*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXI
De la fiesta. Del Común de Apóstoles
24 de agosto
*SAN BARTOLOMÉ, apóstol. (FIESTA)*.
Nació en Caná; el apóstol Felipe lo llevó a Jesús. Según la tradición, después
de la ascensión del Señor predicó el Evangelio en la India, donde recibió la
corona del martirio.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de
los apóstoles.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de
los apóstoles.
Himno: VOSOTROS QUE ESCUCHASTEIS LA LLAMADA.
Vosotros, que escuchasteis la llamada
de viva voz que Cristo os dirigía,
abrid nuestro vivir y nuestra alma
al mensaje de amor que él nos envía.
Vosotros, que invitados al banquete
gustasteis el sabor del nuevo vino,
llenad el vaso, del amor que ofrece,
al sediento de Dios en su camino.
Vosotros, que tuvisteis tan gran suerte
de verle dar a muertos nueva vida,
no dejéis que el pecado y que la muerte
nos priven de la vida recibida.
Vosotros, que lo visteis ya glorioso,
hecho Señor de gloria sempiterna,
haced que nuestro amor conozca el gozo
de vivir junto a él la vida eterna. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he
amado.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Éste es mi mandamiento: que os
améis unos a otros como yo os he amado.
Ant 2. Nadie tiene amor más grande que el
que da la vida por sus amigos.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Nadie tiene amor más grande que el
que da la vida por sus amigos.
Ant 3. Vosotros sois mis amigos si hacéis
lo que yo os mando.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vosotros sois mis amigos si hacéis
lo que yo os mando.
LECTURA BREVE Ef 2, 19-22
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de
Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de
los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él
todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo
consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la
construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.
RESPONSORIO BREVE
V. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Sobre toda la tierra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Contaron
las alabanzas del Señor y su poder.
R. Y las maravillas que realizó.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4,1-16
SEAMOS IMITADORES DEL APÓSTOL, COMO ÉL IMITA A CRISTO
Hermanos: Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y
administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador lo que se
busca es que sea fiel. Por lo que a mí se refiere, me importa muy poco ser
juzgado por vosotros o por cualquier tribunal humano. Ni siquiera yo mismo
juzgo mi actuación. Cierto que mi conciencia nada me reprocha, mas no por eso
me creo justificado. Mi juez será el Señor. No juzguéis antes de tiempo; dejad
que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y
pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces vendrá a cada uno
su alabanza de parte de Dios.
Estas verdades, hermanos, las he expuesto por vuestro provecho, aplicándolas a
mi persona y a Apolo. Así, por esta aplicación, aprenderéis aquello de: «No más
de lo que está escrito», a fin de que nadie se enorgullezca de un apóstol y
desprecie a otro. Porque, ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no
hayas recibido? Y, si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras
recibido? ¡Ya estáis satisfechos! ¡Os habéis hecho ya ricos! ¡Habéis ganado un
reino sin ayuda nuestra! ¡Ya lo podíais haber ganado! ¡Así tendríamos nosotros
parte en vuestro reino!
Por lo que veo, Dios nos ha asignado a los apóstoles el último lugar, como a
condenados a muerte; porque hemos venido a ser el espectáculo del mundo, de los
ángeles y de los hombres. Nosotros somos insensatos por Cristo, vosotros
sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros estimados,
nosotros despreciados. Todavía ahora pasamos hambre, sed y desnudez. Somos
maltratados y arrojados de una parte a otra, y nos fatigamos trabajando con
nuestras manos. Cuando nos maldicen, bendecimos; cuando nos persiguen,
soportamos; cuando nos injurian, respondemos con dulzura. Hemos venido a ser
hasta ahora como basura del mundo, como el desecho de la humanidad.
No os escribo esto para confundiros, sino para amonestaros como a hijos míos
carísimos. Aunque tengáis, en efecto, diez mil maestros que os lleven a Cristo,
de hecho sólo tenéis un padre. Yo os engendré para Cristo por la predicación
del evangelio.
Os exhorto, pues, a que seáis mis imitadores, como yo imito a Cristo.
RESPONSORIO Jn 15, 15; Mt 13, 11. 16
R. Ya no os llamaré siervos; os he llamado
amigos, * porque todo cuanto me ha comunicado el Padre os lo he dado a
conocer.
V. A vosotros ha concedido Dios conocer los
misterios del reino de los cielos; dichosos vuestros ojos porque ven, y
vuestros oídos porque oyen.
R. Porque todo cuanto me ha comunicado el Padre os
lo he dado a conocer.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre la primera
carta a los Corintios
(Homilía 4, 3. 4: PG 61, 34-36)
LO DÉBIL DE DIOS ES MAS FUERTE QUE LOS HOMBRES
El mensaje de la cruz, anunciado por unos hombres sin cultura, tuvo una virtud
persuasiva que alcanzó a todo el orbe de la tierra; y se trataba de un mensaje
que no se refería a cosas sin importancia, sino a Dios y a la verdadera
religión, a una vida conforme al Evangelio y al futuro juicio, un mensaje que
convirtió en sabios a unos hombres rudos e ignorantes. Ello nos demuestra que
lo necio de Dios es mas sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte
que los hombres.
¿En qué sentido es más fuerte? En cuanto que invadió el orbe entero y sometió a
todos los hombres, produciendo un efecto contrario al que pretendían todos
aquellos que se esforzaban en extinguir el nombre del Crucificado, ya que hizo,
en efecto, que este nombre obtuviera un mayor lustre y difusión. Ellos, por el
contrario, desaparecieron y, aun durante el tiempo en que estuvieron vivos,
nada pudieron contra un muerto. Por esto, cuando un pagano dice de mí que estoy
muerto, es cuando muestra su gran necedad; cuando él me considera un necio, es
cuando mi sabiduría se muestra superior a la suya; cuando me considera débil,
es cuando él se muestra más débil que yo. Porque ni los filósofos, ni los
maestros, ni mente humana alguna hubiera podido siquiera imaginar todo lo que
eran capaces de hacer unos simples publicanos y pescadores.
