*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Agustín de
Canterbury*
27 de Mayo
JUEVES 27 SEMANA IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.
Himno: OH DIOS, AUTOR DE LA LUZ.
Oh Dios, autor de la luz,
de los cielos la lumbrera,
que el universo sostienes
abriendo tu mano diestra.
La aurora, con mar de grana,
cubriendo está las estrellas,
bautizando humedecida
con el rocío la tierra.
Auséntanse ya las sombras,
al orbe la noche deja,
y al nuevo día el lucero,
de Cristo imagen, despierta.
Tú, día de día, oh Dios,
y Luz de Luz, de potencia
soberana, oh Trinidad,
doquier poderoso reinas.
Oh Salvador, ante ti
inclinamos la cabeza,
y ante el Padre y el Espíritu,
dándote gloria perpetua. Amén.
SALMODIA
Ant 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Ant 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias
de sus pechos abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
Ant 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
LECTURA BREVE Rm 8, 18-21
Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en
comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros. La creación
entera está en expectación, suspirando por esa manifestación gloriosa de los
hijos de Dios; porque las creaturas todas quedaron sometidas al desorden, no
porque a ello tendiesen de suyo, sino por culpa del hombre que las sometió. Y
abrigan la esperanza de quedar ellas, a su vez, libres de la esclavitud de la
corrupción, para tomar parte en la libertad gloriosa que han de recibir los
hijos de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Velando medito en ti, Señor.
R. Velando medito en ti, Señor.
V. Porque fuiste mi auxilio.
R. Medito en ti, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Velando medito en ti, Señor.
Lecturas
Primera Lectura
De la primera carta a los Corintios 16, 1-24
RECOMENDACIONES Y SALUDOS
Hermanos: En cuanto a la colecta en favor de los santos, haced
también vosotros tal como mandé a las Iglesias de Galacia. Cada primer día de
la semana, cada uno de vosotros reserve en su casa lo que haya podido ahorrar,
de modo que no se hagan las colectas cuando llegue yo. Cuando me halle ahí,
enviaré a los que hayáis considerado dignos, acompañados de cartas, para que
lleven a Jerusalén vuestra liberalidad. Y si vale la pena de que vaya también
yo, irán conmigo. Iré donde vosotros después de haber atravesado Macedonia;
pues por Macedonia pasaré. Tal vez me detenga entre vosotros y hasta pase ahí
el invierno, para que vosotros me encaminéis adonde haya de ir. Pues no quiero
ahora veros sólo de paso: espero estar algún tiempo entre vosotros, si así lo permite
el Señor. De todos modos, seguiré en Éfeso hasta Pentecostés: porque se me ha abierto
una puerta grande y prometedora, y los enemigos son muchos. Si se presenta Timoteo,
procurad que esté sin temor entre vosotros, pues trabaja como yo en la obra del
Señor. Que nadie le menosprecie. Procurad que vuelva en paz a mí, que le espero
con loshermanos. En cuanto a nuestro hermano Apolo, le he insistido mucho para
que vaya donde vosotros con los hermanos; pero no tiene intención alguna de ir
ahora. Irá cuando tenga oportunidad. Velad, manteneos firmes en la fe, sed
hombres, sed fuertes. Haced todo con amor. Os hago una recomendación, hermanos.
Sabéis que la familia de Estéfanasson las primicias de Acaya y se han puesto al
servicio de los santos. También vosotros mostraos sumisos a ellos y a todo
aquel que con ellos trabaja y se afana. Estoy lleno de alegría por la visita de
Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, que han suplido vuestra ausencia. Ellos
han tranquilizado mi espíritu y el vuestro. Sabed apreciar a estos hombres.
Las Iglesias de Asia os saludan. Os envían muchos saludos Aquila y Prisca en el
Señor, junto con la Iglesia que se reúne en su casa. Os saludan todos los
hermanos. Saludaos los unos a los otros con el beso santo. El saludo va de mi mano,
Pablo. El que no quiera al Señor, ¡sea anatema! «Maranatha.» ¡Que la gracia del
Señor Jesús sea con vosotros! Os amo a todos en Cristo Jesús.
Responsorio 1Co 16, 13-14; Col 4,
5. 6
R. Estad en vela y manteneos firmes en la fe, portaos
varonilmente y con toda fortaleza. *Hacedlo todo con espíritu
de caridad.
V. Proceded con toda discreción; vuestra palabra sea siempre
agradable, sazonada con gracia.
R. Hacedlo todo con espíritu de caridad.
Segunda Lectura
De los tratados morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro
de Job
(Libro 10, 7-8.10: PL 75, 922. 925-926)
LA LEY DEL SEÑOR ABARCA MUCHOS ASPECTOS
La ley de Dios, de que se habla en este lugar, debe entenderse que
es la caridad, por lacual podemos siempre leer en nuestro interior cuales son los
preceptos de vida que hemos de practicar. Acerca de esta ley, dice aquel que es
la misma Verdad: Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros. Acerca de
ella dice san Pablo: Amar es cumplir la ley entera. Y también: Arrimad todos el
hombro a las cargas de los otros, que con eso cumpliréis la ley de Cristo. Lo
que mejor define la ley de Cristo es la caridad, y esta caridad la practicamos
de verdad cuando toleramos por amor las cargas de los hermanos.
