*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
MARTES
DE SEMANA VI
Propio del Tiempo.
Salterio II
16 de mayo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
porque era la enamorada.
«¡María!», la voz amada.
«¡Rabbuní!», dice María.
El amor se hizo un abrazo
junto a las plantas benditas;
las llagas glorificadas
ríos de fuego y delicia;
Jesús, esposo divino,
María, esposa cautiva.
Estaba al alba María,
para una unción preparada.
Jesús en las azucenas
al claro del bello día.
En los brazos del Esposo
la Iglesia se regocija.
¡Gloria al Señor encontrado,
gloria al Dios de la alegría,
gloria al Amor más amado,
gloria y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!
Estaba al alba María,
es Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo.
Aleluya.
Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Os habéis acercado al monte de
Sión, a la ciudad del Dios vivo. Aleluya.
Ant 2. Tú, Señor, detuviste mi alma ante
la tumba vacía. Aleluya.
Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38,
10-14. 17-20
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor, detuviste mi alma ante
la tumba vacía. Aleluya.
Ant 3. Tú has cuidado de nuestra tierra y
la has enriquecido sin medida. Aleluya.
Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú has cuidado de nuestra tierra y
la has enriquecido sin medida. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 13, 30-33
Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a
los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan
ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la
promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros,
sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú
eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. Cristo, una vez resucitado de entre los
muertos, ya no muere. Aleluya.
R. La muerte no tiene ya poder sobre él. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 2, 12-17
El CUMPLIMIENTO DE LA VOLUNTAD DE DIOS
Hijos míos, os escribo porque en virtud de su
nombre se os han perdonado los pecados. Os escribo a vosotros, padres, porque
habéis conocido al que existe desde el principio. Os escribo a vosotros,
jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y
habéis vencido al maligno. Os escribo, hijos míos, porque habéis conocido al
Padre.
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Quien ama al mundo no posee el
amor del Padre, porque todo cuanto hay en el mundo -concupiscencia de la carne,
concupiscencia de los ojos y jactancia de las riquezas- no proviene del Padre,
sino del mundo. El mundo pasa y sus concupiscencias con él. Pero quien cumple
la voluntad de Dios permanece para siempre.
RESPONSORIO 1Jn 2, 17. 15
R. El mundo
pasa y sus concupiscencias con él; * pero
quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre. Aleluya.
V. Quien ama al mundo no posee el amor del Padre.
R. Pero quien cumple la voluntad de Dios permanece
para siempre. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría,
obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Libro 11, 11: PG 74, 559-562)
CRISTO ES El VÍNCULO DE UNIDAD
Todos los que participamos de la carne sagrada de
Cristo alcanzamos la unión corporal con él, como atestigua san Pablo, cuando
dice, refiriéndose al misterio del amor misericordioso del Señor: El misterio
que no fue dado a conocer a las pasadas generaciones ahora ha sido revelado por
el Espíritu a los santos apóstoles y profetas: esto es, que los gentiles son coherederos,
miembros del mismo cuerpo y coparticipes de las promesas divinas, en Cristo
Jesús.
Y si somos unos para otros miembros de un mismo cuerpo en Cristo, y no sólo
entre nosotros mismos, sino también para aquel que está en nosotros por su
carne, ¿por qué, entonces, no procuramos vivir plenamente esa unión que existe
entre nosotros y con Cristo? Cristo, en efecto, es el vínculo de unidad, ya que
es Dios y hombre a la vez.
Siguiendo idéntico camino, podemos hablar también de nuestra unión espiritual,
diciendo que todos nosotros, por haber recibido un solo y mismo Espíritu, a
saber, el Espíritu Santo, estamos como mezclados unos con otros y con Dios.
Pues, si bien es verdad que tomados cada uno por separado somos muchos, y en
cada uno de nosotros Cristo hace habitar el Espíritu del Padre y suyo, este
Espíritu es uno e indivisible, y a nosotros, que somos distintos el uno del
otro en cuanto seres individuales, por su acción nos reúne a todos y hace que
se nos vea como una sola cosa, por la unión que en él nos unifica.
Pues, del mismo modo que la virtualidad de la carne sagrada convierte a
aquellos en quienes actúa en miembros de un mismo cuerpo, pienso que, del mismo
modo, el único e indivisible Espíritu de Dios, al habitar en cada uno, los
vincula a todos en la unidad espiritual.
Por esto nos exhorta también san Pablo: Sobrellevaos mutuamente con amor;
esforzaos por mantener la unidad del espíritu, con el vinculo de la paz. Un
solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación
a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre
de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo y lo invade todo. Al estar
en cada uno de nosotros el único Espíritu, estará también, por el Hijo, el
único Dios y Padre de todos, uniendo entre sí y consigo a los que participan
del Espíritu.
