Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XXII
De la Feria. Salterio II
LUNES DE LA SEMANA XXII
De la Feria. Salterio II
2 de septiembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.
Himno: ALFARERO DEL HOMBRE, MANO TRABAJADORA
Alfarero del hombre, mano trabajadora
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora,
al pasto los primeros animales.
De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, vigor, origen, meta
de los profundos ríos de la vida.
El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;
tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia del mundo a mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.
No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia; vivir es este encuentro:
tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y mi alma desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Ant 2. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Cántico: SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad
y al templo de tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Ant 3. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
LECTURA BREVE Jr 15, 16
Cuando encontraba palabras tuyas las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, ¡Señor, Dios de los ejércitos!
RESPONSORIO BREVE
V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
V. Cantadle un cántico nuevo.
R. Que merece la alabanza de los buenos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.
Himno: ALFARERO DEL HOMBRE, MANO TRABAJADORA
Alfarero del hombre, mano trabajadora
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora,
al pasto los primeros animales.
De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, vigor, origen, meta
de los profundos ríos de la vida.
El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;
tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia del mundo a mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.
No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia; vivir es este encuentro:
tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y mi alma desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Ant 2. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Cántico: SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad
y al templo de tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Ant 3. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
LECTURA BREVE Jr 15, 16
Cuando encontraba palabras tuyas las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, ¡Señor, Dios de los ejércitos!
RESPONSORIO BREVE
V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
V. Cantadle un cántico nuevo.
R. Que merece la alabanza de los buenos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
PRIMERA LECTURA
Comienza el libro del profeta Amós 1, 1-2, 3
SENTENCIAS DEL SEÑOR SOBRE LAS NACIONES
Palabras de Amós, uno de los pastores de Técoa. Visión acerca de Israel, durante los reinados de Ozías, rey de Judá, y de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto.
Dijo el profeta:
«El Señor ruge desde Sión, alza la voz desde Jerusalén, y se marchitan los pastizales de los pastores, se seca la cumbre del Carmelo.
Así dice el Señor: "A Damasco, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque trilló a Galaad con trillos de hierro. Enviaré fuego a la dinastía de Jazael, que devorará los palacios de Benadad. Romperé los cerrojos de Damasco, aniquilaré a los habitantes del Valle de Vanidad, al que lleva el cetro en la Casa de las Delicias, y el pueblo de Siria irá desterrado a Quir." -Lo ha dicho el Señor-.
Así dice el Señor: "A Gaza, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque hicieron prisioneros en masa y los vendieron a Edom. Enviaré fuego a las murallas de Gaza, que devorará sus palacios. Aniquilaré a los habitantes de Asdod, al que lleva el cetro en Ascalón, tenderé mi mano contra Acarón, perecerá el resto de los filisteos." -Lo ha dicho el Señor-.
Así dice el Señor: "A Tiro, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque vendió innumerables prisioneros a Edom, no recordó la alianza con sus hermanos. Enviaré fuego a las murallas de Tiro, que devorará sus palacios."
Así dice el Señor: "A Edom, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque persiguió con la espada a su hermano, ahogó la compasión, mantuvo siempre el rencor, conservó siempre la cólera. Enviaré fuego a Temán, que devorará los palacios de Bosra."
Así dice el Señor: "A Ammón, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque abrieron en canal a las preñadas de Galaad, para ensanchar su propio territorio. Encenderé un fuego devorador en la muralla de Rabbá, que devorará sus palacios, entre los alaridos del día de la batalla y el torbellino del día de la tormenta. Su rey marchará al destierro en persona, junto con sus príncipes." -Lo ha dicho el Señor-.
Así dice el Señor: "A Moab, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Por haber quemado los huesos del rey de Edom, hasta calcinarlos. Enviaré fuego a Moab, que devorará los palacios de Queriot. Moab morirá en el tumulto bélico, entre los alaridos y el son de la trompeta. Aniquilaré en medio de ella a sus gobernantes, mataré a sus príncipes." -Lo ha dicho el Señor-.»
