*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA XXIV
Del Común de varios mártires. Salterio IV
16 de septiembre
*SANTOS CORNELIO, Papa, y CIPRIANO, obispo,
mártires. (MEMORIA)*
Cornelio fue ordenado obispo de la Iglesia de Roma el año 251; se opuso al
cisma de los novacianos y, con la ayuda de Cipriano, pudo reafirmar su
autoridad. Fue desterrado por el emperador Galo, y murió en Civitavecchia el
año 253. Su Cuerpo fue trasladado a Roma y sepultado en el cementerio de
Calixto.
Cipriano nació en Cartago hacia el año 210, de familia pagana. Se convirtió a
la fe, fue ordenado presbítero y, el año 249, fue elegido obispo de su ciudad.
En tiempos muy difíciles gobernó sabiamente su Iglesia con sus obras y sus
escritos. En la persecución de Valeriano, primero fue desterrado y más tarde
sufrió el martirio, el día 14 de septiembre del año 258.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: TESTIGOS DE LA SANGRE.
Testigos de la sangre
con sangre rubricada,
frutos de amor cortados
al golpe de la espada.
Testigos del amor
en sumisión callada,
canto y cielo en los labios
al golpe de la espada.
Testigos del dolor
de vida enamorada;
diario placer de muerte
al golpe de la espada.
Testigos del cansancio
de una vida inmolada
a golpe de Evangelio
y al golpe de la espada.
Demos gracias al Padre
por la sangre sagrada;
pidamos ser sus mártires,
y a cada madrugada
poder morir la vida
al golpe de la espada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con
Espíritu firme.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Dios, crea en mí un corazón
puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.
Ant 2. Alégrate, Jerusalén, porque en ti
serán congregados todos los pueblos.
Cántico: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN DEL PUEBLO - Tb 13,
10-15. 17-19
Anuncien todos los pueblos sus maravillas
y alábenle sus elegidos en Jerusalén,
la ciudad del Santo;
por las obras de tus hijos te azotará,
pero de nuevo se compadecerá
de los hijos de los justos.
Confiesa dignamente al Señor
y bendice al Rey de los siglos,
para que de nuevo sea en ti
edificado su tabernáculo con alegría,
para que alegre en ti a los cautivos
y muestre en ti su amor hacia los desdichados,
por todas las generaciones y generaciones.
Brillarás cual luz de lámpara
y todos los confines de la tierra vendrán a ti.
Pueblos numerosos vendrán de lejos
al nombre del Señor, nuestro Dios,
trayendo ofrendas en sus manos,
ofrendas para el rey del cielo.
Las generaciones de las generaciones
exultarán en ti.
Y benditos para siempre todos los que te aman.
Alégrate y salta de gozo por los hijos de los justos,
que serán congregados,
y al Señor de los justos bendecirán.
Dichosos los que te aman;
en tu paz se alegrarán.
Dichosos cuantos se entristecieron por tus azotes,
pues en ti se alegrarán
contemplando toda tu gloria,
y se regocijarán para siempre.
Bendice, alma mía, a Dios, rey grande,
porque Jerusalén con zafiros y esmeraldas
será reedificada,
con piedras preciosas sus muros
y con oro puro sus torres y sus almenas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alégrate, Jerusalén, porque en ti
serán congregados todos los pueblos.
Ant 3. Sión, alaba a tu Dios, que envía su
mensaje a la tierra.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sión, alaba a tu Dios, que envía su
mensaje a la tierra.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y
Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder
nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con
que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los
sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro
consuelo.
RESPONSORIO BREVE
V. Los justos viven eternamente.
R. Los justos viven eternamente.
V. Reciben de Dios su recompensa.
R. Viven eternamente.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Los justos viven eternamente.
V. Hijo mío, haz caso de mi sabiduría.
R. Presta oído a mi inteligencia.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Baruc 1, 14—2, 5; 3, 1-8
SÚPLICA DEL PUEBLO ARREPENTIDO
En aquellos días, los desterrados que habitaban en Babilonia enviaron a decir
al pueblo que se encontraba en Jerusalén:
«Leed este libro (de Baruc) que os enviamos para que se haga confesión en la
casa del Señor, el día de la fiesta (de los Tabernáculos) y los días de la
asamblea. Diréis:
"Al Señor, Dios nuestro, la justicia, a nosotros en cambio la confusión
del rostro, como sucede en este día; a los hombres de Judá y a los habitantes
de Jerusalén, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, a
nuestros profetas y a nuestros padres. Porque hemos pecado ante el Señor, lo
hemos desobedecido y no hemos escuchado la voz del Señor, Dios nuestro,
siguiendo las órdenes que el Señor nos había puesto delante.
Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres del país de Egipto hasta el
día de hoy hemos sido indóciles al Señor, Dios nuestro, y hemos descuidado oír
su voz. Por esto se nos han pegado los males y la maldición que el Señor
conminó a su siervo Moisés el día que sacó a nuestros padres del país de Egipto
para darnos una tierra que mana leche y miel: y esto es lo que nos pasa hoy. Nosotros
no hemos escuchado la voz del Señor, Dios nuestro, de acuerdo con todas las
palabras de los profetas que nos ha enviado, sino que hemos ido, cada uno de
nosotros según el capricho de su perverso corazón, a servir a dioses extraños,
a hacer lo malo a los ojos del Señor, Dios nuestro.
Por eso el Señor, Dios nuestro, ha cumplido la palabra que había pronunciado
contra nosotros, contra nuestros jueces que juzgaron a Israel, contra nuestros
reyes y nuestros príncipes, contra los habitantes de Israel y de Judá. Jamás se
hizo debajo del cielo entero nada semejante a lo que hizo él en Jerusalén,
conforme está escrito en la ley de Moisés, hasta el punto de que llegamos a
comer uno la carne de su propio hijo, otro la carne de su propia hija. Y los
entregó el Señor en poder de todos los reinos de nuestro alrededor para que
fuesen objeto de oprobio y maldición entre todos los pueblos circundantes donde
el Señor los dispersó. Hemos pasado a estar debajo y no encima, por haber
pecado contra el Señor, Dios nuestro, no escuchando su voz.
Oh Señor omnipotente, Dios de Israel, mi alma angustiada, mi espíritu abatido
es el que clama a ti. Escucha, Señor, ten piedad, porque hemos pecado ante ti.
Pues tú te sientas en tu trono eternamente; mas nosotros por siempre perecemos.
Señor omnipotente, Dios de Israel, escucha la oración de los muertos de Israel,
de los hijos de aquellos que pecaron contra ti: no escucharon ellos la voz del
Señor, su Dios, y por eso se han pegado a nosotros estos males.
No te acuerdes de las iniquidades de nuestros padres, sino acuérdate de tu mano
y de tu nombre en esta hora. Pues eres el Señor, Dios nuestro, y nosotros
queremos alabarte, Señor. Para eso pusiste tu temor en nuestros corazones, para
que invocáramos tu nombre. Queremos alabarte en nuestro destierro, porque hemos
apartado de nuestro corazón toda la iniquidad de nuestros padres, que pecaron
ante ti, y aquí estamos todavía en nuestro destierro, donde tú nos dispersaste,
para que fuésemos oprobio, maldición, condenación por todas las iniquidades de
nuestros padres que se apartaron del Señor, Dios nuestro."»
RESPONSORIO Ef 2, 4-5; cf. Ba 2, 12
R. Dios, que es rico en misericordia, por el gran
amor con que nos amó, * aun
cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo.
V. Hemos pecado, hemos sido impíos, hemos cometido
injusticia contra nuestro Dios, faltando a todos sus decretos.
R. Aun cuando estábamos muertos por nuestros
pecados, nos vivificó con Cristo.
SEGUNDA LECTURA
De las Cartas de San Cipriano, obispo y mártir
(Carta 60, 1-2. 5: CSEL 3, 691-692. 694-695)
UNA FE GENEROSA Y FIRME
Cipriano a su hermano Cornelio:
Hemos tenido noticia, hermano muy amado, del testimonio glorioso que habéis
dado de vuestra fe y fortaleza; y hemos recibido con tanta alegría el honor de
vuestra confesión, que nos consideramos partícipes y socios de vuestros méritos
y alabanzas. En efecto, si formamos todos una misma Iglesia, si tenemos todos
una sola alma y un solo corazón, ¿qué sacerdote no se congratulará de las
alabanzas tributadas a un colega suyo, como si se tratara de las suyas propias?
¿O qué hermano no se alegrará siempre de las alegrías de sus otros hermanos?
No hay manera de expresar cuán grande ha sido aquí la alegría y el regocijo, al
enterarnos de vuestra victoria y vuestra fortaleza: de cómo tú has ido a la
cabeza de tus hermanos en la confesión del nombre de Cristo, y de cómo esta
confesión tuya, como cabeza de tu Iglesia, se ha visto a su vez robustecida por
la confesión de los hermanos; de este modo, precediéndolos en el camino hacia
la gloria, has hecho que fueran muchos los que te siguieran, y ha sido un
estímulo para que el pueblo confesara su fe el hecho de que te mostraras tú, el
primero, dispuesto a confesarla en nombre de todos; y, así, no sabemos qué es lo
más digno de alabanza en vosotros, si tu fe generosa y firme o la inseparable
caridad de los hermanos. Ha quedado públicamente comprobada la fortaleza del
obispo que está al frente de su pueblo y ha quedado de manifiesto la unión
entre los hermanos que han seguido sus huellas. Por el hecho de tener todos
vosotros un solo espíritu y una sola voz, toda la Iglesia de Roma ha tenido
parte en vuestra confesión.
