*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*LUNES
DE LA SEMANA VII DE PASCUA*
De la
Feria. Salterio III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid,
adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos
salva;
entremos a su presencia dándole
gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios
grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la
tierra,
son suyas las cumbres de los
montes;
suyo es el mar, porque él lo
hizo,
la tierra firme que modelaron sus
manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador
nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como
en Meribá,
como el día de Masá en el
desierto;
cuando vuestros padres me
pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían
visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y
dije:
Es un pueblo de corazón
extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: EMPRENDA LA ESPERANZA RAUDO VUELO
Emprenda la esperanza raudo vuelo
siguiendo los caminos de nuestro
Salvador,
y libre de nostalgias, camino de
los cielos,
alegre el corazón.
Dijeron que te fuiste a las
alturas
juntándote a los coros del
«Gloria» de Belén,
acaban hoy su canto en melodías
puras
con un solemne «Amén».
Jamás te irás, Señor, porque eres
nuestro,
serás Hijo del hombre sin fin de
eternidad;
los hombres, por tu nombre, de
Dios hijos dilectos,
hermanos te serán.
Asciende victorioso del combate,
derrama sobre el mundo tu
Espíritu de amor,
retorna jubiloso al seno de tu
Padre,
tú volverás Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi corazón y mi carne se alegran por ti, Dios vivo. Aleluya.
Salmo 83 - AÑORANZA DEL TEMPLO
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
se alegran por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado
una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los
ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti
su fuerza
al preparar su peregrinación:
cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.
Señor de los ejércitos, escucha
mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro
Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.
Un solo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa
de Dios
a vivir con los malvados.
Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
¡Señor de los ejércitos, dichoso
el hombre
que confía en ti!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón y mi carne se alegran por ti, Dios vivo. Aleluya.
Ant 2. Pueblos numerosos caminarán hacia el monte del Señor.
Aleluya.
Cántico: EL MONTE DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA DE LOS MONTES Is
2, 2-5
Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán : «Venid, subamos al monte
del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
Él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la Ley,
de Jerusalén la palabra del
Señor.»
Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra
pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven;
caminemos a la luz del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblos numerosos caminarán hacia el monte del Señor. Aleluya.
Ant 3. Decid a los pueblos: El Señor es rey. Aleluya.
Salmo 95 - EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su
nombre,
proclamad día tras día su
victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las
naciones;
porque es grande el Señor, y muy
digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles
son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el
cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su
templo.
Familias de los pueblos, aclamad
al Señor,
aclamad la gloria y el poder del
Señor,
aclamad la gloria del nombre del
Señor,
entrad en sus atrios trayéndole
ofrendas.
Postraos ante el Señor en el
atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra
toda;
decid a los pueblos: «El Señor es
rey,
él afianzó el orbe, y no se
moverá;
él gobierna a los pueblos
rectamente.»
Alégrese el cielo, goce la
tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay
en ellos,
aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Decid a los pueblos: El Señor es rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 10,8b-10
«Cerca de ti está la palabra, en
tu boca y en tu corazón», es decir, el mensaje de la fe que nosotros
predicamos. Porque, si proclamas con tu boca a Jesús como Señor y crees en tu
corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el
corazón creemos para obtener la justificación y con la boca hacemos profesión
de nuestra fe para alcanzar la salvación.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del
madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. Mi corazón y mi carne. Aleluya.
R. Se alegran por el Dios vivo. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 25, 1-27
PABLO ANTE EL REY AGRIPA
A los tres días de haberse
posesionado de su cargo de procurador, Festo subió de Cesarea a Jerusalén. Allí
se le presentaron los sacerdotes y los notables de entre los judíos a exponer
sus acusaciones contra Pablo, y, en su animosidad, le rogaron con instancia
-pidiéndoselo como un favor- que lo hiciese venir a Jerusalén. Tenían el
propósito de armarle una emboscada en el camino para quitarle la vida. Festo
les respondió que Pablo Se encontraba preso en Cesarea, y que él mismo estaba
para partir en breve. Y añadió:
«Por lo tanto, los que son de más
autoridad entre vosotros que bajen conmigo a acusarlo, si efectivamente es
culpable de algún crimen.»
Después de haberse detenido allí
sólo unos ocho o diez días, bajó a Cesarea y, al día siguiente, sentándose en
su tribunal, hizo comparecer a Pablo. Cuando se presentó éste, los judíos
venidos de Jerusalén se colocaron a su alrededor, alegando muchas y graves
acusaciones que no podían probar de ninguna manera. Pablo se defendía,
diciendo:
«Yo no he cometido delito alguno
ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el César.» Pero
Festo, queriendo congraciarse con los judíos, se dirigió a Pablo,
preguntándole:
«¿Quieres subir a Jerusalén y ser
juzgado allí en mi presencia de todas estas acusaciones?»