Pero esta ley abarca muchos aspectos, porque la caridad celosa y solícita
incluye los actos de todas las virtudes. Lo que empieza por sólo dos preceptos
se extiende a innumerables facetas.
Esta multiplicidad de aspectos de la ley es enumerada adecuadamente por Pablo, cuando
dice: El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe;
no es ambicioso ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se
alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
El amor es paciente, porque tolera con ecuanimidad los males que se le
infligen. Es afable porque devuelve generosamente bien por mal. No tiene
envidia, porque, al no desear nada de este mundo, ignora lo que es la envidia
por los éxitos terrenos. No presume, porque desea ansiosamente el premio de la
retribución espiritual, y por esto no se vanagloria de los bienes exteriores.
No se engríe, porque tiene por único objetivo el amor de Dios y del prójimo, y
por esto ignora todo lo que se aparta del recto camino.
No es ambicioso, porque, dedicado con ardor a su provecho interior, no siente
deseo alguno de las cosas ajenas y exteriores. No es egoísta, porque considera
como ajenas todas las cosas que posee aquí de modo transitorio, ya que sólo
reconoce como propio aquello que ha de perdurar junto con él. No se irrita,
porque, aunque sufra injurias, no se incita a sí mismo a la venganza, pues
espera un premio muy superior a sus sufrimientos.
No lleva cuentas del mal, porque, afincada su mente en el amor de la pureza,
arrancando de raíz toda clase de odio, su alma está libre de toda maquinación
malsana.
No se alegra de la injusticia, porque, anheloso únicamente del amor para con
todos, no se alegra ni de la perdición de sus mismos contrarios. Goza con la
verdad, porque, amando a los demás como a sí mismo, al observar en los otros la
rectitud, se alegra como si se tratara de su propio provecho. Vemos, pues, como
esta ley de Dios abarca muchos aspectos.
Responsorio Ef 1, 13-14; 2 Co 1,
21-22
R. Al abrazar la fe, habéis sido sellados con el sello del
Espíritu Santo prometido, prenda de nuestra herencia, * para
la redención del pueblo que Dios adquirió para sí.
V. Dios nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros
corazones, como prenda suya, el Espíritu.
R. Para la redención del pueblo que Dios adquirió para sí.
*Lecturas de la 8ª Semana del Tiempo
Ordinario Ciclo B*
Jueves, 27 de mayo de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (10,46-52)*
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente,
el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino,
pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten
compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David,
ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.»
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros
pecados.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros
pecados.
PRECES
Invoquemos a Dios, de quien viene la salvación para su pueblo,
diciendo:
Tú, que eres nuestra vida, escúchanos, Señor.
Bendito seas, Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque en tu gran
misericordia nos has hecho nacer de nuevo para una esperanza viva,
por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.
Tú que, en Cristo, renovaste al hombre, creado a imagen tuya,
haz que reproduzcamos la imagen de tu Hijo.
Derrama en nuestros corazones, lastimados por el odio y la envidia,
tu Espíritu de amor.
Concede hoy trabajo a quienes lo buscan, pan a los hambrientos, alegría a los
tristes,
a todos la gracia y la salvación.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor, acoger siempre el anuncio de la salvación para
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos te sirvamos, con
santidad y justicia, todos nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*San Agustín de Canterbury*
Agustín de Canterbury es considerado uno de los más grandes
evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en
Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de
Inglaterra.
Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo
Pontífice San Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar
a la isla de Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y
emprendedor de Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, y además
sus grandes virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir
a esos paganos sajones.
Y sucedió que al llegar Agustín y sus 39 compañeros a la costa,
donde se tomaba la embarcación para llegar a Inglaterra, allí les contaron
terribles barbaridades acerca de los habitantes de esa isla, y los otros
misioneros sintieron mucho miedo y enviaron al santo a que fuera a Roma a
contarle al Pontífice lo peligroso que era esto que iban a emprender. Agustín fue
a hablar con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal manera, recordándole
que Dios les concedería la buena voluntad de aquellas gentes, que ya desde
entonces Agustín no se dejó desanimar por los temores.
En Inglaterra mandaba el rey Etelberto que tenía una esposa muy
santa (que después se llamó Santa Berta) y el primer regalo que Dios les
concedió a los nuevos misioneros fue darles la buena voluntad del rey. Este los
recibió muy cariñosamente y les pidió que le enseñaran la religión, y tanto le
agradó que pronto se hizo bautizar y les regaló su palacio real para que les
sirviera de convento a los misioneros y les dio un templo en Canterbury para
que allí enseñaran. Y en ese sitio está ahora la más famosa catedral de
Inglaterra: la Catedral de Canterbury.
