Musica Para el Alma

viernes, 24 de agosto de 2018

LECTURAS LARGAS

PRIMERA LECTURA
Del libro del Qohelet 11, 7-12, 14
ENTRÉGALE A DIOS LO MEJOR DE TU VIDA
Dulce es la luz y bueno para los ojos ver el sol. Si uno vive muchos años, que goce de todos ellos, y tenga en cuenta que los días de tinieblas muchos serán, que es vanidad todo el porvenir.

Alégrate, joven, en tu juventud, que tu corazón disfrute en tus años mozos. Vete por donde te lleve el corazón y el gusto de tus ojos; ten sólo presente que de todo ello Dios te pedirá cuentas. Aparta el mal humor de tu pecho y aleja el sufrimiento de tu carne, pero recuerda que juventud y pelo negro son también vanidad.

Acuérdate de tu Creador en tus días mozos, mientras no vengan los días malos y se echen encima los años en que dirás: «No me agradan»; mientras no se nublen el sol y la luz, la luna y las estrellas, y retornen las nubes tras la lluvia; cuando tiemblen los guardias de palacio y se doblen los guerreros; cuando se detengan las moledoras, por ser ya escasas, y se queden a oscuras las que miran por las ventanas; cuando se cierren las puertas de la calle, ahogándose el son del molino; cuando enmudezca el canto del ave y cesen todas las canciones; cuando en las alturas haya temores y en los caminos angustias.

Y, mientras florece el almendro y está grávida la langosta y revienta la alcaparra, el hombre se va a su eterna morada y circulan por la calle los dolientes.

Acuérdate de tu Creador en tus días mozos, antes de que se rompa el cordón de plata y se quiebre la lámpara de oro y se haga añicos el cántaro junto a la fuente y se caiga la polea dentro del pozo; antes de que el polvo vuelva a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios, que es quien lo dio.

¡Vanidad de vanidades! -proclama el Qohelet-, ¡todo es vanidad!
El Qohelet, a más de ser un sabio, enseñó doctrina al pueblo. Ponderó e investigó, compuso muchos proverbios. El Qohelet trabajó mucho en inventar frases felices y en escribir bien sentencias verdaderas.

Las palabras de los sabios son como aguijadas o como estacas hincadas por un pastor para controlar el rebaño. Lo que de ellas se saca, hijo mío, es ilustrarse, pues componer muchos libros es cosa de nunca acabar, y estudiar demasiado daña la salud.

Basta de palabras. Todo está dicho: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, que eso es ser hombre cabal. Porque Dios emplazará a juicio todas las acciones, y él lo ve todo, aun lo oculto, sea bueno o malo.
RESPONSORIO    Sal 70, 17. 9; cf. Sal 15, 11
R. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas; * en la vejez y las canas, no me abandones.
V. Me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
R. En la vejez y las canas, no me abandones.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Gregorio de Agrigento, obispo, sobre el Eclesiastés
(Libro 10, 2: PG 98, 1138-1139)
CONTEMPLAD AL SEÑOR Y QUEDAREIS RADIANTES
Dulce es la luz, como dice el Eclesiastés, y es cosa muy buena contemplar con nuestros ojos este sol visible. Sin la luz, en efecto, el mundo se vería privado de su belleza, la vida dejaría de ser tal. Por esto Moisés, el vidente de Dios, había dicho ya antes: Y vio Dios que la luz era buena. Pero nosotros debemos pensar en aquella magna, verdadera y eterna luz que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre, esto es, Cristo, salvador y redentor del mundo, el cual, hecho hombre, compartió hasta lo último la condición humana; acerca del cual dice el salmista: Cantad a Dios, tocad en su honor, alfombrad el camino del que avanza por el desierto; su nombre es el Señor: alegraos en su presencia.

Aplica a la luz el apelativo de dulce, y afirma ser cosa buena el contemplar con los propios ojos el sol de la gloria, es decir, a aquel que en el tiempo de su vida mortal dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Y también: La causa de la condenación es ésta: Que la luz ha venido al mundo. Así, pues, al hablar de esta luz solar que vemos con nuestros ojos corporales, anunciaba de antemano al Sol de justicia, el cual fue en verdad sobremanera dulce para aquellos que tuvieron la dicha de ser instruidos por él y de contemplarlo con sus propios ojos mientras convivía con los hombres, como otro hombre cualquiera, aunque en realidad no era un hombre como los demás. En efecto, era también Dios verdadero, y por esto hizo que los ciegos vieran, que los cojos caminaran, que los sordos oyeran, limpió a los leprosos, resucitó a los muertos con el solo imperio de su voz.

Pero también ahora es cosa dulcísima fijar en él los ojos del espíritu, y contemplar y meditar interiormente su pura y divina hermosura y así, mediante esta comunión y este consorcio, ser iluminados y embellecidos, ser colmados de dulzura espiritual, ser revestidos de santidad, adquirir la sabiduría y rebosar, finalmente, de una alegría divina que se extiende a todos los días de nuestra vida presente. Esto es lo que insinuaba el sabio Eclesiastés cuando decía: Si uno vive muchos años, que goce de todos ellos. Porque realmente aquel Sol de justicia es fuente de toda alegría para los que lo miran; refiriéndose a él dice el salmista: Gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría; y también: Alegraos, justos, en el Señor, que merece la alabanza de los buenos.
RESPONSORIO    Sal 33, 4. 6; Col 1, 12-13
R. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. * Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
V. Nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz; nos ha sacado del dominio de las tinieblas.
R. Contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.

ORACIÓN.
OREMOS,
Oh Dios, que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde el amor de tu nombre en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos tus promesas que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.