*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Eduardo*
13 de Octubre
MIERCOLES SEMANA IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.
Himno: AL RETORNAR ESTE DÍA.
Al retornar este día,
con voz alegre y canora,
celebrando al Redentor,
cantemos de Dios la gloria.
Por Cristo, el Creador inmenso
hizo la noche y la aurora,
con inmóvil ley fijando
la sucesión de las horas.
La luz eterna eres tú,
la antigua ley perfeccionas,
y no conoces crepúsculo,
y no te apagan las sombras.
Concédenos, Padre eterno,
que vivamos hoy con loa,
con que agrademos a Cristo,
si tu Espíritu nos colma. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Salmo 107 - ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO.
Dios mío, mi corazón está firme,
para tí cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
El pisoteará a nuestros enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Ant 2. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Cántico: ALEGRIA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN Is 61, 10—62, 5
Desbordo de gozo en el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona,
o a una novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»;
ni a tu tierra, «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra, «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Ant 3. Alabaré al Señor mientras viva.
Salmo 145 - FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabaré al Señor mientras viva.
LECTURA BREVE Dt 4, 39-40a
Has de reconocer hoy y recordar que el Señor es Dios, en lo alto del cielo y
abajo en la tierra, y que no hay otro. Guarda los mandatos y preceptos que te
voy a dar hoy.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendigo al Señor en todo momento.
R. Bendigo al Señor en todo momento.
V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. En todo momento.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendigo al Señor en todo momento.
V. Ábreme,
Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Jeremías 3, 1-5. 19—4, 4
INVITACIÓN A LA CONVERSIÓN
En aquellos días, el Señor dijo estas palabras:
«Cuando un hombre repudia a su mujer, y ella se separa de él y se casa con
otro, ¿podrá volver al primero? ¿No ha quedado profanada esa mujer? Tú has
fornicado con muchos amantes, ¿podrás volver a mí? —oráculo del Señor—.
Levanta los ojos a las colinas y mira: ¿Dónde no has hecho el amor? Salías a
los caminos a ofrecerte, como un nómada por el desierto. Profanaste la tierra
con tus fornicaciones y maldades. Las lluvias tempranas se rehusaban, no
llegaban las tardías; entonces mostrabas frente de ramera, te negabas a
avergonzarte.
Pero ¿no me gritas ahora mismo: "Padre mío, tú eres el amigo de mi
juventud? ¿Se irritará para siempre, eternizará su rencor?" Así decías
obrando maldades, y te sentías fuerte para seguirlas continuando.
Yo había pensado: "Te contaré entre mis hijos, te daré una tierra
envidiable, en heredad la perla de las naciones"; diciéndome: "Me
llamará 'padre mío', no se apartará de mí." Pero igual que una mujer que
traiciona a su marido, así me traicionó Israel.»
Se escucha un clamor en las colinas, llanto afligido de los hijos de Israel,
que han extraviado el camino, olvidados de su Dios.
«Volved, hijos apóstatas, y os curaré de la apostasía.»
«Aquí estamos, hemos venido a ti, porque tú, Señor, eres nuestro Dios. Cierto,
son mentira los collados y el estrépito de los montes; sólo en el Señor,
nuestro Dios, está la salvación de Israel. La ignominia devoró los ahorros de
nuestros padres, desde nuestra juventud: ovejas y vacas, sus hijos e hijas. Nos
acostamos sobre nuestra vergüenza, nos tapamos con nuestro sonrojo; porque
pecamos contra el Señor, nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde la
juventud hasta el día de hoy, y no escuchamos la voz del Señor, nuestro Dios.»
Esto dice el Señor:
«Si quieres volver, Israel, vuélvete a mí; si apartas de mis ojos las
ignominias, no irás errante. Si juras con verdad por el Señor, con justicia y
derecho, las naciones se bendecirán por ti.»
Porque así dice el Señor a los habitantes de Judá y Jerusalén:
«Roturad los campos, y no sembréis entre espinos; circuncidaos para el Señor y
quitad el prepucio de vuestros corazones, habitantes de Judá y Jerusalén; no
sea que brote como fuego mi cólera, y arda inextinguible, por culpa de vuestras
perversidades.»
RESPONSORIO Jr 14, 7; Sal 129, 3
R. Si nuestros pecados hablan contra nosotros, tú, Señor, obra por el
honor de tu nombre; * pues nuestras rebeldías han sido numerosas, hemos pecado
contra ti.
V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
R. Pues nuestras rebeldías han sido numerosas, hemos pecado contra
ti.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Agustín, obispo, a Proba
(Carta 130, 12, 22—13, 24: CSEL 44, 65-68)
NADA HALLARÁS QUE NO SE ENCUENTRE EN ESTA ORACIÓN DOMINICAL
Quien dice, por ejemplo, como mostraste tu santidad a las naciones, muéstranos
así tu gloria y que tus profetas sean hallados fieles, ¿qué otra cosa dice sino
santificado sea tu nombre?