Pensando en esto, decía Pablo: Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Esta fuerza de la predicación divina la demuestran los hechos siguientes. ¿De
dónde les vino a aquellos doce hombres, ignorantes, que vivían junto a lagos,
ríos y desiertos, el acometer una obra de tan grandes proporciones y el
enfrentarse con todo el mundo, ellos, que seguramente no habían ido nunca a la
ciudad ni se habían presentado en público? Y más, si tenemos en cuenta que eran
miedosos y apocados, como sabemos por la descripción que de ellos nos hace el
Evangelista, que no quiso disimular sus defectos, lo cual constituye la mayor
garantía de su veracidad. ¿Qué nos dice de ellos? Que, cuando Cristo fue
apresado, unos huyeron y otro, el primero entre ellos, lo negó, a pesar de
todos los milagros que habían presenciado.
¿Cómo se explica, pues, que aquellos que, mientras Cristo vivía, sucumbieron al
ataque de los judíos, después, una vez muerto y sepultado, se enfrentaran
contra el mundo entero, si no es por el hecho de su resurrección, que algunos
niegan, y porque les habló y les infundió ánimos? De lo contrario se hubieran
dicho: «¿Qué es esto? No pudo salvarse a sí mismo, y ¿nos va a proteger a
nosotros? Cuando estaba vivo no se ayudó a sí mismo, y ¿ahora, que está muerto,
nos tenderá una mano? Él, mientras vivía, no convenció a nadie, y ¿nosotros,
con sólo pronunciar su nombre, persuadiremos a todo el mundo? No sólo hacer,
sino pensar algo semejante sería una cosa irracional.»
Todo lo cual es prueba evidente de que, si no lo hubieran visto resucitado y no
hubieran tenido pruebas bien claras de su poder, no se hubieran lanzado a una
aventura tan arriesgada.
RESPONSORIO 1Co 1, 23-24; 2Co 4, 8; Rm 8, 37
R. Nosotros predicamos a Cristo crucificado:
escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a
Cristo: * fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
V. Nos aprietan por todos lados; pero en todo esto
vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado.
R. Que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
*Lecturas de San Bartolomé, apóstol*
Miércoles, 24 de agosto de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (1,45-51)*
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien
escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo
de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de
verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la
higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees?
Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y
a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El muro de la ciudad tenía doce cimientos que llevaban doce
nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero: y su lámpara es el Cordero.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El muro de la ciudad tenía doce
cimientos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero:
y su lámpara es el Cordero.
PRECES
Demos gracias a nuestro Padre que está en los cielos, porque por
medio de los apóstoles nos ha dado parte en la herencia de los elegidos, y
aclamémosle diciendo:
El coro de los apóstoles te alaba, Señor.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado la mesa de
tu cuerpo y de tu sangre:
en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has preparado la mesa
de tu palabra:
por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se acrecienta nuestro gozo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia:
por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado el bautismo
y la penitencia:
por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro...
ORACION
Fortalece, Señor, nuestra fe, para que nos adhiramos a Cristo, tu
Hijo, con la misma sinceridad con que lo hizo el apóstol san Bartolomé, y haz
que, por la intercesión de este santo, sea siempre tu Iglesia sacramento de
salvación universal para todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: COLUMNAS DE LA IGLESIA, PIEDRAS VIVAS.
¡Columnas de la Iglesia, piedras vivas!
¡Apóstoles de Dios, grito del Verbo!
Benditos vuestros pies, porque han llegado
para anunciar la paz al mundo entero.
De pie en la encrucijada de la vida,
del hombre peregrino y de los pueblos,
lleváis agua de Dios a los cansados,
hambre de Dios lleváis a los hambrientos.
De puerta en puerta va vuestro mensaje,
que es verdad y es amor y es Evangelio.
no temáis, pecadores, que sus manos
son caricias de paz y de consuelo.
Gracias, Señor, que el pan de tu palabra
nos llega por tu amor, pan verdadero;
gracias, Señor, que el pan de vida nueva
nos llega por tu amor, partido y tierno. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas.
Salmo 115 - ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vosotros sois los que habéis
perseverado conmigo en mis pruebas.
Ant 2. Yo estoy en medio de vosotros como
el que sirve.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo estoy en medio de vosotros como
el que sirve.
Ant 3. Ya no os llamo siervos, a vosotros
os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ya no os llamo siervos, a vosotros
os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
LECTURA BREVE Ef 4, 11-13
Cristo ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los
fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de
Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del
Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
RESPONSORIO BREVE
V. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el
trono de su gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos para regir a
las doce tribus de Israel.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cuando llegue la renovación y el
Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, os sentaréis también
vosotros en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel.
PRECES
Hermanos: Edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al
Padre por su pueblo santo, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Padre santo, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos se
manifestara en primer lugar a los apóstoles,
haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del
mundo.
Padre santo, tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los
pobres,
haz que el Evangelio sea proclamado a toda la creación.
Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
haz que, sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo, recojamos sus
frutos con alegría.
Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que quisiste que tu Hijo resucitara el primero de entre los muertos,
concede a todos los que son de Cristo resucitar con él, el día de su venida.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro...
ORACION
Fortalece, Señor, nuestra fe, para que nos adhiramos a Cristo, tu
Hijo, con la misma sinceridad con que lo hizo el apóstol san Bartolomé, y haz
que, por la intercesión de este santo, sea siempre tu Iglesia sacramento de
salvación universal para todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.