Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA XXIV
Del Común de santos varones: para los santos religiosos. Salterio I
23 de septiembre
SAN PÍO DE PIETRELCINA, presbítero (MEMORIA)
Nacido en 1887, San Pío de Pietrelcina , sacerdote capuchino, es el fraile de las llagas, que se santificó viviendo a fondo en carne propia el misterio de la cruz de Cristo y cumpliendo en plenitud su vocación de colaborador en la Redención. En su ministerio sacerdotal ayudó a miles de fieles de todo el mundo, principalmente mediante la dirección espiritual, la reconciliación sacramental y la celebración de la eucaristía. Juan Pablo II lo beatificó el día 2 de mayo de 1999, y lo canonizó el 16 de junio de 2002, estableciendo que se celebre su fiesta el 23 de septiembre, aniversario de su muerte (1968).
SÁBADO DE LA SEMANA XXIV
Del Común de santos varones: para los santos religiosos. Salterio I
23 de septiembre
SAN PÍO DE PIETRELCINA, presbítero (MEMORIA)
Nacido en 1887, San Pío de Pietrelcina , sacerdote capuchino, es el fraile de las llagas, que se santificó viviendo a fondo en carne propia el misterio de la cruz de Cristo y cumpliendo en plenitud su vocación de colaborador en la Redención. En su ministerio sacerdotal ayudó a miles de fieles de todo el mundo, principalmente mediante la dirección espiritual, la reconciliación sacramental y la celebración de la eucaristía. Juan Pablo II lo beatificó el día 2 de mayo de 1999, y lo canonizó el 16 de junio de 2002, estableciendo que se celebre su fiesta el 23 de septiembre, aniversario de su muerte (1968).
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Pío de Pietrelcina.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Pío de Pietrelcina.
Himno: VOSOTROS SOIS LUZ DEL MUNDO.
Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de la tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera;
si el Padre poda las ramas,
más fruto llevan las cepas.
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca,
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
Dichosos, porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia. Amén.
SALMODIA
Ant 1. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Salmo 5, 2-10. 12-13 - ORACIÓN DE LA MAÑANA DE UN JUSTO PERSEGUIDO
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor;
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.
Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.
En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.
Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Ant 2. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Cantico: SÓLO A DIOS HONOR Y GLORIA 1Cro 29, 10-13
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
Por eso, Dios nuestro,
nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Ant 3. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
Salmo 28 - MANIFESTACIÓN DE DIOS EN LA TEMPESTAD.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria hace oír su trueno,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.
Hace brincar al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.
La voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés.
La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
El trono del Señor está encima de la tempestad,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
LECTURA BREVE Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Y sus pasos no vacilan.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Pío de Pietrelcina.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Pío de Pietrelcina.
Himno: VOSOTROS SOIS LUZ DEL MUNDO.
Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de la tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera;
si el Padre poda las ramas,
más fruto llevan las cepas.
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca,
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
Dichosos, porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia. Amén.
SALMODIA
Ant 1. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Salmo 5, 2-10. 12-13 - ORACIÓN DE LA MAÑANA DE UN JUSTO PERSEGUIDO
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor;
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.
Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.
En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.
Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Ant 2. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Cantico: SÓLO A DIOS HONOR Y GLORIA 1Cro 29, 10-13
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
Por eso, Dios nuestro,
nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Ant 3. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
Salmo 28 - MANIFESTACIÓN DE DIOS EN LA TEMPESTAD.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria hace oír su trueno,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.
Hace brincar al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.
La voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés.
La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
El trono del Señor está encima de la tempestad,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
LECTURA BREVE Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Y sus pasos no vacilan.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
PRIMERA
LECTURA
Del libro del profeta Isaías 3, 1-15
REPROCHES A JERUSALÉN
Mirad que el Señor de los ejércitos aparta de Jerusalén y de Judá todo apoyo y sostén: todo sustento de pan, todo sustento de agua, capitán y soldado, juez y profeta, adivino y anciano, alférez y notable, consejero y artesano, y experto en encantamientos.
Nombraré jefes a muchachos, los gobernarán mozalbetes, se atacará la gente, unos a otros, un hombre a su prójimo; se amotinarán muchachos contra ancianos, plebeyos contra nobles. Un hombre tomará a su hermano en la casa paterna y le dirá:
«Tienes un manto, sé nuestro jefe, toma el mando de esta ruina.»
