Musica Para el Alma

martes, 2 de octubre de 2018

LAUDES. MIÉRCOLES 3. ORACIÓN PARA INICIAR EL DIA

MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXVI
De la Feria. Salterio II

3 de octubre 


LAUDES
(Oración de la mañana)



INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría. 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.


Himno: NACIDOS DE LA LUZ, HIJOS DEL DÍA.
Nacidos de la luz, hijos del día,
Vamos hacia el Señor de la mañana.
Su claridad disipa nuestras sombras
y alegra y regocija nuestras almas.

Que nuestro Dios, el Padre de la gloria,
nos libre para siempre del pecado,
y podamos así gozar la herencia
que nos legó en su Hijo muy amado.

Honor y gloria a Dios, Padre celeste,
por medio de su Hijo Jesucristo,
y al Don de toda luz, el Santo Espíritu,
que vive por los siglos de los siglos. Amén.


SALMODIA
Ant 1. Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Salmo 76 - RECUERDO DEL PASADO GLORIOSO DE ISRAEL.
Alzo mi voz a Dios gritando,
Alzo mi voz a Dios para que me oiga.

En mi angustia te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.

Sujetas los párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto:

¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?

Y me digo: ¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas.

Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?

Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.

Te vio el mar, ¡oh Dios!,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.

Las nubes descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.

Rodaba el fragor de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra retembló estremecida.

Tú te abriste camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas:

mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?



Ant 2. Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
Cántico: ALEGRIA DE LOS HUMILDES EN DIOS 1S 2,1-10
Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
No hay santo como el Señor,
no hay roca como nuestro Dios.

No multipliquéis discursos altivos,
no echéis por la boca arrogancias,
porque el Señor es un Dios que sabe;
él es quien pesa las acciones.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos se marchita.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afianzó el orbe.

Él guarda los pasos de sus amigos,
mientras los malvados perecen en las tinieblas,
porque el hombre no triunfa por su fuerza.

El Señor desbarata a sus contrarios,
el Altísimo truena desde el cielo,
el Señor juzga hasta el confín de la tierra.
él da fuerza a su Rey,
exalta el poder de su Ungido.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.



Ant 3. El Señor reina, la tierra goza.
Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor reina, la tierra goza.


LECTURA BREVE   Rm 8, 35. 37
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿La aflicción? ¿La angustia? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? En todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado.


RESPONSORIO BREVE
V. Bendigo al Señor en todo momento.
R. Bendigo al Señor en todo momento.

V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. En todo momento.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendigo al Señor en todo momento.



PRIMERA LECTURA
Del libro de Judit 8, 1a. 9b-14. 28-32; 9, 1-5. 19
PREOCUPACIÓN DE JUDIT POR LA SUERTE DE SU PUEBLO
En aquellos días, Judit, hija de Merarí, se enteró de lo que sucedía. Inmediatamente, mandó a su ama de llaves a llamar a Cabris y Carmis, ancianos de la ciudad, cuando se presentaron les dijo:

«Escuchadme, jefes de la población de Betulia. Ha sido un error eso que habéis dicho hoy a la gente, obligándoos ante Dios, con juramento, a entregar la ciudad al enemigo si el Señor no os manda ayuda dentro de este plazo. Vamos a ver: ¿quiénes sois vosotros para tentar hoy a Dios y poneros públicamente por encima de él? ¡Habéis puesto a prueba al Señor todopoderoso, vosotros, que nunca entenderéis nada! Si sois incapaces de sondear la profundidad del corazón humano y de rastrear sus pensamientos, ¿cómo vais a escrutar a Dios, creador de todo, conocer su mente, entender su pensamiento? No, hermanos, no enojéis al Señor, nuestro Dios.»

Entonces, Ozías le dijo:

«Todo lo que has dicho es muy sensato, y nadie te va a llevar la contraria; porque no hemos descubierto hoy tu prudencia; desde pequeña, conocen todos tu inteligencia y tu buen corazón. Pero es que la gente se moría de sed, y nos forzaron a hacer lo que dijimos, comprometiéndonos con un juramento irrevocable. Tú, que eres una mujer piadosa, reza por nosotros, para que el Señor mande la lluvia, se nos llenen los aljibes y no perezcamos.»

Judit les dijo:

«Escuchadme. Voy a hacer una cosa que se comentará de generación en generación entre la gente de nuestra raza. Esta noche os ponéis junto a las puertas. Yo saldré con mi ama de llaves, y, en el plazo señalado para entregar la ciudad al enemigo, el Señor socorrerá a Israel por mi medio.»

Era el momento en que acababan de ofrecer en el templo de Jerusalén el incienso vespertino. Judit se echó ceniza en la cabeza y, postrada en tierra, se descubrió el sayal que llevaba a la cintura y gritó al Señor con todas sus fuerzas:

«Señor, Dios de mi padre Simeón, al que pusiste una espada en la mano para vengarse de los extranjeros que desfloraron vergonzosamente a una doncella, la desnudaron para violentarla y profanaron su seno deshonrándola. Aunque tú habías dicho: "No hagáis eso", ellos lo hicieron. Por eso entregaste sus jefes a la matanza, y su lecho, envilecido por su engaño, con engaño quedó ensangrentado: heriste a esclavos con amos, y a los amos en sus tronos, entregaste sus mujeres al pillaje, sus hijas a la cautividad; sus despojos fueron presa de tus hijos queridos, que, encendidos por tu celo y horrorizados por la mancha inferida a su sangre, te habían pedido auxilio.