RESPONSORIO Sal 9, 8. 9; Am 1, 2
R. Dios está sentado por siempre en el trono que ha colocado para juzgar. * Él juzgará el orbe con justicia y regirá las naciones con rectitud.
V. El Señor hace oír su trueno desde Sión, alza la voz desde Jerusalén.
R. Él juzgará el orbe con justicia y regirá las naciones con rectitud.
SEGUNDA LECTURA
Del libro de la Imitación de Cristo
(Libro 3, 3)
YO INSTRUÍ A MIS PROFETAS
Escucha, hijo mío, mis palabras, palabras suavísimas, que trascienden toda la ciencia de los filósofos y letrados de este mundo. Mis palabras son espíritu y son vida, y no se pueden ponderar partiendo del criterio humano.
No deben usarse con miras a satisfacer la vana complacencia, sino oírse en silencio, y han de recibirse con humildad y gran afecto del corazón.
Y dije: Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros, para que no viva desolado aquí en la tierra.
Yo -dice el Señor- instruí a los profetas desde antiguo, y no ceso de hablar a todos hasta hoy; pero muchos se hacen sordos a mi palabra y se endurecen en su corazón.
Los más oyen de mejor grado al mundo que a Dios, y más fácilmente siguen las apetencias de la carne que el beneplácito divino.
Ofrece el mundo cosas temporales y efímeras, y, con todo, se le sirve con ardor. Yo prometo lo sumo y eterno, y los corazones de los hombres languidecen presa de la inercia.
¿Quién me sirve y me obedece con tanto empeño y diligencia como se sirve al mundo y a sus dueños?
Sonrójate, pues, siervo indolente y quejumbroso, de que aquéllos sean más solícitos para la perdición que tú para la vida.
Más se gozan ellos en la vanidad que tú en la verdad. Y, ciertamente, a veces quedan fallidas sus esperanzas; en cambio, mi promesa a nadie engaña ni deja frustrado al que funda su confianza en mí.
Yo daré lo que tengo prometido, lo que he dicho lo cumpliré. Pero a condición de que mi siervo se mantenga fiel hasta el fin.
Yo soy el remunerador de todos los buenos, así como el fuerte que somete a prueba a todos los que llevan una vida de intimidad conmigo.
Graba mis palabras en tu corazón y medítalas una y otra vez con diligencia, porque tendrás gran necesidad de ellas en el momento de la tentación.
Lo que no entiendas cuando leas lo comprenderás el día de mi visita.
Porque de dos medios suelo usar para visitar a mis elegidos: la tentación y la consolación.
Y dos lecciones les doy todos los días: una consiste en reprender sus vicios, otra en exhortarles a progresar en la adquisición de las virtudes.
El que escucha mis palabras y las rechaza ya tiene quien lo condene en el último día.
RESPONSORIO Pr 23, 26; 1, 9; 5, 1
R. Hijo mío, haz caso, acepta de buena gana mi camino, * pues será hermosa diadema en tu cabeza.
V. Hijo mío, haz caso de mi sabiduría, presta oído a mi inteligencia.
R. Pues será hermosa diadema en tu cabeza.
Comienza el libro del profeta Amós 1, 1-2, 3
SENTENCIAS DEL SEÑOR SOBRE LAS NACIONES
Palabras de Amós, uno de los pastores de Técoa. Visión acerca de Israel, durante los reinados de Ozías, rey de Judá, y de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto.
Dijo el profeta:
«El Señor ruge desde Sión, alza la voz desde Jerusalén, y se marchitan los pastizales de los pastores, se seca la cumbre del Carmelo.