El otro protestará:
«No soy médico y en mi casa no hay pan, ni tengo manto: no me nombréis jefe del pueblo.»
Se desmorona Jerusalén, Judá se derrumba: porque hablaban y actuaban contra el Señor rebelándose en presencia de su gloria. Su descaro testimonia contra ellos, publican sus pecados, no los ocultan: ¡Ay de ellos, que se acarrean su desgracia! Dichoso el justo: le irá bien, comerá el fruto de sus acciones. ¡Ay del malvado!: le irá mal, le darán la paga de sus obras. Pueblo mío, te oprimen jovenzuelos, te gobiernan mujeres; pueblo mío, tus guías te extravían, destruyen tus senderos.
El Señor se levanta a juzgar, se ha puesto en pie para sentenciar a su pueblo. El Señor viene a juzgar a los jefes y príncipes de su pueblo: Vosotros devastabais las viñas y tenéis en vuestra casa lo robado al pobre. ¿Por qué trituráis a mi pueblo y aplastáis el rostro de los desvalidos? -oráculo del Señor de los ejércitos-.
RESPONSORIO Is 3, 10-11. 13
R. Dichoso el justo: le irá bien, comerá el fruto de sus acciones. * ¡Ay del malvado!: le irá mal, le darán la paga de sus obras.
V. El Señor se levanta a juzgar, se ha puesto en pie para sentenciar a su pueblo.
R. ¡Ay del malvado!: le irá mal, le darán la paga de sus obras.
SEGUNDA LECTURA
De las cartas de San Pío de Pietrelcina
(Carta 500; 510; Epist.1, 1065; 1093-1095, Edic. 1992)
ALZARÉ FUERTE MI VOZ A ÉL Y NO CESARÉ
En fuerza de esta obediencia me resuelvo a manifestarle lo que sucedió en mí desde el día 5 por la tarde que se prolongó durante todo el 6 del corriente mes de agosto.
No soy capaz de decirle lo que pasó a lo largo de este tiempo de superlativo martirio. Me hallaba confesando a nuestros seráficos la tarde del 5, cuando de repente me llené de un espantoso terror ante la visión de un personaje celeste que se me presenta ante los ojos de la inteligencia. Tenía en la mano una especie de dardo, semejante a una larguísima lanza de hierro con una punta muy afilada y parecía como si de esa punta saliese fuego. Ver todo esto y observar que aquel personaje arrojaba con toda violencia tal dardo sobre el alma fue todo uno. A duras penas exhalé un gemido, me parecía morir. Le dije al seráfico que se marchase, porque me sentía mal y no me encontraba con fuerzas para continuar. Este martirio duro sin interrupción hasta la mañana del día siete. No sabría decir cuánto sufrí en este periodo tan luctuoso. Sentía también las entrañas como arrancadas y desgarradas por aquel instrumento mientras todo quedaba sometido a hierro y fuego.
Y ¿qué decirle con respecto a lo que me pregunta sobre cómo sucedió mi crucifixión? ¡Dios mío, qué confusión y humillación experimento al tener que manifestar lo que tú has obrado en esta tu mezquina criatura!
Era la mañana del 20 del pasado mes de septiembre en el coro, después de la celebración de la santa misa, sentí una sensación de descanso, semejante a un dulce sueño. Todos los sentidos internos y externos, incluso las mismas facultades del alma se encontraron en una quietud indescriptible. Durante todo esto se hizo un silencio total en torno a mí y dentro de mí; siguió luego una gran paz y abandono en la más completa privación de todo, como un descanso dentro de la propia ruina. Todo esto sucedió con la velocidad del rayo.
Y mientras sucedía todo esto, me encontré delante de un misterioso personaje, semejante al que había visto la tarde del 5 de agosto, que se diferenciaba de éste solamente en que tenía las manos, los pies y el costado manando sangre. Sólo su visión me aterrorizó; no sabría expresar lo que sentí en aquel momento. Creí morir y habría muerto si el Señor no hubiera intervenido para sostener mi corazón, el cual latía como si se quisiera salir del pecho. La visión del personaje desapareció y yo me encontré con las manos, los pies y el costado traspasados y manando sangre. Imaginad qué desgarro estoy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón mana asiduamente sangre, sobre todo desde el jueves por la tarde hasta el sábado.