¡Dios, Dios mío, escucha a está viuda! Tú hiciste aquello, y lo de antes y lo de después. Tú proyectas el presente y el futuro, lo que tú quieres sucede; tus proyectos se presentan y dicen: "Aquí estamos". Pues todos tus caminos están preparados, y tus designios, previstos de antemano. Haz que todo tu pueblo y todas las tribus vean y conozcan que tú eres el único Dios, Dios de toda fuerza y de todo poder, y que no hay nadie que proteja a la raza israelita fuera de ti.»


RESPONSORIO    Cf. Jdt 8, 19. 20. 14. 16
R. Nosotros no reconocemos otro Dios fuera del Señor, en quien confiamos. * El no nos despreciará ni desatenderá a nuestra raza.
V. Bañados en lágrimas, imploremos su indulgencia y humillemos ante su acatamiento nuestras almas.
R. El no nos despreciará ni desatenderá a nuestra raza.


SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Policarpo, obispo y mártir, a los Filipenses
(Cap. 9, 1-11, 4: Funk 1, 275-279)
ANDEMOS EN LA FE Y EN LA JUSTICIA
Os exhorto a todos a que obedezcáis a la palabra de la justicia y a que 'perseveréis en la paciencia; con vuestros propios ojos, en efecto, habéis contemplado una paciencia admirable no sólo en los bienaventurados Ignacio, Zósimo y Rufo, sino también en muchos otros que eran de vuestra comunidad, en el mismo Pablo y en los otros apóstoles; imitadlos, persuadidos de que todos ellos no corrieron en vano, sino que anduvieron en la fe y en la justicia y ahora están en el lugar que merecieron, cerca del Señor, con el cual padecieron. Porque ellos no amaron este siglo, sino a aquel que por nosotros murió, y a quien Dios, también por nosotros, resucitó.

Permaneced, pues, en estos sentimientos y seguid el ejemplo del Señor, firmes e inquebrantables en la fe, amando a los hermanos, queriéndoos unos a otros, unidos en la verdad, estando atentos unos al bien de los otros con la dulzura del Señor, no despreciando a nadie. Cuando podáis hacer bien a alguien, no os echéis atrás, porque la limosna libra de la muerte. Someteos unos a otros y observad entre los gentiles una conducta ejemplar; así cuando vean y consideren vuestras buenas obras os podrán alabar y el nombre del Señor no será blasfemado a causa de vosotros. Porque, ¡ay de aquel por cuya causa ultrajan el nombre del Señor! Enseñad a todos la sobriedad y vivid también vosotros según ella.

Me ha contristado sobremanera el caso de Valente, que había sido durante un tiempo presbítero de vuestra Iglesia, y que ahora vive totalmente ajeno al ministerio que se le había confiado. Os exhorto también a que os abstengáis del amor al dinero y a que seáis castos y veraces. Apartaos de todo mal. El que no es capaz de gobernarse a sí mismo en estas cosas ¿cómo podrá enseñarlas a los demás? Quien no se abstiene de la avaricia se verá mancillado también por la idolatría y será contado entre los paganos que desconocen el juicio del Señor. ¿O es que no sabéis que los fieles han de juzgar al mundo, como dice san Pablo?

No es que nada de esto haya observado y oído decir de vosotros, entre quienes trabajó el bienaventurado apóstol Pablo, quien os cita al principio de su carta. De vosotros, en efecto, se gloría ante todas las Iglesias, que entonces eran las únicas que conocían a Dios, mientras que nosotros todavía no lo habíamos conocido.

Es por ello que me he apenado mucho a causa de Valente y de su esposa; ¡ojalá el Señor les inspire un verdadero arrepentimiento! Con ellos debéis comportaros moderadamente: no los tengáis como a enemigos, al contrario, llamadlos de nuevo, como miembros sufrientes y extraviados, para salvar así el cuerpo entero de todos vosotros. Haciendo esto os iréis edificando vosotros mismos.



RESPONSORIO    Flp 2, 12-13; Jn 15, 5
R. Trabajad por vuestra salvación con respeto y seriedad, * porque es Dios el que obra en vosotros haciendo que queráis y obréis movidos por lo que a él le agrada.
V. Dice el Señor: «Sin mí no podéis hacer nada.»
R. Porque es Dios el que obra en vosotros haciendo que queráis y obréis movidos por lo que a él le agrada.



Miércoles, 3 de octubre de 2018
Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,57-62):

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Palabra del Señor


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 
Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
PRECES
Oremos a nuestro Señor Jesucristo, que prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, y digámosle confiados:

Escúchanos, Señor.

Quédate con nosotros, Señor, durante todo el día:
que la luz de tu gracia no conozca nunca el anochecer en nuestras vidas.

Que el trabajo de este día sea como una oblación sin defecto,
y que sea agradable a tus ojos.

Que en todas nuestras palabras y acciones seamos hoy luz del mundo
y sal de la tierra para cuantos nos traten.

Que la gracia del Espíritu Santo habite en nuestros corazones y resplandezca en nuestras obras
para que así permanezcamos en tu amor y en tu alabanza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres

Terminemos nuestra oración diciendo juntos las palabras del Señor y pidiendo al Padre que nos libre de todo mal:
Padre nuestro...

ORACION
Envía, Señor, a nuestros corazones la abundancia de tu luz, para que, avanzando siempre por el camino de tus mandatos, nos veamos libres de todo error. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.