*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*VIERNES
SEMANA V PASCUA*
3 de mayo
*SANTOS FELIPE Y SANTIAGO, apóstoles (FIESTA)*.
Felipe nació en Betsaida; fue primero discípulo del Bautista y más tarde siguió
a Cristo. Santiago, primo hermano del Señor, hijo de Alfeo, fue obispo de
Jerusalén, escribió una carta canónica. Llevó una vida de gran mortificación y
convirtió a muchos judíos. Recibió la corona del martirio el año 62.
*LAUDES*
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aleluya. Venid, adoremos al Señor,
rey de los apóstoles. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. Venid, adoremos al Señor,
rey de los apóstoles. Aleluya.
Himno: CON EL GOZO PASCUAL
Con el gozo pascual,
el sol de nuevo brilla
cuando ven los apóstoles
que Jesús resucita.
En la carne de Cristo
ven claras las heridas
y paladinamente
que está vivo predican.
Cristo, rey clementísimo,
nuestras almas habita
para que te celebremos
por siempre en nuestra vida.
Sé, Jesús, de las almas
la pascual alegría,
que, en gracia renacidos,
tu triunfo nos anima.
A ti, Jesús, la gloria,
que, la muerte vencida,
abres por los apóstoles
nuevas sendas de vida. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, muéstranos al Padre, y eso nos bastará.
Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, muéstranos al Padre, y eso
nos bastará. Aleluya.
Ant 2. Tanto tiempo hace que estoy con
vosotros y ¿no me acabas de conocer? Felipe, el que me ve ve también a mi
Padre. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Tanto tiempo hace que estoy con
vosotros y ¿no me acabas de conocer? Felipe, el que me ve ve también a mi
Padre. Aleluya.
Ant 3. No se aflija vuestro corazón: tened
fe viva en Dios y tenedla también en mi; en la casa de mi Padre hay muchas
moradas. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No se aflija vuestro corazón: tened
fe viva en Dios y tenedla también en mi; en la casa de mi Padre hay muchas
moradas. Aleluya.
LECTURA BREVE Ef 2, 19-22
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de
Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de
los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él
todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo
consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la
construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.
RESPONSORIO BREVE
V. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
Aleluya, aleluya.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda
la tierra. Aleluya, aleluya.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda
la tierra. Aleluya, aleluya.
V. Contaron las alabanzas del Señor y
su poder. Aleluya.
R. Y las maravillas que realizó.
Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 5, 12-32
LOS APÓSTOLES EN LA IGLESIA PRIMITIVA
En aquellos días, los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del
pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los
demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos;
más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían
al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle y los ponía en catres y
camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra por lo menos cayera sobre alguno.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén llevando enfermos y poseídos
de espíritu inmundo; y todos se curaban.
Entonces el sumo sacerdote y los de su partido —la secta de los saduceos—,
llenos de coraje, mandaron prender a los apóstoles y meterlos en la cárcel
común. Pero por la noche el ángel del Señor les abrió las puertas y los sacó
fuera, diciéndoles:
«Id al templo y explicadle allí al pueblo este modo de vida.» Entonces ellos
entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el
sumo sacerdote con los de su partido, convocaron el Consejo y el pleno del
senado israelita y mandaron por los presos a la cárcel. Fueron los guardias,
pero no los encontraron en la celda, y volvieron a informar:
«Hemos encontrado la cárcel cerrada, con las barras echadas, y a los centinelas
guardando las puertas; pero al abrir no encontramos a nadie dentro.»
El comisario del templo y los sumos sacerdotes no atinaban a explicarse qué
había pasado con los presos.
Uno se presentó avisando:
«Los hombres que metisteis en la cárcel están ahí en el templo y siguen
enseñando al pueblo.»
