*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
JUEVES
DE SEMANA V
Propio del Tiempo. Salterio I
11 de mayo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Himno: EL AGUA PURA, DON DE LA MAÑANA
El agua pura, don de la mañana,
da a los ojos el brillo de la vida,
y el alma se despierta cuando escucha
que el ángel dice: «¡Cristo resucita!»
¡Cómo quieren las venas de mi cuerpo
ser música, ser cuerdas de la lira,
y cantar, salmodiar como los pájaros,
en esta Pascua santa la alegría!
Mirad cuál surge Cristo transparente:
en medio de los hombres se perfila
su cuerpo humano, cuerpo del amigo
deseado, serena compañía.
El que quiera palparlo, aquí se acerque,
entre con su fe en el Hombre que humaniza,
derrame su dolor y su quebranto,
dé riendas al amor, su gozo diga.
A ti, Jesús ungido, te ensalzamos,
a ti, nuestro Señor, que depositas
tu santo y bello cuerpo en este mundo,
como en el campo se echa la semilla. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Elévate sobre el cielo, Dios mío. Aleluya.
Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Elévate sobre el cielo, Dios mío.
Aleluya.
Ant 2. El Señor redimió a su pueblo.
Aleluya.
Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor redimió a su pueblo.
Aleluya.
Ant 3. Éste es nuestro Dios por siempre jamás.
Aleluya.
Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.
Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Éste es nuestro Dios por siempre
jamás. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 10-11
Si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por causa del
pecado, el espíritu tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu de aquel
que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que
resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros
cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. Dios resucitó al Señor. Aleluya.
R. Y nos resucitará también a nosotros por su
poder. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 21, 9-27
VISIÓN DE LA JERUSALÉN CELESTE.
Vino uno de los siete ángeles que tenía las siete copas llenas de las siete
últimas plagas, y me habló, diciendo:
«Ven y te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.»
Me transportó en espíritu a un monte altísimo y me enseñó la ciudad santa,
Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, y traía la gloria de Dios. Su
resplandor era como el de una piedra muy preciosa, como jaspe cristalino. Tenía
una muralla grande y alta con doce puertas; y, sobre las puertas, doce ángeles
y nombres grabados, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; tres
puertas al oriente; tres puertas al norte; tres puertas al mediodía; tres
puertas al occidente. La muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras,
que llevan los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad,
sus puertas y su muralla. La ciudad es un cuadrado: su largo es igual a su
ancho. Midió la ciudad con la caña, y tenía doce mil estadios. Su largo, ancho
y alto son iguales.
Midió luego su muralla, y tenía ciento cuarenta y cuatro codos con medida
humana, la empleada por el ángel. El material de esta muralla es jaspe y la
ciudad es de oro puro semejante al vidrio puro.
Las piedras en que se asienta la muralla de la ciudad están adornadas de toda
clase de piedras preciosas: la primera piedra es de jaspe; la segunda, de
zafiro; la tercera, de calcedonia; la cuarta, de esmeralda; la quinta, de
sardónica; la sexta, de cornalina; la séptima, de crisólito; la octava, de
berilo; la novena, de topacio; la décima, de crisoprasa; la undécima, de
jacinto; la duodécima, de amatista.
Y las doce puertas son doce perlas, cada una de las puertas hecha de una sola
perla; y la plaza de la ciudad es de oro puro, transparente como el cristal.
Pero no vi santuario alguno en ella; porque el Señor, Dios todopoderoso, y el
Cordero, es su santuario. La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la
alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero. Las
naciones caminarán a su luz, y los reyes de la tierra irán a llevarle su
esplendor. Sus puertas no se cerrarán con el día —porque allí no habrá noche— y
traerán a ella el esplendor y los tesoros de las naciones. Nada profano entrará
en ella, ni los que cometen abominación y mentira, sino solamente los inscritos
en el libro de la vida del Cordero.
RESPONSORIO Cf. Ap 21, 21; Tb 13, 21. 22. 13
R. Tus plazas, Jerusalén, están pavimentadas de
oro puro, y en tus puertas se entonarán cantos de alegría. * Y
todas tus casas cantarán: «Aleluya».
V. Brillarás cual luz de lámpara y todos los
confines de la tierra vendrán a tí.
R. Y todas tus casas cantarán: «Aleluya.»
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Gaudencio de Brescia, obispo
(Tratado 2: CSEL 68, 26. 29-30)
LA EUCARISTÍA ES LA PASCUA DEL SEÑOR
Uno solo murió por todos, el mismo que ahora en cada una de las asambleas
cristianas, por el sacramento del pan y del vino, nos rehace con su inmolación,
por la fe en él nos da la vida y, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio,
consagra a los que ofrecen esta oblación.
