Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
21 de agosto
SAN PIO X, papa. (MEMORIA)
Nació en la aldea de Riese, situada en la región véneta, el año 1835. Primero
ejerció santamente como presbítero; más tarde fue obispo de Mantua y luego patriarca
de Venecia. El Año 1903 fue elegido papa. Adoptó como lema de su pontificado:
«Instaurare omnia in Christo», consigna por la que trabajó intensamente con
sencillez de espíritu, pobreza y fortaleza, dando así un nuevo incremento a la
vida de la Iglesia. Tuvo que luchar también contra los errores doctrinales que
en ella se infiltraban. Murió el día 20 de agosto del año 1914.
VIERNES SEMANA IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.
Himno: POR EL DOLOR CREYENTE QUE BROTA DEL PECADO.
Por el dolor creyente que brota del pecado,
por no haberte querido de todo corazón,
por haberte, Dios mío, tantas veces negado,
con súplicas te pido, de rodillas, perdón.
Por haberte perdido, por no haberte encontrado,
porque es como un desierto nevado mi oración;
porque es como una hiedra sobre el árbol cortado
el recuerdo que brota cargado de ilusión,
Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,
primero amargamente, lleno de flor después,
y que a ti, viejo tronco, poco a poco me enlace,
y que mi vieja sombra se derrame a tus pies. Amén
SALMODIA
Ant 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con
Espíritu firme.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con
Espíritu firme.
Ant 2. Alégrate, Jerusalén, porque en ti serán congregados todos los
pueblos.
Cántico: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN DEL PUEBLO - Tb 13,
10-15. 17-19
Anuncien todos los pueblos sus maravillas
y alábenle sus elegidos en Jerusalén,
la ciudad del Santo;
por las obras de tus hijos te azotará,
pero de nuevo se compadecerá
de los hijos de los justos.
Confiesa dignamente al Señor
y bendice al Rey de los siglos,
para que de nuevo sea en ti
edificado su tabernáculo con alegría,
para que alegre en ti a los cautivos
y muestre en ti su amor hacia los desdichados,
por todas las generaciones y generaciones.
Brillarás cual luz de lámpara
y todos los confines de la tierra vendrán a ti.
Pueblos numerosos vendrán de lejos
al nombre del Señor, nuestro Dios,
trayendo ofrendas en sus manos,
ofrendas para el rey del cielo.
Las generaciones de las generaciones
exultarán en ti.
Y benditos para siempre todos los que te aman.
Alégrate y salta de gozo por los hijos de los justos,
que serán congregados,
y al Señor de los justos bendecirán.
Dichosos los que te aman;
en tu paz se alegrarán.
Dichosos cuantos se entristecieron por tus azotes,
pues en ti se alegrarán
contemplando toda tu gloria,
y se regocijarán para siempre.
Bendice, alma mía, a Dios, rey grande,
porque Jerusalén con zafiros y esmeraldas
será reedificada,
con piedras preciosas sus muros
y con oro puro sus torres y sus almenas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alégrate, Jerusalén, porque en ti serán congregados todos los
pueblos.
Ant 3. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.
LECTURA BREVE Ga 2, 19b-20
Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en
mi. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me
amó hasta entregarse por mí.
RESPONSORIO BREVE
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. El Dios que hace tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Hijo mío,
haz caso de mi sabiduría.
R. Presta oído a mi inteligencia.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Qohelet 8, 5-9, 10
CONSUELO DEL SABIO
El que guarda los mandamientos no experimenta el infortunio,
y el corazón del sabio sabe el cuándo y el cómo. Porque todo asunto tiene su
cuándo y su cómo. Pues es grande el peligro que acecha al hombre, ya que éste
ignora lo que está por venir, pues lo que está por venir ¿quién va a
anunciárselo? No es el hombre señor del viento. Tampoco tiene señorío sobre el
día de la muerte, ni hay evasión en la agonía, ni libra la maldad a sus
autores. Todo esto tengo visto al aplicar mi corazón a cuanto pasa bajo el sol,
cuando el hombre domina al hombre para causarle el mal.
Por ejemplo, he visto a gente mala llevada a la tumba. Partieron del lugar
santo, y se dio al olvido en la ciudad que hubiesen obrado de aquel modo.
¡Otro absurdo!: que no se ejecute en seguida la sentencia de la conducta del
malo, con lo que el corazón de los humanos se llena de deseos de hacer el mal;
que el pecador haga el mal cien veces, y se le den largas. Pues yo tenía
entendido que les va bien a los temerosos de Dios, a aquellos que ante su
rostro temen, y que no le va bien al malvado, ni alargará sus días como sombra
el que no teme ante el rostro de Dios.
Pues bien, un absurdo se da en la tierra: hay justos a quienes les sucede cual
corresponde a las obras de los malos, y malos a quienes sucede cual corresponde
a las obras de los buenos. Digo que éste es otro absurdo.