Padre mío, yo muero de dolor por el desgarro y la subsiguiente confusión que yo sufro en lo más íntimo del corazón. Temo morir desangrado, si el Señor no escucha los gemidos de mi corazón y retira de mí este peso. ¿Me concederá esta gracia Jesús que es tan bueno? ¿Me quitará al menos esta confusión que experimento por estas señales externas? Alzaré fuerte mi voz a él sin cesar, para que por su misericordia retire de mí la aflicción, no el desgarro ni el dolor, porque lo veo imposible y yo deseo embriagarme de dolor, sino estas señales externas que son para mí de una confusión y humillación indescriptible e insostenible.
El personaje del que quería hablarle en mi anterior, no es otro que el mismo del que le hablé en otra carta mía y que vi el 5 de agosto. El continúa su actividad sin parar, con gran desgarro del alma. Siento en mi interior como un continuo rumor, como el de una cascada, que está siempre echando sangre. ¡Dios mío!
Es justo el castigo y recto tu juicio, pero trátame al fin con misericordia. Señor —te diré siempre con tu profeta—: Señor no me corrijas con ira, no me castigues con cólera. Padre mío, ahora que conoces toda mi interioridad, no desdeñes de hacer llegar hasta mí la palabra de consuelo, en medio de tan feroz y dura amargura.
RESPONSORIO Mt 16, 24; Hb 12, 2
R. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, * tome su cruz y sígame.
V. Cristo en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia.
R. Tome su cruz y sígame.
Del libro del profeta Isaías 3, 1-15
REPROCHES A JERUSALÉN
Mirad que el Señor de los ejércitos aparta de Jerusalén y de Judá todo apoyo y sostén: todo sustento de pan, todo sustento de agua, capitán y soldado, juez y profeta, adivino y anciano, alférez y notable, consejero y artesano, y experto en encantamientos.
Nombraré jefes a muchachos, los gobernarán mozalbetes, se atacará la gente, unos a otros, un hombre a su prójimo; se amotinarán muchachos contra ancianos, plebeyos contra nobles. Un hombre tomará a su hermano en la casa paterna y le dirá:
«Tienes un manto, sé nuestro jefe, toma el mando de esta ruina.»
El otro protestará:
«No soy médico y en mi casa no hay pan, ni tengo manto: no me nombréis jefe del pueblo.»
Se desmorona Jerusalén, Judá se derrumba: porque hablaban y actuaban contra el Señor rebelándose en presencia de su gloria. Su descaro testimonia contra ellos, publican sus pecados, no los ocultan: ¡Ay de ellos, que se acarrean su desgracia! Dichoso el justo: le irá bien, comerá el fruto de sus acciones. ¡Ay del malvado!: le irá mal, le darán la paga de sus obras. Pueblo mío, te oprimen jovenzuelos, te gobiernan mujeres; pueblo mío, tus guías te extravían, destruyen tus senderos.
El Señor se levanta a juzgar, se ha puesto en pie para sentenciar a su pueblo. El Señor viene a juzgar a los jefes y príncipes de su pueblo: Vosotros devastabais las viñas y tenéis en vuestra casa lo robado al pobre. ¿Por qué trituráis a mi pueblo y aplastáis el rostro de los desvalidos? -oráculo del Señor de los ejércitos-.
RESPONSORIO Is 3, 10-11. 13
R. Dichoso el justo: le irá bien, comerá el fruto de sus acciones. * ¡Ay del malvado!: le irá mal, le darán la paga de sus obras.
V. El Señor se levanta a juzgar, se ha puesto en pie para sentenciar a su pueblo.
R. ¡Ay del malvado!: le irá mal, le darán la paga de sus obras.
SEGUNDA LECTURA
De las cartas de San Pío de Pietrelcina
(Carta 500; 510; Epist.1, 1065; 1093-1095, Edic. 1992)
ALZARÉ FUERTE MI VOZ A ÉL Y NO CESARÉ
En fuerza de esta obediencia me resuelvo a manifestarle lo que sucedió en mí desde el día 5 por la tarde que se prolongó durante todo el 6 del corriente mes de agosto.