Así dice el Señor: "A Damasco, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque trilló a Galaad con trillos de hierro. Enviaré fuego a la dinastía de Jazael, que devorará los palacios de Benadad. Romperé los cerrojos de Damasco, aniquilaré a los habitantes del Valle de Vanidad, al que lleva el cetro en la Casa de las Delicias, y el pueblo de Siria irá desterrado a Quir." -Lo ha dicho el Señor-.
Así dice el Señor: "A Gaza, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque hicieron prisioneros en masa y los vendieron a Edom. Enviaré fuego a las murallas de Gaza, que devorará sus palacios. Aniquilaré a los habitantes de Asdod, al que lleva el cetro en Ascalón, tenderé mi mano contra Acarón, perecerá el resto de los filisteos." -Lo ha dicho el Señor-.
Así dice el Señor: "A Tiro, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque vendió innumerables prisioneros a Edom, no recordó la alianza con sus hermanos. Enviaré fuego a las murallas de Tiro, que devorará sus palacios."
Así dice el Señor: "A Edom, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque persiguió con la espada a su hermano, ahogó la compasión, mantuvo siempre el rencor, conservó siempre la cólera. Enviaré fuego a Temán, que devorará los palacios de Bosra."
Así dice el Señor: "A Ammón, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque abrieron en canal a las preñadas de Galaad, para ensanchar su propio territorio. Encenderé un fuego devorador en la muralla de Rabbá, que devorará sus palacios, entre los alaridos del día de la batalla y el torbellino del día de la tormenta. Su rey marchará al destierro en persona, junto con sus príncipes." -Lo ha dicho el Señor-.
Así dice el Señor: "A Moab, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Por haber quemado los huesos del rey de Edom, hasta calcinarlos. Enviaré fuego a Moab, que devorará los palacios de Queriot. Moab morirá en el tumulto bélico, entre los alaridos y el son de la trompeta. Aniquilaré en medio de ella a sus gobernantes, mataré a sus príncipes." -Lo ha dicho el Señor-.»
RESPONSORIO Sal 9, 8. 9; Am 1, 2
R. Dios está sentado por siempre en el trono que ha colocado para juzgar. * Él juzgará el orbe con justicia y regirá las naciones con rectitud.
V. El Señor hace oír su trueno desde Sión, alza la voz desde Jerusalén.
R. Él juzgará el orbe con justicia y regirá las naciones con rectitud.
SEGUNDA LECTURA
Del libro de la Imitación de Cristo
(Libro 3, 3)
YO INSTRUÍ A MIS PROFETAS
Escucha, hijo mío, mis palabras, palabras suavísimas, que trascienden toda la ciencia de los filósofos y letrados de este mundo. Mis palabras son espíritu y son vida, y no se pueden ponderar partiendo del criterio humano.
No deben usarse con miras a satisfacer la vana complacencia, sino oírse en silencio, y han de recibirse con humildad y gran afecto del corazón.
Y dije: Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros, para que no viva desolado aquí en la tierra.
Yo -dice el Señor- instruí a los profetas desde antiguo, y no ceso de hablar a todos hasta hoy; pero muchos se hacen sordos a mi palabra y se endurecen en su corazón.
Los más oyen de mejor grado al mundo que a Dios, y más fácilmente siguen las apetencias de la carne que el beneplácito divino.
Ofrece el mundo cosas temporales y efímeras, y, con todo, se le sirve con ardor. Yo prometo lo sumo y eterno, y los corazones de los hombres languidecen presa de la inercia.
¿Quién me sirve y me obedece con tanto empeño y diligencia como se sirve al mundo y a sus dueños?
Sonrójate, pues, siervo indolente y quejumbroso, de que aquéllos sean más solícitos para la perdición que tú para la vida.
Más se gozan ellos en la vanidad que tú en la verdad. Y, ciertamente, a veces quedan fallidas sus esperanzas; en cambio, mi promesa a nadie engaña ni deja frustrado al que funda su confianza en mí.
Yo daré lo que tengo prometido, lo que he dicho lo cumpliré. Pero a condición de que mi siervo se mantenga fiel hasta el fin.
