad. No
quieras ser justo en demasía ni te vuelvas sabio con exceso. ¿Para qué
destruirte? No quieras ser demasiado impío ni te hagas el insensato. ¿A qué morir
antes de tiempo? Bueno es que mantengas asida una cosa, sin dejar otra de la
mano, porque el temeroso de Dios con todo ello se sale.
La sabiduría da más fuerza al sabio que diez poderosos que haya en la ciudad.
Cierto es que no hay ningún justo en la tierra que haga el bien sin nunca
pecar. Tampoco hagas caso de todo lo que se dice, para que no oigas que tu
siervo te denigra. Que tu corazón bien sabe cuántas veces también tú has
denigrado a otros.
Todo esto lo intenté con la sabiduría. Dije: «Seré sabio.» Pero eso estaba
lejos de mí. Lejos quedó lo que estaba lejos, y profundo lo que estaba
profundo: ¿quién lo alcanzará?
He aplicado mi corazón a explorar y a buscar sabiduría y razón, a reconocer la
maldad como una necedad, y la necedad como una locura. He hallado que la mujer
es más amarga que la muerte, porque ella es como una red, su corazón como un
lazo y sus brazos como cadenas. El que agrada a Dios se libra de ella, mas el
pecador cae en su trampa.
Esto es lo que he hallado —dice el Qohelet— tratando de razonar, caso por caso;
aunque he seguido buscando, nada más he hallado. Un hombre entre mil, sí que lo
hallo; pero mujer entre todas ellas, no la encuentro. Mira, lo que hallé fue
sólo eso: Dios hizo sencillo al hombre, pero él se complicó con muchas razones.
RESPONSORIO Pr 20, 9; Qo 7, 21;
1Jn 1, 8. 9
R. ¿Quién se
atreverá a decir: «Tengo la conciencia limpia, estoy libre de pecado»? * Pues
no hay ningún justo en la tierra que haga el bien sin nunca pecar.
V. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos
a nosotros mismos; pero si confesamos nuestros pecados, fiel y bondadoso es
Dios para perdonarnos y purificarnos de toda iniquidad.
R. Pues no hay ningún justo en la tierra que haga
el bien sin nunca pecar.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Amadeo de Lausana, obispo
(Homilía 7: SC 72, 188. 190. 192. 200)
REINA DEL MUNDO Y DE LA PAZ
Observa cuán adecuadamente brilló por toda la
tierra, ya antes de la asunción, el admirable nombre de María y se difundió por
todas partes su ilustre fama, antes de que fuera ensalzada su majestad sobre
los cielos. Convenía, en efecto, que la Madre virgen, por el honor debido a su
Hijo, reinase primero en la tierra y, así, penetrara luego gloriosa en el
cielo; convenía que fuera engrandecida aquí abajo, para penetrar luego, llena
de santidad, en las mansiones celestiales, yendo de virtud en virtud y de
gloria en gloria por obra del Espíritu del Señor.
Así pues, durante su vida mortal gustaba anticipadamente las primicias del
reino futuro, ya sea elevándose hasta Dios con inefable sublimidad, como
también descendiendo hacia sus prójimos con indescriptible caridad. Los ángeles
la servían, los hombres le tributaban su veneración. Gabriel y los ángeles la
asistían con sus servicios; también los apóstoles cuidaban de ella,
especialmente san Juan, gozoso de que el Señor, en la cruz, le hubiese
encomendado su madre virgen, a él, también virgen. Aquéllos se alegraban de
contemplar a su reina, éstos a su señora, y unos y otros se esforzaban en
complacerla con sentimientos de piedad y devoción.
Y ella, situada en la altísima cumbre de sus virtudes, inundada como estaba por
el mar inagotable de los carismas divinos, derramaba en abundancia sobre el
pueblo creyente y sediento el abismo de sus gracias, que superaban a las de
cualquiera otra creatura. Daba la salud a los cuerpos y el remedio para las
almas, dotada como estaba del poder de resucitar de la muerte corporal y
espiritual. Nadie se apartó jamás triste o deprimido de su lado, o ignorante de
los misterios celestiales. Todos volvían contentos a sus casas, habiendo
alcanzado por la madre del Señor lo que deseaban.