El comisario salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por
miedo a que el pueblo los apedrease. Los guardias condujeron a los apóstoles a
presencia del Consejo, y el sumo sacerdote les interrogó:
«¿No os habíamos prohibido expresamente enseñar en nombre de ése? En cambio,
habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables
de la sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron:
«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres
resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero. La
diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la
conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el
Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.»
RESPONSORIO Cf. Hch 4, 33. 31b
R. Los apóstoles daban testimonio de
la resurrección del Señor con mucho valor. * Todos
eran muy bien vistos. Aleluya.
V. Los llenó a todos el Espíritu Santo
y anunciaban con valentía la palabra de Dios.
R. Todos eran muy bien vistos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de Tertuliano, presbítero, Sobre la prescripción de
los herejes
(Cap. 20, 1-9; 21, 3; 22, 8-10: CCL 1, 201-204)
LA PREDICACIÓN APOSTÓLICA
Cristo Jesús, nuestro Señor, durante su vida terrena, iba enseñando por sí mismo
quién era él, qué había sido desde siempre, cuál era el designio del Padre que
él realizaba en el mundo, cuál ha de ser la conducta del hombre para que sea
conforme a este mismo designio; y lo enseñaba unas veces abiertamente ante el
pueblo, otras aparte a sus discípulos, principalmente a los doce que había
elegido para que estuvieran junto a él, y a los que había destinado como
maestros de las naciones.
Y así, después de la defección de uno de ellos, cuando estaba para volver al
Padre, después de su resurrección, mandó a los otros once que fueran por el
mundo a adoctrinar a los hombres y bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo.
Los apóstoles —palabra que significa «enviados»—, después de haber elegido a
Matías, echándolo a suertes, para sustituir a Judas y completar así el número
de doce (apoyados para esto en la autoridad de una profecía contenida en un
salmo de David), y después de haber obtenido la fuerza del Espíritu Santo para
hablar y realizar milagros, como lo había prometido el Señor, dieron primero en
Judea testimonio de la fe en Jesucristo e instituyeron allí Iglesias, después
fueron por el mundo para proclamar a las naciones la misma doctrina y la misma
fe.
De modo semejante, continuaron fundando Iglesias en cada población, de manera
que las demás Iglesias fundadas posteriormente, para ser verdaderas Iglesias,
tomaron y siguen tomando de aquellas primeras Iglesias el retoño de su fe y la
semilla de su doctrina. Por esto también aquellas Iglesias son consideradas apostólicas,
en cuanto que son descendientes de las Iglesias apostólicas.
Es norma general que toda cosa debe ser referida a su origen. Y, por esto, toda
la multitud de Iglesias son una con aquella primera Iglesia fundada por los
apóstoles, de la que proceden todas las otras. En este sentido son todas
primeras y todas apostólicas, en cuanto que todas juntas forman una sola. De
esta unidad son prueba la comunión y la paz que reinan entre ellas, así como su
mutua fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razón de ser que
su unidad en una misma tradición apostólica.
El único medio seguro de saber qué es lo que predicaron los apóstoles, es
decir, qué es lo que Cristo les reveló, es el recurso a las Iglesias fundadas
por los mismos apóstoles, las que ellos adoctrinaron de viva voz y, más tarde,
por carta.
El Señor había dicho en cierta ocasión: Tendría aún muchas cosas que deciros,
pero no estáis ahora en disposición de entenderlas; pero añadió a continuación:
Cuando venga el Espíritu de verdad, os conducirá a la verdad completa; con
estas palabras demostraba que nada habían de ignorar, ya que les prometía que
el Espíritu de verdad les daría el conocimiento de la verdad completa. Y esta
promesa la cumplió, ya que sabemos por los Hechos de los apóstoles que el
Espíritu Santo bajó efectivamente sobre ellos.
RESPONSORIO Jn 12, 21-22; Rm 9, 26
R. Se acercaron a Felipe algunos
gentiles y le hicieron este ruego: «Señor, queremos ver a Jesús.» * Felipe
fue a decírselo a Andrés; y en seguida Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.
