*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES
DESPUÉS DE CENIZA
Del propio. Salterio IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros
murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros
murió, venid, adorémosle.
Himno: PASTOR QUE CON TUS SILBOS AMOROSOS.
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño:
tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos,
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño
y la palabra de seguir te empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, Pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.
SALMODIA
Ant 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Ant 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias
de sus pechos abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
Ant 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
LECTURA BREVE Cf. 1R 8, 51a. 52-53a
Nosotros, Señor, somos tu pueblo y tu heredad; que tus ojos estén abiertos a
las súplicas de tu siervo y a la súplica de tu pueblo Israel, para escuchar
todos sus clamores hacia ti. Porque tú nos separaste para ti como herencia tuya
de entre todos los pueblos de la tierra.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. El que
medita la ley del Señor.
R. Da fruto a su tiempo.
*PRIMERA LECTURAAÑO II*
Comienza el libro del
Éxodo 1, 1-22
OPRESIÓN DE ISRAEL
Lista de los israelitas que fueron a Egipto con Jacob, cada uno con su familia:
Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, Benjamín, Dan, Neftalí, Gad, Aser;
descendientes directos de Jacob: setenta personas. José estaba ya en Egipto.
Muerto José y sus hermanos y toda aquella generación, los israelitas crecían y
se propagaban, se multiplicaban y se hacían fuertes en extremo y llenaban todo
el país. Subió luego al trono de Egipto un Faraón nuevo que no había conocido a
José, y dijo a su pueblo:
«Mirad, el pueblo de Israel se está haciendo más numeroso y fuerte que
nosotros; vamos a vencerlo con astucia, pues si no, cuando se declare la
guerra, se aliará con el enemigo, nos atacará y después se marchará de nuestra
tierra.»
Así pues, nombraron capataces que los oprimieran con cargas, en la construcción
de las ciudades-granero, Pitom y Ramsés. Pero cuanto más los oprimían, más
ellos crecían y se propagaban, de modo que los egipcios llegaron a temer a los
hijos de Israel. Entonces les impusieron trabajos crueles y les amargaron la
vida con dura esclavitud: el trabajo del barro y de los ladrillos, y toda clase
de trabajos del campo.
El rey de Egipto ordenó a las parteras hebreas:
«Cuando asistáis a las hebreas y les llegue el momento, si es niño lo matáis,
si es niña la dejáis con vida.» Pero las parteras temían a Dios y no hicieron
lo que les mandaba el rey de Egipto, sino que dejaban con vida a los recién
nacidos. El rey de Egipto llamó a las parteras y las interrogó:
«¿Por qué hacéis eso y dejáis con vida a las criaturas?» Contestaron al Faraón:
«Es que las mujeres hebreas no son como las egipcias, sino que son robustas y
dan a luz antes de que lleguemos a ellas.» Dios premió a las parteras: el
pueblo crecía y se hacía fuerte, y a ellas también les dio familia, porque
temían a Dios. Entonces ordenó el Faraón a toda su gente:
«Cuando nazca un niño echadlo al Nilo, pero si es niña dejadla con vida.»
RESPONSORIO
Gn 15, 13-14; Is 49,26
R. Dijo Dios a Abraham: «Has de saber
que tu descendencia vivirá como forastera en tierra ajena, y tendrá que servir
y sufrir opresión durante cuatrocientos años. * Y yo juzgaré al pueblo a quien han de servir.»
V. Yo soy el Señor, tu salvador y
redentor.
R. Y yo juzgaré al pueblo a quien han
de servir.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 6 Sobre la Cuaresma, 1-2: PL 54, 285-287)
LA PURIFICACIÓN ESPIRITUAL POR EL AYUNO Y LA MISERICORDIA
En todo tiempo, amados hermanos, la misericordia del Señor llena la tierra, y
todo fiel halla en la misma naturaleza motivo de adoración a Dios, ya que el
cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos nos hablan de la bondad y
omnipotencia del que los ha creado, y la admirable belleza de los elementos
puestos a nuestro servicio exige de la creatura racional el justo tributo de la
acción de gracias.
Pero al volver de nuevo estos días, marcados de manera especial por los
misterios de nuestra redención, y que preceden inmediatamente a la celebración
de la Pascua, se nos intima una mayor diligencia en prepararnos con la
purificación de nuestro espíritu.
En efecto, es propio de la fiesta de Pascua que toda la Iglesia se regocije por
el perdón de sus pecados, y ello no sólo en los que renacerán por el sagrado
bautismo, sino también en los que han sido ya anteriormente agregados a la
porción de los hijos adoptivos.
Pues, si bien lo que nos hace hombres nuevos es principalmente el baño de
regeneración, sin embargo, como nos es también necesaria a todos la cotidiana
renovación contra la herrumbre de nuestra condición mortal, y nadie hay que no
tenga el deber de afanarse continuamente por una mayor perfección, es necesario
un esfuerzo por parte de todos para que el día de nuestra redención nos halle a
todos renovados.
Por tanto, amados hermanos, lo que cada cristiano ha de hacer en todo tiempo
ahora debemos hacerlo con más intensidad y entrega, para que así la institución
apostólica de esta cuarentena de días logre su objetivo mediante nuestro ayuno,
el cual ha de consistir mucho más en la privación de nuestros vicios que en la
de los alimentos.