Ésta es la carne y la sangre del Cordero, pues aquel pan bajado del cielo
afirma: El pan que yo voy a dar es mi carne ofrecida por la vida del mundo. Y
con razón su sangre es significada por el vino, ya que, al afirmar él mismo en
el Evangelio: Yo soy la vid verdadera, manifiesta con suficiente claridad que
el vino es su sangre ofrecida en el sacramento de su pasión; en este sentido el
patriarca Jacob había profetizado de Cristo: Lava su ropa en vino y su túnica
en sangre de uvas. En efecto, él lavó con su propia sangre la vestimenta de
nuestro cuerpo que había tomado sobre sí como una vestidura.
El mismo Creador y Señor de la naturaleza, el que hace salir el pan de la
tierra, convirtió el pan en su propio cuerpo (porque podía hacerlo y así lo
había prometido); y el que había convertido el agua en vino convirtió después
el vino en su sangre.
Es la Pascua del Señor, dice la Escritura, esto es, el paso del Señor; no
tengas por cosa terrena lo que ha sido convertido en algo celestial por obra de
aquel que pasó a esa materia y la ha convertido en su cuerpo y sangre.
Lo que recibes es el cuerpo de aquel pan bajado del cielo y la sangre de
aquella vid sagrada. En efecto, al dar a sus discípulos el pan y el vino
consagrados, les dijo: Esto es mi cuerpo; ésta es mi sangre. Creamos, pues, en
aquel en quien hemos puesto nuestra confianza: el que es la verdad en persona
no puede engañarnos.
Por esto, cuando hablaba a la multitud de comer su cuerpo y beber su sangre, y
la multitud murmuraba desconcertada: ¡Duras son estas palabras! ¿Quién es capaz
de aceptarlas?, queriendo Cristo purificar con fuego celestial estos
pensamientos que, como antes he dicho, han de ser evitados, añadió: El espíritu
es el que da vida; la carne no vale nada. Las palabras que yo os he dicho son
espíritu y vida.
RESPONSORIO Jn 6, 58; Lc 22, 19
R. Como me envió el Padre que posee la vida y yo
vivo por el Padre, de la misma manera * quien
me come vivirá por mí. Aleluya.
V. Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por
vosotros.
R. Quien me come vivirá por mí. Aleluya.
*Lecturas del Jueves de la
5ª semana de Pascua*
Jueves, 11
de mayo de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(15,9-11)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he
guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría
llegue a plenitud».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si guardáis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo resucitado y siempre presente en su
Iglesia, y supliquémosle, diciendo:
Quédate con nosotros, Señor.
Señor Jesús, vencedor del pecado y de la muerte,
permanece en medio de nosotros, tú que vives por los siglos de los siglos.
Señor, ven a nosotros con tu poder invencible
y muéstranos la bondad de Dios Padre.
Señor, ayuda al mundo abrumado por las discordias,
ya que tú solo tienes el poder de salvar y reconciliar.
Confírmanos en la fe de la victoria final
y arraiga en nosotros la esperanza de tu manifestación gloriosa.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque Jesucristo nos ha hecho participar de su propia vida, somos hijos de
Dios, y por ello nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, cuya gracia nos transforma de culpables en justos,
de infelices en dichosos, no dejes de favorecernos con la acción de tu gracia y
con tus dones, y concédenos a los que hemos alcanzado ya la justificación por
la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cambiaste mi luto en gozo. Aleluya.
Salmo 29 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN
PELIGRO DE MUERTE
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.
Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás.»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.
A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»
Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cambiaste mi luto en gozo. Aleluya.
Ant 2. Hemos sido reconciliados con Dios
por la muerte de su Hijo. Aleluya.
Salmo 31 - ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto
un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hemos sido reconciliados con Dios
por la muerte de su Hijo. Aleluya.
Ant 3. ¿Quién como tú, Señor, entre los
dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Quién como tú, Señor, entre los
dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 3, 18. 21b-22
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los
culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como
poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no
consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una
conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le
sometieron ángeles autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Esto os lo he dicho para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro
gozo quede colmado. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Esto os lo he dicho para que mi
gozo esté en vosotros, y vuestro gozo quede colmado. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, resucitado de entre los muertos como
primicia de los que se han dormido, y supliquémosle, diciendo:
Tú que has resucitado de entre los muertos, escucha, Señor, nuestra oración.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, edificada sobre el cimiento de los
apóstoles y extendida hasta los confines del mundo:
que tus bendiciones abundantes se derramen sobre cuantos creen en ti.
Tú, Señor, que eres el médico de nuestros cuerpos y de nuestras almas,
visítanos con tu amor y sálvanos.
Tú que experimentaste los dolores de la cruz y ahora estás lleno de gloria,
levanta y consuela a los enfermos y líbralos de sus sufrimientos.
Tú que anunciaste la resurrección a los que yacían en las tinieblas del abismo,
libra a los prisioneros y oprimidos y da pan a los hambrientos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú, Señor, que en la cruz destruiste nuestra muerte y mereciste para todos el
don de la inmortalidad,
concede a nuestros hermanos difuntos la vida nueva de tu reino.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, cuya gracia nos transforma de culpables en justos,
de infelices en dichosos, no dejes de favorecernos con la acción de tu gracia y
con tus dones, y concédenos a los que hemos alcanzado ya la justificación por
la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.