Y yo por mí alabo la alegría, ya que otra cosa buena no existe para el hombre
bajo el sol, si no es comer, beber y gozar; y eso es lo que le acompaña en sus
trabajos, en los días de su vida que Dios le ha dado bajo el sol.
Cuanto más apliqué mi corazón a estudiar la sabiduría y a contemplar el ajetreo
que se da sobre la tierra -pues ni de día ni de noche concilian los ojos el
sueño-, fui viendo que el ser humano no puede descubrir todas las obras de
Dios, las obras que se realizan bajo el sol. Por más que se afane el hombre en
buscar, no las descubre, y el mismo sabio, aunque diga saberlo, no es capaz de
descubrirlo.
Pues bien, a todo eso he aplicado mi corazón y todo lo he explorado, y he visto
que los justos y los sabios y sus obras están en manos de Dios. Y ni de amor ni
de odio saben los hombres nada; todo les resulta absurdo: como el que haya un
destino común para todos, para el justo y para el malvado, el puro y el manchado,
el que hace sacrificios y el que no los hace, así el bueno como el pecador, el
que jura como el que se recata de jurar.
Eso es lo peor de todo cuanto pasa bajo el sol: que haya un destino común para
todos, y así el corazón de los humanos está lleno de maldad y hay locura en sus
corazones mientras viven, y después... ¡con los muertos! Mientras uno sigue
unido a todos los vivientes hay algo seguro, pues vale más perro vivo que león
muerto. Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben
nada, y no hay ya paga para ellos, pues se perdió su memoria. Tanto su amor,
como su odio, como sus celos ha tiempo que perecieron, y no tomarán parte nunca
jamás en todo lo que pasa bajo el sol.
Anda, come tu pan con alegría y bebe tu vino con alegre corazón, que Dios está
ya contento con tus obras. Lleva en todo tiempo vestidos de alegría y no falte
ungüento sobre tu cabeza. Goza de la vida con la mujer que amas, todo el
espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte
en la vida y en los afanes con que te afanas bajo el sol.
Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla, hazla según tus fuerzas,
porque no existirá obra, ni razones, ni ciencia, ni sabiduría en el sheol a
donde te encaminas.
RESPONSORIO 1Co 2, 9-10; Qo 8, 17
R. Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo
que Dios ha preparado para los que le aman. * Pero
a nosotros Dios nos lo ha revelado por su Espíritu, pues el Espíritu todo lo
penetra, hasta la profundidad de Dios.
V. El ser humano no puede descubrir todas las obras de Dios.
R. Pero a nosotros Dios nos lo ha revelado por su Espíritu, pues el
Espíritu todo lo penetra, hasta la profundidad de Dios.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución apostólica Divino afflátu del papa san Pío
décimo
(AAS 3 [1911], 633-635)
LA VOZ DE LA IGLESIA QUE RESUENA DULCEMENTE
Es un hecho demostrado que los salmos, compuestos por
inspiración divina, cuya colección forma parte de las Sagradas Escrituras, ya
desde los orígenes de la Iglesia sirvieron admirablemente para fomentar la
piedad de los fieles, que ofrecían continuamente a Dios un sacrificio de
alabanza, es decir, el tributo de los labios que van bendiciendo su nombre, y
que además, por una costumbre heredada del antiguo Testamento, alcanzaron un
lugar importante en la sagrada liturgia y en el Oficio divino. De ahí nació lo
que san Basilio llama «la voz de la Iglesia», y la salmodia, calificada por
nuestro antecesor Urbano octavo como «hija de la himnodia que se canta
asiduamente ante el trono de Dios y del Cordero», y que, según el dicho de san
Atanasio, enseña, sobre todo a las personas dedicadas al culto divino, «cómo
hay que alabar a Dios y cuáles son las palabras más adecuadas» para ensalzarlo.
Con relación a este tema, dice bellamente san Agustín: «Para que el hombre
alabara dignamente a Dios, Dios se alabó a sí mismo; y, porque se dignó
alabarse, por esto el hombre halló el modo de alabarlo.»
Los salmos tienen, además, una eficacia especial para suscitar en las almas el
deseo de todas las virtudes. En efecto, «si bien es verdad que todas las partes
de la Escritura, tanto del antiguo como del nuevo Testamento, están inspiradas
por Dios y son útiles para instruir, según está escrito, sin embargo, el libro
de los salmos, como el paraíso en el que se hallan (los frutos) de todos los
demás (libros sagrados), prorrumpe en cánticos y, al salmodiar, pone de
manifiesto sus propios frutos junto con aquellos otros.» Estas palabras son
también de san Atanasio, quien añade asimismo: «A mi modo de ver, los salmos
vienen a ser como un espejo, en el que quienes salmodian se contemplan a sí
mismos y sus diversos sentimientos, y con esta sensación los recitan.» San
Agustín dice en el libro de sus Confesiones: «¡Cuánto lloré con tus himnos y
cánticos, conmovido intensamente por las voces de tu Iglesia que resonaba
dulcemente! A medida que aquellas voces se infiltraban en mis oídos, la verdad
se iba haciendo más clara en mi interior y me sentía inflamado en sentimientos
de piedad, y corrían las lágrimas, que me hacían mucho bien.»