Quien dice: Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos
salve, ¿qué otra cosa dice sino venga tu reino?
Quien dice: Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine,
¿qué otra cosa dice sino hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo?
Quien dice: No me des pobreza ni riqueza, ¿qué otra cosa dice sino danos hoy
nuestro pan de cada día?
Quien dice: Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes, o bien: Señor, si
soy culpable, si hay crímenes en mis manos, si he causado daño a mi amigo, ¿qué
otra cosa dice sino perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a
los que nos ofenden?
Quien dice: Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, ¿qué
otra cosa dice sino líbranos del mal?
Y si vas discurriendo por todas las plegarias de la santa Escritura, creo que
nada hallarás que no se encuentre y contenga en esta oración dominical. Por
eso, hay libertad de decir estas cosas en la oración con unas u otras palabras,
pero no debe haber libertad para decir cosas distintas.
Esto es, sin duda alguna, lo que debemos pedir en la oración, tanto para
nosotros como para los nuestros, como también para los extraños e incluso para
nuestros mismos enemigos, y aunque roguemos por unos y otros de modo distinto,
según las diversas necesidades y los diversos grados de familiaridad,
procuremos, sin embargo, que en nuestro corazón nazca y crezca el amor hacia
todos.
Aquí tienes explicado, a mi juicio, no sólo las cualidades que debe tener tu
oración, sino también lo que debes pedir en ella, todo lo cual no soy yo quien
te lo ha enseñado, sino aquel que se dignó ser maestro de todos.
Hemos de buscar la vida dichosa y hemos de pedir a Dios que nos la conceda. En
qué consiste esta felicidad son muchos los que lo han discutido y sus sentencias
son muy numerosas. Pero nosotros, ¿qué necesidad tenemos de acudir a tantos
autores y a tan numerosas opiniones? En las divinas Escrituras se nos dice de
modo breve y veraz: Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor. Para que podamos
formar parte de este pueblo, llegar a contemplar a Dios y vivir con él
eternamente, tenernos aquella exhortación cuyo objetivo no debe ser otro que
promover la caridad que proviene de un corazón sincero, de una conciencia recta
y de una fe sin fingimiento.
Al citar estas tres propiedades se habla de la conciencia recta aludiendo a la
esperanza. Por tanto, la fe, la esperanza y la caridad conducen hasta Dios al
que ora, es decir, a quien cree, espera y desea, al tiempo que descubre en la
oración dominical lo que debe pedir al Señor.
RESPONSORIO Sal 101, 2. cf. 18; 129, 2
R. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; * porque
tú, Dios mío, no desprecias las peticiones de los desamparados.
V. Estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
R. Porque tú, Dios mío, no desprecias las peticiones de los
desamparados.
*Lecturas del Miércoles de la 28ª semana del Tiempo Ordinario*
Miércoles, 13 de octubre de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (11,42-46)*
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el
diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras
pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin
descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de
honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que
sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes
también a nosotros.»
Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la
gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un
dedo!»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
PRECES
Cristo, reflejo de la gloria del Padre, nos ilumina con su
palabra; acudamos pues a él diciendo:
Rey de la gloria, escúchanos.
Te bendecimos, Señor, autor y consumador de nuestra fe,
porque de las tinieblas nos has trasladado a tu luz admirable.
Tú que abriste los ojos de los ciegos y diste oído a los sordos,
aumenta nuestra fe.
Haz, Señor, que permanezcamos siempre en tu amor,
y que este amor nos guarde fraternalmente unidos.
Ayúdanos para que resistamos a la tentación, aguantemos en la tribulación
y te demos gracias en la prosperidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dejemos que el espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones,
se una a nuestro espíritu, para clamar:
Padre nuestro...
ORACION
Recuerda, Señor, tu santa alianza consagrada con el nuevo
sacramento de la sangre del Cordero, para que tu pueblo obtenga el perdón de
sus pecados, y un aumento constante de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*San Eduardo*
Después del abandono, las luchas y la opresión durante el reinado
de los dos soberanos daneses, Harold Harefoot y Artacanuto, el pueblo inglés
acogió con júbilo al representante de la antigua dinastía inglesa, San Eduardo
el Confesor. Las cualidades que merecieron a Eduardo ser venerado como santo,
se referían más bien a su persona que a su administración como soberano pues
era un hombre piadoso, amable y amante de la paz.
Eduardo era hijo de Eteredo y de la normanda Ema. Durante la época
de la supremacía danesa, fue enviado a Normandía cuando tenía 10 años y regresó
a su patria en 1042 cuando fue elegido rey. A la edad de 42 años contrajo
matrimonio con Edith, la hija del Conde Godwino, la mayor amenaza para su
reino. La tradición sostiene que San Eduardo y su esposa guardaron perpetua
continencia por amor a Dios y como un medio pra alcanzar la perfección.