No soy capaz de decirle lo que pasó a lo largo de este tiempo de superlativo martirio. Me hallaba confesando a nuestros seráficos la tarde del 5, cuando de repente me llené de un espantoso terror ante la visión de un personaje celeste que se me presenta ante los ojos de la inteligencia. Tenía en la mano una especie de dardo, semejante a una larguísima lanza de hierro con una punta muy afilada y parecía como si de esa punta saliese fuego. Ver todo esto y observar que aquel personaje arrojaba con toda violencia tal dardo sobre el alma fue todo uno. A duras penas exhalé un gemido, me parecía morir. Le dije al seráfico que se marchase, porque me sentía mal y no me encontraba con fuerzas para continuar. Este martirio duro sin interrupción hasta la mañana del día siete. No sabría decir cuánto sufrí en este periodo tan luctuoso. Sentía también las entrañas como arrancadas y desgarradas por aquel instrumento mientras todo quedaba sometido a hierro y fuego.
Y ¿qué decirle con respecto a lo que me pregunta sobre cómo sucedió mi crucifixión? ¡Dios mío, qué confusión y humillación experimento al tener que manifestar lo que tú has obrado en esta tu mezquina criatura!
Era la mañana del 20 del pasado mes de septiembre en el coro, después de la celebración de la santa misa, sentí una sensación de descanso, semejante a un dulce sueño. Todos los sentidos internos y externos, incluso las mismas facultades del alma se encontraron en una quietud indescriptible. Durante todo esto se hizo un silencio total en torno a mí y dentro de mí; siguió luego una gran paz y abandono en la más completa privación de todo, como un descanso dentro de la propia ruina. Todo esto sucedió con la velocidad del rayo.
Y mientras sucedía todo esto, me encontré delante de un misterioso personaje, semejante al que había visto la tarde del 5 de agosto, que se diferenciaba de éste solamente en que tenía las manos, los pies y el costado manando sangre. Sólo su visión me aterrorizó; no sabría expresar lo que sentí en aquel momento. Creí morir y habría muerto si el Señor no hubiera intervenido para sostener mi corazón, el cual latía como si se quisiera salir del pecho. La visión del personaje desapareció y yo me encontré con las manos, los pies y el costado traspasados y manando sangre. Imaginad qué desgarro estoy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón mana asiduamente sangre, sobre todo desde el jueves por la tarde hasta el sábado.
Padre mío, yo muero de dolor por el desgarro y la subsiguiente confusión que yo sufro en lo más íntimo del corazón. Temo morir desangrado, si el Señor no escucha los gemidos de mi corazón y retira de mí este peso. ¿Me concederá esta gracia Jesús que es tan bueno? ¿Me quitará al menos esta confusión que experimento por estas señales externas? Alzaré fuerte mi voz a él sin cesar, para que por su misericordia retire de mí la aflicción, no el desgarro ni el dolor, porque lo veo imposible y yo deseo embriagarme de dolor, sino estas señales externas que son para mí de una confusión y humillación indescriptible e insostenible.
El personaje del que quería hablarle en mi anterior, no es otro que el mismo del que le hablé en otra carta mía y que vi el 5 de agosto. El continúa su actividad sin parar, con gran desgarro del alma. Siento en mi interior como un continuo rumor, como el de una cascada, que está siempre echando sangre. ¡Dios mío!
Es justo el castigo y recto tu juicio, pero trátame al fin con misericordia. Señor —te diré siempre con tu profeta—: Señor no me corrijas con ira, no me castigues con cólera. Padre mío, ahora que conoces toda mi interioridad, no desdeñes de hacer llegar hasta mí la palabra de consuelo, en medio de tan feroz y dura amargura.
RESPONSORIO Mt 16, 24; Hb 12, 2
R. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, * tome su cruz y sígame.
V. Cristo en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia.
R. Tome su cruz y sígame.
Lunes, 23
de septiembre de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,16-18):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre», dice el Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre», dice el Señor.
PRECES
Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:
Tú solo eres santo, Señor.
Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete de nuestras debilidades.
Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar por caminos de santidad.
Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
ilumina nuestras vidas con tu propia luz.
Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
Padre nuestro...
ORACION
Tú, Señor, que concediste a san Pío de Pietrelcina el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
San Pío de
Pietrelcina
23 de Setiembre
23 de Setiembre
Datos Generales El
padre Francesco Forgione nació en Pietrelcina, provincia de Benevento, el 25 de
mayo de 1887. Sus padres fueron Horacio Forgione y María Giuseppa. Creció
dentro de una familia humilde, pero como un día él mismo dijo, nunca careció de
nada.