En efecto, ¿quién dejará de conmoverse ante aquellas frecuentes expresiones de
los salmos en las que se ensalza de un modo tan elevado la inmensa majestad de
Dios, su omnipotencia, su inefable justicia, su bondad o clemencia y todos sus
demás infinitos atributos, dignos de alabanza? ¿En quién no encontrarán eco
aquellos sentimientos de acción de gracias por los beneficios recibidos de
Dios, o aquellas humildes y confiadas súplicas por los que se espera recibir, o
aquellos lamentos del alma que llora sus pecados? ¿Quién no se sentirá
inflamado de amor al descubrir la imagen esbozada de Cristo redentor, de quien
san Agustín «oía la voz en todos los salmos, ora salmodiando, ora gimiendo, ora
alegre por la esperanza, ora suspirando por la realidad»?
RESPONSORIO 1Ts 2, 4. 3
R. Así como hemos sido juzgados aptos por Dios para confiarnos el
Evangelio, así lo predicamos. * No buscamos agradar
a los hombres, sino a Dios.
V. Nuestra exhortación no procede del error, ni de la impureza, ni
con engaño.
R. No buscamos agradar a los hombres, sino a Dios.
Viernes, 21 de agosto de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (22,34-40):
33 Al oír esto, la gente se
maravillaba de su doctrina.
34 Mas los fariseos, al enterarse de que
había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo,
35 y uno de ellos le preguntó con ánimo de
ponerle a prueba:
36 «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor
de la Ley?»
37 El le dijo: = «Amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. =
38 Este es el mayor y el primer mandamiento.
39 El segundo es semejante a éste: = Amarás
a tu prójimo como a ti mismo. =
40 De estos dos mandamientos penden toda la
Ley y los Profetas.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el
sol que nace de lo alto.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el
sol que nace de lo alto.
PRECES
Confiados en Dios, que cuida con solicitud de todos los que ha
creado y redimido con la sangre de su Hijo, invoquémosle diciendo:
Escucha, Señor, y ten piedad.
Dios misericordioso, asegura nuestros pasos en el camino de la verdadera
santidad,
y haz que busquemos siempre cuanto hay de verdadero, noble y justo.
No nos abandones para siempre, por amor de tu nombre
no olvides tu alianza con nosotros.
Con alma contrita y espíritu humillado te seamos aceptos,
porque no hay confusión para los que en ti confían.
Tú que has querido que participáramos en la misión profética de Cristo,
haz que proclamemos ante el mundo tus maravillas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijámonos al Padre, con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, tu gracia abundante, para que nos ayude a
seguir el camino de tus mandatos, y así gocemos de tu consuelo en esta vida y
alcancemos la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ERES LA LUZ Y SIEMBRAS CLARIDADES.
Eres la luz y siembras claridades,
eres amor y siembras armonía
desde tu eternidad de eternidades.
Por tu roja frescura de alegría,
la tierra se estremece de rocío,
Hijo eterno del Padre y de María.
En el cielo del hombre, oscuro y frío,
eres la luz total, fuego del fuego,
que aplaca las pasiones y el hastío.
Entro en tus esplendores, Cristo, ciego;
mientras corre la vida paso a paso,
pongo mis horas grises en tu brazo,
y a ti, Señor, mi corazón entrego. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.
Salmo 144 I - HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus creaturas.
Que todas tus creaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;
explicando tus proezas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.
Ant 2. Los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú estás cerca de
los que te invocan.
Salmo 144 II
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú estás cerca de
los que te invocan.
Ant 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
LECTURA BREVE Rm 8, 1-2
No hay ya condenación alguna para los que están en Cristo Jesús, porque la ley
del espíritu de vida en Cristo Jesús me libró de la ley del pecado y de la
muerte.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
V. Muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu.
R. Para llevarnos a Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a
nuestros padres.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a
nuestros padres.
PRECES
Invoquemos a Cristo, en quien confían los que conocen su nombre,
diciendo:
Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.
Señor Jesucristo, consuelo de los humildes,
dígnate sostener con tu gracia nuestra fragilidad, siempre inclinada al pecado.
Que los que por nuestra debilidad estamos inclinados al mal,
por tu misericordia obtengamos el perdón.
Señor, a quien ofende el pecado y aplaca la penitencia,
aparta de nosotros el castigo merecido por nuestros pecados.
Tú que perdonaste a la mujer arrepentida y cargaste sobre los hombros la oveja
descarriada,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz,
abre las puertas del cielo a todos los difuntos que en ti confiaron.
Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, digamos al Padre celestial:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que tu Hijo sufriese por
la salvación de todos, haz que, inflamados en tu amor, sepamos ofrecernos a ti
como víctima viva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.