A lo que contestó Pablo:
«Estoy en el tribunal del César;
en él debe continuar mi juicio. Ninguna injuria he inferido a los judíos, como
tú sabes muy bien. Si, como dicen ellos, he cometido algún delito o algún
crimen digno de muerte, no rehuso morir; pero si no hay nada de cuanto éstos me
acusan, nadie puede ponerme en sus manos. Apelo al César.»
Festo, después de consultar con
los de su consejo, respondió:
«Has apelado al César; al César
irás.»
Algunos días más tarde, el rey
Agripa y Berenice vinieron a Cesarea para saludar a Festo. Prolongándose allí
mucho tiempo la estancia del rey, Festo puso en su conocimiento el caso de
Pablo. Le dijo:
«Hay aquí un hombre que Félix
dejó en la cárcel. Cuando estuve yo en Jerusalén, los sacerdotes y los notables
de los judíos vinieron a presentar demanda contra él, pidiendo su condena. Yo
les contesté que no es costumbre de los romanos condenar a nadie, cualquiera
que sea, sin que al acusado se le dé oportunidad para defenderse de la
acusación en presencia de los acusadores. Así, pues, vinieron ellos aquí
conmigo, y yo, sin demora alguna, al día siguiente, sentándome en el tribunal,
hice comparecer a ese hombre.
Presentes a su alrededor, los
acusadores no adujeron ninguna acusación sobre crímenes que yo había
sospechado. Sólo tenían contra él algunas cuestiones referentes a su propia
religión y a un tal Jesús, que ya había muerto y del que Pablo aseguraba que
estaba vivo. Estando yo sin saber qué partido tomar en el examen de un caso
así, le pregunté si quería ir a Jerusalén para ser allí juzgado. Pero Pablo
interpuso apelación para que su causa quedase reservada a la decisión del
emperador; y yo ordené que continuase detenido hasta que pueda remitirlo al
César.»
Dijo Agripa a Festo:
«Tendré sumo gusto en oír a ese
hombre.» Respondióle Festo:
«Mañana le oirás.»
Así, pues, al otro día se
presentaron Agripa y Berenice con gran ostentación; entraron en la sala de la
audiencia acompañados de los tribunos y de la nobleza de la ciudad, y, a una
orden de Festo, compareció Pablo. Festo dijo así:
«Rey Agripa y todos los que
estáis aquí presentes, mirad aquí a este hombre. La comunidad judía en pleno,
lo mismo en Jerusalén que aquí, ha venido a pedirme justicia contra él,
diciendo a grandes voces que no merece vivir más. Yo, por mi parte, he llegado
a la conclusión de que no ha hecho nada que merezca la muerte; pero como ha
apelado al César, he resuelto remitirlo allá. Yo no tengo nada seguro que
escribir al emperador contra él. Por eso lo he hecho comparecer ante vosotros,
y especialmente ante ti, rey Agripa, para que, verificado este interrogatorio,
tenga yo algo que escribir. Me parece en verdad absurdo enviar un preso sin dar
informes sobre las acusaciones que pesan sobre él.»
RESPONSORIO 1Co 15, 14. 20. 19
R. Si no resucitó Cristo, vana es
nuestra predicación. * ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el
primero de todos. Aleluya.
V. Si nuestra esperanza en Cristo
acaba con esta vida, somos los hombres más desdichados.
R. ¡Pero no! Cristo resucitó de
entre los muertos; el primero de todos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Catequesis de san Cirilo de Jerusalén, obispo
(Catequesis 16, Sobre el Espíritu Santo, 1, 11-12. 16: PG 33,
931-935. 939-942)
EL AGUA VIVA DEL ESPÍRITU SANTO
El agua que yo le dé se
convertirá en él en manantial de agua viva, que brota para comunicar vida
eterna. Se nos habla aquí de un nuevo género de agua, un agua viva y que brota;
pero que brota sólo sobre los que son dignos de ella. Mas, ¿por qué el Señor da
el nombre de agua a la gracia del Espíritu? Porque el agua es condición
necesaria para la pervivencia de todas las cosas, porque el agua es el origen
de las plantas y de los seres vivos, porque el agua de la lluvia baja del
cielo, porque, deslizándose en un curso siempre igual, produce efectos
diferentes. Diversa es, en efecto, su virtualidad en una palmera o en una vid,
aunque en todos es ella quien lo hace todo; ella es siempre la misma, en
cualquiera de sus manifestaciones, pues la lluvia, aunque cae siempre del mismo
modo, se acomoda a la estructura de los seres que la reciben, dando a cada uno
de ellos lo que necesitan.