Fue un niño muy sensible y espiritual. En la Iglesia Santa María
de los Ángeles, la cual se podría decir fue como su hogar, fue bautizado, hizo
la Primera Comunión y la Confirmación. También en esta misma Iglesia fue donde
a los cinco años se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús. Más adelante
empieza a tener apariciones de la Virgen María que durarían por el resto de su
vida.
Ingresó a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone en
enero de 1903. El día anterior de entrar al Seminario, Francisco tuvo una
visión de Jesús con su Santísima Madre. En esta visión Jesús puso su mano en el
hombro de Francisco, dándole coraje y fortaleza para seguir adelante. La Virgen
María, por su parte, le habló suave, sutil y maternalmente penetrando en lo más
profundo de su alma.
Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1910 en la Catedral de
Beneveto, y en febrero de ese año se estableció en San Giovanni Rotondo, donde
permaneció hasta su muerte, el 23 de setiembre de 1968.
Dones extraordinarios El
Padre Pío tuvo la capacidad de leer los corazones y las conciencias. Tenía el
don de profecía y la curación milagrosa por el poder de la oración. Además
tenía el don de la Bilocación (estar en dos lugares al mismo tiempo) y la
sangre de sus estigmas tenía fragancia de flores.
Llegaban a verle multitud de peregrinos y además recibía muchas
cartas pidiendo oración y consejo. Los médicos que observaron los estigmas del
Padre Pío no pudieron hacer cicatrizar sus llagas ni dar explicación de ellas.
Calcularon que perdía una copa de sangre diaria, pero sus llagas nunca se
infectaron. El Padre Pío decía que eran un regalo de Dios y una oportunidad
para luchar por ser más y más como Jesucristo Crucificado. Su beatificación fue
la de mayor asistencia en la historia. La plaza de San Pedro y sus alrededores no
pudieron contener la multitud que asistió a su beatificación. El Padre Pío es
un poderoso intercesor. Los milagros se siguen multiplicando.
Su vida transcurrió en los alrededores de la Iglesia Santa María
de los Ángeles, que podríamos decir fue como su "hogar". Aquí fue
bautizado, hizo su Primera Comunión, su Confirmación, y precisamente aquí, a
los cinco años de edad, tuvo una aparición del Sagrado Corazón de Jesús. El
Señor posó Su mano sobre la cabeza de Francisco y este prometió a San Francisco
que sería un fiel seguidor suyo. El curso de su vida y su vocación quedaría
desde ese momento sellado. Padre Pío se ofrece a tan corta edad como víctima.
Este año marcaría la vida de Francisco para siempre; empieza a tener
apariciones de la Santísima Virgen, que continuarían por el resto de su vida.
También tenía trato familiar con su ángel guardián, con el que
tuvo la gracia de comunicarse toda su vida y el cual sirvió grandemente en la
misión que él recibiría de Dios. Es también a esta edad que los demonios comenzaron
a torturarlo. El niño acostumbraba a cobijarse bajo la sombra de un árbol
particular durante los cálidos y soleados días de verano. Amigos y vecinos
testificaron que fueron en más de una ocasión las veces que le vieron pelear
con lo que parecía su propia sombra. Estas luchas continuarían por el resto de
su vida.
Fue un niño callado, diferente y tímido, muchos dicen que a tan
corta edad ya mostraba signos de una profunda espiritualidad. Era piadoso,
permanecía largas horas en la iglesia después de Misa. Hizo hasta arreglos con
el sacristán para que le permitiera visitar al Señor en la Eucaristía, en los
momentos en los cuales la iglesia permaneciera cerrada.
Primera bilocación En
1905, solo dos años después de haber entrado al Seminario, el Fraile Pío
experimenta por primera vez la bilocación. Rezando acompañado de otro fraile en
el coro, una noche fría de enero, alrededor de las 11:00 de la noche, se
encontró a sí mismo muy lejos, en una casa muy elegante en la cual un padre de
familia agonizaba en el mismo momento que su hija nacía. Nuestra Santísima
Madre se le apareció al Fraile Pío diciéndole: “Encomiendo esta criatura a tus
cuidados; es una piedra preciosa sin pulir. Trabaja en ella, lústrala, hazla
brillar lo más posible, porque un día me quiero adornar con ella”. A lo que él
contestó: “¿Cómo puede ser esto posible si soy un pobre estudiante, y todavía
ni siquiera sé si tendré la fortuna de llegar a ser sacerdote? Y si no llegara
a ser sacerdote, ¿cómo podría ocuparme de esta niña estando tan lejos?”. La
Virgen le contestó: “No dudes. Será ella quien venga a ti, pero la conocerás de
antemano en la Basílica de San Pedro”. Inmediatamente se encontró de nuevo en
el coro donde había estado rezando minutos antes.