Junto al razonable y santo ayuno, nada más provechoso que la limosna,
denominación que incluye una extensa gama de obras de misericordia, de modo que
todos los fieles son capaces de practicarla, por diversas que sean sus
posibilidades. En efecto, con relación al amor que debemos a Dios y a los
hombres, siempre está en nuestras manos la buena voluntad, que ningún obstáculo
puede impedir. Los ángeles dijeron: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra
paz a los hombres de buena voluntad; con ello nos enseñaron que todo aquel que
por amor se compadece de cualquier miseria ajena se enriquece, no sólo con la
virtud de su buena voluntad, sino también con el don de la paz.
Las obras de misericordia son variadísimas, y así todos los cristianos que lo
son de verdad, tanto si son ricos como si son pobres, tienen ocasión de
practicarlas a la medida de sus posibilidades; y aunque no todos puedan ser
iguales en la cantidad de lo que dan, todos pueden serlo en su buena
disposición.
RESPONSORIO Cf. 2Co 6, 4
R. El tiempo del ayuno nos ha abierto las puertas del paraíso,
recibámoslo con buena voluntad y seamos constantes en la oración, * para
que en el día de la resurrección nos gloriemos con el Señor.
V. Acreditémonos siempre en todo como verdaderos servidores de Dios.
R. Para que en el día de la resurrección nos gloriemos con el Señor.
*Lecturas
del Jueves después de Ceniza*
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (9,22-25)*
22 Dijo: «El Hijo del hombre debe
sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los
escribas, ser matado y resucitar al tercer día.»
23 Decía a todos: «Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
24 Porque quien quiera salvar su vida, la
perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará.
25 Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber
ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. «Si alguno quiere venir en pos de mi —dice el Señor—, renúnciese a
sí mismo, tome cada día su cruz y sígame.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Si alguno quiere venir en pos de mi —dice el Señor—, renúnciese a
sí mismo, tome cada día su cruz y sígame.»
PRECES
Celebremos la bondad de Dios, que por Cristo se reveló como Padre
nuestro, y digámosle de todo corazón:
Acuérdate, Señor, de que somos hijos tuyos.
Concédenos vivir con toda plenitud el misterio de la Iglesia,
a fin de que nosotros y todos los hombres encontremos en ella un sacramento
eficaz de salvación.
Padre, que amas a todos los hombres, haz que cooperemos al progreso de la
comunidad humana
y que en todo busquemos tu reino con nuestros esfuerzos.
Haz que tengamos hambre y sed de justicia
y acudamos a nuestra fuente, que es Cristo, el cual entregó su vida para que
fuéramos saciados.
Perdona, Señor, todos nuestros pecados
y dirige nuestra vida por el camino de la sencillez y de la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a
decir:
Padre nuestro...
ORACION
Tu gracia, Señor, inspire nuestras acciones, las sostenga y
acompañe, para que todo nuestro trabajo cuaresmal brote de ti, como una fuente,
y a ti tienda, como a su fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: SEÑOR, LA LUZ DEL DÍA YA SE APAGA.
Señor, la luz del día ya se apaga,
la noche va extendiendo sus tinieblas;
alumbra lo más hondo de las almas
en este santo tiempo de Cuaresma.
Conoces nuestra vida y nuestra historia
y sabes que también hemos pecado,
por eso hacia ti nos dirigimos
confiando que seremos perdonados.
Unidos con la Iglesia recorremos
la senda que nos lleva hasta el Calvario,
llevando en nuestro cuerpo tus dolores,
sufriendo lo que aún no has completado.
Escucha nuestra voz, amado Padre,
que, junto con tu Hijo Jesucristo,
enviaste tu Espíritu a los hombres,
sellando con tu gracia sus destinos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a
salvo.
Salmo 143 I - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a
salvo.
Ant 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Salmo 143 II
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel,
sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
LECTURA BREVE St 4, 7-8. 10
Vivid sometidos a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios
y él se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; purificad vuestros
corazones, gente que obráis con doblez. Humillaos en la presencia del Señor y
él os ensalzará.
RESPONSORIO BREVE
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Quien pierda su vida por amor a mí la salvará para siempre», dice
el Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Quien pierda su vida por amor a mí la salvará para siempre», dice
el Señor.
PRECES
Celebremos la misericordia de Dios, que nos ilumina con la gracia
del Espíritu Santo para que nuestra vida resplandezca con obras de fe y
santidad, y supliquémosle, diciendo:
Renueva, Señor, al pueblo redimido por Cristo.
Señor, fuente y autor de toda santidad, haz que los obispos, sacerdotes y
diáconos, al participar de la mesa eucarística, se unan más plenamente a
Cristo,
para que vean renovada la gracia que les fue conferida por la imposición de
manos.
Impulsa a tus fieles para que, con santidad de vida, participen activamente de
la mesa de la palabra y del cuerpo de Cristo
y vivan lo que han recibido por la fe y los sacramentos.
Concédenos, Señor, que reconozcamos la dignidad de todo hombre redimido con la
sangre de tu Hijo
y que respetemos su libertad y su conciencia
Haz que todos los hombres sepan moderar sus deseos de bienes temporales
y que atiendan a las necesidades de los demás.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Acuérdate, Señor, de todos los que has llamado hoy a la eternidad
y concédeles el don de la eterna bienaventuranza.
Invoquemos a Dios Padre con la oración que nos enseñó Jesús:
Padre nuestro...
ORACION
Tu gracia, Señor, inspire nuestras acciones, las sostenga y
acompañe, para que todo nuestro trabajo cuaresmal brote de ti, como una fuente,
y a ti tienda, como a su fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.