El rey dejó en libertad a los súbditos para que escogieran la
religión que quisieran, pero les recomendó que se instruyeran en la religión de
Jesucristo y tanto les agradaron a aquellas gentes las enseñanzas de Agustín y
sus monjes, que en la Navidad del año 597 se hicieron bautizar 10,000 ingleses
y entre los nuevos bautizados estaban los que ocupaban los cargos más
importantes de la nación.
Agustín envió a dos de sus mejores monjes a Roma a contarle al
Sumo Pontífice tan hermosas noticias, y el Papa en cambió le envió el
nombramiento de arzobispo, y otro buen grupo de misioneros, y cálices y libros
para las celebraciones y muchas imágenes religiosas que a esas gentes recién
convertidas les agradaban en extremo. San Gregorio se alegró muchísimo ante noticias
tan consoladoras, y le recomendó a San Agustín un simpático plan de trabajo.
San Gregorio, sabiendo que la principal virtud del obispo Agustín
era la docilidad a sus superiores, le envió las siguientes recomendaciones 1º.
No destruir los templos de los paganos, sino convertirlos en templos
cristianos. 2º. No acabar con todas las fiestas de los paganos, sino
convertirlas en fiestas cristianas. Por ejemplo ellos celebraban las fiestas de
sus ídolos con grandes banquetes en los cuales participaban todos. Pues hacer
esos banquetes, pero en honor de los mártires y santos. 3º. Dividir el país en
tres diócesis: Canterbury, Londres y York.
Nuestro santo cumplió exactamente estas recomendaciones, que le
produjeron muy buenos resultados. Y fue nombrado por el Papa, jefe de toda la
Iglesia Católica de Inglaterra (Arzobispo Primado). En las reuniones sobresalía
entre todos por su gran estatura y por su presencia muy venerable que infundía
respeto y admiración.
San Agustín escribía frecuentemente desde Inglaterra al Papa San
Gregorio a Roma pidiéndole consejos en muchos casos importantes, y el Sumo
Pontífice le escribía ciertas advertencias muy prácticas como estas: "Dios
le ha concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor de
convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que las gentes lo quieran
y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no le vaya a producir
orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga
temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que con los milagros y
la predicación logra que tantos paganos se vuelvan cristianos católicos, pero
no vaya a creerse mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a
Dios el honor y la gloria que sólo Él se merece. Hay
muchos que son muy santos y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así que
no hay que llenarse de orgullo por haber recibido estas cualidades, sino
alegrarse mucho al ver que Dios es más amado y más glorificado por las
gentes". Mucho le sirvieron a Agustín estos consejos para mantenerse
humilde.
Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas
de su alma por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y
por organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra,
San Agustín de Canterbury murió santamente el 26 de mayo del año 605. Y un día
como hoy fue su entierro y funeral. Desde entonces ha gozado de gran fama de
santidad en esa nación y en muchas partes más.
*VÍSPERAS*
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: PORQUE ES TARDE, DIOS MÍO.
Porque es tarde, Dios mío,
porque anochece ya
y se nubla el camino,
porque temo perder
las huellas que he seguido,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.
Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro,
y escudriñé curioso
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.
Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
dígnate ser mi amigo.
¡Qué aprisa cae la tarde...!
¡quédate conmigo! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.
Salmo 143 I - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a
salvo.
Ant 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Salmo 143 II
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel,
sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
LECTURA BREVE Col 1, 23
Perseverad firmemente fundados e inconmovibles en la fe y no os apartéis de la
esperanza del Evangelio que habéis oído, que ha sido predicado a toda creatura
bajo los cielos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. En verdes praderas me hace recostar.
R. Nada me falta.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de
bienes.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de
bienes.
PRECES
Invoquemos a Cristo, luz del mundo y alegría de todo ser viviente,
y digámosle confiados:
Señor, danos tu luz, la salvación y la paz.
Luz indeficiente y palabra eterna del Padre, tú que has venido a salvar a los
hombres,
ilumina a los catecúmenos de la Iglesia con la luz de tu verdad.
No lleves cuenta de nuestros delitos, Señor,
pues de ti procede el perdón.
Señor, tú que has querido que la inteligencia del hombre investigara los
secretos de la naturaleza,
haz que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al bienestar de todos
los hombres.
Protege, Señor, a los que se han consagrado en el mundo al servicio de sus
hermanos;
que con libertad de espíritu y sin desánimo puedan realizar su ideal.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Señor, tú que abres y nadie puede cerrar, ilumina a nuestros difuntos que yacen
en tiniebla y en sombra de muerte,
y ábreles las puertas de tu reino.
Porque todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios, confiadamente nos
atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Acoge benigno, Señor, nuestra súplica vespertina y haz que,
siguiendo las huellas de tu Hijo, fructifiquemos con perseverancia en buenas
obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.