*LAS LAUDES Y LAS
VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Laudes - SAN LORENZO DE BRINDIS, PRESBÍTERO
Y DOCTOR DE LA IGLESIA 2020
Nació el año 1559; ingresó
en la Orden de Capuchinos, donde enseñó teología a sus hermanos de religión y
ocupó varios cargos de responsabilidad. Predicó con asiduidad y eficacia en
varios países de Europa; también escribió muchas obras de carácter doctrinal.
Murió en Lisboa el año 1619.
SAN
LORENZO DE BRINDIS, PRESBÍTERO Y DOCTOR DE LA IGLESIA el martes, 21 de julio de
2020.
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid,
adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Es domingo; una luz nueva
resucita la mañana
con su mirada inocente,
llena de gozo y de gracia.
Es domingo; la alegría
del mensaje de la Pascua
es la noticia que llega
siempre y que nunca se gasta.
Es domingo; la pureza
no sólo la tierra baña,
que ha penetrado
en la vida por las ventanas del alma.
Es domingo; la presencia
de Cristo llena la casa:
la Iglesia, misterio y fiesta,
por él y en él convocada.
Es domingo; «éste es el día
que hizo el Señor», es la Pascua,
día de la creación
nueva y siempre renovada.
Es domingo; de su hoguera
brilla toda la semana
y vence oscuras tinieblas
en jornadas de esperanza.
Es domingo; un canto nuevo
toda la tierra le canta
al Padre, al Hijo, al Espíritu,
único Dios que nos salva. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad
puesta en lo alto de un monte.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona
2: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras
buenas obras y den gloria a vuestro Padre.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona
3: La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de
doble filo.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Hb 13, 7-9a
Acordaos
de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el
desenlace de su vida e ¡mitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y
siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas.
Responsorio Breve
V. Sobre
tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del
Señor.
R. He colocado centinelas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
Primera Lectura
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2,
1-13. 19-20
RECORDAD NUESTROS ESFUERZOS Y FATIGAS
Sabéis muy bien, hermanos, que vuestra visita no fue inútil.
A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis,
tuvimos valor –apoyados en nuestro Dios– para predicaros el Evangelio de Dios en
medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de
motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha
confiado el Evangelio, y así lo
predicamos no para contentar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestras intenciones.
Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia
disimulada.
Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los
demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado
autoritariamente; por el
contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os
teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios,
sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.
Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche
para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.
Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que fue
nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que tratamos
con cada uno de vosotros personalmente, como un padre, con sus hijos,
animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha
llamado a su reino y gloria.
Esa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir
la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre,
sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en
nosotros, los creyentes.
Al fin y al cabo, ¿quién sino vosotros será nuestra esperanza, nuestra alegría
y nuestra honrosa corona ante nuestro Señor Jesús cuando venga? Sí, nuestra
gloria y alegría sois vosotros.
Cf. Hch 20, 28; 1 Co 4, 2
R. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu Santo os ha
encargado guardar, * como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la
sangre de su Hijo.
V. En un administrador lo que se busca es que sea fiel.
R. Como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la
sangre de su Hijo.
Segunda Lectura
De los sermones de san Lorenzo de Brindis, presbítero
(Sermón cuaresmal 2: Opera omnia 5,1, Núms. 48. 50. 52)
LA PREDICACIÓN ES UNA FUNCIÓN APOSTÓLICA
Para llevar una vida espiritual, que nos es común con los ángeles
y los espíritus celestes y divinos, ya que ellos y nosotros hemos sido creados
a imagen y semejanza de Dios, es necesario el pan de la gracia del Espíritu Santo
y de la caridad de Dios. Pero la gracia y la caridad son imposibles sin la fe,
ya que sin la fe es imposible agradar a Dios. Y esta fe se origina necesariamente
de la predicación de la palabra de Dios: La fe nace del mensaje, y el mensaje
consiste en hablar de Cristo. Por tanto, la predicación
de la palabra de Dios es necesaria para la vida espiritual, como la siembra es necesaria
para la vida del cuerpo.
Por esto, dice Cristo: Salió el sembrador a sembrar su semilla. Salió el sembrador
a pregonar la justicia, y este pregonero, según leemos, fue algunas veces el
mismo Dios, como cuando en el desierto dio a todo el pueblo, de viva voz bajada
del cielo, la ley de justicia; fue otras veces un ángel del Señor, como cuando
en el llamado "lugar de los que lloran" echó en cara al pueblo sus transgresiones
de la ley divina, y todos los hijos de Israel, al oír sus palabras, se arrepintieron
y lloraron todos a voces; también Moisés predicó a todo el pueblo la ley del
Señor, en las campiñas de Moab, como sabemos por el Deuteronomio. Finalmente,
vino Cristo, Dios y hombre, a predicar la palabra del Señor, y para ello envió
también a los apóstoles, como antes había enviado a los profetas.