Yo soy el remunerador de todos los buenos, así como el fuerte que somete a prueba a todos los que llevan una vida de intimidad conmigo.
Graba mis palabras en tu corazón y medítalas una y otra vez con diligencia, porque tendrás gran necesidad de ellas en el momento de la tentación.
Lo que no entiendas cuando leas lo comprenderás el día de mi visita.
Porque de dos medios suelo usar para visitar a mis elegidos: la tentación y la consolación.
Y dos lecciones les doy todos los días: una consiste en reprender sus vicios, otra en exhortarles a progresar en la adquisición de las virtudes.
El que escucha mis palabras y las rechaza ya tiene quien lo condene en el último día.
RESPONSORIO Pr 23, 26; 1, 9; 5, 1
R. Hijo mío, haz caso, acepta de buena gana mi camino, * pues será hermosa diadema en tu cabeza.
V. Hijo mío, haz caso de mi sabiduría, presta oído a mi inteligencia.
R. Pues será hermosa diadema en tu cabeza.
Lunes, 2 de
septiembre de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,16-30):
En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.
Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»
Y Jesús les dijo: «Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo" y' "haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún".»
Y añadió: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos habla en Israel en tiempos de] profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.
Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»
Y Jesús les dijo: «Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo" y' "haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún".»
Y añadió: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos habla en Israel en tiempos de] profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
PRECES
Demos gracias a nuestro salvador que ha hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, y digámosle:
Consérvanos, Señor, en tu servicio.
Señor Jesús, sacerdote eterno, que has querido que tu pueblo participara de tu sacerdocio:
haz que ofrezcamos siempre sacrificios espirituales, agradables al Padre.
Danos, Señor, la abundancia de los frutos del Espíritu Santo:
comprensión, bondad, amabilidad.
Que la luz de la fe ilumine este nuevo día
y que durante el mismo caminemos por las sendas del amor.
Haz que busquemos siempre el bien de nuestros hermanos
y les ayudemos a progresar en su salvación.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con el gozo que nos da el sabernos hijos de Dios, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este día: danos tu ayuda para que no caigamos hoy en pecado, sino que nuestras palabras, pensamientos y acciones sigan el camino de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
San Salomón Leclercq
2 de Setiembre
2 de Setiembre
Guillermo Nicolás Ludovico nació en Boulogne-sur-Mer, el 14 de
noviembre de 1745. Su padre fue un rico comerciante. Nicolás frecuentó la
escuela comercial de los Hermanos de las Escuelas Cristianas que dirigían en
aquella ciudad.
Su padre le encontró un trabajo en las cercanías de Boulogne y
después lo envió a París a trabajar para un comerciante amigo suyo. El ambiente
que encontró en París no le gustaba a Nicolás. Así, después de volver a
Boulogne, manifestó a su padre el deseo de seguir a sus maestros.
El 25 de marzo de 1767 entró en el noviciado de Saint-Yoin, en
Rouen. Pronunció los votos en 1769 y en septiembre de 1770 fue enviado a
enseñar a Maréville. Hizo la profesión perpetua en 1772.
En 1777 fue nombrado "procurador" de aquella casa que,
entre la escuela, los alumnos internos, las personas que recibían formación y
un sector para casos difíciles enviados por el tribunal, llegaba a contar cerca
de 1000 personas. En 1787 participó en el capítulo general, siendo nombrado
secretario del mismo. Al terminar los trabajos capitulares fue llamado a
desempeñar la misma función a las órdenes directas del superior general.
En 1791, en mitad de los años turbulentos de la revolución, los
Hermanos fueron obligados a abandonar sus casas. El Hermano Salomón se vistió
de civil con la esperanza de pasar inobservado, y se quedó a custodiar la casa
donde estaba el consejo general de la congregación.