Dieciocho años más tarde esta niña se presentó en la Basílica de
San Pedro, agobiada y buscando a un sacerdote con quien pudiera confesarse y
recibir dirección espiritual. Ya era tarde y la Basílica iba a cerrar, miró a
su alrededor y vio a un fraile entrar en el confesionario y cerrar la puerta.
La joven se le acercó y comenzó a compartirle sus problemas. El sacerdote
absolvió sus pecados y le dio la bendición. La joven en agradecimiento quiso
besarle la mano, pero al abrir el confesionario solo encontró una silla vacía.
Un año después, la joven fue en peregrinación a San Giovanni
Rotondo. Padre Pío caminaba por los pasillos de las celdas repletos de
peregrinos y al ver a la joven entre ellos, la señaló diciendo: “Yo te conozco,
tu naciste el día que tu padre murió”, la joven, sorprendida, esperó largo rato
para poderse confesar con el Padre y aclarar sus inquietudes. Padre Pío le
recibe en el confesionario con estas palabras: "Mi hija, has venido
finalmente; he esperando tantos años por ti!". La joven aún más
sorprendida le manifestó que él estaba equivocado, siendo ésta la primera vez
que ella visitaba San Giovanni. A lo que Padre Pío contestó: "Ya tú me
conoces, viniste a mí el año pasado en la Basílica de San Pedro". La joven
se convirtió en su hija espiritual, obedeciendo siempre a sus consejos. Se casó
y formó una sólida y ejemplar familia cristiana
Los estigmas de Cristo Durante
su primer año de ministerio sacerdotal, en 1910, el Padre Pío manifiesta los
primeros síntomas de los estigmas. En una carta que escribe a su director
espiritual los describe así: “En medio de las manos apareció una mancha roja,
del tamaño de un centavo, acompañada de un intenso dolor. También debajo de los
pies siento dolor”. Estos dolores en la manos y los pies del Padre Pío, son los
primeros recuentos de las estigmas que fueron invisibles hasta el año 1918.
Una vez el dolor que el Padre Pío experimentó fue tan agudo, que
se sacudió las manos, las cuales sentía que se le quemaban, a lo que su madre
le preguntó: “Que es eso?, es que ahora también tocas la guitarra?”. El Padre
se limitó a no responder. Este tiempo en su pueblo natal fue un período de
grandes combates espirituales con el demonio, pero también de grandes consuelos
a través de éxtasis y fenómenos místicos, tanto interiores como exteriores,
espirituales y físicos. El demonio solía aparecérsele de distintas maneras.
Algunas veces lo hacía en la apariencia de animales, de mujeres bailando danzas
impuras, de carceleros que lo azotaban e incluso bajo la apariencia de Cristo
Crucificado, de su Ángel de la Guarda, San Francisco de Asís, la Virgen María,
también bajo la apariencia de su director espiritual, su provincial, etc. pero
después de estos asaltos del demonio, era consolado con éxtasis y apariciones
de Jesús, la Santísima Virgen María, su Ángel Guardián, San Francisco y otros
santos.
El día 12 de agosto de 1912 experimentó por primera vez la “llaga
del amor”. El Padre Pío le escribió a su director espiritual explicándole lo
sucedido: “Estaba en la Iglesia haciendo mi acción de gracias después de la
Santa Misa, cuando de repente sentí mi corazón herido por un dardo de fuego
hirviendo en llamas y yo pensé que me iba a morir”.
Por siete años, Padre Pío permanece fuera del Convento, en
Pietrelcina. Naturalmente, esta vida estaba en contraste con la regla
franciscana y algunos hermanos frailes se quejaron de esto. Fue entonces cuando
el Superior General de la Orden pidió a la Sagrada Congregación de los
Religiosos la exclaustración del P. Pío. Fue un golpe muy duro para él y en un
éxtasis se quejó con San Francisco de Asís. La Congregación de los Religiosos
no escuchó la solicitud del Superior General y concedió que el Padre Pío
siguiera viviendo fuera del convento, hasta que estuviera completamente
restablecida su salud.
