*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
Laudes - SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES 2021
SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES, 29 de junio de 2021.
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles
Laudes
Himno
Es domingo; una luz nueva
resucita la mañana
con su mirada inocente,
llena de gozo y de gracia.
Es domingo; la alegría
del mensaje de la Pascua
es la noticia que llega
siempre y que nunca se gasta.
Es domingo; la pureza
no sólo la tierra baña,
que ha penetrado
en la vida por las ventanas del alma.
Es domingo; la presencia
de Cristo llena la casa:
la Iglesia, misterio y fiesta,
por él y en él convocada.
Es domingo; «éste es el día
que hizo el Señor», es la Pascua,
día de la creación
nueva y siempre renovada.
Es domingo; de su hoguera
brilla toda la semana
y vence oscuras tinieblas
en jornadas de esperanza.
Es domingo; un canto nuevo
toda la tierra le canta
al Padre, al Hijo, al Espíritu,
único Dios que nos salva. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Sé de quién me he fiado, y estoy firmemente
persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día
el encargo que me dio.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti
madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Sé de quién me he fiado, y estoy firmemente
persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día
el encargo que me dio
Antífona 2: La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su
gracia trabaja siempre conmigo.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad
al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 2: La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su
gracia trabaja siempre conmigo
Antífona 3: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la
meta, he mantenido la fe.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los
hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el
Señor. (Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la
meta, he mantenido la fe
Lectura Breve
1 Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: estad alegres cuando
compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su
gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos
vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre
vosotros.
Responsorio Breve
V. Consagraron
sus vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
R. Consagraron
sus vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
V. Salieron
contentos de haber merecido aquel ultraje.
R. Al
servicio de nuestro Señor Jesucristo.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Consagraron
sus vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
V. La
palabra del Señor permanece eternamente.
R. Y
ésta es la Buena Noticia anunciada a vosotros.
Lecturas
Primera Lectura
De la carta del apóstol san Pablo a los
Gálatas 1, 15-2, 10
ETAPA DE CONVIVENCIA ENTRE PEDRO Y PABLO
Hermanos: Cuando aquel que me eligió
desde el seno de mi madre me llamó por su gracia y tuvo a bien revelarme a su
Hijo para que lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin pedir consejo a
hombre alguno y sin subir a Jerusalén para hablar con los que eran apóstoles
antes que yo, partí hacia Arabia, de donde luego volví a Damasco. Tres años más
tarde, subí a Jerusalén a visitar a Cefas, y estuve con él quince días. No vi a
ninguno otro de los apóstoles, fuera de Santiago, el hermano del Señor. Por el
Dios que me está
viendo, que no miento en lo que os escribo.
Después vine a las regiones de Siria y de Cilicia, pero las Iglesias de Judea,
que están en Cristo, no me conocían personalmente. Sólo oían decir: «El que
antaño nos perseguía ahora va anunciando la Buena Nueva de la fe, que en otro
tiempo quería destruir.» Y glorificaban a Dios, reconociendo su obra en mí.
Luego, al cabo de catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando
también a Tito. Y subí por motivo de una revelación. Les expuse el Evangelio
que predico entre los gentiles y traté en particular con los más calificados,
no fuera a ser que hubiese corrido en vano.
Pues bien, ni siquiera a Tito, mi compañero, con todo y que era griego, lo
obligaron a circuncidarse. Y esto a pesar de los intrusos, de los falsos
hermanos, que solapadamente se habían infiltrado, para espiar arteramente la
libertad de que gozamos en Cristo Jesús, y que querían esclavizarnos. Pero nosotros
ni por un momento cedimos terreno para someternos a ellos, a fin de
salvaguardar firmemente para vosotros la verdad del Evangelio.
Las personas de más consideración -nada me interesa lo que hubieran sido antes,
pues en Dios no hay acepción de personas- no me impusieron ninguna nueva
obligación.
Al contrario, reconocieron que yo había recibido la misión de predicar el
Evangelio a los gentiles, como Pedro la de predicarlo a los judíos; porque
aquel que dio poder a Pedro para ejercer el apostolado entre los judíos me lo
dio a mí para ejercerlo entre los gentiles.
De este modo reconocieron que Dios me había dado esa gracia. Y Santiago, Cefas
y Juan, los considerados como columnas, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en
señal de comunión y conformidad: nosotros nos dirigiríamos a los gentiles,
ellos a los judíos. Sólo nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, cosa
que he procurado yo cumplir con toda solicitud.
Mt 16, 18-19
R. Tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno
no la derrotarán; * yo
te daré las llaves del reino de los cielos.
V. Todo
lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares
sobre la tierra será desatado en el cielo.
R. Yo
te daré las llaves del reino de los cielos.
Segunda Lectura
De los sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 295,1-2. 4. 7-8: PL 38,1348-1352)
ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN
TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO
El día de hoy es para nosotros sagrado,
porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. No
nos referimos, ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la tierra
alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto y,
con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por ella.
San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que
llegó a oír de él estas palabras: Ahora te digo yo "Tú eres Pedro".
Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le
replicó: "Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta
afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré
mi Iglesia. Porque tú eres Pedro. "Pedro", una palabra que se deriva
de piedra, y no al revés. "Pedro" viene de "piedra", del
mismo modo que "cristiano" viene de "Cristo,". El Señor
Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio
el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la
totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo
representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas
palabras: Te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas llaves las
recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la excelencia de la
persona de Pedro en cuanto que él representaba la universalidad y la unidad de
la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose de algo que ha sido
entregado a todos. Pues sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del reino
de los cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus
apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: A quienes les perdonéis
los pecados les serán perdonados y a quienes se los retengáis les quedan
retenidos.
En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también
a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los
discípulos que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que
Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la
unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es
porque Pedro es el primero entre los apóstoles. No te entristezcas, apóstol;
responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu
profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres
veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el
amor lo que habías ligado por el temor. A pesar de su debilidad, por primera,
por segunda y por tercera vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro. En un solo
día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos eran en realidad
una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos. Primero lo fue
Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros
por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos,
sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.
Responsorio Breve
R. Apóstol
san Pablo, predicador de la verdad y maestro de los gentiles, * verdaderamente que eres digno de
ser glorificado.
V. Por
ti conocieron la gracia de Dios todas las naciones.
R. Verdaderamente
que eres digno de ser glorificado.
Lecturas
del San Pedro y san Pablo, apóstoles
Martes, 29 de junio
de 2021
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (16,13-19):
13 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta
pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
hombre?»
14
Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que
Jeremías o uno de los profetas.»
15
Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»
16
Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.»
17
Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no
te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los
cielos.
18
Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
19
A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra
quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en
los cielos.»
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Dijo
Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida
eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»
Aleluya.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor,
que quiso edificar su Iglesia sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y
digámosle confiados:
Señor, colma de bienes a tu Iglesia.
Tú que rogaste por Pedro para que no se apagara su fe, — da firmeza a la fe de
tu Iglesia.
Tú que, después de la resurrección, te apareciste a Simón Pedro y te revelaste
a Saulo, — ilumina nuestras mentes para que confesemos tu resurrección.
Tú que elegiste al apóstol Pablo para que anunciara tu nombre a los paganos, —
haz de nosotros verdaderos apóstoles de tu Evangelio.
Tú que misericordiosamente perdonaste las negaciones de Pedro,
— perdónanos también nuestras culpas y pecados.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones
libres.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Señor, tú que nos llenas de alegría en
la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se
mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de
nuestra fe cristiana. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES
Invitatorio
Vísperas
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
· Himno 1
Hora de la tarde,
fin de las labores.
Amo de las viñas,
paga los trabajos de tus viñadores.
Al romper el día,
nos apalabraste.
Cuidamos tu viña
del alba a la tarde.
Ahora que nos pagas,
nos lo das de balde,
que a jornal de gloria
no hay trabajo grande.
Das al vespertino
lo que al mañanero.
Son tuyas las horas
y tuyo el viñedo.
A lo que sembramos
dale crecimiento.
Salmodia
Antífona 1: Yo he rogado por ti, Pedro, para que tu fe no
desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
Salmo 115
ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO
Tenía fe, aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Antífona 2: Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así
residirá en mí la fuerza de Cristo.
Salmo 125
DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA
Cuando el Señor cambió la suerte de
Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
"El Señor ha estado grande con ellos".
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
Antífona 3: Tú eres pastor de las ovejas, Príncipe de los
apóstoles; a ti te han sido entregadas las llaves del reino de los cielos.
Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Lectura Breve
1 Co 15, 3-5. 8
En primer lugar os comuniqué el mensaje
que yo mismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, según las
Escrituras, y fue sepultado; resucitó al tercer día y vive, según lo anunciaron
también las Escrituras. Que se apareció a Cefas y luego a los Doce. Por último,
se apareció también a mí.
Responsorio Breve
V. Los
apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.
R. Los
apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.
V. Y
daban testimonio de la resurrección del Señor.
R. Con
valentía.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los
apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.
Canto Evangélico
Antifona: Pedro,
apóstol, y Pablo, maestro de los gentiles, nos han anunciado tu palabra, Señor.
MagnificatLc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Oremos, hermanos, a Cristo, el, Señor,
que quiso edificar su Iglesia sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y
digámosle confiados:
Socorre, Señor, a tu pueblo.
Tú que llamaste a Pedro para hacerlo pescador de hombres, — no dejes de llamar
obreros a tu mies para que el mundo se salve.
Tú que increpaste a los vientos y al mar para que la barca de los discípulos no
se hundiera, — protege a tu Iglesia de toda perturbación y fortalece al sucesor
de Pedro.
Tú que, después de la resurrección, congregaste en torno a Pedro tu grey
dispersa, — reúne a tu Iglesia en un solo aprisco.
Tú que enviaste a Pablo a evangelizar a los paganos, — haz que el anuncio de la
salvación llegue a todos los pueblos.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones
libres.
Tú que diste a la Iglesia las llaves del reino de los cielos,
— abre las puertas de la felicidad a los que durante su vida confiaron en tu
misericordia.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Dios nuestro, que nos llenas de santa
alegría con la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, haz que tu
Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de estos apóstoles, de
quienes recibió el primer anuncio de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.