Por consiguiente, la predicación es una función apostólica, angélica, cristiana,
divina. Así comprendemos la múltiple riqueza que encierra la palabra de Dios,
ya que es como el tesoro en que se hallan todos los bienes. De ella proceden la
fe, la esperanza, la caridad, todas las virtudes, todos los dones del Espíritu
Santo, todas las bienaventuranzas evangélicas, todas las buenas obras, todos
los actos meritorios, toda la gloria del paraíso: Aceptad dócilmente la palabra
que ha sido plantada y es capaz de salvaros.
La palabra de Dios es luz para el entendimiento, fuego para la voluntad, para que
el hombre pueda conocer y amar a Dios; y para el hombre interior, el que vive
por la gracia del Espíritu Santo, es pan y agua, pero un pan más dulce que
la miel y el panal, un agua mejor que el vino y la leche; es para el alma un tesoro
espiritual de méritos, y por esto es comparada al oro y a la piedra preciosa;
es como un martillo que doblega la dureza del corazón obstinado en
el vicio; y como una espada que da muerte a todo pecado, en nuestra lucha contra
la carne, el mundo y el demonio.
Is 40, 9; Lc 9, 59. 60
R. Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; * di
a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios.»
V. Sígueme y ven a anunciar el reino de los cielos.
R. Di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios.»
Martes, 21 de julio de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (12,46-50):
46 Todavía estaba
hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera
y trataban de hablar con él.
47 Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están
tu madre y tus hermanos que desean hablarte.»
48 Pero él respondió al que se lo decía:
«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»
49 Y, extendiendo su mano hacia sus
discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos.
50 Pues todo el que cumpla la voluntad de mi
Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: No
seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por
vosotros.
Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías y
su precursor
+ Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos
gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle
diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores has revelado tu misericordia y
tu amor, — haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción
misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único
pastor de tu pueblo, — no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los
cuerpos y de las almas, — haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos
guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el
amor de los santos, — haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la
santidad.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Dios y
Señor nuestro, que con tu amor hacia los hombres quisiste que San Lorenzo de
Brindis anunciara a los pueblos la riqueza insondable que es Cristo,
concédenos, por su intercesión, crecer en el conocimiento del misterio de
Cristo y vivir siempre según las enseñanzas del Evangelio, fructificando con
toda clase de buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - SAN LORENZO DE BRINDIS,
PRESBÍTERO Y DOCTOR DE LA IGLESIA 2020
Nació el año 1559; ingresó
en la Orden de Capuchinos, donde enseñó teología a sus hermanos de religión y
ocupó varios cargos de responsabilidad. Predicó con asiduidad y eficacia en
varios países de Europa; también escribió muchas obras de carácter doctrinal.
Murió en Lisboa el año 1619.
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
·
Himno 1
Atardece, anochece, el alma cesa
de agitarse en el mundo
como una mariposa sacudida.
La sombra fugitiva ya se esconde.
Un temblor vagabundo
en la penumbra deja su fatiga.
Y rezamos, muy juntos,
hacia dentro de un gozo sostenido,
Señor, por tu profundo
ser insomne que existe y nos cimienta.
Señor, gracias, que es tuyo
el universo aún; y cada hombre
hijo es, aunque errabundo,
al final de la tarde, fatigado,
se marche hacia lo oscuro
de sí mismo; Señor,
te damos gracias
por este ocaso último.
Por este rezo súbito. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Soy ministro del Evangelio por don de la gracia de Dios.
Salmo 14
¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?
Señor,
¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
Antífona
2: Administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente
de su servidumbre.
Salmo 111
FELICIDAD DEL JUSTO
Dichoso
quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Antífona
3: Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo
pastor.
Cántico Ap 15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Lectura Breve
1 Pe 5, 1-4
A los
presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los
sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, os
exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios a vuestro cargo, gobernándolo, no a la
fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere, no por sórdida ganancia, sino con
generosidad, no como dominadores sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos
en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la
corona de gloria que no se marchita.
Responsorio Breve
V. Éste
es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su
pueblo.
V. El que entregó su vida por sus hermanos.
R. El que ora mucho por su pueblo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su
pueblo.
Canto Evangélico
Antifona: Éste
es el administrador fiel y prudente, a quien su señor ha puesto al frente de su
servidumbre para que les reparta la ración a sus horas.
Magnificat
Lc 1, 46-55
Alegría del
alma en el Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Glorifiquemos
a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios,
y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.
Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
— haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban
por el
pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
— purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de
los santos.
Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu,
los consagraste
como ministros en bien de sus hermanos,
— llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
— no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva
alejado de ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas
para que
nadie las arrebate de tu mano,
— salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre
nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Dios y
Señor nuestro, que con tu amor hacia los hombres quisiste que San Lorenzo de
Brindis anunciara a los pueblos la riqueza insondable que es Cristo, concédenos,
por su intercesión, crecer en el conocimiento del misterio de Cristo y vivir
siempre según las enseñanzas del Evangelio, fructificando con toda clase de
buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.