Musica Para el Alma

lunes, 3 de agosto de 2020

EVANGELIO DE MATEO 14,22-36 CICLO A


Martes, 4 de agosto de 2020

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,22-36):

   22 Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.

   23 Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.

   24 La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario.

   25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar.

   26 Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar.

   27 Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Animo!, que soy yo; no temáis

   28 Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas.»

   29 «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús.

   30 Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, comenzó a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»

   31 Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»

   32 Subieron a la barca y amainó el viento.

   33 Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.»

   34 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret.

   35 Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos.

   36 Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.


Palabra del Señor

 

*(Viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»)*. 

 

*He sentido en mi vida, momento en que se han levantado, grandes y fuertes dificultades, donde he experimentado que me estoy hundiendo que el peligro está muy cerca, y en medio de mi desesperación, gritos pidiendo ayúdame, y por misericordia el Señor extiende su brazo y me agarra y cuando me sostiene por la mano al mismo tiempo me llena de esperanza. Hoy el Señor me hace ver que él está siempre cerca de mí, y tengo que aprender que él no es mi hijo para yo gritarle, sino que él es mi Señor y siempre está presto para ayudarme, no importa la situación que sea, él está siempre para mí. Esta palabra que me dice el Señor: « ¡Animo!, que soy yo; no temáis.» Estas palabras me hacen sentir alegre, contento, por todo lo que el Señor está haciendo por mí, para que reconozca en mi vida que él es mi único y verdadero salvador, y que no dude nunca de su amor por mí*.

 

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.


R. Amén.