El 15 de agosto de 1792, los guardias invadieron la casa de la rue
Neueve, lo arrestaron y lo condujeron al convento, transformado en prisión, de
los carmelitas de la rue Vaugirard. El 2 de septiembre fue ajusticiado en los
escalones del jardín interno del convento por haberse negado a jurar fidelidad
a la Constitución civil del clero.
El Hermano Salomón, junto a otros 190 compañeros mártires, fue
beatificado por el Papa Pio XI, el 17 de octubre de 1926
Beato Bartolomé Gutiérrez Rodríguez Nació
en la ciudad de México el 4 de septiembre de 1580, hijo de Alonso Gutiérrez y
Ana Rodríguez. Fue bautizado en la parroquia de Sagrario Metropolitano. Con 16
años ingresa a la orden agustina; hizo sus estudios en el convento de Yuriria,
Michoacán, profesando el 1 de junio de 1597. Ordenado sacerdote, fue trasladado
a Puebla al convento de San Agustín. Por estas fechas ya tenía deseos de ser
misionero y mártir, sus hermanos de religión se burlaban de él porque era muy
gordo y no podría soportar las fatigas del misionero. Pero el respondía con
jocosidad: “Tanto mejor, así habrá más reliquias que repartir cuando muera
mártir, porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón donde moriré por la
Fe de Cristo”. Sus palabras resultaron proféticas.
El 22 de febrero de 1606 se embarcó en Acapulco y llego a
Filipinas el 1 de mayo siguiente. Allí, los superiores al ver sus cualidades,
lo nombraron maestro de novicios, desempeñando este cargo durante un sexenio.
Tenía una gran facilidad para los idiomas, era un buen latinista y aprendió
pronto el japonés a pesar de las dificultades de esta lengua. En 1612 se
embarca a Japón y en 1613 es nombrado prior del convento de Usuki; como
dominaba bien el idioma japonés, se entregó de lleno a la evangelización,
teniendo pronto a su cargo una gran comunidad de fieles. En 1614 hubo un
decreto de expulsión para los religiosos y en noviembre de este año el Beato
Bartolomé fue capturado y expulsado de Japón, volviendo a Filipinas, donde
nuevamente fue maestro de novicios. En Japón la persecución recrudeció a raíz
del martirio del Beato Fernando de San José Ayala, OSA y las demandas de
refuerzos llegaban a Manila porque los fieles ocupaban pastores. Algunas
crónicas precisan que se pedía la vuelta del Padre Bartolomé Gutiérrez porque
este había dejado un buen recuerdo. Así, el provincial designó que volviera a
Japón acompañado del Beato Pedro de Zúñiga, regresando ambos a tierra de misión
el 12 de agosto de 1618.
Ejerció un ministerio ejemplar entre sus fieles, estimulando por
su fervor, sosteniendo a los débiles en la fe, predicando y administrando los
sacramentos a escondidas. Venció innumerables peligros para llevar a Cristo a
los creyentes y para no ser detenido, vivía en los campos y bosque; vivió
pobremente, padeció las inclemencias del clima y también el hambre. A esto él
añadió ayunos, vigilias y tales maceraciones, que aquel joven robusto de 25
años, se convirtió en un hombre enjuto y seco que no parecía tener más que
huesos y piel.
De él se platica que Dios lo protegió de manera milagrosa cuando
se escondía. En una ocasión escapó de sus perseguidores gracias a que una araña
tejió su telaraña en un rincón de la casa donde se escondía. Otra vez salió al
encuentro de sus captores tocando un instrumento musical sin ser notado por
ello. También sucedió que una buena mujer lo escondió en su casa, llegaron los
guardias y le preguntaron por él, entonces ella sufrió un ataque de nervios y
se reía mucho, pensaron los oficiales que quería congraciarse con ellos
mientras les señalaba que adentro y lo tomaron a burla y se marcharon sin
revisar. Así fue que desarrolló su apostolado hasta 1629, en que llego a
Nagasaki como gobernador un hombre llamado Tacanga. Este fue un cruel
perseguidor y redobló las pesquisas y castigos. También respiraba mucho odio
contra el Beato Bartolomé y los agustinos porque en el reino de Bungo habían
fundado el primer convento y para acabar de componerla, el religioso había convertido
al cristianismo a varios familiares suyos.