De manera semejante, el Espíritu
Santo, siendo uno solo y siempre el mismo e indivisible, reparte a cada uno sus
gracias según su beneplácito. Y, del mismo modo que el árbol seco, al recibir
el agua, germina, así también el alma pecadora, al recibir del Espíritu Santo
el don del arrepentimiento, produce frutos de justicia. Siendo él, pues,
siempre igual y el mismo, produce diversos efectos, según el beneplácito de
Dios y en el nombre de Cristo.
En efecto, se sirve de la lengua
de uno para comunicar la sabiduría; a otro le ilumina la mente con el don de
profecía; a éste le da el poder de ahuyentar los demonios; a aquél le concede
el don de interpretar las Escrituras. A uno lo confirma en la temperancia; a
otro lo instruye en lo pertinente a la misericordia; a éste le enseña a ayunar
y a soportar el esfuerzo de la vida ascética; a aquél a despreciar las cosas
corporales; a otro más lo hace apto para el martirio. Así, se manifiesta
diverso en cada uno, permaneciendo él siempre igual en sí mismo, tal como está
escrito: A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común
utilidad.
Su actuación en el alma es suave
y apacible, su experiencia es agradable y placentera y su yugo es levísimo. Su
venida va precedida de los rayos brillantes de su luz y de su ciencia. Viene
con la bondad de genuino protector; pues viene a salvar, a curar, a enseñar, a
aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar, en primer lugar, la mente del
que lo recibe y, después, por las obras de éste, la mente de los demás.
Y, del mismo modo que el que se
hallaba en tinieblas, al salir el sol, recibe su luz en los ojos del cuerpo y
contempla con toda claridad lo que antes no veía, así también al que es hallado
digno del don del Espíritu Santo se le ilumina el alma y, levantado por encima
de su razón natural, ve lo que antes ignoraba.
RESPONSORIO 1Co 12, 6-7. 27
R. Hay diversidad de funciones,
pero un mismo Dios que obra todo en todos. * A cada uno se le otorga la
manifestación del Espíritu para común utilidad. Aleluya.
V. Vosotros sois cuerpo de
Cristo, y sois miembros unos de otros.
R. A cada uno se le otorga la
manifestación del Espíritu para común utilidad. Aleluya.
*Lecturas del Lunes de la 7ª semana de Pascua*
Lunes, 30 de mayo de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (16,29-33)*
EN aquel tiempo, aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes
todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».
Les contestó Jesús:
«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en
que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy
solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis
la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al
mundo».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al
mundo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a
su pueblo.
suscitándonos una fuerza de
salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde
antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos
odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro
padre Abraham.
Para concedernos que, libres de
temor,
arrancados de la mano de los
enemigos,
le sirvamos con santidad y
justicia,
en su presencia, todos nuestros
días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta
del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la
salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de
lo alto,
para iluminar a los que viven en
tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al
mundo. Aleluya.
PRECES
Bendigamos a Cristo, que nos
prometió enviar el Espíritu Santo que procede del Padre, y supliquémosle,
diciendo:
*Señor, danos tu Espíritu*.
Te damos gracias, Señor Jesús, y
por medio de ti bendecimos también al Padre en el Espíritu Santo
y te pedimos que hoy todas
nuestras palabras y obras sean según tu voluntad.
Concédenos vivir de tu Espíritu,
para ser de verdad miembros vivos
de tu cuerpo.
Haz que no juzguemos ni
menospreciemos a ninguno de nuestros hermanos,
pues todos tenemos que comparecer
para ser juzgados ante tu tribunal.
Cólmanos de alegría y paz en
nuestra fe,
hasta que rebosemos de esperanza
por la fuerza del Espíritu Santo.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Terminemos nuestra oración con la
plegaria que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos mantenernos fieles a tu
voluntad y llevar una conducta digna de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESPÍRITU DE DIOS, LA TIERRA LLENAS
Espíritu de Dios, la tierra
llenas,
las mentes de los hombres las
bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino
fuego,
infunde en todo hombre la fuerza
de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la
obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los
muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia
y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la
resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios
mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL
PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y
salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de
justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro
Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Cf. Ap
1, 17c-18
Vi al Hijo del hombre y me dijo:
«Yo soy el primero y el último, el que vive. Estaba muerto, pero ahora vivo por
los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades.»