La administración justa y equitativa de San Eduardo le hizo muy
popular entre sus súbitos. La perfecta armonía que reinaba entre él y sus
consejeros se convirtió más tarde en el sueño dorado ya que durante el reinado
de Eduardo, los barones normandos y los representantes del pueblo inglés
ejercieron una profunda influencia en la legislación y el gobierno. Uno de los
actos más populares del reinado de San Eduardo fue la supresión del impuesto
para el ejército; los impuestos recaudados de casa en casa en la época del
santo fueron repartidos entre los pobres.
Durante el destierro en Normandía, San Eduardo había prometido ir
en peregrinación al sepulcro de San Pedro en Roma, si Dios se dignaba poner
término a las desventuras de su familia. Después de su ascenso al trono,
convocó un concilio y manifestó públicamente la promesa con que se había
ligado. Sin embargo, la Asamblea le manifestó que con su partida se abriría el
camino a las disensiones en el interior del país y los ataques de las potencias
extranjeras. El rey decidió someter el asunto a juicio del Papa San León IX,
quien le sugirió repartir el dinero que habría gastado en el viaje entre los
pobres, y construir un monasterio en honor a San Pedro.
El último año de vida del santo se vio turbado por la tensión
entre el Conde TostigGodwinsson de Nortumbría y sus súbitos; finalmente el
monarca tuvo que desterrar al conde. Falleció en 1065. La canonización de San
Eduardo tuvo lugar en 1161, y dos años después de que su cuerpo se mantenía
incorrupto, fue trasladado por Santo Tomás Becket a una capilla del coro de la
abadía de Westminster, de la cual San Eduardo fue su promotor, el 13 de
octubre, fecha en que se celebra actualmente su fiesta.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: TE BENDECIMOS, CRISTO, EN ESTA NOCHE.
Te bendecimos, Cristo, en esta noche:
Verbo de Dios y Luz de Luz eterna,
emisor del Espíritu Paráclito;
te bendecimos porque nos revelas
la triple luz de una indivisa gloria
y libras nuestras almas de tinieblas.
A la noche y al día has ordenado
que se releven siempre en paz fraterna;
la noche compasiva pone término
a nuestras aflicciones y tareas,
y, para comenzar el nuevo surco,
el día alegremente nos despierta.
Da un sueño muy ligero a nuestros párpados,
para que nuestra voz no permanezca
muda por mucho tiempo en tu alabanza;
mientras dormimos se mantenga en vela
toda tu creación, cantando salmos
en compañía de la turba angélica.
Y, mientras duerme nuestro humilde cuerpo,
nuestro espíritu cante a su manera:
«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu,
en el día sin noche donde reinan;
al Uno y Trino, honor, poder, victoria,
por edades y edades sempiternas.» Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, tu saber me sobrepasa.
Salmo 138, 1-18. 23-24 - I TODO ESTÁ PRESENTE A LOS OJOS DE DIOS.
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me envuelves por doquier,
me cubres con tu mano.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
tu diestra llegará hasta mí.
Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, tu saber me sobrepasa.
Ant 2. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al
hombre según su conducta.
Salmo 138 II
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has formado portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro,
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al
hombre según su conducta.
Ant 3. Todo fue creado por él y para él.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER
RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo fue creado por él y para él.
LECTURA BREVE 1Jn 2, 3-6
Sabemos que hemos llegado a conocer a Cristo si guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, miente; y la verdad
no está en él. Pero quien guarda su palabra posee el perfecto amor de Dios. En
esto conocemos que estamos en él. Quien dice que está siempre en él debe andar
de continuo como él anduvo.
RESPONSORIO BREVE
V. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
V. A las sombras de tus alas escóndenos.
R. Como a las niñas de tus ojos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y
enaltece a los humildes.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y
enaltece a los humildes.
PRECES
Invoquemos a Dios, cuya bondad para con su pueblo es más grande
que los cielos, y digámosle:
Que se alegren los que se acogen a ti, Señor.
Acuérdate, Señor, que enviaste a tu Hijo al mundo, no para condenarlo, sino
para salvarlo;
haz que su muerte gloriosa nos traiga la salvación.
Tú que constituiste a tus sacerdotes servidores de Cristo y administradores de
tus misterios,
concédeles un corazón fiel, ciencia abundante y caridad intensa.
Tú que desde el principio creaste hombre y mujer,
guarda a todas las familias unidas en el verdadero amor.
Haz que los que has llamado a la castidad perfecta por el reino de los cielos,
sigan con fidelidad a tu Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que enviaste a Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores,
Concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.
Movidos por el Espíritu Santo y llenos de su amor, dirijamos al Padre nuestra
oración:
Padre nuestro...
ORACION
Acuérdate, Señor, de tu misericordia, y, ya que a los hambrientos
los colmas de bienes, socorre nuestra indigencia con la abundancia de tus
riquezas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.