El día 17 de febrero de 1916, el Padre Pío salió de Pietrelcina
rumbo a Foggia, donde los superiores lo llamaron para dar un servicio
espiritual. Gracias a las oraciones de Rafaelina Cerase, una señora muy enferma
y cercana a la muerte, el Padre Pío puede regresar definitivamente a la vida
comunitaria. Esta buena señora se ofreció a Dios como víctima para que el Padre
pudiese oír confesiones y con ello traer gran beneficio a las almas.
Aunque el Padre nunca más pudo regresar a Pietrelcina, su amor por
ella nunca disminuyó. Durante la Segunda Guerra Mundial, el Padre, refiriéndose
a su pueblo dijo: “Pietrelcina será preservada como la niña de mis ojos”. Y
antes de morir, hablando proféticamente dijo: “Durante mi vida he favorecido a
San Giovanni Rotondo. Después de mi muerte, favoreceré a Pietrelcina”.
Padre Pío fue invitado a San Giovanni por el Padre Guardián y su
breve visita fue del 28 de julio al 5 de agosto. Durante esta visita, la salud
del Padre parece haber mejorado un poco lo cual agradó al Padre Provincial y
este lo mandó bajo obediencia a regresar a San Giovanni por un tiempo, hasta
que mejorase más su salud. El Padre regresó al Monasterio del Gargano el día 4
de septiembre de 1916. En los designios del Señor, lo que en un inicio se pensó
sería temporal, duró 52 años, hasta la muerte del Padre.
Sin duda alguna lo que ha hecho famoso al Padre Pío es el fenómeno
de los estigmas: las cinco llagas de Cristo crucificado que llevó en su cuerpo
visiblemente durante 50 años. Un poco más de un mes después de haber recibido
el traspaso del corazón, el Padre Pío recibe las señas, ahora visibles, de la
Pasión de Cristo.
El Padre describe este fenómeno y gracia espiritual a su director
por obediencia: “Era la mañana del 20 de septiembre de 1918. Yo estaba en el
coro haciendo la oración de acción de gracias de la Misa y sentí poco a poco
que me elevaba a una oración siempre más suave, de pronto una gran luz me
deslumbró y se me apareció Cristo que sangraba por todas partes. De su cuerpo
llagado salían rayos de luz que más bien parecían flechas que me herían los
pies, las manos y el costado.Cuando volví en mí, me encontré en el suelo y llagado.
Las manos, los pies y el costado me sangraban y me dolían hasta hacerme perder
todas las fuerzas para levantarme. Me sentía morir, y hubiera muerto si el
Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón que sentía palpitar fuertemente
en mi pecho. A gatas me arrastré hasta la celda. Me recosté y recé, miré otra
vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios”.
Los estigmas del Padre Pío eran heridas profundas en el centro de
las manos, de los pies y el costado izquierdo. Tenía manos y pies literalmente
traspasados y le salía sangre viva de ambos lados, haciendo del Padre Pío el
primer sacerdote estigmatizado en la historia de la Iglesia (San Francisco Asís
no era sacerdote).
El provincial de los Capuchinos de Foggia invitó al Profesor Romanelli,
médico y director de un prestigioso hospital, para que estudiara el caso y
diera su parecer. El Doctor Romanelli no tuvo la menor duda del carácter
sobrenatural del fenómeno. Poco después la Curia Generalicia de los Capuchinos
en Roma envió a San Gionanni Rotondo a otro especialista, el profesor Jorge
Festa. Sus conclusiones fueron que “los estigmas del Padre Pío tenían un origen
que los conocimientos científicos estaban muy lejos de explicar. La razón de su
existencia está mas allá de la ciencia humana”.
La noticia de que el Padre Pío tenía los estigmas se extendió
rápidamente. Muy pronto miles de personas acudían a San Giovanni Rotondo para
verle, besarle sus manos, confesarse con él y asistir a sus Misas.
La palabra “estigma” proviene del griego y significa “marca” o
“señal en el cuerpo”, y era el resultado del sello de un hierro candente con el
cual marcaban a los esclavos. En sentido médico, estigma quiere decir una
mancha enrojecida sobre la piel, que es causada porque la sangre sale de los vasos
por una fuerte influencia nerviosa, pero nunca llega a ser perforación. En
cambio los estigmas que han tenido los místicos son lesiones reales de la piel
y de los tejidos, llagas verdaderas como, en este caso, las han descrito los
doctores Romanelli y Festa.