Víctima de una traición, el Beato Bartolomé fue sorprendido y
arrestado el 10 de noviembre de 1629, junto con el catequista y ahora Beato
Juan Shozaburo y otros tres auxiliares con los que fue enviado a la cárcel de
Nagasaki, allí se reunieron pronto con él los religiosos agustinos Francisco de
Jesús Terrero y Vicente de San Antonio Carvalho. Desde 1618 él había sido el
sostén y promotor de la comunidad cristiana local, ahora ya detenido, el Tirano
Tacanga se alegró porque iba a escarmentarlo para infundir miedo en el reino.
Luego fue trasladado a la cárcel de Omuro, por considerarse que era un lugar
más cruel.
En su traslado fue notoria su tranquilidad y resignación así como
la alegría con que cantaba himnos a Dios en acción de gracias. Aquí languideció
durante dos años. En 1630 tuvo la oportunidad de escribir al provincial: “por
estar al presente por horas y momentos esperando la muerte” dando noticias no
menos interesantes sobre sus compañeros y circunstancias de su prisión. En 1631
vuelve a Nagasaki en compañía de sus hermanos de hábito Francisco de Jesús y
Vicente de San Antonio así como el Jesuita Antonio Ixda, encontrado en la
prisión al hermano franciscano Gabriel de la Magdalena. Los hicieron sufrir la
tortura del agua sulfurosa en el Monte Unge, fueron llevados al lago de Arima,
de aguas hirvientes, con las que eran bañadas sus carnes hasta escaldarlos y
desollarlos creyendo que así renegarían de la fe. Esta dolorosísima prueba, de
la que muchos salían apostatando, fue ganada por los mártires. Los suplicios
fueron verdaderamente espantosos y se prolongaron por un mes, repitiéndose el
castigo por lo menos dos veces al día, lo que tuvieron que padecer, todo el
cuerpo hecho una llaga, no es fácil de imaginar.
Al ver que no se lograba ningún retroceso, fueron devueltos a
Nagasaki, donde se les condenó a morir en la hoguera. Todavía la víspera,
Tacanga les ofreció la libertad si apostataban, pero permanecieron firmes en la
fe. La sentencia se llevó a cabo el 3 de septiembre de 1632. Al llegar al lugar
del suplicio, entonaron, como era la costumbre entre quienes eran sacrificados,
el salmo 116 “Laudate Dominum omnes gentes”, luego los ataron con lazos muy
frágiles, para que se pudieran romper si decidían renegar. La leña era verde y
llena de lodo para que ardiera con dificultad. Al ser encendido el fuego, el
Beato Vicente Carvalho sacó su crucifijo y levantándolo en alto exclamo
“¡Adelante valerosos soldados de Jesucristo! ¡Viva nuestra fe y por ella
valerosamente muramos!”.
El Beato Bartolomé Gutiérrez dejo varios escritos. Explicación de
la doctrina cristiana la Relación del suceso de la prisión y dichoso fin de los
bienaventurados mártires Pedro de Zúñiga y Luis Flores y la Relación del
martirio que padecieron otros religiosos en el Japón en el mes de septiembre de
1622. Este grupo de misioneros cierra el elenco de os mártires encabezados por
el Beato Alfonso de Navarrete.
A continuación se refiere una breve semblanza de los beatos
martirizados junto Beato Bartolomé Gutiérrez.
