*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO DE
CUARESMA
SÁBADO DE LA SEMANA II
De la Solemnidad. Salmos del Común de santos varones.
19 de marzo
*SAN JOSE, ESPOSO DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN
MARÍA*.
*SOLEMNIDAD*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Adoremos a Cristo, el Señor, en esta solemnidad de san José.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Adoremos a Cristo, el Señor, en esta solemnidad de san José.
Himno: ESCUCHEN QUÉ COSA Y COSA.
Escuchen qué cosa y cosa
tan maravillosa, aquesta:
un padre que no ha engendrado
a un Hijo, a quien otro engendra.
Un hombre que da alimentos
al mismo que lo alimenta;
cría al que lo crió,
y al mismo sustenta que lo sustenta.
Manda a su propio Señor
y a su Hijo Dios respeta;
tiene por ama a una esclava,
y por esposa a una reina.
Celos tuvo y confianza,
seguridad y sospechas,
riesgos y seguridades,
necesidad y riquezas.
Tuvo, en fin, todas las cosas
que pueden pensarse buenas;
y es de María esposo y,
de Dios, padre en la tierra. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Los pastores vinieron presurosos y encontraron a María y a José, y
al niño acostado en un pesebre.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los pastores vinieron presurosos y encontraron a María y a José, y
al niño acostado en un pesebre.
Ant 2. José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se
decía de él, y Simeón los bendijo.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se
decía de él, y Simeón los bendijo.
Ant 3. Se levantó José y tomó de noche al niño y a su madre, y partió
para Egipto, y allí permaneció hasta la muerte de Herodes.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se levantó José y tomó de noche al niño y a su madre, y partió
para Egipto, y allí permaneció hasta la muerte de Herodes.
LECTURA BREVE 2S 7, 28-29
Mi Señor, tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar, y has hecho esta
promesa a tu siervo. Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para que
esté siempre en tu presencia; ya que tú, mi Señor, lo has dicho, sea siempre
bendita la casa de tu siervo.
RESPONSORIO BREVE
V. Lo nombró administrador de su casa.
R. Lo nombró administrador de su casa.
V. Señor de todas sus posesiones.
R. Administrador de su casa.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lo nombró administrador de su casa.
V. El justo
florecerá como un lirio.
R. Y se alegrará eternamente ante el Señor.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 11, 1-16
LA FE DE LOS ANTIGUOS PADRES
Hermanos: La fe es la firme seguridad de los bienes que se esperan, la plena
convicción de las realidades que no se ven. A causa de ella fueron alabados
nuestros mayores. Por la fe sabemos que el universo fue formado por la palabra
de Dios, de modo que lo visible ha tenido su origen en una causa invisible.
Por la fe ofreció Abel a Dios un sacrificio más excelente que el de Caín; por
ella fue proclamado justo, dando Dios mismo testimonio a favor de sus ofrendas,
y por la fe continúa hablando aun después de su muerte.
Por la fe fue trasladado Henoc sin experimentar la muerte: «No fue hallado más,
porque Dios se lo llevó.» Pero antes de ser trasladado se da testimonio en su
favor de que «había sido grato a Dios». Ahora bien, sin la fe es imposible
agradar a Dios, pues el que se acerca a Dios debe creer que existe y que es
remunerador de los que lo buscan.
Por la fe, movido de religioso temor, Noé fabrico el arca para salvar a su
familia, advertido por Dios de lo que aún no se veía venir; e, igualmente por
la fe, condenó al mundo y se hizo heredero de la justificación que se alcanza
por la fe.
Por la fe obedeció Abraham al ser llamado por Dios, saliendo hacia la tierra que
había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba. Por la fe
peregrinó por la tierra prometida, como en tierra extraña, habitando en tiendas
con Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas, pues esperaba entrar en
esa ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es el mismo
Dios.
Por la fe la misma Sara, a pesar de su avanzada edad, recibió el poder de ser
madre, pues tuvo fe en aquel que se lo había prometido. Y, por esto mismo, de
un solo hombre, ya incapaz de transmitir la vida, nacieron hijos, «numerosos
como las estrellas del cielo, incontables como las arenas del mar».