V. Verdaderamente ha resucitado
el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido a Simón.
Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos mantenernos fieles a tu
voluntad y llevar una conducta digna de tu amor. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ
EN SU CUMBRE
Cuando la luz del día está en su
cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la
esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y
prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras
vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador
nuestro,
de tu radiante luz llena este
día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano
nuestro,
vivir ahora el fuego de tu
Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo
nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 118, 89-96
Tu palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo;
tu fidelidad de generación en
generación,
igual que fundaste la tierra y
permanece;
por tu mandamiento subsisten
hasta hoy,
porque todo está a tu servicio.
Si tu voluntad no fuera mi
delicia,
ya habría perecido en mi
desgracia;
jamás olvidaré tus decretos,
pues con ellos me diste vida;
soy tuyo, sálvame,
que yo consulto tus leyes.
Los malvados me esperaban para
perderme,
pero yo meditaba tus preceptos;
he visto el límite de todo lo
perfecto:
tu mandato se dilata sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 70 I - TÚ, SEÑOR, FUISTE MI
ESPERANZA DESDE MI JUVENTUD
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para
siempre;
tú que eres justo, líbrame y
ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres
tú.
Dios mío, líbrame de la mano
perversa,
del puño criminal y violento;
porque tú, Dios mío, fuiste mi
esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi
juventud.
En el vientre materno ya me
apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías,
siempre he confiado en ti.
Muchos me miraban como a un
milagro,
porque tú eras mi fuerte refugio.
Llena estaba mi boca de tu
alabanza
y de tu gloria, todo el día.
No me rechaces ahora en la vejez,
me van faltando las fuerzas, no
me abandones;
porque mis enemigos hablan de mí,
los que acechan mi vida celebran
consejo;
dicen: «Dios lo ha abandonado;
perseguidlo, agarradlo, que nadie
lo defiende.»
Dios mío, no te quedes a
distancia;
Dios mío, ven aprisa a
socorrerme.
Que fracasen y se pierdan
los que atentan contra mi vida,
queden cubiertos de oprobio y
vergüenza
los que buscan mi daño.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 70 II
Yo, en cambio, seguiré esperando,
redoblaré tus alabanzas;
mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Proclamaré tus proezas, Señor
mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi
juventud,
y hasta hoy relato tus
maravillas;
ahora, en la vejez y las canas,
no me abandones, Dios mío,
hasta que describa tu brazo
a la nueva generación,
tus proezas y tus victorias
excelsas,
las hazañas que realizaste:
Dios mío, ¿quién como tú?
Me hiciste pasar por peligros
muchos y graves:
de nuevo me darás la vida,
me harás subir de lo hondo de la
tierra;
acrecerás mi dignidad,
de nuevo me consolarás;
y yo te daré gracias, Dios mío,
con el arpa, por tu lealtad;
tocaré para ti la cítara,
Santo de Israel;
te aclamarán mis labios, Señor,
mi alma, que tú redimiste;
y mi lengua todo el día
recitará tu auxilio,
porque quedaron derrotados y
afrentados
los que buscaban mi daño.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Col 2,
9-10a. 12
En Cristo, en su cuerpo
glorificado, habita toda la plenitud de la deidad; e, incorporados a él,
alcanzáis también vosotros esa plenitud en él. Con Cristo fuísteis sepultados
en el bautismo, y con él resucitásteis mediante la fe en el poder de Dios, que
lo resucitó de entre los muertos.
V. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos mantenernos fieles a tu
voluntad y llevar una conducta digna de tu amor. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SALVADOR DEL MUNDO
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévanos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y
ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte
de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con
ellos.»
El Señor ha estado grande con
nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra
suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES
INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros
sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras
duermen!
La herencia que da el Señor son
los hijos;
una recompensa es el fruto de las
entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando
litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL
HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de
olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde
Sión,
que veas la prosperidad de
Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus
hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 2Tm 2,
8. 11
Acuérdate de Cristo Jesús, del
linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos, como enseño en mi
mensaje de salud. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él,
viviremos también con él.
V. Quédate con nosotros, Señor.
Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos mantenernos fieles a tu
voluntad y llevar una conducta digna de tu amor. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN, CREADOR, ESPÍRITU
AMOROSO
Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti
clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.
Tú que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente
de vida eterna, caridad
ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete
dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra
mano,
tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros
sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal
flaqueza,
con tu eterna virtud
fortalecidos.