Beato Vicente de San Antonio Simoes de Carvalho Nació
en 1590 en Albufeiora, Portugal, siendo sus padres Antonio Simoes y Catalina
Pereiro, quienes le dieron una buena educación. Ingresó con los agustinos en el
convento de Santa María de Gracia, donde profesó y fue ordenado sacerdote. En
1621 estuvo en México, en 1622 en Filipinas y en 1623 en Japón; por casi seis
años se consagró al ministerio en secreto y logró mucho fruto, burlando,
también la vigilancia de los espías hasta que finalmente fue capturado.
Beato Francisco de Jesús Terrero Pérez Nació
en 1590 en Villa Mediana, Palencia, siendo hijo de Pedro Terrero y María Pérez,
ambos de ascendencia noble y familias ricas. A los 8 años quedó huérfano y fue
educado por dos tíos suyos que eran sacerdotes; con 16 años ingresa a la orden
de San Agustín en Valladolid, luego de profesar en esa orden, hizo estudios
sacerdotales recibiendo por fin el presbiterado. En 1621 estuvo en México,
luego se trasladó a filipinas y por ultimo a Japón, donde fue vicario
Provincial. Estudió el japonés para poder transmitir el Evangelio, su
apostolado lo hacía de noche y con muchos peligros, tuvo que vivir en una cueva
para no ser descubierto. Las crónicas dicen que bautizó cerca de 7000 fieles.
Beato Antonio Ixhida Kyutaku S.J. Nació
en el año de 1570 en Ximabaro, reino de Arima. Con 19 años ingreso a la
Compañía de Jesús, donde profesó y fue ordenado; como conocía de fondo las
religiones paganas y tenía buena elocuencia, su ministerio se valió de esto
para tener mucho provecho. Desafiaba los peligros para llevar el consuelo a los
cristianos encarcelados, burlando la vigilancia de los soldados.
Beato Jerónimo de la Cruz Jo ó de Torres Nació
en Nagasaki, de joven estudió con los padres franciscanos que lo enviaron a
Filipinas para continuar sus estudios; una profeso fue ordenado sacerdote y su
ministerio lo hacía entre sus compatriotas exiliados con abundancia de buenos
resultados. Entonces cambio su apellido Jo por el español de Torres. El Beato
amaba mucho a su patria y oraba a Dios suplicándole el fin de las
persecuciones. En 1628 volvió a Japón para ayudar con su ministerio a sus
hermanos perseguidos. Breve fue su trabajo, pues fue apresado en 1629.
Beato Gabriel de la Magdalena Tarazona Rodríguez Nació
en Sonseca, Toledo en octubre de 1567, hijo de Pedro Tarazona e Isabel
Rodríguez. Recibió el bautismo el 22 de octubre del mismo año y la confirmación
el 16 de junio de 1571. Estudio y ejerció la medicina y a los 30 años ingresó
como hermano lego en la orden Franciscana, en la rama alcantarina. Su ardiente
amor a Cristo y la salvación de las almas le hicieron ir a Japón, a donde llegó
en 1606. Estuvo en Osaka, donde se dedicó a curar almas y cuerpos. En 1613 se
desató una persecución, muchos religiosos fueron expulsados pero él logró
esconderse en Nagasaki; su fama era tal que se decía que por sus conocimientos
de medicina, podría ser médico del propio emperador. Tuvo fama de tener gran
religiosidad, de hacer curaciones milagrosas, de levitar mientras oraba y tener
el don de la bilocación. En 1630 fue apresado y llevado a la cárcel de Omura,
de donde fue sacado para curar al propio Gobernador y su familia, así como para
atormentarlo luego con las aguas sulfurosas. Murió en la hoguera y sus cenizas,
como las de sus compañeros, fueron arrojadas al mar.
Culto Estos beatos integran un numeroso
grupo de 205 mártires encabezados por el Beato Alfonso Navarrete y fueron
elevados al honor de los altares el 7 de julio de 1867 por el Beato Pio IX. El
Beato Bartolomé Gutiérrez recibe culto litúrgico en México el 2 de septiembre
con el grado de memoria opcional y las oraciones de la misa y la liturgia de
las horas se refieren únicamente a él.