En la fe murieron todos ellos, sin haber alcanzado la realización de las
promesas, pero las vieron desde lejos y las saludaron, reconociendo que eran «forasteros
y peregrinos sobre la tierra». En verdad que quienes así se expresan dan a
entender claramente que van en busca de una patria, pues, si hubiesen pensado
en aquella de la que habían salido, ocasiones tuvieron para volver a ella. Pero
ellos aspiraban a una patria mejor, es decir, a la celestial. Por eso Dios no
se desdeña de llamarse su Dios, pues les tenía ya preparada una ciudad.
RESPONSORIO Rm 4, 20. 22; St 2, 22
R. No lo hizo vacilar la incredulidad ante la promesa de Dios, sino
que, fortalecido por la fe, dio gloria a Dios; * por
lo cual Dios se lo tomó como justificación.
V. La fe cooperaba con sus obras, y por sus obras su fe alcanzó la
plenitud.
R. Por lo cual Dios se lo tomó como justificación.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardino de Siena, presbítero
(Sermón 2, Sobre san José: Opera 7, 16. 27-30)
FIEL CUIDADOR Y GUARDIÁN
Es norma general de todas las gracias especiales comunicadas a cualquier
creatura racional que, cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio
especial o algún estado muy elevado, otorga todos los carismas que son
necesarios a aquella persona así elegida, y que la adornan con profusión.
Ello se realizó de un modo eminente en la persona de san José, que hizo las
veces de padre de nuestro Señor Jesucristo y que fue verdadero esposo de la
Reina del mundo y Señora de los ángeles, que fue elegido por el Padre eterno
como fiel cuidador y guardián de sus más preciados tesoros, a saber, de su Hijo
y de su esposa; cargo que él cumplió con absoluta fidelidad. Por esto el Señor
le dice: Bien, siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.
Si miramos la relación que tiene José con toda la Iglesia, ¿no es éste el
hombre especialmente elegido, por el cual y bajo el cual Cristo fue introducido
en el mundo de un modo regular y honesto? Por tanto, si toda la Iglesia está en
deuda con la Virgen Madre, ya que por medio de ella recibió a Cristo, de modo
semejante le debe a san José, después de ella, una especial gratitud y
reverencia.
Él, en efecto, cierra el antiguo Testamento, ya que en él la dignidad
patriarcal y profética alcanza el fruto prometido. Además, él es el único que
poseyó corporalmente lo que la condescendencia divina había prometido a los
patriarcas y a los profetas.
Hemos de suponer, sin duda alguna, que aquella misma familiaridad, respeto y
altísima dignidad que Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra,
como un hijo con su padre, no se la ha negado en el cielo; al contrario, la ha
colmado y consumado.
Por esto, no sin razón añade el Señor: Pasa al banquete de tu Señor. Pues,
aunque el gozo festivo de la felicidad eterna entra en el corazón del hombre,
el Señor prefirió decirle: Pasa al banquete, para insinuar de un modo
misterioso que este gozo festivo no sólo se halla dentro de él, sino que lo
rodea y absorbe por todas partes, y que está sumergido en él como en un abismo
infinito.
Acuérdate, pues, de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tus
oraciones ante tu Hijo; haz también que sea propicia a nosotros la santísima
Virgen, tu esposa, que es madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo
vive y reina por siglos infinitos. Amén.
RESPONSORIO
R. Dios me constituyó como padre del rey y como señor de toda su
casa; * me elevó para hacer llegar la salvación a muchos pueblos.
V. El Señor ha sido el auxilio y refugio que me ha salvado.
R. Me elevó para hacer llegar la salvación a muchos pueblos.
*Lecturas del San José*
Sábado, 19 de marzo de 2022
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a):
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado
Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó
que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en
secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un
ángel del Señor que le dijo:
- «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque
la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú
le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. José se estableció en una ciudad llamada Nazaret; así se cumplió
lo que de Cristo habían anunciado los profetas: que sería llamado Nazareno.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. José se estableció en una ciudad llamada Nazaret; así se cumplió
lo que de Cristo habían anunciado los profetas: que sería llamado Nazareno.