Y el hecho de nuestra unión y comunicación del Espíritu Santo, en cierto modo,
se hace también visible ya desde ahora. Pues, si, dejando de lado nuestra vida
puramente natural, nos sometimos de una vez para siempre a las leyes del
espíritu, es evidente para todos nosotros que -por haber dejado nuestra vida
anterior y estar ahora unidos al Espíritu Santo, y por haber adquirido una
hechura celeste y haber sido en cierta manera transformados en un nuevo ser- ya
no somos llamados simplemente hombres, sino también hijos de Dios y hombres
celestiales, por nuestro consorcio con la naturaleza divina.
Por tanto, somos todos una sola cosa en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo;
una sola cosa por la identidad de condición, por la asimilación que obra el
amor, por la comunión de la carne sagrada de Cristo y por la participación de
un único y Santo Espíritu.
RESPONSORIO 1Co 10, 17; Sal 67,
11.7
R. Puesto que
es un solo pan, somos todos un solo cuerpo; * ya
que todos participamos de ese único pan y de ese único cáliz. Aleluya.
V. Tu bondad, ¡oh Dios!, preparó casa para los
pobres y desvalidos.
R. Ya que todos participamos de ese único pan y de
ese único cáliz. Aleluya.
*Lecturas del Martes de la
6ª semana de Pascua*
Martes, 16
de mayo de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(16,5-11)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde
vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón.
Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me
voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y
de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me
voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo
está condenado».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Dentro de poco el mundo ya no me verá; pero vosotros me veréis,
porque yo seguiré viviendo y vosotros también. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dentro de poco el mundo ya no me
verá; pero vosotros me veréis, porque yo seguiré viviendo y vosotros también.
Aleluya.
PRECES
Oremos agradecidos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, el
Cordero inmaculado que quitó el pecado del mundo y nos comunica su vida nueva,
y digámosle:
Autor de la vida, vivifícanos.
Dios, autor de la vida, acuérdate de la muerte y resurrección del Cordero
inmolado en la cruz
y atiende su continua intercesión por nosotros.
Haz, Señor, que, tirada fuera la vieja levadura de la malicia y de la
perversidad,
vivamos la Pascua de Cristo con panes ázimos de pureza y de verdad.
Que sepamos rechazar hoy el pecado de discordia y de envidia,
y seamos más sensibles a las necesidades de nuestros hermanos.
Concédenos vivir auténticamente el espíritu evangélico,
para que hoy y siempre sigamos el camino de tus mandatos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, haz que tu pueblo viva siempre en la alegría al ver
renovada la juventud de su espíritu, y que el gozo de haber recobrado la
dignidad de la adopción divina le dé la firme esperanza de resucitar un día a
la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: NOS REÚNE DE NUEVO EL MISTERIO
Nos reúne de nuevo el misterio
del Señor que resurge a la vida,
con su luz ilumina a la Iglesia,
como el sol al nacer cada día.
Resucita también nuestras almas,
que tu muerte libró del castigo
y vencieron contigo al pecado
en las aguas del santo bautismo.
Transfigura los cuerpos mortales
que contemplan tu rostro glorioso,
bella imagen del Dios invisible
que ha querido habitar con nosotros.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro,
y a tu lado vivamos por siempre
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Aleluya.
Salmo 48 I - VANIDAD DE LAS RIQUEZAS
Oíd esto, todas las naciones,
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y me acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aspirad a los bienes de arriba, no
a los de la tierra. Aleluya.
Ant 2. El Señor me salva de las garras del
abismo. Aleluya.
Salmo 48 II
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me salva de las garras del
abismo. Aleluya.
Ant 3. Tuyos son, Señor, el poder y la
riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10.
12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la
gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tuyos son, Señor, el poder y la
riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 2, 4-5
Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada
por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como
piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un
sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por
Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque, si no me
voy, el Abogado no vendrá a vosotros. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Os digo la verdad: Os conviene que
yo me vaya; porque, si no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros. Aleluya.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que con su resurrección ha reanimado la
esperanza de su pueblo, y digámosle:
Señor Jesús, tú que siempre vives para interceder por nosotros, escúchanos.
Señor Jesús, de cuyo costado abierto salió sangre y agua,
haz de la Iglesia tu esposa inmaculada.
Pastor supremo de la Iglesia, que después de tu resurrección encomendaste a
Pedro, al confesarte su amor, el cuidado de tus ovejas,
concede al papa Francisco un amor ardiente y un celo apostólico.
Tú que concediste una pesca abundante a los discípulos que pescaban en el mar,
envía operarios que continúen su trabajo apostólico.
Tú que preparaste a la orilla del mar el pan y los peces para los discípulos,
no permitas que nuestros hermanos mueran de hambre por culpa nuestra.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Señor Jesús, nuevo Adán, que nos das la vida, transforma a nuestros difuntos a
imagen tuya,
para que compartan contigo la alegría de tu reino.
Sintiéndonos verdaderos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, haz que tu pueblo viva siempre en la alegría al ver
renovada la juventud de su espíritu, y que el gozo de haber recobrado la
dignidad de la adopción divina le dé la firme esperanza de resucitar un día a
la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.