Ha brillado en todo su fulgor, hermano muy amado, aquella fe vuestra, de la que
habló el Apóstol. Él preveía ya en espíritu, esta vuestra fortaleza y valentía,
tan digna de alabanza, y pregonaba lo que más tarde había de suceder,
atestiguando vuestros merecimientos, ya que, alabando a vuestros antecesores,
os incitaba a vosotros a imitarlos. Con vuestra unanimidad y fortaleza, habéis
dado a los demás hermanos un magnífico ejemplo de estas virtudes.
Y, teniendo en cuenta que la providencia del Señor nos advierte y pone en
guardia y que los saludables avisos de la misericordia divina nos previenen que
se acerca ya el día de nuestra lucha y combate, os exhortamos de corazón, en
cuanto podemos, hermano muy amado, por la mutua caridad que nos une, a que no
dejemos de insistir, junto con todo el pueblo, en los ayunos, vigilias y
oraciones. Porque éstas son nuestras armas celestiales, que nos harán mantener
firmes y perseverar con fortaleza; éstas son las defensas espirituales y los
dardos divinos que nos protegen.
Acordémonos siempre unos de otros, con grande concordia y unidad de espíritu,
encomendémonos siempre mutuamente en la oración y prestémonos ayuda con mutua
caridad cuando llegue el momento de la tribulación y de la angustia.
RESPONSORIO S. Cipriano, Carta 58
R. Dios nos contempla, Cristo y sus ángeles nos
miran, mientras luchamos por la fe. * Qué
dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y
ser coronados por Cristo.
V. Revistámonos de fuerza y preparémonos para la
lucha con un espíritu indoblegable, con una fe sincera, con una entrega total.
R. Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan
plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo.
*Lecturas del Viernes de la
24ª semana del Tiempo Ordinario*
Viernes, 16 de septiembre de 2022
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas
(8,1-3)*
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo,
predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas
mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la
Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa,
intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. ¡Oh cuán preciosa muerte, en la cual se adquiere la inmortalidad
al precio de la propia sangre!
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh cuán preciosa muerte, en la
cual se adquiere la inmortalidad al precio de la propia sangre!
PRECES
Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al
recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios,
aclamémosle diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida
como testimonio de la fe,
concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar
su sangre,
concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus
pasos,
concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre
del Cordero,
concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que en los santos Cornelio y Cipriano diste a tu pueblo
pastores llenos de celo y mártires victoriosos, concédenos por su valiosa
intercesión, ser firmes e invencibles en la fe y trabajar con verdadero empeño
por lograr la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ESPÍRITUS SUBLIMES.
Espíritus sublimes,
¡oh mártires gloriosos!,
felices moradores
de la inmortal Sión,
rogad por los que luchan
en las batallas recias,
que alcancen la victoria
y eterno galardón.
¡Oh mártires gloriosos
de rojas vestiduras,
que brillan con eternos
fulgores ante Dios!
Con vuestro riego crezca
de Cristo la semilla,
y el campo de las mieses
se cubra ya en sazón. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.
Salmo 144 I - HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus creaturas.
Que todas tus creaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;
explicando tus proezas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Día tras día te bendeciré, Señor, y
explicaré tus proezas.
Ant 2. Los ojos de todos te están
aguardando, Señor, tú estás cerca de los que te invocan.
Salmo 144 II
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los ojos de todos te están
aguardando, Señor, tú estás cerca de los que te invocan.
Ant 3. Justos y verdaderos son tus
caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Justos y verdaderos son tus
caminos, ¡oh Rey de los siglos!
LECTURA BREVE 1Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo,
para que, cuándo se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por
el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el
Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
R. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
V. Aclamadlo, los rectos de corazón.
R. Y gozad con el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. ¡Oh Iglesia, madre nuestra, cuán dichosa eres, ennoblecida con la
sangre gloriosa de los mártires de Cristo!
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh Iglesia, madre nuestra, cuán
dichosa eres, ennoblecida con la sangre gloriosa de los mártires de Cristo!
PRECES
En esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos,
presentó al Padre su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey
de los mártires, diciendo:
Te glorificamos, Señor.
Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires, porque nos
amaste hasta el extremo.
Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos
y les das parte en los premios de tu reino.
Te damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el
perdón de los pecados, la sangre de la alianza nueva y eterna.
Te damos gracias, Señor, porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe
durante el día que ahora termina.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Te damos gracias, Señor, porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu
muerte.
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que en los santos Cornelio y Cipriano diste a tu pueblo
pastores llenos de celo y mártires victoriosos, concédenos por su valiosa
intercesión, ser firmes e invencibles en la fe y trabajar con verdadero empeño
por lograr la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.