Lecturas de la 18º Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Martes, 4 de agosto de 2020
Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías
(30,1-2.12-15.18-22):
Palabra que
Jeremías recibió del Señor: «Así dice el Señor, Dios de Israel: "Escribe
en un libro todas las palabras que he dicho. Porque así dice el Señor: "Tu
fractura es incurable, tu herida está enconada; no hay remedio para tu llaga,
no hay medicinas que te cierren la herida. Tus amigos te olvidaron, ya no te
buscan, porque te alcanzó el golpe enemigo, un cruel escarmiento, por el número
de tus crímenes, por la muchedumbre de tus pecados. ¿Por qué gritas por tu
herida? Tu llaga es incurable; por el número de tus crímenes, por la
muchedumbre de tus pecados, te he tratado así." Así dice el Señor:
"Yo cambiaré la suerte de las tiendas de Jacob, me compadeceré de sus
moradas; sobre sus ruinas será reconstruida la ciudad, su palacio se asentará
en su puesto. De ella saldrán alabanzas y gritos de alegría. Los multiplicaré,
y no disminuirán; los honraré, y no serán despreciados. Serán sus hijos como en
otro tiempo, la asamblea será estable en mi presencia. Castigaré a sus
opresores. Saldrá de ella un príncipe, su señor saldrá de en medio de ella; me
lo acercaré y se llegará a mí, pues, ¿quién, si no, se atrevería a acercarse a
mí? –oráculo del Señor–. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro
Dios."»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 101,16-18.19-21.29 y 22-23
R/. El Señor
reconstruyó Sión, y apareció en su gloria
Los gentiles
temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.
R/. El Señor reconstruyó
Sión, y apareció en su gloria
Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.
R/. El Señor reconstruyó
Sión, y apareció en su gloria
Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia,
para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor. R/.
R/. El Señor reconstruyó Sión, y apareció en
su gloria
Martes, 4 de agosto de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según
san Mateo (14,22-36):
22 Inmediatamente obligó a los
discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla,
mientras él despedía a la gente.
23 Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al
atardecer estaba solo allí.
24 La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios,
zarandeada por las olas, pues el viento era contrario.
25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando
sobre el mar.
27 Pero al instante les habló
Jesús diciendo: «¡Animo!, que soy yo; no temáis.»
28 Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las
aguas.»
29 «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre
las aguas, yendo hacia Jesús.
31 Al punto Jesús, tendiendo la
mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
32 Subieron a la barca y amainó el viento.
33 Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo:
«Verdaderamente eres Hijo de Dios.»
34 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret.
35 Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la
noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos.
36 Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la
tocaron quedaron salvados.
Palabra del Señor
*(Viendo la violencia del viento,
le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»)*.
*He
sentido en mi vida, momento en que se han levantado, grandes y fuertes
dificultades, donde he experimentado que me estoy hundiendo que el peligro está
muy cerca, y en medio de mi desesperación, gritos pidiendo ayúdame, y por misericordia
el Señor extiende su brazo y me agarra y cuando me sostiene por la mano al
mismo tiempo me llena de esperanza. Hoy el Señor me hace ver que él está
siempre cerca de mí, y tengo que aprender que él no es mi hijo para yo
gritarle, sino que él es mi Señor y siempre está presto para ayudarme, no
importa la situación que sea, él está siempre para mí. Esta palabra que me dice
el Señor: « ¡Animo!, que soy
yo; no temáis.» Estas palabras me hacen sentir alegre,
contento, por todo lo que el Señor está haciendo por mí, para que reconozca en
mi vida que él es mi único y verdadero salvador, y que no dude nunca de su amor
por mí*.
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.