Por ti, nuestro enemigo
desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y, siendo nuestro guía en la
carrera,
todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre
conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos
procedente,
con viva fe y amor siempre
creamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor será tu luz
perpetua, y tu Dios será tu esplendor. Aleluya.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA
DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los
esclavos
fijos en las manos de sus
señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor,
misericordia,
que estamos saciados de
desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor será tu luz
perpetua, y tu Dios será tu esplendor. Aleluya.
Ant 2. La trampa se rompió y
escapamos. Aleluya.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL
NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra
nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el
cuello;
nos habrían llegado hasta el
cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos
entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un
pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del
Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La trampa se rompió y
escapamos. Aleluya.
Ant 3. Cuando yo sea elevado
sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE
SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor
Jesucristo,
que nos ha bendecido en la
persona de Cristo
con toda clase de bienes
espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de
Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el
amor.
Él nos ha destinado en la persona
de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha
concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría
y prudencia
ha sido un derroche para con
nosotros,
dándonos a conocer el misterio de
su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por
Cristo
cuando llegase el momento
culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cuando yo sea elevado sobre
la tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8,
14-17
Todos cuantos se dejan guiar por
el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Que no habéis recibido espíritu de
esclavitud, para recaer otra vez en el temor, sino que habéis recibido espíritu
de adopción filial, por el que clamamos: «¡Padre!» este mismo Espíritu se une a
nosotros para testificar que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también
somos herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, si es que padecemos
juntamente con Cristo, para ser glorificados juntamente con él.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu Santo. Aleluya,
aleluya.
R. El Espíritu Santo. Aleluya,
aleluya.
V. Os lo enseñará todo.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
R. El Espíritu Santo. Aleluya,
aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Abogado, el Espíritu,
permanece con vosotros y estará en vosotros. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL
ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador;
porque ha mirado la humillación
de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas
las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus
fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de
corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de
bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a
nuestros padres-
en favor de Abraham y su
descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Abogado, el Espíritu,
permanece con vosotros y estará en vosotros. Aleluya.
PRECES
Demos gracias a Cristo, que por
medio del Espíritu Santo levantó la esperanza de los apóstoles y llena de dones
a la Iglesia, y, unidos a todos los fieles, supliquémosle, diciendo:
Levanta, Señor, la esperanza de
tu Iglesia.
Señor Jesús, mediador entre Dios
y los hombres, tú que has elegido a los sacerdotes como colaboradores tuyos,
haz que por la acción de tus
ministros todos los hombres lleguen al Padre.
Haz que los pobres y los ricos se
ayuden mutuamente, reconociéndote a ti como único Señor,
y que los ricos no pongan su
gloria en sus bienes.
Revela tu Evangelio a todos los
pueblos,
para que todos alcancen el don de
la fe.
Envía tu Espíritu consolador a
los que viven desconsolados,
para que enjugue las lágrimas de
los que lloran.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Purifica a los difuntos de todas
sus culpas
y recíbelos en tu reino, junto
con tus santos y elegidos.
Concluyamos nuestras súplicas con
la oración que el mismo Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos mantenernos fieles a tu voluntad
y llevar una conducta digna de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos
guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso
nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al
final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente
nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios
todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y
omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por
mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María,
siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios,
nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
Himno: EN TI, SEÑOR, REPOSAN
NUESTRAS VIDAS
En ti, Señor, reposan nuestras
vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos
acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las
ciudades;
amigo de los hombres, ve sus
penas
y ensancha de tu amor los
manantiales.
Vencedor de la muerte y de las
sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus
brazos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE
ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor;
escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel
tuyo;
salva a tu siervo, que confía en
ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí,
Señor,
que a ti te estoy llamando todo
el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y
clemente,
rico en misericordia con los que
te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses,
Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia,
Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces
maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios
mío;
daré gloria a tu nombre por
siempre,
por tu grande piedad para
conmigo,
porque me salvaste del abismo
profundo.
Dios mío, unos soberbios se
levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta
contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y
misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad
y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se
avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y
consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 1Ts 5,
9-10
Dios nos ha puesto para obtener
la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que,
velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos
librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Aleluya.
CÁNTICO DE
SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en
paz,
porque mis ojos han visto a tu
Salvador,
a quien has presentado ante todos
los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Concede, Señor, a nuestros
cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que
con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la
vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos
conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA
VIRGEN
Reina del cielo, alégrate,
aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno,
aleluya,
ha resucitado, según su palabra,
aleluya.
Ruega al Señor por nosotros,
aleluya.