PRECES
Acudamos suplicantes al Señor, el único que puede hacernos justos,
y digámosle suplicantes:
Con tu justicia, Señor, danos vida.
Tú, Señor, que llamaste a nuestros padres en la fe para que caminasen en tu
presencia con un corazón sincero,
haz que también nosotros, siguiendo sus huellas, seamos santos ante tus ojos.
Tú que elegiste a José, varón justo, para que cuidara de tu Hijo durante su
niñez y adolescencia,
haz que también nosotros nos consagremos al servicio del cuerpo de Cristo,
sirviendo a nuestros hermanos.
Tú que entregaste la tierra a los hombres para que la llenaran y la sometieran,
ayúdanos a trabajar con empeño en nuestro mundo, pero teniendo siempre nuestros
ojos puestos en tu gloria.
No te olvides, Padre del universo, de la obra de tus manos
y haz que todos los hombres, mediante su trabajo honesto, tengan una vida
digna.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque somos miembros de la familia de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, que, en los albores del nuevo Testamento,
encomendaste a san José los misterios de nuestra salvación, haz que ahora tu
Iglesia, sostenida por la intercesión del esposo de María, lleve a su pleno
cumplimiento la obra de la salvación de los hombres. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: INSIGNE DEFENSOR DE NUESTRA CAUSA.
Insigne defensor de nuestra causa,
Señor y Salvador del pueblo humano,
acoge nuestras súplicas humildes,
perdona nuestras culpas y pecados.
El día con sus gozos y sus penas
pasó dejando huellas en el alma,
igual que nuestros pies en su camino
dejaron en el polvo sus pisadas.
No dejes de mirarnos en la noche,
dormida nuestra vida en su regazo;
vigila el campamento de los hombres,
camino de tu reino ya cercano.
Ahuyenta de tu pueblo la zozobra,
sé nube luminosa en el desierto,
sé fuerza recobrada en el descanso,
mañana y horizonte siempre abierto.
Bendice, Padre santo, la tarea
del pueblo caminante en la promesa;
llegados a Emaús, tu Hijo amado
nos parta el pan y el vino de la cena. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «Convertíos y creed en la buena noticia», dice el Señor.
Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Convertíos y creed en la buena noticia», dice el Señor.
Ant 2. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.
Salmo 115 - ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.
Ant 3. Nadie me quita la vida; yo mismo la entrego de mi propia voluntad,
para volverla a tomar.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nadie me quita la vida; yo mismo la entrego de mi propia voluntad,
para volverla a tomar.
LECTURA BREVE 2Co 6, 1-4a
Os exhortamos a que deis pruebas de no haber recibido en vano la gracia de
Dios, pues dice él en la Escritura: «En el tiempo propicio te escuché, y te
ayudé en el día de salvación.» Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de
salvación. A nadie queremos dar nunca motivo de escándalo, a fin de no hacer
caer en descrédito nuestro ministerio, antes al contrario, queremos
acreditarnos siempre en todo como verdaderos servidores de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Todo lo que acontecía a nuestros padres en la antigüedad se cumple
para nosotros en la plenitud de los tiempos
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo lo que acontecía a nuestros padres en la antigüedad se cumple
para nosotros en la plenitud de los tiempos
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, el Señor, que ha querido ser nuestro
Maestro, nuestro ejemplo y nuestro hermano, y supliquémosle, diciendo:
Renueva, Señor, a tu pueblo.
Cristo, hecho en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado, haz que nos
alegremos con los que se alegran y sepamos llorar con los que están tristes,
para que nuestro amor crezca y sea verdadero.
Concédenos saciar tu hambre en los hambrientos
y tu sed en los sedientos.
Tú que resucitaste a Lázaro de la muerte,
haz que, por la fe y la penitencia, los pecadores vuelvan a la vida cristiana.
Haz que todos, según el ejemplo de la Virgen María y de los santos,
sigan con más diligencia y perfección tus enseñanzas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concédenos, Señor, que nuestros hermanos difuntos sean admitidos a la gloria de
la resurrección
y gocen eternamente de tu amor.
Pidamos a nuestro Padre que nos dé la fuerza que necesitamos para no caer en la
tentación:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos
otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna,
recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que
nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu
misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.