Aleluya.
V. Ahí donde se dijo: «No sois mi
pueblo», serán llamados «hijos del Dios vivo».
R. Felipe fue a decírselo a Andrés; y
en seguida Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. Aleluya.
3 de mayo
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (14,6-14)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: «Yo soy el camino, y la
verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí,
conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»
Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?
Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al
Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os
digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus
obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las
obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago,
y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo
haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi
nombre, yo lo haré.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Felipe se encontró con Natanael, y le dijo:
«Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas:
a Jesús de Nazaret, el hijo de José.» Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Felipe se encontró con Natanael, y
le dijo: «Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los
profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José.» Aleluya.
PRECES
Demos gracias a nuestro Padre que está en los cielos, porque por
medio de los apóstoles nos ha dado parte en la herencia de los elegidos, y
aclamémosle diciendo:
El coro de los apóstoles te alaba, Señor.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado la mesa de
tu cuerpo y de tu sangre:
en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has preparado la mesa
de tu palabra:
por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se acrecienta nuestro gozo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia:
por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado el bautismo
y la penitencia:
por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que nos alegras todos los años con esta fiesta de los
santos apóstoles Felipe y Santiago, concédenos, por su intercesión, que,
viviendo ahora íntimamente unidos a la muerte y resurrección de tu Hijo,
podamos, en la eternidad, contemplar la gloria de tu rostro. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y
nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: TRISTES ESTABAN LOS APÓSTOLES
Tristes estaban los apóstoles
tras sepultar a Cristo
que, a muerte despiadada,
lo sentenciaron los impíos.
Con dulces palabras, un ángel
a las mujeres dijo
que en Galilea el Señor
habría muy pronto de ser visto.
Mientras corrían presurosas
a hablar a los discípulos,
lo ven, besan sus pies,
pues se les aparece vivo.
Cuando lo saben los apóstoles
acuden velocísimos
a ver en Galilea
el rostro adorable de Cristo.
Sé, Jesús, de las almas júbilo
y pascual regocijo,
a tus triunfos asócianos,
que en la gracia hemos renacido.
Tribútese, oh Jesús, la gloria
a ti, que, ya vencido
el reino de la muerte,
nos abre lúcido el camino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Felipe, el que me ve, ve también a mi Padre.
Aleluya.
Salmo 115 - ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Felipe, el que me ve, ve también a
mi Padre. Aleluya.
Ant 2. Si me conocéis a mí, conoceréis
también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. Aleluya.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si me conocéis a mí, conoceréis
también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. Aleluya.
Ant 3. Si me amáis, guardaréis mis
mandatos. Aleluya.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si me amáis, guardaréis mis
mandatos. Aleluya.
LECTURA BREVE Ef 4, 11-13
Cristo ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los
fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de
Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del
Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
RESPONSORIO BREVE
V. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
Aleluya, aleluya.
R. Contad a los pueblos la gloria del
Señor. Aleluya, aleluya.
V. Sus maravillas a todas las
naciones.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Contad a los pueblos la gloria del
Señor. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen
en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si permanecéis en mí y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. Aleluya.
PRECES
Hermanos: Edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al
Padre por su pueblo santo, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Padre santo, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos se
manifestara en primer lugar a los apóstoles,
haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del
mundo.
Padre santo, tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los
pobres,
haz que el Evangelio sea proclamado a toda la creación.
Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
haz que, sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo, recojamos sus
frutos con alegría.
Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que quisiste que tu Hijo resucitara el primero de entre los muertos,
concede a todos los que son de Cristo resucitar con él, el día de su venida.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que nos alegras todos los años con esta fiesta de los
santos apóstoles Felipe y Santiago, concédenos, por su intercesión, que,
viviendo ahora íntimamente unidos a la muerte y resurrección de tu Hijo,
podamos, en la eternidad, contemplar la gloria de tu rostro. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y
nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.