Plena hasta rebosar de tan grandes bienes, la esposa, madre del esposo único,
suave y agradable, llena de delicias, como una fuente de los jardines espirituales,
como un pozo de agua viva y vivificante, que mana con fuerza del Líbano divino,
desde el monte de Sión hasta las naciones extranjeras, hacía derivar ríos de
paz y torrentes de gracia celestial. Por esto, cuando la Virgen de las vírgenes
fue llevada al cielo por el que era su Dios y su Hijo, el rey de reyes, en
medio de la alegría y exultación de los ángeles y arcángeles y de la aclamación
de todos los bienaventurados, entonces se cumplió la profecía del Salmista, que
decía al Señor: De pie a tu derecha está la reina enjoyada con oro de Ofir.
RESPONSORIO Ap 12, 1; Sal 44, 10
R. Una gran
señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus
pies, * y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
V. De pie a tu derecha está la reina enjoyada con
oro de Ofir.
R. Y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
*Santa María
Virgen, Reina*
Jueves, 22 de
agosto de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (1,26-38)*
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue
enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se
llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era
aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no
tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará
Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha
concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para
Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra.» Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Excelsa Reina del mundo, siempre Virgen María, tú engendraste a
Cristo, Señor y Salvador de todos los hombres.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Excelsa Reina del mundo, siempre
Virgen María, tú engendraste a Cristo, Señor y Salvador de todos los hombres.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María
Virgen, y digámosle:
Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente,
haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.
Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada,
líbranos de toda ocasión de pecado.
Salvador del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,
por su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos.
Señor Jesús, que colgado en la cruz entregaste María a Juan como madre,
haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios nuestro, que nos has dado como madre y como reina a la
Madre de tu Hijo, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la
gloria que tienes preparada a tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: DE HERMOSAS CONTRADICCIONES
De hermosas contradicciones
te vemos, Reina, adornada,
muy mujer para divina,
muy celestial para humana.
Con admiración, en ella
se ve la ley derogada,
muy humilde para Reina,
muy exenta para esclava.
Por su caudillo la tienen
las celestiales escuadras,
para combatir muy tierna,
para niña muy armada.
La dignidad de que goza
con su modestia batalla,
para mandar muy pequeña,
para humillarse muy alta.
Une en sus divinos ojos
al temor la confianza,
muy terrible para hermosa,
para espantar muy amada.
Colocada en el empíreo,
en la celestial morada,
corto solio a su grandeza,
a su humildad mucho alcázar. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a
salvo.
Salmo 143 I - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi
refugio donde me pongo a salvo.
Ant 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el
Señor.
Salmo 143 II
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel,
sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el
Señor.
Ant 3. Ahora se estableció la salud y el
reinado de nuestro Dios.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12,
10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ahora se estableció la salud y el
reinado de nuestro Dios.
LECTURA BREVE Ga 4, 4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo,
nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo
la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
RESPONSORIO BREVE
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está
contigo.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto
de tu vientre.
R. El Señor está contigo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está
contigo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dichosa tú, María, porque has creído lo que te ha dicho el Señor;
por eso reinas ya eternamente con Cristo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichosa tú, María, porque has
creído lo que te ha dicho el Señor; por eso reinas ya eternamente con Cristo.
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso
que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y
supliquémosle diciendo:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.
Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la
inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de
Jesucristo,
haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú que nos diste a María por Madre, concede por su mediación salud a los
enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,
y a todos abundancia de salud y de paz.
Tú que hiciste de María la llena de gracia,
concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de
Jesús.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu
reino.
Confiando en el Señor que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que
colme también de bienes al mundo hambriento:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios nuestro, que nos has dado como madre y como reina a la
Madre de tu Hijo, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la
gloria que tienes preparada a tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.